A las 4 de la tarde del 19 de enero, el canal estatal Ecuador TV se convirtió en la sede del debate presidencial 2025. Sonaba música electrónica y en esos 50 metros cuadrados había una tarima con un micrófono con pedestal. De fondo, un banner rectangular azul —en el que estaba escrito decenas de veces Ecuador debate 2025— y cuatro televisores con la misma leyenda. Unos cincuenta periodistas y fotógrafos amontonados, militares, policías, guardias de seguridad. Hacía calor y ese reducido y caluroso espacio se había convertido en una sala de prensa. Por ese espacio entraron y salieron los 16 candidatos a la presidencia del Ecuador con la ridícula idea de que todos van a pasar a segunda vuelta. “Yo soy la tercera opción”, dijo uno. “Yo siento que estoy en la segunda vuelta”, dijo otro .“Estaremos en la segunda vuelta”, dijo uno más.
Antes y después del debate, los aspirantes a Carondelet hablaron con los periodistas como si fueran los vencedores, con un optimismo que no responde a las encuestas, ni a su popularidad, ni a su experiencia. Parecería que no revisaron los números ni los análisis antes de hacer declaraciones en los entretelones del debate presidencial.
Según una encuesta de Cedatos publicada el mismo día del debate, el nivel de indecisión nacional ascendía al 59.6%. Otra de Comunicaliza del 15 de enero colocó a Daniel Noboa adelante con el 36,1% y después a Luisa González con el 33%. Detrás de los votos nulos y los indecisos seguía Leonidas Iza con el 2%. Los demás no alcanzaban ni el 1%. Pero esos números —al parecer— les dio igual a quienes entraban, saludaban y se paraban en la tarima para hablar 2, 3, 4 y hasta 5 minutos. Convencidos de que sí serán una futura opción, algunos, incluso, proclamaron los resultados —que tanto anhelan— de la primera vuelta en la misma tarima que sirvió para el desahogo, la vanidad y el absurdo de los candidatos.
A las 4 y 5 de la tarde se apagó la música electrónica. Andrés García, comunicador del Consejo Nacional Electoral (CNE), subió a la tarima para probar el sonido: “Hola, hola, un, dos, tres, un, dos, tres”. Con el micrófono funcionando, la pasarela política lista, arrancaba el debate. O al menos la previa.
Jimmy Jairala, con terno azul oscuro, corbata roja, reloj plateado, estuvo extremadamente optimista, casi al borde de la arrogancia. Cuando llegó, el candidato de Centro Democrático, acompañado de su hijo Diego —quien sufrió un atentado en Guayaquil en octubre de 2024, mientras salía de un concierto en el carro de su papá— habló sobre la suficiente experiencia que tiene para ser Presidente de la República.
“Yo siento que gané el debate”, dijo a la salida, pasadas las 10 de la noche, en la misma tarima. Desde ahí dijo: “Yo siento que estoy en la segunda vuelta” con Daniel Noboa o Luisa González, pero quizás olvidó que ni siquiera ha podido llegar a la Alcaldía de Guayaquil tras intentarlo dos veces. Los números, ahora, tampoco lo favorecen.
El candidato del movimiento Construye, Henry Cucalón, prefirió no adelantarse a los resultados de las elecciones. Con un terno azul perfectamente planchado, camisa blanca, corbata roja, subió a la tarima —antes y después del debate— y recordó que estuvo en el encuentro con los otros 15 no por obligación, sino por la convicción de que el Ecuador conozca sus propuestas. Sonriente, dijo que “ojalá los ciudadanos puedan valorar cuáles son las ideas” de un hombre cuya trayectoria en el servicio público es de 25 años. Cucalón fue cauto y no hizo referencia a que pasará a segunda vuelta; quizás él sí ha visto que está en séptimo lugar, según Comunicaliza.
Francesco Tabacchi, candidato del movimiento CREO, dijo desde la misma tarima que sí habrá segunda vuelta —quizás respondiendo a Noboa y González que en su campaña han dicho que ganarán solo en una. Pero quizás Tabacchi tenga algo de razón: según Cedatos, casi el 60% de los encuestados no había tomado una decisión sobre por quién votar antes del debate.
“¿Espera conquistar el voto de los indecisos?”, le preguntó, antes del debate, una periodista mientras él —terno azul oscuro, corbata celeste, camisa blanca— aguardaba en la tarima. “Espero hoy día robarles el corazón”, respondió.
Con traje negro, camisa blanca, corbata azul, Juan Cueva Vivanco, candidato por el movimiento Amigo, asistió al debate acompañado de su esposa, quien subió con él a la tarima —fue el único que lo hizo. “Ven, por favor, mi amor”, le dijo. En la sala de prensa, caliente y sin ventilación, retumbó un meloso “oooowwww”.
Cueva es ingeniero y empresario lojano, y en la política casi nadie lo conoce. Pese a ello, dijo que él será la “tercera opción” para las Elecciones Generales 2025. Ha intentado hacer campaña, incluso, en OnlyFans para que la gente conozca “al desnudo” sus propuestas. “Estamos arrechos de Noboa y de Rafael Correa, que solo nos quieran dar esas dos opciones”, reprochó durante el debate. Aun así, las encuestas no lo favorecen.

El candidato Juan Cueva ingresa a la sala de prensa antes del debate presidencial. Fotografía tomada del Flickr del Consejo Nacional Electoral.
Tampoco a Jorge Escala, de Unidad Popular, quien cruzó la raya de la autoconfianza. En la tarima, con jeans, camisa blanca, chaqueta azul, dijo: “Jorge Escala estará en la segunda vuelta, y si el pueblo se decide a terminar esto, en la primera vuelta seremos gobierno”.
Por años fue dirigente de la Unión Nacional de Educadores (UNE) y asambleísta por el extinto Movimiento Popular Democrático (MDP) —ahora Unidad Popular. Pero pocos lo conocen. Los periodistas que esperaban en la sala de prensa preguntaban: “¿Quién es?, ¿quién es?” cuando entró. Las encuestas apenas le dan el 0,4% de intención de voto.
Más adelante sacó su profesor interior: “Hoy le vamos a tomar la lección a Daniel Noboa”, soltó antes de entrar en el debate; al salir, dijo: “Noboa reprobó el año”, pero no dijo por qué.
Otro candidato del que pocos hablan es Enrique Gómez del SUMA. “Candidato… perdón, se me olvidó su nombre”, le dijo la candidata Luisa González durante el debate, haciéndose eco de su baja popularidad. Pero Gómez no es tan nuevo al servicio del sector público: ha trabajado ahí más de 10 años. Fue el reemplazo de Jan Topic en la papeleta, a quien el Tribunal Contencioso Electoral (TCE) le negó la candidatura por mantener un contrato con el Estado.
Con terno azul, corbata amarilla, sin sonreír, Gómez subió a la tarima cuando llegó. No habló mucho. Pero sí respondió a una pregunta de si Topic formaría parte de su equipo: “Es una fuerte probabilidad porque el Ecuador lo necesita”.
Iván Saquicela, el candidato por Democracia Sí, estuvo acompañado de sus hijas Camila y María Emilia, y llevaba en su mano un mazo de madera. El mazo justiciero. Antes de subirse a la tarima, con terno azul, camisa blanca, corbata roja, dijo: “¡Esperen!”. Se acercó a sus hijas y les dio un beso en la frente a cada una. Solo entonces volvió. Con el mallete en la mano derecha, recordó que fue él quien condenó al ex presidente Rafael Correa y al ex vicepresidente Jorge Glas.
Saquicela fue presidente de la Corte Nacional de Justicia. Muchos lo recuerdan —precisamente— por la sentencia contra Correa en el caso Sobornos. Pero los ciudadanos, según las encuestas, no lo tienen en el radar. Por ejemplo, en la publicación de Cedatos previo al debate, el candidato apenas tenía el 0,3% de intención de voto. Aun así, dijo: “Cuando seamos gobierno, mis hijas Camila y María Emilia van a ser beneficiarias del crédito de los jóvenes”, refiriéndose a su propuesta de campaña. Ellas sonrieron a su lado, mientras su papá ya se veía calentado el sillón de Carondelet.

Iván Saquicela, candidato por Democracia Sí, llegó al debate presidencial con un mazo de juez. Fotografía del Consejo Nacional Electoral.
Por la pasarela política también pasó el general en servicio pasivo Víctor Araus, candidato por Pueblo, Igualdad y Democracia (PID), quien usó una chaqueta húsar, estilo militar. Era un traje azul con filos dorados parecidísimo al que llevaba puesto el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, durante su posesión en junio de 2024.
Iba acorde a su discurso: “Delincuentes a las cárceles, asesinos y violadores al cementerio”. Aunque en 2021 no cumplió con los requisitos para su ascenso y Estados Unidos le revocó la visa como parte de una estrategia anticorrupción, Araus dijo: “Yo soy la única opción para cambiar este país (…) Por eso, en mi gobierno no me pesará la mano para aplicar la ley”.
Además, el candidato dijo en la tarima que no permitirá la ideología de género en las escuelas. “Con la familia nadie se mete”, concluyó muy sonriente marcando una postura conservadora con los derechos de las diversidades.

Militares custodian el paso del candidato presidencial Víctor Araus en la entrada al debate presidencial. Fotografía del Consejo Nacional Electoral.
El que no estuvo sonriente ni antes ni después del debate fue Henry Kronfle, candidato del Partido Social Cristiano. Con terno negro, camisa blanca, corbata roja, se subió a la tarima. Llevaba un maletín delgado de cuero. “Quiero anunciarles que estoy siendo víctima de persecución por parte del gobierno a través del SRI”, dijo. Según Kronfle, el 10 de enero de 2025 le notificaron de un valor pendiente. Eso, por supuesto, lo disgustó —y se notaba. “Estoy al día con el pago de mis impuestos, he pagado más de 50.000 dólares a título personal y, según la declaración del presidente de la República, [Daniel Noboa], ¡agárrense!, en el SRI yo soy nueve veces más rico que él”, dijo.
Al finalizar el debate, con la misma seriedad y evidente molestia y en la misma tarima, dijo que quiere extraditar a Rafael Correa como un “acto de dignidad nacional”. “Candidato, cómo va a…”, quiso preguntar una periodista. Kronfle respondió: “Gracias, me disculpan”, y salió inmediatamente de la sala de prensa sin responder preguntas.
Andrea González, candidata del Partido Sociedad Patriótica, estuvo de mejor genio que Kronfle a la llegada y sobre todo, a la salida. Con cabello suelto, una blusa crema, pantalón cobrizo, subió a la tarima. Aunque tiene 37 años, dijo que era ya una “veterana de guerra” en la política. Recordó a su ex compañero de fórmula en las elecciones anticipadas de 2023, Fernando Villavicencio, que fue asesinado a tiros tras salir de un mitin el 9 de agosto de 2023.
“Ecuador se ha constituido en un narcoestado”, dijo. Aunque la encuesta de Comunicaliza le daba apenas el 0,4% de intención de voto, su papel en el debate la colocó como la “ganadora” en las redes sociales. Fue tendencia y sus respuestas se volvieron virales. “Espero haber representado lo que él un día representó para mí”, dijo en la tarima antes de irse.
Luis Felipe Tillería, del partido Avanza, también se hizo viral. Pero no por sus propuestas, sino por algunas expresiones que dijo durante el debate, como “Rafael Noboa”, refiriéndose al presidente. O por la página que habilitó para que la gente pudiera mandar su hoja de vida: tilleria.com. Además, se quiso posicionar como el ‘mesías’ de los migrantes que ha vuelto al Ecuador para salvarlos. Con terno y chaleco azules, corbata amarilla, camisa blanca, dijo —antes del debate— que concuerda con el 74% de jóvenes que hoy quieren migrar, pero que él va a “resetear el sistema”.
“¡Viva la libertad!”, gritó frente a los periodistas. Y luego, con extremada efusividad y optimismo, repitió: “Con Tillería se acaba la pillería”.
Para Pedro Granja, candidato por el Partido Socialista Ecuatoriano, el debate fue un “reality show” como el de Gran Hermano. Se quejó de su formato. Con terno azul, camisa blanca, el candidato dijo —antes y después del debate— que los 15 segundos para preguntar y los 30 segundos para responder eran insuficientes. Explicó que él necesitaba más tiempo para exponer su plan. Una periodista le dijo que si no estaba conforme con el formato por qué no buscó alianzas para que hubiera menos candidatos y así cada uno tenga más tiempo. Respondió, sin contexto: “Yo también quisiera salir con Monica Bellucci (modelo y actriz italiana)”. Al final, otra periodista le preguntó: “¿Con quién prevé compartir la segunda vuelta?”. “Con Luisa González”, contestó.
El candidato Leonidas Iza, de Pachakutik, llegó agarrado de la mano de su esposa. Con un poncho rojo, pantalón y sombrero negros, saludó con una rima: “Querido pueblo ecuatoriano, medio de comunciación, venimos este día cargado de decisión”. No habló mucho ni antes ni después del debate. Cuando subió a la tarima, antes de irse, lamentó que le faltara tiempo y que tenía una deuda con los migrantes.
Carlos Rabascall, de Izquierda Democrática, también cuestionó el formato del debate. Con terno negro, zapatos negros, corbata celeste, dijo en la tarima que el Ecuador vive una crisis que ha tocado fondo. “No es momento de jugar a la política, sino de construir una política cercana al pueblo, una política que debe estar ligada con la democracia”. Como usa bastón, Rabascall, a diferencia de los demás candidatos, debió ingresar al edificio del Ecuador TV y tomar el ascensor para que lo llevara al subsuelo, donde lo esperaban su chofer.
Aunque las encuestas los ponen en los primeros lugares, y son los contrincantes más visibles para las Elecciones Generales 2025, Luisa González, de la Revolución Ciudadana, y Daniel Noboa, de ADN, no se refirieron a la segunda vuelta.
Luisa González, con chaqueta y pantalón azules, y blusa blanca que dejaba ver su tatuaje cerca de su clavícula— estuvo sonriente y con el ceño fruncido. Pero se puso seria cuando dijo que ha recibido varias amenazas contra su vida y, por eso, el Ministerio de Defensa le asignó un equipo de protección. A la salida, cuando concluyó el debate, dijo que no hubo propuestas pero sí mentiras. “Como país, que se desangra, debemos mirar al futuro”, añadió.
Noboa, antes del debate, pasó tan rápido que apenas las cámaras grabaron el momento en que llegó acompañado de su esposa Lavinia Valbonesi. Al salir, el presidente-candidato dijo: “Gracias por esperarnos, hoy hemos visto cómo el nuevo Ecuador sigue triunfando contra ese viejo Ecuador, que solo busca columbia, atrasar nuestro éxito y nuestro crecimiento”. Se bajó de la tarima, dejó atrás a su esposa y, como si quisiera evitar a toda costa las preguntas, caminó rápidamente hacia la puerta. En ese cortísimo trayecto, una periodista le gritó: “¿Le dijeron Rafael Noboa, cómo se sintió?”. Él ni siquiera parpadeó.

Daniel Noboa vistió una corbata morada, como el color de su movimiento ADN, para el debate presidencial. Fotografía del Consejo Nacional Electoral.
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