Entre marzo y abril de 2020, en Guayaquil murieron más de 15.000 personas durante la primera y más letal ola de covid-19 en América Latina. La pandemia había tomado por asalto a la segunda ciudad más poblada de Ecuador y a sus autoridades, que reaccionaron demasiado tarde. Las imágenes de cuerpos en las calles, los pedidos desesperados de gente para que retiraran los fallecidos de sus casas, el colapso total de los sistemas sanitario y funerario de la ciudad fueron, para el resto del continente, los primeros indicios de la dimensión de una pandemia que aún no se había instalado del todo en la región.
Una mañana de inicios de abril de 2020, la directora editorial de GK, Isabela Ponce, recibió un llamado de auxilio que decía: ayúdenos a que nos den los cuerpos de nuestros familiares. Tras la publicación de un primer reportaje, en el hospital Guasmo Sur de Guayaquil aparecieron algunos cadáveres. Pero no todos. Fue la primera vez que surgió un indicio de que había cuerpos perdidos. Lo que era imposible imaginar es que la lista iría creciendo y creciendo.
Cuando el polvo de la primera ola de la pandemia del coronavirus se asentó, la cuenta de los que no aparecen ascendía a más de cien cadáveres, que fueron extraviados en morgues, funerarias y hospitales. En la vorágine de esos días llegaron a aparecer personas que se daban por muertas. Una mujer se bajó de una furgoneta de un hospital público y entró a la casa donde no solo la lloraban, sino donde guardaban unas cenizas como si fueran suyas. Un caso parecido a la historia de Belén, que aparece en este reportaje documental.
Los que no aparecen es la historia de cinco mujeres que, durante más de un año, han buscado a sus seres queridos, cuyos cuerpos fueron extraviados por la desidia de un Estado que se reveló incapaz de contener la tragedia. Hoy, decenas de cadáveres siguen sin ser identificados.
Esta producción audiovisual de GK, realizada con el apoyo de EL PAÍS América y el Pulitzer Center, cuenta a través de entrevistas recientes, filmaciones del momento y relatos en primera persona la búsqueda de esas familias que no han podido cerrar su duelo, a la vez que reconstruye el descontrol y el miedo que se vivió en esos días y la respuesta fallida de las instituciones. La historia de estas cinco mujeres narra también la historia de decenas de familias que siguen buscando.