La historia del movimiento Revolución Ciudadana es breve. En términos prácticos su existencia empezó en agosto de 2021, cuando el movimiento Fuerza Compromiso Social cambió de nombre, al ser el nuevo espacio para el correísmo.

Sin embargo, Revolución Ciudadana, como expresión, tiene una historia más larga. 

Para los ecuatorianos, Revolución Ciudadana evoca la imagen del expresidente Rafael Correa de forma directa. No solo fue el nombre con el que Correa y sus seguidores nombraron al proceso político que encabezaron. También fue la forma en que se autodenominó la coalición de partidos y movimientos de izquierda que apoyaron la campaña con la que Correa ganó las elecciones presidenciales, en 2007. 

Y, de cierta forma, Revolución Ciudadana funcionó como eslogan del que fue su partido político por una década: el Movimiento Alianza País, desde 2007 hasta 2018. 

Esto porque, en 2017, el resquebrajamiento al interior del movimiento político se hizo visible y sus coidearios se fraccionaron en dos bloques: quienes estaban a favor de Rafael Correa y aquellos que apoyaban al entonces nuevo presidente del Ecuador, Lenín Moreno.

En mayo de 2017, Rafael Correa dejó de ser presidente del Ecuador porque la Constitución del Ecuador —que fue aprobada en 2008 en Montecristi, Manabí— impide que cualquier autoridad, como alcalde, concejales y presidente, se perpetúe en el poder. Es decir, solo pueden buscar la reelección una sola vez, es decir, dos periodos consecutivos. 

Por lo que, en un intento de perpetuar el legado de la Revolución Ciudadana, se candidatizó a Lenín Moreno, que ganó las elecciones generales de 2017 —primera vuelta el 19 de febrero, y la segunda el 2 de abril. El 24 de mayo de 2017, Moreno asumió la presidencia. 

La separación entre Correa y Moreno

La aparente buena relación entre Correa y Moreno y la necesidad de que el nuevo presidente siguiera los pasos de su sucesor se desvanecieron ese mismo año, cuando Lenín Moreno se comenzó a desmarcar de los lineamientos de Correa.  El primer “desaire” al exmandatario fue cuando Moreno propició un acercamiento con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Con esta organización Correa no solo había tomado distancia, sino que se enfrentó en varias ocasiones por sus políticas mineras y de redistribución del agua y la tierra. 

Ese no fue el único acercamiento que impulsó Moreno durante el 2017, ya que también se reunió con los dueños del área de la comunicación —un sector que había sido criticado duramente por  Correa y al que había llamado “la prensa corrupta». 

Las divergencias siguieron dándose. Cuando Correa creó la comisión de transición, en enero de 2017, con el objetivo de entregar la información necesaria al régimen que estaba por venir, apareció una expresión que se volvió constante en el gobierno de Moreno. En ese momento, Correa dijo: “En lo posible nosotros vamos a dejar la mesa servida al gobierno que venga para que pueda gobernar de mejor manera”.

Seis meses después, Moreno usaría la misma expresión, pero en otro contexto: “No hay tal mesa servida. Una cosa es lo que se dice y otra lo que se da. La condición económica del Ecuador es muy difícil, es sumamente difícil, vamos a salir adelante con el esfuerzo de todos”.

Pero el quiebre de las relaciones se hizo público cuando, en agosto de 2017, Moreno dejó sin funciones al vicepresidente de aquel entonces, Jorge Glas, tras ser señalado en la trama de corrupción Odebrecht y encarcelado por este motivo.

La tensión aumentó entre ambos líderes políticos y sus coidearios ya que el gobierno de Moreno comenzó a reconocer que el gobierno de Rafael Correa había sido corrupto. La noche del 25 de agosto de 2017,  en una rueda de prensa Ricardo Patiño, Paola Pabón y Virgilio Hernández —reconocidas figuras de Alianza País— anunciaron su renuncia a sus cargos en el gobierno de Lenín Moreno. 

«Queremos sentirnos libres para defender este proceso, por eso necesitamos retirarnos de este gobierno«, dijo Patiño, quien había sido hasta ese momento consejero del gobierno de Moreno. 

Una de las razones por la que los ex militantes de Alianza País renunciaron fue por la “supuesta generalización de que todo el gobierno del expresidente, Rafael Correa, estuvo inmerso en actos de corrupción”. Y aseguraron que “no compartimos una generalización. Nosotros tres y miles, la inmensa mayoría de funcionarios y militantes de Alianza País somos gente honrada, honesta, intachable, y queremos defender esa honestidad”.

2018: el final de la relación y un nuevo inicio

Con el paso del tiempo las discrepancias no terminaron y en 2018 Moreno se acercó al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial—entidades financieras que Correa había calificado como “neoliberales y contrarias al interés popular”— para pedir un préstamo. Esto no había sucedido en 16 años.

El 31 de octubre de 2018, Alianza País terminó su relación con el ala morenista y cesó a Lenín Moreno en sus funciones como presidente del partido, en un signo de fractura interna irreversible. Al frente de la formación política se nombró a Ricardo Patiño, ex ministro de Relaciones Exteriores. 

En una Convención Nacional de la facción correista se oficializó la expulsión de Moreno, y Correa declaró que en el caso de no conseguir mantener el partido en manos de sus coidearios, se daría paso a la formación de un nuevo movimiento con el nombre de “Revolución Ciudadana”.

Pero el  movimiento no pudo ser inscrito legalmente. La Revolución Ciudadana tuvo que aliarse con Fuerza Compromiso Social para participar en las elecciones seccionales del 2019. De esta manera, alcanzaron las prefecturas de Pichincha —con Paola Pabón— y Manabí —con Leonardo Orlando—, aunque perdieron la alcaldía de Quito, con Luisa Maldonado. como candidata.

Posteriormente, el movimiento Revolución Ciudadana sufrió un nuevo revés: la Contraloría General del Estado pidió al Consejo Nacional Electoral su eliminación de los registros por inconsistencias en las firmas. De esta manera, la Revolución Ciudadana se juntó a otros movimientos para conformar el partido Unión por la Esperanza, UNES.  Con este nombre participaron en las elecciones presidenciales de 2021 con Andrés Arauz.

Arauz perdió ante el actual presidente de Ecuador, Guillermo Lasso.

Para agosto de 2021, la convención nacional de UNES resolvió cambiar el nombre a movimiento Revolución Ciudadana —así como su línea gráfica— y con este nombre se presentaron en las elecciones seccionales de 2023, en la que lograron 50 alcaldías y 9 prefecturas.

Actualmente, Marcela Aguiñaga es la presidenta del movimiento desde 2021. Ella fue elegida prefecta del Guayas en las últimas elecciones.

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Liz Briceño Pazmiño
Periodista. Ex reportera de GK. Ha publicado en El Mundo (España) y Axios(EE.UU). Es becaria del International Center for Journalists (ICFJ). Máster en Producción, Edición y Nuevas Tecnologías Periodísticas. Cubre migración, derechos humanos y economía.
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