El decreto de muerte cruzada del presidente Lasso activó la convocatoria anticipada a elecciones generales para 2023-2025. Serán muy inusuales: el plazo para la definición de candidatos y el período de campaña, dispuestos por el Consejo Nacional Electoral, son extremadamente cortos. Por eso, las organizaciones políticas mejor posicionadas para competir son las que tienen estructuras estables y pueden desplegar una campaña. También son organizaciones con posibles cuadros para candidatos. En ese contexto, ¿cuáles son las posibilidades del correísmo para estas elecciones?

Las nuevas elecciones serán a los pocos meses de unas elecciones seccionales que resultaron en una recomposición del mapa de las fuerzas políticas al mando de los gobiernos locales.

Dadas las victorias electorales de la Revolución Ciudadana en las seccionales del 5 de febrero, la expectativa de una victoria de este partido en la carrera por la presidencia ha empezado a tomar forma en la discusión pública.

¿Está asegurado el triunfo de la Revolución Ciudadana (RC) en las próximas elecciones? ¿Cuáles son las posibilidades del correísmo? ¿En qué condiciones enfrenta el movimiento estos nuevos comicios? Si tuviera que especular, diría que una victoria en primera vuelta es difícil. Y es muy temprano para imaginar cómo sería una segunda vuelta. 

En este análisis presento las razones, basadas en los resultados de las seccionales y tendencias de opinión pública de los últimos años.

Como mostré en un artículo publicado recientemente, a pesar de las notables victorias alcanzadas en las elecciones seccionales de febrero, los datos sugieren que el correísmo no ha incrementado necesariamente su apoyo electoral. Para medirlo, nos fijamos en los bastiones de la RC.

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En Azuay, la victoria en la prefectura de Juan Cristóbal Lloret es difícilmente abrumadora. Venció a Marcelo Cabrera por apenas 3 mil votos, en una provincia de casi medio millón de electores, y se coronó prefecto con el 20% de los votos válidos. 

Lloret era un candidato de gran calidad individual y de inmensa exposición pública, incluso a nivel nacional, gracias a su desempeño como asambleísta. A pesar de eso consiguió amasar apenas 27 mil votos más que su antecesor, el candidato por Fuerza Compromiso Social para la prefectura del Azuay en 2019, Manuel Alvarado ­—alguien muchísimo menos conocido.

En Manabí y Pichincha, la RC mantuvo la misma votación que en 2019. Fue suficiente para mantener en las prefecturas a Leonardo Orlando y Paola Pabón, respectivamente, pero no mejoró sustancialmente. 

La victoria de Pabel Muñoz en la alcaldía de Quito se produjo gracias a que el candidato, hoy alcalde, fue más eficiente que su antecesora, Luisa Maldonado en 2019, en captar votos en las parroquias de mayor inclinación correísta de la capital. Tal como mostramos en un análisis de febrero.

En Los Ríos, el candidato por el correísmo Humberto Alvarado compitió por la prefectura en las últimas dos elecciones seccionales, pero perdió en ambas ocasiones contra el candidato del PSC, Jonny Terán. En 2019, Alvarado quedó en quinto lugar entre siete. 

En 2023, en tercer lugar entre cinco, 13 puntos por debajo del ganador. 

Es decir, en ninguna de las dos elecciones tuvo un desempeño sobresaliente. Pero hay que reconocer que hubo un ligero incremento de su votación entre ambas. A falta de mejores elementos, podemos, quizás, aceptar un relativo ascenso en el apoyo electoral de la RC en Los Ríos.

Y finalmente en Guayas, la sorpresa electoral fue el triunfo de Aquiles Álvarez, candidato de la RC a la alcaldía de Guayaquil que venció a Cynthia Viteri del PSC. Así revirtió la tendencia histórica de la votación para la alcaldía de varias parroquias guayaquileñas por más de 20 puntos porcentuales. 

En el resto de la provincia, sin embargo, Marcela Aguiñaga prácticamente empató con Susana González, la candidata socialcristiana a la prefectura. Sin el arrastre del voto de Álvarez en Guayaquil, queda abierta la pregunta de si Aguiñaga hubiera podido alcanzar la prefectura. 

Un caso muy distinto a, por ejemplo, Carlos Luis Morales en 2019, candidato socialcristiano que ganó abrumadoramente en el resto de la provincia, independientemente de la votación específica de Guayaquil.

Si bien el triunfo de Álvarez en Guayaquil es muy notable, este no se traduce en un incremento del apoyo electoral de la RC en el puerto principal. En los últimos años, durante varios ciclos electorales seccionales y presidenciales, el electorado guayaquileño ha favorecido a un alcalde socialcristiano y a un presidente correísta, respectivamente. 

Que en 2023 el resultado de la alcaldía se haya virado no implica que el correísmo sume votos adicionales a los que antes ya tenía en ese cantón de cara a unas elecciones presidenciales.

En resumen, aunque la intuición diría que los resultados del 5 de febrero muestran que la Revolución Ciudadana ha retomado fuerza y va camino a una victoria en las elecciones anticipadas, los datos sugieren que su apoyo electoral no ha incrementado necesariamente. La RC está en iguales condiciones que en 2021 cuando compitió por la presidencia, y Andrés Arauz era ciertamente el candidato de mayor probabilidad para ganar, pero perdió en segunda vuelta.

Al medir qué posibilidades tiene un determinado candidato, además de considerar la fuerza que tiene su organización, es necesario medir el clima de opinión pública en el que se realizan las elecciones. En este punto es necesario alejarnos para tener una mejor perspectiva de la votación del correísmo en los últimos ciclos electorales.

Desde el histórico triunfo de Rafael Correa en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2013 con 57%, el apoyo al correísmo ha venido disminuyendo en la última década. Lenín Moreno, candidato ungido en 2017 por Rafael Correa, obtuvo en primera vuelta 39% de los votos válidos, 18 puntos menos que Correa en 2013. 

En 2021, Andrés Arauz obtuvo casi el 33% de los votos válidos en primera vuelta, alrededor de 7 puntos menos que Moreno en 2017.

porcentaje de votación entre Arauz Moreno y Correa

Datos de opinión pública muestran un fenómeno interesante. Entre los años 2014-2016, cuando el apoyo al correísmo empieza a disminuir, se observa también que ciertas tendencias en la percepción sobre el bienestar de las personas se revierten y empiezan a deteriorar. 

Según el Barómetro de las Américas de LAPOP, la evaluación de los ciudadanos sobre la situación económica del país, ­que venía en ascenso entre 2008-2014, se revierte y empieza a ser cada vez más negativa entre 2014-2019.

Pero más importante aún es que esta tendencia a la baja se observa tanto en los individuos de simpatía correísta como en aquellos anticorreístas. Es decir, incluso quienes se identificaban como favorables al correísmo, que aprobaban la gestión del entonces Presidente, simpatizaban con su partido, votaron por él y estaban dispuestos a votar por él nuevamente —las variables utilizadas para caracterizar a este grupo— empezaban a percibir la situación del país como peor que antes.

percepción de la situación económica del país

La misma tendencia se observa al tomar en cuenta la percepción de la situación económica personal o la percepción del ingreso familiar. Por supuesto, estas variables están correlacionadas, pero lo interesante es que entre 2014 y 2016 incluso quienes simpatizan con el correísmo empezaron a tener percepciones menos favorables de la situación general.

percepción de la situación económica personal percepción del ingreso familiar

Para cuando Andrés Arauz compitió por la presidencia en 2021 con un mensaje prometiendo regresar al pasado, se encontró con un electorado que no tenía percepciones positivas del pasado reciente. Al contrario, muchos de sus posibles electores, que habían dado su voto al candidato correísta en elecciones anteriores, estaban abiertos a considerar una alternativa. Esta es una de las razones por las que Xavier Hervas y Yaku Pérez pudieron captar una votación importante.  

¿Cuál es el clima de opinión pública a las puertas de las elecciones anticipadas que vienen en agosto de 2023? 

El deterioro de las percepciones de la situación del país ha continuado y se ha profundizado en el Ecuador. Datos recientes de la encuestadora Perfiles de Opinión indican que sólo 5% de los encuestados cree que la situación económica del país va a mejorar. Sólo 6% cree que la situación política va a mejorar, y sólo 4% cree que el país va por buen camino. Datos recientes de Click Report indican que 91% de las personas creen que la situación del país es mala. El 78% creen que su situación personal es mala.

Los indicadores inmediatos de opinión pública reflejan un gran apetito en el electorado por un cambio. Pero los indicadores de los últimos años ponen en duda que ese deseo por un cambio sea un anhelo por regresar al pasado “cuando estábamos mejor”, el slogan del correísmo. Porque no, las preferencias electorales no funcionan así.

Es más difícil anclar la memoria de los electores a un pasado más distante, cuando, en el caso de Ecuador, las cosas iban mejor. En la era del gobierno del presidente Correa, las percepciones de bienestar eran positivas hasta 2013. Pero desde 2014, todavía en su administración, las percepciones empezaron a revertirse. 

Esto es como ver de nuevo una película que ya vimos en 2021. La promesa de volver al pasado en realidad no contribuye tanto en una actual campaña presidencial. Al contrario, al ver los indicadores de opinión pública de hoy, así como ocurrió en 2021, el clima es más favorable para las alternativas no correístas. El reto de la Revolución Ciudadana es recuperar los votos que se desgranaron en la última elección presidencial.

Cuando pienso en las posibilidades de un candidato, normalmente uso la “fórmula” de que sus posibilidades son iguales a la fuerza electoral de su organización, más las condiciones impuestas por el clima de opinión pública, más su calidad individual. 

Creo que las dos primeras son más importantes que las virtudes y defectos del individuo.

Pero en el caso específico de estas elecciones anticipadas, hay que añadir que la RC se encuentra limitada también en el aspecto de la calidad individual de los candidatos que podría proponer. Los mejores representantes del movimiento fueron electos y electas como autoridades locales en febrero: Pabel Muñoz, Marcela Aguiñaga, Paola Pabón, Leonardo Orlando, Juan Cristóbal Lloret. 

Aquiles Álvarez es la excepción porque fue un candidato sui generis —un personaje de estética socialcristiana pero que compitió con la RC—, y habría sido un excelente cartucho para quemar en estas elecciones anticipadas.

Fuera de estos nombres, la Revolución Ciudadana tiene muchas menos opciones de personalidades que puedan darse a conocer y convencer en un plazo tan corto. Quedan, por supuesto, Andrés Arauz y Carlos Rabascall, y la ventaja de su inercia desde las elecciones de 2021.

Volviendo a la especulación con la que empezamos, estas son las razones por las que una victoria de la RC en primera vuelta pinta muy difícil. Una victoria en segunda vuelta estaría por verse, después de observar la distribución de los resultados de primera vuelta —algo parecido a lo que ocurrió en 2021.

En 2021, al contrario de la narrativa que los actores políticos naturalmente colocaron, el presidente Lasso no ganó porque pudo “remontar una diferencia” o “amasar una coalición en favor de la democracia”. Contar con el apoyo de otros actores, como por ejemplo parte del voto de Xavier Hervas o de Pedro Freile, era obviamente necesario pero no suficiente.

La razón mecánica que le dio la victoria fue la tendencia sistemática de los electores que votaron por Yaku Pérez en primera vuelta, y se convirtieron en votos nulos en segunda. Sobre todo en Azuay, Imbabura y Pichincha, tal como sugerimos en un análisis detallado de 2021.

Si bien la RC no tiene el triunfo asegurado, una pregunta todavía abierta es qué pasaría si se establece una alianza entre la RC y el movimiento indígena. O, al contrario, cuánto le afectaría al correísmo si el movimiento indígena postula con candidato propio. Este análisis específico es importante, dado que Leonidas Iza recientemente aceptó la precandidatura a la presidencia

Y una pregunta adicional: al buscar quién podría competir con el correísmo, la mirada se ha dirigido hacia las alternativas de centro-derecha que, se cree, tendrían éxito con un discurso de lucha contra la corrupción y mano dura contra la delincuencia. 

¿Cuáles son las posibilidades de estas alternativas? Estas preguntas quedan para próximas entregas. 

Javier Rodriguez Sandoval 100x100
Javier Rodríguez Sandoval
PhD en Sociología por la Universidad de Wisconsin-Madison. Analista de opinión pública y comportamiento electoral.
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