Quedarse con los resultados de las elecciones sin entender la mecánica detrás de éstos, es como mirar el punto final sin haber leído la oración. Todo el punto es entender la oración. Para interpretar la mecánica detrás de los datos, aquí hace falta un modelo. De eso se trata este artículo.

Lo más inesperado de los resultados de las elecciones del domingo 11 de abril fue el altísimo porcentaje alcanzado por quienes votaron nulo. En segunda vuelta de 2021, el nulo alcanzó 16%, más de seis puntos por encima de lo alcanzado en primera vuelta. El récord histórico fue del 12%, alcanzado en primera vuelta de 2006. Este año, el nulo simplemente superó toda expectativa.

¿Cómo varió el voto nulo y blanco entre la primera y la segunda vuelta?

¿Cómo varió el voto nulo y blanco entre la primera y la segunda vuelta?

Lo importante —otra vez— no es mirar el resultado con asombro, sino entender lo que implica.

A finales de marzo publicamos una hipótesis: un modelo conceptual para entender las implicaciones que la campaña por el voto nulo de Pachakutik tendría en la segunda vuelta electoral. Cuando digo “modelo” me refiero al conjunto de intuiciones que sirven para explicar cómo funciona algo. Cualquier formalización matemática es sólo una herramienta que viene después. 

El modelo decía que la expectativa razonable era suponer que los votos que fueron a Yaku Pérez en la primera vuelta se repartirían, en mayoría, entre Arauz y el voto nulo en segunda vuelta. Decir eso no equivale a decir que “nadie que votó por Yaku iba a votar por Lasso”. Eso sería absurdo: el modelo admitía que una buena cantidad de votantes de Yaku Pérez, especialmente aquellos de Sierra centro, votarían por Lasso. Pero —subrayo— la tendencia general, según el modelo, sería que los votos fueran a Arauz o al nulo, dado lo que sabemos sobre la composición interna de los votos de Pérez en primera vuelta, y, sobretodo, las intuiciones informadas que tenemos al respecto. 

 

Yaku Pérez obtuvo en primera vuelta casi 1.8 millones de votos, de los cuales la quinta parte (19.3%) salió de Quito y Cuenca, y el resto estuvo distribuido en proporciones bastante más pequeñas en muchos otros territorios, siendo, de éstos, la Sierra centro y sur los más importantes por simple peso numérico. Aquí es donde los números se topan con su límite y debe intervenir la intuición informada.

Cómo fue el voto de Yaku Pérez en 2021.

Cómo fue el voto de Yaku Pérez en 2021.

Los electores de Yaku Pérez en Quito y Cuenca son similares: electores urbanos con buena parte de sus necesidades materiales satisfechas, de inclinación progresista en temas de género y ambiente, y favorables a la inversión en política social. Por contraste, por ejemplo, son diferentes a los electores rurales de la Sierra centro o de la Amazonía, cuyas necesidades materiales son distintas (riego, tierra, crédito agrícola, salud, educación) y no están, necesariamente, satisfechas. 

Los contrastes entre los cantones de Azuay son aquí ilustrativos. Dentro del arrasador 42% que Yaku Pérez obtuvo en primera vuelta en esa provincia, su menor desempeño fue en Cuenca (39%), mientras que en el resto de cantones, muchos de ellos más rurales, sus porcentajes estuvieron por encima del 50-60%, con la única excepción de Camilo Ponce. Sin embargo, aunque el porcentaje en Cuenca fue menor (39%), por simple peso numérico los electores de Pérez en Cuenca (121 mil votos) eran más representativos de la tendencia general y, por tanto, de la expectativa razonable con respecto al destino en segunda vuelta de esos votos. Específicamente, tal como planteamos en marzo, los electores cuencanos de Yaku Pérez eran electores para los cuales las opciones más viables eran Arauz o el nulo.


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La noción de “tendencia general” es, en el fondo, estadística, y es lo opuesto a informar nuestras intuiciones en base a ejemplos anecdóticos no representativos. De la tendencia general se desprende la expectativa razonable: si lo único que sé es que el promedio de edad de la selección de fútbol es 23 años pero no sé la edad de ningún jugador en específico, cuando me preguntan qué edad creo que tiene jugador X, la respuesta más razonable sería, “alrededor de 23 años”. 

Nuevamente, el modelo admitía que cierta parte de votos de Pérez vayan a Lasso. Era bastante probable, por ejemplo, que los electores de Yaku Pérez de la Sierra centro se inclinen más por Lasso y por el nulo que por Andrés Arauz. De hecho, esa ha sido la tendencia agregada del comportamiento electoral de aquellos territorios en la última década. Llama la atención que en la comparación 2013-2017, donde más creció el apoyo de Guillermo Lasso fue precisamente en esos territorios. En 2021, Lasso “retrocedió” en todos esos cantones, pero no porque el correísmo recuperara terreno, sino porque Yaku Pérez fue el candidato favorito. En ausencia de Yaku Pérez en la papeleta, ¿a dónde iban a ir buena parte de esos votos? Antes de responder, veamos el contraste para entenderlo.

Diferencia de votos por Guillermo Lasso en la primera vuelta de 2013 con respecto a la primer vuelta de 2017.

Diferencia de votos por Guillermo Lasso en la primera vuelta de 2013 con respecto a la primer vuelta de 2017.

Azuay ha sido desde siempre un bastión del correísmo, pero la excepción fue 2021. En primera vuelta Andrés Arauz ajustó 21%, 23 puntos menos que lo alcanzado por Lenín Moreno en 2017. Las razones son obvias: en Azuay Yaku Pérez obtuvo 42%, Xavier Hervas alcanzó 15%, y Guillermo Lasso logró 14% (la mitad del 32% que alcanzó en 2017 en esa provincia). En otras palabras, los votos del bastión fuerte del correísmo en la Sierra sur se le escaparon a Arauz en dirección a Yaku Pérez.

El techo de cristal de Guillermo Lasso en las elecciones de 2021.

El techo de cristal de Guillermo Lasso en las elecciones de 2021.

Cómo fue la votación de Andrés Arauz en 2021.

Cómo fue la votación de Andrés Arauz en 2021.

En ausencia de Pérez en segunda vuelta, ¿no era acaso razonable suponer que la mayoría de la partición de esos votos de Pérez —subrayo “mayoría— “volverían” a la inercia correísta o se convertirían en nulos tal como promovía el candidato de Pachakutik? Lo que no era razonable, dada la trayectoria correísta de Azuay y el resto de intuiciones informadas, era suponer que en ausencia de Pérez, la mayoría de esos votos irían a Lasso. He ahí la explicación intuitiva de la noción de “tendencia general” o “expectativa razonable”.

Volviendo al modelo, si la premisa es que los votos de Yaku Pérez se iban a convertir mayoritariamente en votos por Arauz o votos nulos, entonces se desprende que cada voto nulo de alguien que votó en primera vuelta por Yaku Pérez favorecía a Guillermo Lasso porque era un voto que no recibía Andrés Arauz y que –esto es clave— favorecía a Lasso en la conversión de votos totales a votos válidos.

¿Qué fue lo que efectivamente ocurrió?

Comparación de la votación entre los cuatro primeros candidatos presidenciales.

Comparación de la votación entre los cuatro primeros candidatos presidenciales.

Resultados de la segunda vuelta de los cuatro candidatos presidenciales que ocuparon los primeros lugares.

Resultados de la segunda vuelta de los cuatro candidatos presidenciales que ocuparon los primeros lugares.

Fijemos nuevamente la atención en Azuay. En la segunda vuelta, Guillermo Lasso obtuvo 187 mil votos allí. Cabe la discusión de si eso es exactamente lo que tenía que sacar o no (yo estimaba que esa más o menos sería la expectativa para Lasso en esa provincia, dados los supuestos con respecto a dónde irían los votos de los otros candidatos). Arauz, en cambio, alcanza 146 mil votos, y el voto nulo alcanza 151 mil.

Eso demuestra que la narrativa de que “Azuay, provincia históricamente correísta, se viró hacia Lasso” no es enteramente precisa. Lasso sacó lo que tenía que sacar pero el el voto nulo superó la votación del candidato correísta. Además, el voto nulo adicional al que ya existía desde la primera vuelta, surgió mayoritariamente de los electores que en primera vuelta votaron por Yaku Pérez. Esos votos que no recibió Andrés Arauz constituyen, en este contexto, un déficit que le hizo perder la provincia. 

En un universo paralelo (le decimos, “contrafactual”), si una proporción menor de votos de Yaku Pérez se habrían convertido en nulos, aquellos nulos igualmente habrían ayudado a Guillermo Lasso en el plano de votos válidos, pero surge la pregunta de si habrían sido suficientes para ayudarle a ganar. Lo que efectivamente ocurrió fue que el voto nulo fue tan masivo y —otra vez en el modelo— dado que la mayoría de votos nulos salieron de la votación de Yaku Pérez y fueron votos que no recibió Andrés Arauz, esos nulos no sólo que ayudaron a subir el porcentaje de votos válidos de Guillermo Lasso, sino que, literalmente, le ayudaron a ganar. 

Como evidencia circunstancial, en la comparación entre primera y segunda vuelta, Guillermo Lasso crece más en porcentaje de votos válidos comparado con Andrés Arauz en casi todas partes, precisamente por ese “déficit” de Arauz —los votos que no recibió y que se convirtieron en votos nulos, y redujeron su resultado final como porcentaje de votos válidos. 

Comparación de la votación de Arauz en primera y segunda vuelta.

Comparación de la votación de Arauz en primera y segunda vuelta.

Comparación de resultados de Guillermo Lasso entre primera y segunda vuelta.

Comparación de resultados de Guillermo Lasso entre primera y segunda vuelta.

¿Qué tan grande fue el efecto de este aumento dramático del número de votos nulos? Muy grande. 

En cinco provincias Azuay, Tungurahua, Cotopaxi, Chimborazo y Bolívar Andrés Arauz sacó menor votación que el voto nulo. De esas, Azuay y Tungurahua son la quinta y séptima provincia de mayor número de electores, y Cotopaxi y Chimborazo tiene un número de electores considerable. 

Votos por Arauz, Lasso y nulo en la segunda vuelta electoral.

Votos por Arauz, Lasso y nulo en la segunda vuelta electoral.

 

Si todo este argumento le parece contraintuitivo, hay otra forma de verlo. El argumento aquí presentado sugiere la conclusión de que Andrés Arauz, más que perder contra Guillermo Lasso, perdió contra el voto nulo. La otra forma de verlo es preguntar, ¿quién habría ganado si el nulo hubiera sido del 10-11% en lugar del 16.2%, tal como ocurrió? O más apropiadamente para ilustrar el mismo punto, ¿quién habría ganado si sólo el 10-15% de los votos de Yaku Pérez se hubieran convertido en votos nulos? En el extremo, ¿quién habría ganado si ninguno de los votos de Pérez se hubieran convertido en nulos? Andrés Arauz.

Un comentario para terminar. Lo dicho aquí no desconoce el mérito o la efectividad de la campaña de Guillermo Lasso de las últimas semanas, los desaciertos de la campaña de Andrés Arauz, o cualquiera de la interminable lista de factores que contribuyeron al resultado final del domingo. Al contrario, lo único que hago es señalar cuál es, quizás, la razón mecánica más inmediata en el sentido causal que explica la victoria de Guillermo Lasso, dados los resultados que observamos. 

A vísperas de la segunda vuelta del 11 de abril, Andrés Arauz tenía mayor probabilidad de ganar que Guillermo Lasso. Una victoria de Lasso era posible pero, simplemente, menos probable. La utilidad de un modelo es que, precisamente, especifica con claridad las condiciones que debían cumplirse para que Lasso resulte electo presidente. Lasso tenía “menos caminos” para convertirse en presidente que Andrés Arauz, pero un elevado nivel de voto nulo era definitivamente uno de ellos. 

Confieso que yo mismo no me lo esperaba, y este camino estaba entre mi lista de escenarios de menor probabilidad. Me equivoqué en mi expectativa del porcentaje del voto nulo, pero el modelo, parecería, era correcto. El nivel de nulo no sólo favoreció a Lasso sino que, literalmente, le ayudó a ganar; y Arauz, más que perder contra Lasso, perdió contra el nulo.