El video de la asambleísta Esther Cuesta, con el que buscaba empezar una red de apoyo en línea para Jorge Glas —ex vicepresidente del Ecuador, detenido en la embajada de México en Quito—, le jugó en contra. La legisladora correísta aparece con un pañuelo en la cabeza, imitando el atuendo de las Madres de Plaza de Mayo, de Argentina —las mujeres que desde los años 70 se organizaron para buscar a sus hijos y nietos, desaparecidos por la dictadura militar argentina.

“Yo lo hago por la vulneración de derechos y el secuestro de mi compañero, el vicepresidente de la República Jorge Glas”, dice en el video. Y añade algo más: “y el genocidio en Gaza”.

En el video, Cuesta hace referencia a Gandhi, a la Madre Teresa de Calcuta y a Martin Luther King Jr. como las personas que enseñaron que las protestas no violentas son las que permiten un cambio de conciencia. Definiendo, así, lo que ella estaba haciendo: protestando pacíficamente con un pañuelo en la cabeza por lo que le sucedió a Glas. Sí, una fanesca de ideas y posibilidades retóricas.

El resultado de este video fueron cientos de críticas —hasta de quienes siguen siendo partidarios del correísmo y de ex funcionarios del gobierno de Rafael Correa, como Raúl Vallejo, que fue su Ministro de Educación— que rechazaron la apropiación de los símbolos de las Madres de Plaza de Mayo por parte de la asambleísta. Sobre todo por la relación que establecía entre personas desaparecidas y Jorge Glas, un hombre con sentencias en casos de corrupción —Sobornos 2012-2016 y Singue— y con prisión preventiva por el caso Reconstrucción de Manabí.

Además, la subida de ese video en su cuenta de X, se dio en, quizás, la semana más dura para el correísmo: entre el juicio a Carlos Pólit en Estados Unidos, el testimonio de un ex vocal del Consejo de la Judicatura y los problemas en la Asamblea Nacional, no hay duda. De esas para olvidar. Pero parecería que es algo que ellos mismos no quieren que suceda.

La propia asambleísta Cuesta publicó un segundo video, un día después, en el que agradece las “interacciones por su protesta pacífica” y lamentó “las malas interpretaciones”. En ambos, utiliza de fondo la canción Imagine, de John Lennon.

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El juicio de Pólit y las declaraciones de Muñoz

En siete días hemos tenido una radiografía del correísmo que lo muestra de cuerpo entero. El viernes 5 de abril de 2024, con la detención de Jorge Glas luego de la orden del presidente Daniel Noboa de incursionar en la embajada de México en Quito, nada ha sido lo mismo para Rafael Correa y los suyos. 

Los que siguen siendo los suyos.

En medio de una situación que los colocaba en una posición privilegiada para manejar la narrativa a su favor, el de víctimas o perseguidos políticos, no han podido hacerlo. Salvo por el pedido de países como México y Honduras —de que se le permita a Glas ir al país que le había dado el asilo político—, no hay voces suficientes o importantes que hayan ayudado al correísmo a convertir a Jorge Glas en un mártir por las circunstancias.

Para rematar, el viernes 12 de abril de 2024, Manuel López Obrador, presidente de México, llegó a decir que la crisis diplomática entre ambos países no se resolvería ni aunque le permitan a Glas ir a su país.

Una oportunidad menos para que Jorge Glas sea la víctima.

Quizás la posibilidad más cercana de enmarcarlo como tal fue cuando, el lunes 8 de abril de 2024, el ex vicepresidente fue trasladado a un hospital desde el centro de detención en Guayaquil, La Roca, para ser atendido por un intento de suicidio. Ese día, pese a sus varias sentencias en su contra, hubo comentarios sobre lo duro que debe ser el encierro y, además, ser la única persona directamente ligada al correísmo que esté en prisión. 

Pero al día siguiente, cuando Glas volvió a la cárcel, fue como si no hubiera pasado nada. 

La manera desesperada en que Rafael Correa busca que se libere a Jorge Glas lo ha llevado a cometer errores de principiantes en temas de comunicación. Tanto que, en este tiempo, en repetidas ocasiones, ha aparecido en entrevistas pidiendo que tanto México como la comunidad internacional deberían pedir sanciones fuertes a Ecuador. Como respuesta, muchos han aprovechado para decir que es un traidor a la patria por pedir un castigo al país, y no buscar maneras de aligerar el momento de tensión.

Durante una declaración en la sede del Parlamento de la Unión Europea, en Bruselas —en la que por alguna razón llegó vestido como Boris Karloff haciendo del monstruo de Frankenstein—, el ex presidente de Ecuador pidió que los otros Estados se animen a dar declaraciones más fuertes, que retiren a sus embajadores, y que pongan denuncias ante la Corte Penal Internacional. “Si no hay una respuesta fuerte, este tipo [Daniel Noboa] puede causar un daño mucho mayor todavía”, dijo Correa. 

Pareciera que ignorara que cualquier sanción al país no es necesariamente una sanción a Daniel Noboa. Y si algo nos ha enseñado la historia del Ecuador es que Rafael Correa no es ingenuo.

Estas actuaciones, sin embargo, no hacen menos descabellada la denuncia de la ministra de Trabajo, Ivonne Núñez, ante la Fiscalía en contra de Correa, por traición. Esa denuncia es darle la oportunidad de jugar la carta de perseguido, una vez más.

Pero, como lo hemos visto antes con Correa, son sus propias declaraciones las que están hundiéndolo.

Para muchos, sus palabras terminan siendo reveladoras sobre lo que realmente hay detrás: que Glas esté libre a toda costa. Pero no sería el único objetivo.

En los testimonios de esta semana, del ex vocal del Consejo de la Judicatura (CJ), Xavier Muñoz, y del ex asesor Álex Palacios —ambos detenidos por casos que investigan delincuencia organizada— revelan la intención del correísmo de destituir a la fiscal general del Estado, Diana Salazar para poner un reemplazo y así anular procesos judiciales, como el caso Sobornos, lo que le habría permitido a Correa volver a Ecuador. 

Se podría decir que el testimonio de alguien corrupto no es necesario creer. Sin embargo, en este caso lo dicho, sobre todo por Muñoz, se corresponde en el tiempo con hechos concretos, como el intento de suspender y echar a la fiscal Salazar por un supuesto plagio en su tesis. 

La declaración de Muñoz sobre las oscuras intenciones del correísmo no es lo único que ha seguido hundiendo al partido en esta última semana. 

El juicio al ex contralor Carlos Pólit en Miami, Estados Unidos, por lavado de activos, también arrancó el lunes 8 de abril. 

Este proceso legal no solo está removiendo la historia que toca a correístas como Jorge Glas, ligado al caso de entrega de sobornos por parte de la empresa brasileña Odebrecht. Sino que empieza a dar detalles e información más precisa, incluso distinta a lo que arrojó el juicio en Ecuador.

Por ejemplo, Geraldo de Souza, que fue parte del área financiera de Odebrecht en Ecuador, junto a José Conceição Santos —exrepresentante de la misma empresa en el país, que tiene un acuerdo con Estados Unidos para aportar pruebas en este caso—, dijo que había entregado sobres con dinero a Pamela Martínez, que era asesora de Rafael Correa en el tiempo de los sobornos, entre 2012 y 2013.

Más débiles en la Asamblea Nacional

Como parte de la estrategia del correísmo de enmarcarse como perseguidos, los asambleístas de la Revolución Ciudadana, propusieron iniciar juicios políticos contra la ministra de Gobierno, Mónica Palencia, y la canciller, Gabriela Sommerfeld. La supuesta razón: incumplimiento de funciones.

Pero los legisladores parte de Acción Democrática Nacional (ADN), movimiento del presidente Daniel Noboa, se les adelantaron. Pocos días antes habían presentado solicitudes de juicio político a tres funcionarios del gobierno de Guillermo Lasso por omisiones y mal ejercicio de funciones.

Las solicitudes se tratan en orden de llegada. Por eso, los pedidos de los correístas tendrán que ser tratados luego de los tres propuestos por ADN. La coyuntura les juega en contra. 

Esa no ha sido la única baja en la Asamblea Nacional. 

En esta misma semana, la bancada de RC ha perdido a tres asambleístas que, hasta este viernes 18 de abril han hecho pública su desafiliación: Xavier Jurado, Milton Aguas y Henry Bósquez—. El movimiento no descarta que haya más deserciones entre sus filas.

¿Las razones para estas salidas? En síntesis, los legisladores —que se podrían unir a la bancada de otro movimiento— han dicho que no comparten algunas decisiones que se han tomado en la actualidad.

¿Qué significa todo lo que ha pasado en esta semana negra para el correísmo?

Es muy temprano para decir que ha empezado su pérdida de fuerza política. 

Lo que sí se puede reconocer es que esta aparente herida sí evidencia un fuerte halo de corrupción sobre miembros del correísmo quienes no han podido esconder la desesperación porque sus principales cabezas puedan ser declaradas inocentes de procesos judiciales. Es el único proyecto posible del correísmo. 

El correísmo busca la impunidad con desesperación, mientras en varios frentes se revelan no sólo actos criminales sino el poco apoyo a su ex vicepresidente. Por eso, ni siquiera han aprovechado una circunstancia excepcional que los podría convertir en las víctimas de un entramado político.

Hoy, a casi ocho años del fin de la época de Rafael Correa en el gobierno, es cierto que el Ecuador enfrenta problemas más complejos que cuando él era Presidente. Pero esto solo revela que lo que se sigue promocionando como el gran proyecto político que ha tenido Ecuador no fue más que un proyecto modernista del país, que no cambió realmente nada porque una vez que salieron, fue evidente que las instituciones que aparentemente eran fuertes, no lo eran.

Un proyecto político que dice que para que las cosas funcionen solo ellos deben estar en el poder, no es un proyecto político que funcione.

En la última encuesta de Comunicaliza —del 10 de abril de 2024—, la denominada “escala de correísmo” tiene solo un 11,3% de consultados que se consideran muy correístas y 10,4% algo correistas. Mientras que un 18,4% se ve como muy anticorreísta y —quizás lo mejor— que a un 41% no le interesa para nada esta dicotomía.

Los tiempos están cambiando, pero el correísmo parece no darse cuenta. 

Eduardo Varas 1 150x150
Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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