La comunicación oficial vive en una constante crisis. 

El domingo 2 de abril de 2023, en una entrevista con la periodista Estefani Espín, de Ecuavisa, el presidente Guillermo Lasso dijo lo que casi todo el mundo piensa sobre cómo él y sus funcionarios han manejado la comunicación del gobierno. “Si hay algo que critican en mi gobierno es que hemos fallado en comunicación y hay que reconocerlo”, dijo Lasso. 

Nada nuevo. 

Es más, una de las certezas que existen sobre este gobierno es que no hay nada en comunicación que haya funcionado. En términos prácticos, la comunicación del gobierno de Lasso ha sido un terreno de errores tras errores. Tantos, que no extrañaría que expertos en comunicación política hubieran reaccionado, de vez en cuando, como lo hizo el Tano Pasman viendo cómo River Plate descendió a la serie B del fútbol argentino, allá por 2011.

La confesión de Lasso del 2 de abril fue una forma de sincerar lo que estaba claro. Pero también de lanzar a alguien de su equipo a las vías del tren: su entonces secretario de Comunicación Andrés Seminario.

Fue tan evidente que un día después Seminario renunció a su cargo. Era la tercera persona que ocupaba ese puesto en menos de dos años de gobierno. Él duró un poco más de cinco meses. 

No es para menos. 

La confesión de Lasso puso en evidencia un grave problema de su gobierno —uno de los tantos— que pudo haber sido percibido por Seminario como el reconocimiento público de que su trabajo sirvió para poco. Pero no solo el suyo. Aquí se incluye también la gestión de Eduardo Bonilla —desde el 24 de mayo de 2021 hasta el 16 de junio de 2022— y la de Leonardo Laso —desde el 17 de junio de 2022 hasta el 11 de octubre del mismo año.

Gestiones que han venido cargadas de sus particularidades. 

Eduardo Bonilla.

El presidente Lasso junto a Eduardo Bonilla. Fotografía tomada de la cuenta de Twitter de Eduardo Bonilla.

En junio de 2021, con Bonilla a la cabeza de la Secretaría de Comunicación, el presidente Lasso anunció que liberaría a los ecuatorianos de las cadenas nacionales (en referencia a las largas sabatinas de Rafael Correa), para que seamos nosotros, de forma voluntaria, quienes busquemos espacios e informativos en redes sociales para conocer lo que hacía el gobierno.

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“Ya no va a haber cadenas nacionales que interrumpan su novela favorita, su programa favorito, su noticiero”, dijo en ese momento Guillermo Lasso.

¿El resultado? 

Una ausencia del gobierno en la construcción de la narrativa del país. Y un marcado desconocimiento entre nosotros, los ciudadanos, de lo que estaba haciendo el gobierno de Lasso.

Y cuando el gobierno no busca encauzar la narrativa nacional, pues van a ser sus rivales políticos los que aprovecharán esa ausencia.

Recién en septiembre de 2021, cuatro meses después de haber asumido el despacho presidencial, Lasso hizo su primera cadena nacional. Y todavía era una época en la que el plan de vacunación venía funcionando y el gobierno tenía una gran popularidad. 

Lo que este gesto revelaba era que el gobierno de Lasso no tenía idea del peso y de la necesidad de un buen manejo de la comunicación. Algo que, es probable, tampoco lo sepa en este momento.

Quizás con la posesión de Wendy Reyes como secretaria de Comunicación —la cuarta en menos de dos años de gobierno— existe alguna posibilidad de que por primera vez el gobierno entienda la importancia de este tipo de comunicación.

Porque la esperanza es lo último que se pierde, sobre todo en tiempos de crisis.

Pero hasta llegar a Reyes, solo existe la experiencia pasada. La terrible, la absolutamente terrible experiencia pasada.

Algunos ejemplos del desastre

A fines de diciembre de 2021, el gobierno de Guillermo Lasso incrementó en 25 dólares el salario básico unificado. Lo que significó que para 2022, lo mínimo que podía ganar un trabajador, por una jornada de 8 horas diarias, era 425 dólares. 

En términos prácticos, esto colocaba a Ecuador como uno de los países con el salario básico más alto de la región, a la par de Chile.

Y ese dato, que pudo ser importante, no fue tomado en cuenta. Lo que se hizo fue un spot de un minuto y medio, que usa de base una canción con instrumentación y melodía de 25 horas al día, de Proyecto Uno. En el spot dice que con 25 dólares se va a poder comprar más ropa, comer más platos de seco de pollo y dejar de fiarle a la vecina de la tienda.

Que esos 25 dólares van a alcanzar para pagar los colegios y hasta “para la suegra”. Con un estribillo que dice “Ahora mi sueldo va a crecer”. El festejo es un hecho en el spot.

¿Pero 25 dólares es razón para festejar? Es probable que sí, para muchísimas personas en Ecuador. Sin embargo, el spot ignora muchos detalles. 

Porque se aumentaron 25 dólares en un país en el que la canasta familiar básica llegó en enero de 2022 a 763 dólares, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. Por lo que el cálculo de ingresos familiares al mes en un hogar se cifró en 793 dólares, casi el doble del salario básico unificado. Lo que significa que al menos dos personas en una casa deben tener un trabajo con este sueldo para cubrir la canasta básica.

Además, no hay una sola referencia a la posibilidad del ahorro; o al hecho de que en el sistema bancario existen millones de ecuatorianos que tienen deudas que cancelar. 

El spot solo está enfocado en que esos 25 dólares deben ser consumidos por quienes lo reciben. Y punto.

manejo de la comunicación del gobierno

Laso estuvo a cargo del manejo de la comunicación del gobierno por cuatro meses. Fotografía de Diego Lucero para GK.

Luego está Leonardo Laso, más conocido como Pipo. El segundo secretario de Comunicación del gobierno hizo muy poco y su salida, en octubre de 2022, luego de cinco meses de funciones, pudo tener una explicación clara.

Una que supimos luego del resultado de las elecciones y la consulta popular de febrero de 2023. 

En su texto Quo Vadis, Guillermo?, que publicó en su blog personal, Laso dejó en claro que la existencia de un grupo de personas alrededor del Presidente, lo mantenían en una especie de burbuja, la que resultaba imposible romper. Por esa razón, no había manera de establecer planes de comunicación reales, porque simplemente no se aprobaban.

Y Laso da ejemplos. Cuenta cómo se enteró del llamado a consulta popular a través de la intervención del entonces secretario de la Administración, Iván Correa, en una entrevista que dio en Ecuavisa. Sí, al Secretario General de Comunicación —“el único con experiencia política amplia (tres presidentes, 5 alcaldes de Quito y unos 500 políticos en el continente)”, como se define profesionalmente Laso en su escrito— no le avisaron antes.

Este tipo de situaciones se repitieron. Laso asegura que lo sacaron de la campaña para la consulta y que pusieron a “Juan Mateo Zúñiga y Antoni Gutiérrez Rubi, el catalán asesor de Petro y Cristina K.”. Dice que nunca lo escucharon,  o que cuando el Presidente lo escuchó y le gustó la idea, esta quedó ahí.

Finalmente, en su entrada de blog, Laso sugirió que debían salir tres funcionarios del equipo de Guillermo Lasso: Iván Correa, el entonces ministro de Gobierno Francisco Jiménez, y a su asesor Aparicio Caicedo—. Un día después de que el texto de Laso se publicara, haya sido o no coincidencia, los tres presentaron sus renuncias.

Laso empezó su cargo en medio del paro nacional de 2022, en un momento en que solo se vio una presidencia que reaccionaba y que hacía cadenas para dejar en claro que cedía a algunas demandas de los movimientos sociales. 

Esa “burbuja” que rodea al Presidente y que denunció Laso parece que no ha dejado de existir.

Los instantes de Seminario

Durante la gestión de cinco meses de Andrés Seminario pasó de todo: desde elecciones y referéndum, pasando por filtraciones de audio y denuncias de supuesta corrupción, por la sombra de un juicio político, por las amenazas veladas del Presidente a medios, por el reclamo presidencial de que intentan asesinar su reputación… hasta una explosión de violencia e inseguridad que el gobierno no puede contener.

Y, en términos generales, la comunicación con Seminario se centró en reaccionar ante lo que iba sucediendo, ante lo que estallaba públicamente. Nuevamente, la idea de que el Presidente está en otra “dimensión” frente a lo que pasa para la mayoría de ecuatorianos siguió siendo fuerte.

En la administración de Seminario hay que poner particular atención a cómo ha sido la reacción frente a lo que se conoce como caso Gran Padrino. 

Concretamente las reacciones a las filtraciones de audios que, en enero de 2023, pusieron en evidencia supuestos espacios de corrupción en el gobierno —y que han dado paso al  juicio político en contra de Guillermo Lasso, por peculado. Así como también la respuesta ante la aparición de un informe fiscal reservado que sugiere tráfico de influencias, y que de cierta manera terminaba involucrando a Danilo Carrera —cuñado del Presidente— y a Rubén Chérres —quien fue asesinado el 31 de marzo de 2023.

La reacción del gobierno se limitó a una cadena de televisión, de 15 minutos, en la que Guillermo Lasso dijo que le iba a dar batalla a quienes “quieren violar la libertad de expresión”. Se refería a La Posta, el espacio que publicó los audios y el informe. 

Frente a las acusaciones hacia su cuñado Danilo Carrera, Lasso solo dijo que él no fue suspicaz para detectar a los deshonestos.

Un mes después, en marzo de 2023, el discurso de Lasso cambió. En un comunicado le pidió a la Fiscalía General del Estado que investigue a su cuñado, por este mismo caso.

La dinámica sigue siendo la de la reacción. 

El 30 de marzo de 2023, una vez que la Corte Constitucional diera su dictamen de admisibilidad para el juicio político en su contra, Guillermo Lasso dio un mensaje a la nación. Un mensaje en el que esa burbuja quedó mucho más expuesta. En el mensaje, Lasso dijo que estaban intentando asesinar su reputación.

Guillermo Lasso usó el sustantivo “asesinato” en momentos en el que la violencia del país ha convertido a Ecuador en un espacio invivible. Ese mismo 30 de marzo, por la mañana, todos vimos, en vivo y en directo, cómo un guardia de seguridad de una joyería en Guayaquil, tenía adheridos a su cuerpo explosivos —que luego la Policía pudo desconectar el artefacto y salvar al hombre.

La comunicación del gobierno es la de la sordera, la de la distancia.

Lo más decepcionante de ese mensaje de Lasso fue la puesta en escena: su esposa, María de Lourdes Alcívar, a un lado —¿la idea es decir que es un hombre de familia?— y decenas de personas detrás de él, como clara representación del pueblo ecuatoriano. Ellos, los asistentes —con rostros que se fueron descomponiendo e impacientando a medida que avanzaban los casi 20 minutos del mensaje— aplaudían de vez en cuando. 

Al fondo, una bandera de Ecuador, gigante.

Andrés Seminario el 5 de febrero de 2023

Andrés Seminario, secretario general de Comunicación, habla con los asistentes al Centro Cultural Metropolitano. Fotografía de Diego Lucero para GK.

Una idea que Seminario recicló cuando el gobierno ecuatoriano quiso celebrar un supuesto triunfo del “sí” en la consulta popular, la noche del 5 de febrero de 2023. Pero en esa ocasión, no hubo festejo, ni intervención del Presidente. 

¿Y ahora?

Con Seminario afuera, el turno es de Wendy Reyes. Ella tiene un trabajo complicado, sobre todo porque queda claro que hay una distancia abrumadora entre lo que el gobierno asume y cree, y lo que la gente a pie reconoce como algo que sucede.

La comunicación para Lasso y su administración ha sido negligente. Desde la concepción inicial de no intervenir en la vida de las personas a través de cadenas, queda claro que nunca tuvieron intención de generar una narración política.

Se puede decir que esa posición tiene sentido, sobre todo luego de 10 años de Rafael Correa y una comunicación que no dejó espacio para intervenir. Pero esa acción fue funcional para el correísmo. Lasso, en un intento por no ser como Correa, prefirió una alternativa y no resultó.

Finalmente, la narración política del país le pertenece a sus rivales políticos, casi en su totalidad. 

Hoy Lasso, comunicacionalmente, solo consigue reaccionar ante lo que se dice de su gobierno. Y, la mayoría de veces, esa reacción no surte efecto. Ante las distintas crisis, como las del sistema de salud, educativo, y de servicios del Estado —sin hablar de la inseguridad—, la versión de Lasso es que ha puesto la casa en orden.Y eso es difícil de aceptar.

En la entrevista del domingo 2 de abril, con Estefani Espín, Lasso aseguró que su gobierno ha invertido en lo social una cantidad que “supera los 15 mil millones de dólares; más que Correa, que invertía 8 mil millones de dólares”. La realidad es que sostener eso desde el discurso oficial es un problema, porque nadie lo percibe así en el mundo real. 

Se percibe lo contrario. 

Puede ser que el gobierno de Lasso invierta más que todos los anteriores, pero ese dinero no llega a la ciudadanía. O puede ser que la disonancia cognitiva del gobierno esté más fuerte que nunca. La inseguridad y la violencia están fuera de control, a diario asesinan a ciudadanos y funcionarios públicos, mientras Lasso anuncia el porte y tenencia de armas para civiles y guardias de seguridad, como medida de combate a la delincuencia.

Y ni él, ni sus funcionarios han podido explicar a ciencia cierta qué significa esta medida.

La comunicación de un gobierno se debe enfocar en los hechos, en sus logros y debe capitalizarlos políticamente. Aquí no hay nada de eso, quizás porque no hay logros —que es algo realmente imposible de que sea así— o porque no se sabe cómo contarlos. 

Tres secretarios de Comunicación no han sabido.

En enero de 2023, la reserva internacional del país llegó a un poco más de 9 mil millones de dólares. Y más allá de lo que pensemos, debería verse como un logro. Pero el gobierno no controla la narrativa, no ha sido capaz de explicar que con esa reserva se le ha permitido al país que la dolarización esté protegida, por ejemplo —que es algo que un gobierno preparado haría. 

Ha pasado todo lo contrario. Más que un logro, para la mayoría de ecuatorianos es evidencia del fracaso. Al 20 de marzo de 2023, de acuerdo a una encuesta realizada por Click Research, solo 4 de cada 10 compatriotas quiere que Lasso termine su periodo presidencial. 

Sí, la percepción de fracaso es masiva, porque entendemos que ese  “poner la casa en orden” significa guardar dinero y no invertir en lo realmente necesario al interior del país. Algo imperdonable.

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Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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