El cielo estaba nublado pero fuera de eso todo parecía seguir de acuerdo al plan establecido. Eran casi las seis de la tarde del domingo 9 de febrero de 2025, cuando al menos cien personas esperaban al presidente Daniel Noboa. Llevaban camisetas moradas, banderas y sonrisas de anticipada algarabía. Estaban parados sobre la República del Salvador, una avenida del centro norte de Quito llena de edificios empresariales de grandes ventanales, restaurantes y hoteles boutique. A uno de esos hoteles llegaría Noboa, quien es también candidato en las elecciones 2025, llegaría a dar una rueda de prensa y a saludar a sus seguidores

A esa hora, ya se habían cerrado las votaciones, pero no había suficientes resultados oficiales de la elección que, creían el Presidente, su equipo y sus simpatizantes, ganaría en una sola vuelta. Después de todo, una encuesta a boca de urna (exit poll, les dicen) había publicado sus resultados y le daba el triunfo aplastante al hombre que todo el mundo se ha empecinado en llamar presidente-candidato. Pero se sabe que los datos y los hechos no importan mucho para los fanáticos, y los del presidente estaban convencidos del triunfo. Flanqueados por decenas de militares y policías, aplaudían y lanzaban consignas que el viento y la noche quiteña se llevarían.

— ¡Noboa, amigo, el pueblo está contigo!

camiseta de campaña de Daniel Noboa

Un niño, con una camiseta de campaña de Daniel Noboa, celebra al candidato y presidente desde un carro que pasa afuera del hotel Le Parc. Fotografía de Diego Lucero para GK.

Por el único carril disponible de la avenida, avanzaban a paso paquidérmico carros que pitaban tonadas jubilares —tac-tac tac-tac-tac—, que eran correspondidos por los seguidores del Presidente a gritos o los insoportables pitazos de vuvuzelas. Pasaban también autos con la intrigante (y claramente efectiva) pieza de las dos últimas campañas presidenciales ecuatorianas: los Daniel Noboa de cartón, que invadieron las ventanas de casas, edificios y negocios del país. 

cartón del presidente Noboa

El cartón del presidente Noboa fue parte de la celebración el 9 de febrero de 2025. Fotografía de Diego Lucero para GK.

Cuando un todo terreno negro y corpulento, de vidrios oscuros, se detuvo a las puertas del hotel. Los entusiastas empezaron a gritar. Quizá era su presidente y su candidato, encarnado en un solo cuerpo. Pero no: era Niels Olsen, ex ministro de Turismo del gobierno de Guillermo Lasso y de Daniel Noboa, quien para esa hora ya estaba casi confirmado que era uno de los asambleístas nacionales electos por Acción Democrática Nacional (ADN), el movimiento de Noboa. 

Olsen sonrió con su sonrisa perfecta, circundada por la barba bien delineada. Levantó las manos e hizo un siete, en referencia la lista de su movimiento. Hombres, mujeres, niños, niñas, gritaron emocionados. Los policías mantuvieron sus caras de policías.

El asambleísta electo Niels Olsen

El asambleísta electo, Niels Olsen, llegó al hotel Le Parc celebrando lo que, para esa hora, consideraba un triunfo del movimiento oficialista ADN. Fotografía de Diego Lucero para GK.

El rumor que pasaba de oreja en oreja e iba de simpatizante en simpatizante y llegaba, inexorablemente, a los periodistas que esperaban también al Presidente, era el mismo que se había repetido durante una semana: Noboa iba a ganar en una sola vuelta. Lo decían al menos dos encuestadores y el exit poll de las 5 de la tarde. Lo confirmaba la convicción de los presentes. “Tendemos a aferrarnos a aquello que refuerza nuestras creencias previas y a rechazar lo que las contradice”, escribió el científico Carl Sagan en 1995. Y en esa cuadra quiteña, todo el mundo estaba aferrado a esas encuestas y ese exit poll, aunque la realidad se estuviese decantando por otros caminos. 

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Seguía nublado aunque ya empezaba a oscurecer, pero el plan siguió como estaba previsto: reporteros y camarógrafos nacionales e internacionales fuimos arracimados en una pequeña sala del coqueto hotel Le Parc. 

§

A apenas tres kilómetros, el ambiente no tenía toques festivos. Una hora antes, Luisa González había llegado a la casa de campaña de la Revolución Ciudadana a esperar los resultados de las elecciones de 2025. Llevaba el pelo recogido en una cola alta, y se protegía del frío con una chompa que le hacía juego con sus pantalones blancos e iba escoltada por tres guardaespaldas. Apresurada, se abrió paso entre los periodistas y las cámaras que esperaban en el patio. Pero si uno mete la mano en el panal, alborota a las abejas. 

—¡Abogada!, ¿algún comentario sobre la jornada electoral?, le preguntó una reportera. 

—En un momentito salgo para dar declaraciones, esquivó González con una sonrisa fría.

—¿Optimista?, retrucó la periodista. 

—Por supuesto que sí, respondió González, mirándola de reojo mientras se alejaba.

El momentito duró seis horas. Luisa González se asomaba a una ventana del segundo piso de la casa. 

Pasadas las seis y media de la tarde agitó su mano y lanzó besos volados a sus seguidores, que esperaban en el patio con una cumbia de fondo que, por momentos, tuvo aires de admonición:

Hasta las 6 de la mañana me vacilo.

Hasta las 6 de la mañana me amanezco. 

González se asomaba apenas por un minuto y no decía nada. Quizás por el resultado abrumador que presentó el exit poll que daba como ganador en primera vuelta a Daniel Noboa. Si era cierto, sería la segunda vez que el heredero de una de las más grandes fortunas del país habría derrotado a la heredera del correísmo, el divisivo movimiento político que ha marcado buena parte del siglo XXI del Ecuador. 

resultados elecciones 2025 luisa gonzalez

Luisa González salió a la ventana del segundo piso de la casa de campaña, donde estaba reunida con otros correístas esperando los resultados. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

Abajo, la entrada a la casa de campaña estaba bloqueada. Un hombre de piel cobriza, con el pelo lamido custodiaba la puerta. Quienes tenían credenciales de acceso libre podían pasar. Los rostros más populares del correísmo, como el alcalde de Quito, Pabel Muñoz, o la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, entraron. La presidenta encargada de la Asamblea Nacional, Esther Cuesta, quiso pasar desapercibida cuando atravesó, casi corriendo, el patio de la sede, y apenas saludó con tres personas antes de entrar a la casa donde estaba, además de González, el candidato a vicepresidente, Diego Borja. 

La efigie que se asomaba por la ventana parecía prisionera en una torre de incertidumbre. 

§

En la calurosa y estrecha sala del hotel Le Parc donde los habían tetrificado, más de cincuenta periodistas esperaban. Unos de pie, otros sentados, unos en cuclillas, otros parados en sillas. Las cámaras de foto, de video y los celulares sujetados por trípodes apuntaban a una misma mesa cubierta por un fucsia que, sin ser exacto, daba guiños al color de ADN. Detrás, tenía cuatro sillas, cuatro vasos, cuatro botellas de agua. Había, además, dos micrófonos. 

vasos y botellas de vidrio

Los vasos y botellas de vidrio permanecieron intactas durante las cinco horas o más que los periodistas esperamos al candidato y presidente. Fotografía de Diego Lucero para GK.

Algunos reporteros movían sillas de otras salas para poder acomodarse y lograr una toma decente de esa mesa todavía vacía. 

— Permiso, permiso, permiso, dijo un reportero, sujetando sobre su cabeza una silla.

Otro, parado sobre una banca, se golpeó la cabeza con una voluminosa lámpara de seis esferas de vidrio que colgaba del techo. 

reporteros

Los reporteros acomodaron sus trípodes, cámaras y celulares delante de la mesa donde, se suponía, debía llegar Daniel Noboa. Fotografía de Diego Lucero para GK.

El tiempo pasaba y no había señales del presidente Noboa. Los reporteros empezaron a jugar a preguntas que nunca tendrían respuestas. 

— ¿A qué hora llega?

—¿No han dicho nada?

— ¿Vino y se fue?

—¿Se fue a Carondelet?

— ¿O se fue a Teleamazonas?

En un punto, alguien cortó la racha y afirmó. 

— Va a esperar que Luisa hable primero. 

Aún así, todo parecía seguir según el plan. Los micrófonos con los logos de sus medios descansaban también en el piso pero estaban también listos para cuando hubiese algo que reportear: apuntaban a un parlante. Pero del parlante no saldrían sonidos, y los periodistas seguirían inquietándose por el letargo y la incertidumbre. 

micrófonos

Los micrófonos fueron colocados cerca del parlante de donde nunca salió un sonido porque el Presidente nunca llegó. Fotografía de Diego Lucero para GK.

En la sala contigua, aún más pequeña, había dos mesas con tres jarras de agua, botellas de agua mineral, dispensadores de café, de agua caliente, bolsitas de té, bandejas con diminutos sánduches de tomate y albahaca y galletas espolvoreadas de azúcar. 

Algunos periodistas conversaban mientras picaban algo. Otros no se movían de sus sillas o metro cuadrado para no perderlos. Era el lugar desde donde captarían la unción del candidato que también es presidente como nuevo referente de la política nacional. Hubo un momento que rompió con la monotonía: dos periodistas llegaron tarde y se cruzaron para acomodarse en primera fila, algo que los puntuales no estaban dispuestos a tolerar. 

§

En la sede del correísmo, periodistas también esperaban a Luisa González. “Si estás viendo la televisión, no les creas, no te van a decir la verdad”, decía junto a ellos, un hombre que hablaba por teléfono. Llevaba una camisa celeste intenso, el color que con el que el correísmo reemplazó el verdeflex con el que dominó durante una década al Ecuador. 

Otros fanáticos correístas presentes estaban pegados a sus celulares, actualizando a cada instante la aplicación digital del CNE, donde aparecían los resultados en tiempo real. 

Los seguidores de la Revolución Ciudadana preferían no hacer caso a los resultados que daban los medios de comunicación. Acompañaban su escéptica espera con chorizos con chimichurri, panes con camarones, brochetas de carne, empanadas de morocho y ají que circulaban en bandejas plateadas a manos de cinco meseros. 

Aunque Luisa González y Diego Borja permanecían dentro de la casa, Raúl Chávez, presidente de RETO, el movimiento que se alió con el correísmo en esta elección y que era ya a esa hora  asambleísta electo, salió al patio. “Estamos arriba por tres, cuatro, cinco puntos, dependiendo de las encuestas”, dijo, después de tomarse selfies con unos fanáticos. “Lo más seguro es que haya segunda vuelta”, aseguró Chávez. 

Pero su comentario no parecía resonar con la que gente que lo rodeaba: de pie, casi estática, silente y seria. 

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Simpatizantes de la Revolución Ciudadana esperaban los resultados de las elecciones en los exteriores de la casa de campaña. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

A las siete y media de la noche, la jornada parecía aún suceder en espejo. Los periodistas en la casa de campaña fueron convocados a una rueda de prensa en una estrecha sala. Había una pantalla en la que se proyectaba las palabras Luisa presidenta. En otra, más pequeña, pasaban videos de la candidata en su campaña.

El equipo de González dijo que en pocos minutos ella bajaría para hablar con los medios. “Les vamos a pasar bocaditos”, dijeron con la misma convicción de compensación insuficiente con la que las aerolíneas regalan comida a los pasajeros de sus vuelos retrasados. Entonces entraron los mismos meseros cargando las mismas bandejas plateadas con los mismos bocaditos que comían los simpatizantes que no creían en nada ni nadie más que sus propias convicciones. 

Una hora después, los periodistas —incómodos y empujándose por tener el mejor espacio posible— seguían esperando. Los bocaditos se habían acabado. El hambre era distinta. 

A las ocho y media, dos guardias se subieron en la pequeña tarima, como inspeccionando el lugar. Salieron enseguida. Cinco minutos más tarde, entró Ledy Zúñiga, ex ministra de Justicia en 2014 durante el gobierno de Rafael Correa, y también asambleísta electa por la Revolución Ciudadana. En silencio, sin saludar, pasó al baño. 

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En angosta sala de prensa, más de 50 periodistas esperaron al menos tres horas a que la candidata Luisa González diera la rueda de prensa. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

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Cinco personas caminaban rápido sobre el piso de mármol de la estrecha sala del hotel Le Parc, cargando fierros y lonas. Le ordenaron a un grupo de periodistas que se movieran de su lugar. Iban a armar una tarima para que todos los medios tuviesen la mejor toma posible del Presidente y las tres personas que lo acompañarían en la mesa de vasos y botellas de vidrio. 

una tarima

Parte del equipo de Comunicación del candidato y presidente Daniel Noboa arma una tarima dentro de la estrecha sala del hotel Le Parc. Fotografía de Diego Lucero para GK.

Después de tantas horas, la sala tenía un aire casi familiar —como si uno estuviese en su casa, o en la habitación de su manicomio. Un reportero cogió una bandeja de galletas y la pasó entre sus compañeros. Algunos se habían ido a otras mesas y cubículos cercanos a cargar sus computadoras y sus celulares en los que, muchos, veían cómo iba aumentando el conteo de actas en la página del CNE y se achicaba la distancia entre Daniel Noboa y Luisa González. Los periodistas volvieron al juego de las adivinanzas perpetuas con las mismas preguntas sin respuesta. 

— ¿A qué hora llega?

—¿No han dicho nada?

— ¿Vino y se fue?

—¿Se fue a Carondelet?

— ¿O se fue a Teleamazonas?

Y, claro, la frase que acababa con la partida: 

— Va a esperar que Luisa hable primero. 

Habían pasado ya más de tres horas. 

§

Mientras tanto, en la sede de la Revolución Ciudadana una mujer, que estaba haciendo una transmisión en vivo desde su celular, gritó “¡Vamos subiendo!”. 

“¡Luisa presidenta!”, vociferó otra que tomaba fotos a los periodistas quién sabe para qué. El correísmo tiene esas costumbres.

Su emoción se fue contagiando desde la apretada sala de prensa hacia las tarimas donde estaban los fanáticos de la Revolución Ciudadana. Treinta minutos después, la música volvió.

Viva Manabí con su capital

La esquina de Pérez es tradicional

González es manabita y su provincia es un bastión de la Revolución Ciudadana. Algunos bailaban y otros se hacían selfies

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Seguidores de la Revolución Ciudadana se toman una selfi mientras esperan los resultados del CNE. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

El ambiente cobraba matices de encendida fiesta. Priscila Schettini, para esa hora ya asambleísta electa por la Revolución Ciuadana, y su esposo Freddy Carrión —el ex defensor del Pueblo, que salió de prisión en 2024 tras pagar una pena por abuso sexual— se fotografíaban con los correístas afuera de la sala de prensa, mientras bebían canelazos que repartía un hombre en una olla de alumnio. “Una foto, una foto”, les pedían a ambos, convertidos en aparentes celebridades del festejo que comenzaba a tomar forma. 

§

Por la puerta de vidrio que llevaba al salón del hotel Le Parc, lejos de las cámaras y sus trípodes, entró el ministro de Defensa, Giancarlo Loffredo. Para entonces, las cosas no parecían seguir el plan establecido. “Quiero ir al parqueadero”, dijo el ministro con mirada desorientada. Los dos policías que lo escoltaban, lo regresaron, enseguida, por donde llegó. El baño, como la noche, estaba en otra dirección. 

Pocos minutos después, detrás de esa misma puerta, pasó Esteban Torres, ex viceministro de Gobierno de Daniel Noboa, y para esa hora otro de los asambleístas electos por ADN. Fue entonces que una periodista tuvo la valentía de ser la primera de irse de la fiesta que no era fiesta. Después, esa reportera me diría que en el estacionamiento estaba Diana Jácome, otra de las asambleístas electas por el movimiento oficialista. 

Parecía que se estaban yendo.

trípodes y las cámaras

Los trípodes y las cámaras permanecieron en el mismo lugar hasta las 11 de la noche cuando el último grupo de periodistas decidió abandonar el hotel sin respuestas del equipo de Comunicación de Noboa. Fotografía de Diego Lucero para GK.

La pasarela de salida de la gente más cercana al presidente Noboa, abonaba a la incertidumbre y cansancio. Como en toda fiesta que no termina de cuajar, después de la primera, el éxodo de reporteros aumentó. 

Un corresponsal español mandaba su enésima hueca transmisión diciendo lo que podía haber dicho con su silencio: no había novedades del presidente Noboa. 

Una reportera danesa y otra estadounidense decidieron cruzar los tres kilómetros que separaban a las dos campañas. Fue como cruzar a otra dimensión. 

§

“¡Mujeres al poder!, ¡mujeres al poder!”, gritaban dos señoras dos minutos antes de que Luisa González subiera a la tarima. 

La candidata llegó acompañada de su binomio, el cabizbajo y poco expresivo Diego Borja. con ellos, estaba también Raúl Chávez. Sonriente y serena, empezó un discurso que duraría veinte minutos. “Es una gran victoria”, dijo a las 10:35 de la noche, poco después de que la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Diana Atamaint, anunciara que sí habría segunda vuelta. 

“Las encuestadoras del CNE dijeron que Noboa ganaba con más de 50 puntos. Es otra de sus mentiras”, reprochó la candidata frente a los periodistas. 

Al lado de Borja —quien miraba al suelo, aplaudía y jamás pronunció palabra alguna— y de Chávez —excesivamente sonriente—, González, dándose golpes en el pecho, recordó que las provincias costeras de Guayas y Manabí son bastiones de la Revolución Ciuadana, votos de la gente con los que alcanzó un “empate técnico” con Daniel Noboa. 

“Hemos roto la votación histórica de la Revolución Ciudadana de los últimos diez años”, dijo luego de que las cifras del CNE mostraban que tenía más del 30% que había sido el techo de la RC en las elecciones de 2023 y 2021. Era, sin duda, una recuperación del capital político del correísmo, como lo confirmó el único analista estadístico del país que aseguró que habría segunda vuelta. 

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Diego Borja, Luisa González y Raúl Chábez durante la rueda de prensa. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

Luisa González lanzó unos mensajes de unión y reconciliación, pero en el medio aprovechó para cargar contra su contrincante. “Usó recursos del Estado para hacer campaña”, apuntó. “Cien millones de dólares ha gastado”, aseveró. También cuestionó el encargo de la Presidencia a Cynthia Gellibert. “La Corte dice que no lo puede volver a hacer, veamos qué va hacer”, lo retó ya que para esta segunda vuelta, Noboa tendrá que hacer campaña sin poder encargar la presidencia por decreto, como lo venía haciendo.

Cuando el polvo del conteo de los votos se asentase, Luisa González quedaría segunda. Sería la primera vez en perder una primera vuelta para el correísmo en quince años. Pero ese hecho verificable con la más efímera de las búsqueda en Google no se iba a interponer en su discurso triunfal, ni en el ánimo de fiesta de sus devotos seguidores. 

§

Más de cuatro horas después de los empujones y búsqueda de un mejor espacio para la toma perfecta de Daniel Noboa triunfante en una sola vuelta, quedaban apenas la mitad de los reporteros que habían llegado al hotel Le Parc. Los cuatro vasos, las cuatro botellas y las cuatro sillas seguían intactos.

mesa donde debía hablar el presidente

La mesa donde debía hablar el presidente y candidato Daniel Noboa quedó vacía. Fotografía de Diego Lucero para GK.

Afuera, en el mismo lugar donde antes había al menos cien personas, sólo quedaban unas veinte. Las banderas y las camisetas seguían igual de moradas, pero los rostros ya no eran de alegría y algarabía. Estaba claro que su candidato, su presidente, no llegaría. 

Nunca llegó. 

Simpatizantes de Daniel Noboa

Simpatizantes de Daniel Noboa estaban decepcionados afuera del hotel Le Parc pasadas las 10 de la noche del 9 de febrero de 2025 porque su candidato nunca llegó. Fotografía de Diego Lucero para GK.

§

A la fiesta improbable de la Revolución Ciudadana, González sí llegó. De la sala de prensa avanzó hasta un camión adornado con globos blancos y celestes donde dio otro discurso, más combativo y acusador que el primero, para unos 200 de sus devotos, que la habían esperado durante cinco horas. Ya no había música ni bocaditos, pero era una fiesta.

—¡Se ve, se siente, Luisa presidente! 

Ella, con la misma sonrisa congelada, levantaba su brazo izquierdo en un puño.

resultados elecciones 2025 luisa gonzalez

Luisa González se subió en el balde de un camión y desde alló habló para las más de 200 personas que la esperaron más de 5 horas. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

Reprochó el exit poll de las cinco de la tarde que ponía a Daniel Noboa primero. “La presidenta del CNE, Atamaint ha sido una excelente jefa de campaña de Noboa. Y lo vamos a decir como es. Por eso nos mantenemos vigilantes de las actas y de los votos”, acusó la candidata del correísmo.  

Con la voz ronca, siguió quejándose de Noboa y de su campaña. Habló de cocinas de inducción regaladas. 

A ratos, como si le faltaba el aire o se quedaba sin ideas, se tomaba una pausa para bromear con sus simpatizantes: “Luisa, gobiérname”, le gritaban algunos hombres. “Yo los gobierno”, respondía ella y les mandaba besos volados. 

Después de la broma, su discurso, de nuevo, apuntó a Noboa y su gestión. “Las ofertas de campaña eran para cumplirse en un año y medio, así que nada de que le faltó tiempo. Le faltó capacidad, conocimiento, equipo, pero, sobre todo, amor”, dijo. Entonces, lanzó el último dardo que le quedaba en la sobaquera: “A la misma gente que lo apoya la dejó plantada y no dio la cara”, dijo en referencia a quienes esperaron más de cinco horas en el hotel Le Parc al candidato Daniel Noboa, que también es presidente. 

resultados elecciones 2025 luisa gonzalez

La candidata Luisa González se despide mientras entra a la casa de campaña. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

González se bajó del balde del camión y, antes de volver a la casa de campaña, regresó a ver levantando su brazo, y más que triunfal pareció aliviada. 

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Isabela Ponce y Emerson Rubio
Isabela es la directora editorial de GK. Emerson es el editor adjunto de GK. Ambos son reporteros con más de 10 años de experiencia.
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