Por Dios juro sagrada bandera
Durante mucho tiempo, el Ecuador ha discutido cuál es el plato emblema de su gastronomía. ¿Cuál sería el proceso para elegir la receta que se convierte en portaestandarte de la cocina local?
Café de Íntag
En el valle de Íntag, en Imbabura, gran parte de la población se dedica al cultivo de este fruto. Este minucioso trabajo ocupa casi todos los días de Iralda Quiguango desde hace 14 años que empezó a sembrar café.
Drag King
Un ensayo fotográfico sobre la tranformación de Carina Cadena
Grafff
Un ensayo fotográfico sobre el festival de arte urbano
Galápagos bajo el agua
Las especies de estas fotos, tomadas por un biólogo marino, están constantemente amenazadas por la pesca en el archipiélago, especialmente por artes como el palangre.
Zapotillo florece con sus guayacanes
El espectáculo de millones de flores amarillas cubriendo bosques enteros en el sur del Ecuador revitaliza las economías de tres pequeñas parroquias de la provincia de Loja que triplican sus “ocupantes” en una semana. Los desafíos son evitar los males del turismo masivo, lograr informar mejor a los visitantes y preservar el entorno.
Amores nihilistas
Rick & Morty va camino del culto: del absurdo al amor sin esfuerzo, pasa del nihilismo que empodera al nihilismo que resigna, y apela a una generación que tiene mucho más conocimiento y expectativa de vida pero un futuro económico mucho más gris que sus antepasados. En un mundo donde todo parece fuera de lugar, la serie presenta una sorpresiva moraleja.
Pawkar Raymi
Instantes de la fiesta indígena en honor del creador de la Tierra
El triunfo cinematográfico del caudillo
El triunfo de la voluntad, filme de Leni Riefenstahl, es una pieza documental siempre polémica debido a la tensión entre su alto contenido propagandístico nazi y su fuerte carga autorial. Con ella arrancará La fractura del siglo, una muestra concebida por Sara Roitman y programada, en su tercera edición, por Daniel Nehm. Este año, el eje temático es el Estado de Propaganda.
La paradoja del poder
Son diez años desde que Breaking Bad, serie escrita por Vince Gilligan, debutó en la TV. Su personaje principal, Walter White, el profesor que metamorfosea en capo de la droga, era una persona cualquiera —o cualquier persona— capaz de ser tan decente como despiadada. Nuestra simpatía y repudio a White nacía de que en el fondo todos sospechamos que, en la circunstancias adecuadas, podríamos convertirnos en Heisenberg, el villano más relevante en los tiempos de hoy: un hombre honesto transformado por el poder en el peor enemigo de su gente y de sí mismo.