Fueron expulsados o decidieron apartarse por cuenta propia. En los primeros 100 días del Legislativo, las polémicas no solo giraron en torno a las leyes urgentes aprobadas —hoy cuestionadas por su posible inconstitucionalidad— sino a las fracturas internas y las bajas de la Asamblea Nacional.
La Revolución Ciudadana (RC) perdió a cinco asambleístas, mientras que Pachakutik ha dejado fuera a seis, más de la mitad de su bancada. Entre las principales razones están los desacuerdos con sus movimientos o supuestas alianzas con el oficialismo, el movimiento Acción Democrática Nacional (ADN). Estos supuestos vínculos han sido señalados como traición.
La Revolución Ciudadana, en alianza con RETO, llegó al Legislativo tras las elecciones generales de 2025 con 67 asambleístas, consolidándose como la primera fuerza política más numerosa de la Asamblea. Sin embargo, el movimiento —aún bajo el liderazgo de Rafael Correa— atraviesa el peor descalabro de los últimos años reflejado también en la pérdida de curules.
Pachakutik, por su parte, llegó a la Asamblea con 9 legisladores. Inicialmente, se consolidó como la tercera fuerza política del Legislativo, después de la Revolución Ciudadana (RC) y ADN. Pero una supuesta alianza de varios de sus miembros con ADN provocó una fractura interna que devino en la división del bloque.
Estas disidencias responden a diversos factores. Marcelo Espinel, experto en temas legislativos y subdirector de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo (FCD), dice que reflejan el debilitamiento de los movimientos y partidos políticos.
En el caso de la RC, explica, existe una fragilidad institucional que no solo proviene del desgaste de la imagen de Rafael Correa, sino también de la segunda derrota en las elecciones presidenciales de 2025, la falta de renovación interna y una gestión débil. “Eso hace que los militantes no vean una perspectiva de futuro”, dice.
Pachakutik, en cambio, tuvo un repunte después del paro de octubre de 2019 y ganó fuerza en 2021 con la candidatura presidencial de Yaku Pérez, quien quedó en tercer lugar en las elecciones generales.
Sin embargo, en 2023, se profundizó una crisis interna en el movimiento indígena, bajo el liderazgo de Leonidas Iza, y muchos militantes tampoco ven un horizonte claro, señala Espinel.
En ese contexto, dice Espinel, los legisladores buscan otras oportunidades políticas. Te explicamos cuáles son los asambleístas separados y las claves que los empujaron a ello.
Las bajas de la Revolución Ciudadana
Mucho antes de que la Asamblea Nacional se posesionara, la bancada de la Revolución Ciudadana ya enfrentaba su primer conflicto parlamentario.
Pasó en abril de 2025 cuando Mónica Salazar, asambleísta electa por Los Ríos, dijo que había decidido separarse definitivamente del movimiento. “Muchos dirán que cuando el barco se hunde, las ratas salen”, dijo en un video difundido en sus redes sociales.
Salazar explicó que se iba de la RC porque no podía seguir aceptando que sus compañeros “sean injustos, clasistas, egoístas conmigo y me sigan humillando”.
Luisa González, presidenta del movimiento y ex candidata presidencial, calificó su decisión como una “traición”, mientras que Rafael Correa le sugirió que, en lugar de abandonar el bloque de la RC, debería renunciar a la curul que ganó gracias a este movimiento.
La estocada final que Salazar le dio a la RC fue el 14 de mayo, el día de la posesión de la Asamblea, cuando ADN la apoyó para que ocupara una de las siete vocalías del Consejo de Administración Legislativa (CAL). Su nombramiento no estuvo exento de polémicas.
Ese puesto en el CAL le correspondía a un legislador de la RC —bajo el criterio de pluralidad, es decir, que cada bancada tenga participación en la Asamblea—, pero ADN la eligió a ella basándose en que técnicamente, en el papel, aún pertenecía a la RC.
“Traicionera”, le gritaban los ex compañeros de bancada cuando pasó a la tarima, convocada por ADN, para verificar las credenciales de los asambleístas que estaban en el Pleno.
Ese día, ADN intentó hacer lo mismo con el asambleísta de la RC, Sergio Peña. Es decir, ponerlo bajo su voluntad como vocal en el CAL e impedir que la RC postule a uno de sus filas. No alcanzaron los votos, pero sí provocó otra fisura en la bancada de la oposición.
Desde entonces, su propio bloque ya lo tenía en la mira, como si Peña hubiera negociado su puesto en el CAL previamente con ADN. Pero nunca quedó claro si hubo una alianza previa.
Quince días después, la RC lo expulsó.
No lo hizo porque Peña tiene una investigación abierta por supuesta asociación ilícita desde 2022 —él habría ofrecido altos cargos en la aduana a cambio de dinero, según la Fiscalía. Sino porque el 27 de mayo, Peña votó para aprobar el primer informe de la Ley de Solidaridad Nacional, que busca combatir a las economías criminales.
La propuesta económica urgente fue impulsada por el presidente Daniel Noboa. Por eso, la bancada de RC dijo que no tolerará la “traición”.
Peña respondió —en sus redes sociales— que es un “profesional con criterio propio” y que la “oposición debe ser propositiva”.
Desde ese día, el asambleísta abrió un frente contra el correísmo y, sobre todo, contra Luisa González, y lo ha demostrado con mensajes en las redes sociales. “Luisita orquestó una campaña de desprestigio en mi contra”. “El tiempo sigue demostrando la veracidad de mis palabras. Luisita, el reloj sigue avanzando, tic, toc, tic, toc”. “Fui expulsado por defender la renovación generacional”.
Tampoco le ha importado abrir frentes dentro de la propia bancada, incluso estando fuera de ella.
El 10 de julio, Peña publicó en X un mensaje que precipitó una nueva salida de la RC. Escribió que en supuestos chats entre González y el consejero destituido del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, Eduardo Franco Loor —hoy investigado por asociación ilícita en el caso Ligados—, la presidenta de la RC se refería a una asambleísta como “tuerta de mierda”.
La aludida era Jhajaira Urresta, quien perdió un ojo por el impacto de una bomba lacrimógena durante el paro de octubre de 2019. Desde entonces militó en la RC, que la convirtió en un símbolo de resistencia al gobierno de Lenín Moreno, quien también fue parte del movimiento pero ahora es llamado “traicionero”.
Apenas dos meses después de asumir su curul se declaró independiente. Su salida sorprendió: había sido una de las figuras más visibles del movimiento en los últimos cinco años, cercana a las bases y con un discurso alineado al proyecto político de Correa. El expresidente, al enterarse de su renuncia a la bancada, dijo que no debería renunciar sino a la curul.
Urresta dijo que se comunicó con Luisa González para intentar obtener una explicación de sus supuestos insultos. “Fue una respuesta aún más dolorosa que la frase con la que ella se refiere a mí”, dijo la asambleísta —a los medios— en la puerta de la Asamblea Nacional. “Me dijo: ‘¿Qué tengo que aclararte?’”, dijo Urresta y mencionó que le respondió: “Sí, soy tuerta, no me tiene que aclarar, pero no sabía lo de mierda y eso no lo voy a permitir”.
Más adelante, Urresta fue cuestionada por votar con ADN para apoyar la terna que la Asamblea presentó para conformar el Consejo de la Judicatura.
Su salida de la RC se dio en medio de otra crisis interna por las acusaciones contra un asambleísta del movimiento: Santiago Díaz Asque. El 8 de julio de 2025 se filtró en redes sociales que el padre de una niña de 12 años lo había denunciado por presunta violación.
Ese mismo día, la bancada lo expulsó. “Ante la grave denuncia que circula en redes sociales contra el asambleísta Santiago Díaz Asque manifestamos nuestro más enérgico repudio”, señalaba el comunicado. En el mismo texto, la RC advertía que, frente a la sola sospecha de un “acto tan monstruoso”. En el comunicado también decía que la RC “jamás encubrirá a un agresor”.
Díaz Asque estuvo 13 días prófugo. El gobierno de Daniel Noboa ofrecía una recompensa de 100 mil dólares por información que llevara a su captura. El 21 de julio, el entonces legislador se entregó a las autoridades. Ocho días después, el CAL lo suspendió de su cargo mientras cumpla prisión preventiva.
Díaz Asque ha militado en la RC desde 2007, cuando Correa asumió el poder. Fue asesor de la extinta Secretaría de Inteligencia, creada por el correísmo para perseguir opositores. También fue procurador en los procesos electorales del movimiento. Es decir, la persona designada por una organización política para representarla oficialmente ante los organismos electorales.
Otro expulsado por la bancada fue David Arias, asambleísta de Galápagos. Su “pecado” fue votar a favor de la Ley de Inteligencia, un proyecto impulsado por ADN que regula el Sistema Nacional de Inteligencia.
La RC —con figuras históricas como Ricardo Patiño entre sus críticos— se había opuesto, argumentando que esa ley podía usarse para perseguir a opositores políticos. La cercanía de Arias con el oficialismo encendió las alarmas. “Su conducta irrespetó nuestros principios, engañó al pueblo y atentó contra el proceso revolucionario”, señalaba el comunicado.
Arias también respaldó otras iniciativas del Ejecutivo, incluida la Ley de Solidaridad Nacional.
En solo 100 días, la RC se ha quedado sin cinco asambleístas.
Se partió el bloque en Pachakutik
Una fotografía publicada el 6 de mayo de 2025 por el entonces ministro de Gobierno, José De la Gasca, sacudió a Pachakutik, brazo político de la Conaie. “Las alianzas que construyen país”, decía el pie de foto en la que el ministro aparecía junto a asambleístas del movimiento. Ese mismo día, De la Gasca afirmó que los nueve legisladores de Pachakutik se sumaban a “este gran acuerdo” con el Ejecutivo.
El acuerdo se refería a que los legisladores se unirían a la bancada de ADN para votar a favor de los proyectos impulsados por el oficialismo.
Al día siguiente, Pachakutik difundió un comunicado en el que negó haber alcanzado un pacto con el gobierno. Explicó que, durante el encuentro protocolario —al que asistieron ocho de los nueve asambleístas—, se presentaron “propuestas legislativas nacidas desde los territorios y orientadas al bienestar del país”.
Pero el 14 de mayo, día de la posesión de la Asamblea Nacional, seis asambleístas de Pachakutik votaron junto a ADN para que Niels Olsen llegara a la presidencia del Legislativo: Manuel Choro, Carmen Tiupul, Edmundo Cerda, Cecilia Baltazar, José Luis Nango y José Fernando Nantipia.
Ese mismo día, Tiupul fue elegida segunda vicepresidenta de la Asamblea con el respaldo de ADN.
Los otros tres legisladores de Pachakutik —Mayriana Yumbay, Alex Toapanta y Dina Farinango— se abstuvieron de apoyar al oficialismo. El respaldo de los seis fue duramente criticado, sobre todo por la bancada correísta. La legisladora de RC, Mónica Palacios, los acusó de “venderse por un plato de lentejas” y de “traicionar a sus bases que históricamente han sido de izquierda”.
Desde entonces, estos seis asambleístas han respaldado de forma reiterada las iniciativas de ADN. El 3 de junio votaron a favor de permitir una reforma constitucional para levantar la prohibición de bases militares extranjeras en Ecuador. En esa ocasión, también se sumó Dina Farinango.
El 10 de junio, la misma facción apoyó la aprobación de la Ley de Solidaridad Nacional, impulsada por el presidente Daniel Noboa, pese a las advertencias de la Conaie de que quienes la respaldaran serían expulsados.
En su XX Consejo Político Nacional, Pachakutik —como brazo político de la Conaie— afirmó que las medidas del gobierno no favorecen ni permiten salidas a la actual crisis económica y de seguridad que vive el país.
El asambleísta José Nango respondió públicamente a la advertencia: “Vayan a expulsar en sus casas”, dijo.
El 19 de julio, en su Congreso realizado en Quito, la Conaie —entonces presidida por Leonidas Iza— resolvió expulsar a los seis legisladores: Choro, Tiupul, Cerda, Baltazar, Nango y Nantipia, por su reiterado respaldo a la bancada oficialista.
La decisión ha generado confusión sobre si la expulsión de la Conaie implica también su salida de Pachakutik. Tiupul dijo al medio Primicias que son instancias diferentes: la Conaie se rige por sus estatutos y Pachakutik por su propio régimen orgánico, a través de la Comisión de Ética y Disciplina, sin que una interfiera en la otra.
“Seguimos siendo parte del Movimiento Plurinacional Pachakutik”, dijo Cecilia Baltazar el 21 de julio. Fernando Nantipia, en cambio, rechazó “todo intento de imponer decisiones unilaterales o sanciones que no reflejan el sentir de las bases territoriales”, según una publicación del diario El Universo.
Mientras tanto, la bancada sigue dividida, sin claridad de cuántos la conforman.
¿Por qué se dieron las bajas en la Asamblea Nacional?
En los primeros 100 días del período legislativo 2025-2029, la Revolución Ciudadana y Pachakutik han perdido a 11 asambleístas en total. Para Marcelo Espinel, abogado y experto en temas legislativos, no es casualidad, sino un síntoma del debilitamiento político en ambos casos.
A ello se suma que en Ecuador las leyes y normas que regulan la función legislativa no frenan los ‘camisetazos’, es decir, cuando un asambleísta de un movimiento se cambia a otro, dice Selene López, analista política y experta en temas parlamentarios.
Estas son las tres claves para entender las disidencias en la Asamblea, según Espinel y López:
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¿Se alistan para las próximas elecciones?
Ante el desgaste de las organizaciones políticas por polémicas y fracturas internas, militantes evalúan qué tan rentable es permanecer en sus filas de cara a las elecciones seccionales de 2027 o a las presidenciales y legislativas de 2029, dice Espinel.
Ese, explica, es el primer factor que motiva, por ejemplo, a militantes de la Revolución Ciudadana (RC) a abandonar el movimiento.
Pero quienes dejan la RC no son figuras históricas como Ricardo Patiño, por ejemplo, que han estado con el corríesmo casi desde sus inicios. Los que se van son militantes relativamente nuevos, dice Espinel.
En este escenario, señala el experto, surge un factor adicional: la aparición de ADN, un movimiento político sin una corriente ideológica definida que ha ‘reciclado’ a un gran número de figuras provenientes de otras tiendas políticas.
Para ADN, que los asambleístas dejen sus bancadas y se unan a su movimiento es una situación de “ganar-ganar”, porque ADN busca captar a más asambleístas, mientras que esos legisladores pretenden que este movimiento les dé un espacio donde proyectarse.
El objetivo de ADN es conseguir la mayoría para aprobar leyes o, según Espinel, posicionarse con miras a las futuras elecciones nacionales y lograr una mayor proyección.
Pero, para Espinel, es clave observar el patrón del período anterior (2023-2025), cuando ADN empezó con menos de 15 asambleístas y, tras unos 35 camisetazos en el Legislativo, el movimiento oficialista fortaleció su bloque. “Vemos la continuidad de una práctica ya instalada: atraer voluntades hacia el partido que ofrezca la mayor proyección de futuro”, concluye.
El experto pone como ejemplo a Ferdinan Álvarez, ex integrante de la RC. Dejó el movimiento correísta en el período legislativo transitorio 2023-2025 y se unió a ADN. En las elecciones generales de 2025 fue electo asambleísta de ADN y ahora preside la Comisión de Fiscalización.
Además, con la reforma al Código de la Democracia aprobada en 2025, los asambleístas que busquen un cargo en las elecciones de 2027 ya no tendrán que renunciar a su curul, como ocurría antes, cuando debían dejar el puesto para postularse.
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Fragilidad ideológica y selección de candidatos
Los partidos políticos en Ecuador son “frágiles y personalistas”, dice Selene López. Es decir, no tienen una militancia orgánica ni procesos internos fuertes que retengan a sus miembros, y funcionan como “vehículos electorales” que se mueven alrededor del caudillo de turno, agrega la experta en temas parlamentarios.
Eso provoca que, ante una polémica interna o una denuncia contra el movimiento, los asambleístas opten por irse, explica. Es la evidencia de una ideología frágil.
Pero esa fragilidad responde a la selección de sus candidatos. No hay procesos basados en trayectorias largas. Entonces, quienes dejan el movimiento, generalmente, son los nuevos, como señala Espinel.
“Cuando eres militante de un partido por 20 años, salirte te cuesta, porque es parte de tu esencia”, explica López. Pero si alguien fue designado como asambleísta solo para ocupar un cargo y obtener beneficios inmediatos, eso es completamente inestable, dice.
Según López, muchos militantes (legisladores y otros cargos) llegan por relaciones personales, por ejemplo, “el amigo del amigo”. Lo que se traduce en inestabilidad.
Esto incluye a la Revolución Ciudadana (RC), pese a que es uno de los pocos movimientos que funcionan como tal, es decir, como una organización que comparte ideas, intereses o demandas comunes, y que buscan influir en la vida pública y en las decisiones del Estado.
Sin embargo, “nunca han tenido intención de formar un partido fuerte: no buscan una militancia formada, ni hacer primarias, ni debatir cuestiones ideológicas”, señala sobre la RC.
Su proceso de selección de candidatos es arbitrario: mientras más cercano sea a Rafael Correa, más probabilidades tiene esa persona de ser candidata.
En Ecuador, dice, se prioriza poner a figuras competitivas electoralmente en ciertos momentos. Ejemplo de ello es Jhajaira Urresta, incluida en las listas como símbolo del paro de octubre de 2019, no por trayectoria de militancia, explica la analista.
Esto, advierte López, desincentiva a verdaderos militantes. El 28 de julio se filtró una carta que Marcela Aguiñaga, Paola Pabón, Pabel Muñoz, y otros, le enviaron a Rafael Correa en la que señalan que el movimiento atraviesa una crisis y que necesita una “renovación profunda”.
Pachakutik enfrenta problemas similares: al interior hay visiones opuestas. Al no ser un partido sólido, resulta fácilmente cooptable por la fuerza política que en ese momento tenga la hegemonía, dice López.
Pachakutik se ha ido resquebrajando con los años, hasta llegar al punto de quiebre actual, explica la analista política Pamela León en su artículo sobre el declive de Pachakutik en GK.
León dice que Pachakutik fue, alguna vez, la expresión política más sólida de la Conaie. Su nacimiento en 1995, como brazo electoral del movimiento indígena, respondía a una lógica clara: transformar la fuerza de la movilización social en representación política.
Pero entre las elecciones presidenciales de 2021 y 2025 perdió un millón de votos. En ese mismo período, su bloque legislativo se redujo de 27 a 9 asambleístas, y de los nueve electos en las elecciones de 2025, seis ya se han distanciado del movimiento para entrar en negociaciones con el oficialismo de Noboa, ADN.
No fue un ataque externo el que debilitó a Pachakutik, sino una sucesión de fracturas internas que se acumularon como grietas bajo una fachada de unidad, dice León. La división entre lo social (la Conaie) y lo político (Pachakutik) se profundizó con el tiempo.
El resultado fue paralizante: disputas legales, acusaciones de imposición, candidaturas sin estructura, y una participación marginal en las elecciones anticipadas de ese año.
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No hay leyes que eviten el transfuguismo
El transfuguismo, en el contexto político, ocurre cuando un político electo se cambia a otro movimiento o partido. Coloquialmente en Ecuador se conoce como ‘camisetazo’.
Aunque algunos de los asambleístas que han renunciado a sus movimientos han dicho que se declaran independientes, han sido cuestionados por apoyar a la bancada del movimiento oficialista.
De hecho, cuando legisladores de RC han renunciado a la bancada, Rafael Correa les ha dicho que debería renunciar a su curul, a la que llegaron gracias al respaldo del movimiento. “Tiene razón en el sentido de que fueron elegidos en clave partidaria y no personal”, admite López.
Pero el principal problema, concluye, es que no existe una ley que sancione o impida que un legislador abandone su bancada y mantenga el cargo.
López explica que en Colombia, si un congresista cambia de partido en plena legislatura, pierde la curul y el escaño es ocupado por la siguiente persona de la lista. Esto es así porque, desde la reforma de 2003, quedó establecido que el cargo pertenece al partido y no a la persona. Esa reforma incluyó las llamadas Ley de bancadas y la Ley de transfuguismo, dice.
En Ecuador, en cambio, no existe un mecanismo similar. Esto provoca los camisetazos. Y esos cambios de bancada o partido afectan profundamente la dinámica legislativa. ¿Por qué? Por los incentivos, explica López. Los asambleístas pueden encontrar incentivos para abandonar su bloque y sumarse a otro, como promesas de cargos o espacios de poder, tanto en el Ejecutivo como en el propio Legislativo.
Ya ha ocurrido antes. Durante el gobierno de Guillermo Lasso entre 2021 y 2023, CREO, el movimiento político del entonces presidente, no tenía una mayoría. La Asamblea Nacional estaba fragmentada en cuatro fuerzas políticas:RC, Pachakutik, Izquierda Democrática y CREO. Entonces, dice López, lo que hizo Lasso fue captar asambleístas de otros movimientos para tener una mayoría, pero habría concedido puestos en el Estado.
Pero este tipo de acuerdos tienen un costo: colocar en ministerios o instituciones estratégicas a personas sin experiencia técnica, como pago de cuotas políticas, deteriora la eficiencia en la gestión pública, advierte López.
Para la analista, el problema no radica únicamente en las personas, sino en las instituciones que lo permiten. Incluso, dice López, el Consejo Nacional Electoral (CNE) tiene un “terrible defecto”: se limita a organizar elecciones, y no impulsa reformas al Código de la Democracia que prevengan los camisetazos.
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