El día que Verónica Abad volvió a ser Vicepresidenta del Ecuador se despertó temprano. En Quito hacía frío; no más de 12 grados centígrados. Esa mañana, del 23 de diciembre de 2024, decidió usar un vestido morado con estampado de flores, y dejó su cabello suelto. A las 8 pasó por la Fiscalía y, más tarde, tuvo una entrevista. A las 10 y 50 llegó a la Unidad Judicial de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia. Se bajó, sonriente, de un carro blindado. Llevaba una carpeta y la misma cartera negra Louis Vuitton con la que había asistido, en días pasados, a la audiencia de acción de protección con la que lograría revertir la suspensión de 150 días de su cargo, impuesta por el Ministerio de Trabajo.
Era la sexta ocasión que la jueza Nubia Vera Cedeño —abogada, escritora, dramaturga y cantante— convocaba a la reinstalación de la audiencia, tras cinco suspensiones. Esta vez, solo debía leer la resolución: si aceptaba o no la acción de protección.
Mientras Verónica Abad entraba al edificio —rodeado de militares, policías y perros antiexplosivos— para conocer su futuro político, la jueza Vera pedía a los periodistas —que ya se habían apostado en la sala 1 del cuarto piso: 20 metros cuadrados, sin ventilación, cortinas y luces blancas— que luego de la sentencia, la escucharan dos minutos. Quería denunciar que había recibido amenazas, pero no adelantó de quién.
A las 11, Abad entró a la sala. Una mujer gritó: “¡Mi preciosa vicepresidenta!”. Ella, sin dejar de sonreír, abrió su cartera, sacó un documento y lo entregó a sus abogados, Dominique Dávila y Damián Armijos. Después, desplegó la bandera de Ecuador apuntando hacia las cámaras de televisión. Se sentó junto a sus defensores. Y enseguida, la secretaria de la sala tomó lista a las partes, entre ellas, la ministra de Trabajo, Ivonne Núñez, conectada por Zoom, y los amicus curiae (amigos de la Corte) que participaron.
A las 11 y 11 se reinstaló la audiencia.
La jueza Vera dijo que sería breve. Treinta minutos después, tras explicar la resolución, aceptó la acción de protección. Enseguida, Abad abrazó a sus abogados, mientras sus simpatizantes aplaudían.
Vera pidió orden en la sala y continuó. Dijo que observó que vulneraron los derechos constitucionales de la Vicepresidenta, la tutela judicial efectiva, la seguridad jurídica, el debido proceso. Dispuso al Ministerio de Trabajo dejar sin efecto la resolución de la suspensión. También ordenó que la ministra Ivonne Núñez pida disculpas públicas, a través de un mensaje a la nación, dentro de 72 horas.
Núñez aseguró que apelará la decisión judicial.
Esa era la sentencia con la que Abad volvía a ser la Vicepresidenta del Ecuador, a las 11 y 55 de la mañana, luego de cinco días de una audiencia que empezó el 29 de noviembre de 2024 en el Complejo Judicial Norte, en Quito.
Así fue cómo recuperó su cargo.
El comienzo
Después de asumir sus funciones como Vicepresidenta, el gobierno de Daniel Noboa nombró a Verónica Abad como Embajadora por la paz en Israel y fue enviada a ese país a finales de 2023.
El 8 agosto de 2024, por el conflicto en Medio Oriente, el Presidente ordenó que su Vicepresidenta se trasladara temporalmente desde Israel hasta Turquía. Debía llegar antes del 1 de septiembre, pero llegó el 9.
La ministra de Trabajo pidió el 11 de septiembre que se iniciara un sumario administrativo contra Abad por el incumplimiento de funciones y abandono de trabajo. La Vicepresidenta presentó una acción de protección para frenar el sumario, pero se lo negaron.
Posteriormente, Ruth Espinoza, directora de Recursos y Sumarios Administrativos de la institución, la suspendió del cargo de Vicepresidenta: 150 días y sin remuneración. Verónica Abad presentó una nueva acción de protección y el 20 de noviembre llegó al país: “He venido a dar la cara al Presidente”, dijo frente a los medios apenas se bajó del avión.
Abad, quien ha peleado por mantenerse en su cargo desde que fue elegida como Vicepresidenta, empezó una travesía para dejar sin efecto el sumario administrativo en un contexto electoral y político que ha expuesto las intenciones de Noboa: hacerla a un lado para evitar que llegue a la Presidencia mientras él toma una licencia para hacer campaña y lograr su reelección.
El 29 de noviembre de 2024, el primer día de audiencia, Abad —cabello suelto, chaqueta y pantalón negros, blusa blanca— llegó al Complejo Judicial Norte, resguardado por policías y militares. Subió al piso 11, a un espacio para capacitaciones que se había convertido en una sala de audiencias.
Dentro, los abogados de Abad, Dávila y Armijos, cuestionaron que el Ministerio de Trabajo impusiera una sanción a una autoridad de elección popular, cuando su juez natural es la Asamblea Nacional —la que puede destituir a un funcionario de elección popular mediante juicio político. Pidieron, además, que la institución explicara cuál había sido la norma para suspender por 150 días a Abad.
Andrés Castillo, delegado del Ministerio de Trabajo, no logró justificar en qué norma o ley estaba la sanción.
A las 17:30, la audiencia se suspendió.
Seis días después, el 5 de diciembre de 2024, la jueza nuevamente convocó a las partes —pese a que la audiencia estaba fijada para el 9 de diciembre. Verónica Abad llegó, esa vez, con el cabello recogido. Llevaba una blusa azul, cadena plateada, pantalón y chaqueta negros. Entró al Complejo Judicial Norte, luego de que los policías y militares hicieran —como de costumbre— un barrido para detectar explosivos.
No sirvió de nada. Los abogados de Abad no llegaron y la ministra de Trabajo, Ivonne Núñez, aprovechó para agregar 459 hojas al expediente, que ya era gordo. La jueza pospuso la audiencia para el 9 de diciembre.
El fin de semana previo, en fiestas de Quito, Abad anduvo por los pasillos de un supermercado y también aprovechó para comprar en Sukasa. Parecía tranquila y confiada.
El 9 de diciembre de 2024, tercer día de audiencia, Abad llegó al mismo Complejo con blusa blanca, una chaqueta y pantalón verdes —¿se trataba de un guiño al correísmo?— y su infaltable Louis Vuitton. Subió al piso 11, se sentó junto a sus abogados, abrazó la Constitución frente las cámaras de televisión una joven le llevó un café calientísimo.
La jueza Nubia Vera, quien es también productora y guionista de teatro, reinstaló la audiencia. Había amicus curiae en fila. Entre ellos, estaban los abogados Miguel Molina Díaz, María Dolores Miño, Verónica Morales. En su mayoría, pedían la nulidad del acto administrativo, porque aducían que se habían vulnerado los derechos de Abad y que una persona usurpaba ese cargo: Sariha Moya, designada por Daniel Noboa como Vicepresidenta encargada.
Otros amicus curiae fueron más incisivos y hablaron sobre cómo Noboa no tiene abierto un sumario administrativo luego de que en España fuera visto supuestamente en estado etílico cuando cumplía con tareas diplomáticas. También resaltaron que Ruth Espinoza, la directora de Sumarios Administrativos del Ministerio de Trabajo, es la “mujer más poderosa del Ecuador”, en referencia a su facultad de —incluso— sancionar a la Vicepresidencia.
Hubo abogados que mencionaron el caso Petro Urrego vs. Colombia. El 8 de julio de 2020, la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló contra Colombia por las violaciones a diversos derechos de Gustavo Petro, quien recibió sanciones disciplinarias por la Procuraduría General mientras era alcalde de Bogotá.
Verónica Abad escuchaba atenta a los amicus. Veía la pantalla por donde transmitían sus intervenciones. Asentía cuando alguno de ellos le decía: “Excelentísima vicepresidenta”. O clavaba la mirada en el celular, hasta que terminaban de exponer. Fueron 17 personas.
Después, quedaban solamente la réplica y la contrarréplica para conocer una resolución, pero aún estaba lejos de terminar.
En el receso, sus simpatizantes le decían: “Verito, la foto, Verito”. Ella, carismática, se fotografía con los que se acercaban. Besos y abrazos. Entre ellos, Vicente Toscano, un hombre de pelo blanco que, aunque no había pedido la palabra con anticipación para defender a la Vicepresidenta, estaba desesperado por exponer. Vera le concedió 10 minutos. En ese lapso, repitió lo que ya habían dicho todos: que el proceso de sanción era ilegal. Quería participar. Y se quedó feliz.
Al regresar, Armijos y Dávila, los abogados de Abad, pidieron tiempo para analizar las 459 hojas que la ministra de Trabajo, Ivonne Núñez, había sumado al expediente. Cuestionaron que en la documentación había sentencias de aborto y matrimonio igualitario —quizás por unas declaraciones sobre el inexistente concepto de “ideología de género”, que se filtraron durante su campaña.
Ese día, la audiencia fue suspendida luego de cinco horas.
El 16 de diciembre de 2024, el cuarto día de audiencia, la jueza Nubia Vera Cedeño cambió la locación. Esa vez, la sede se pasó a la Unidad Judicial de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, en el sector de La Mariscal, donde un puñado de simpatizantes de Abad sacaron carteles y megáfonos para pedir que le restituyeran el cargo. “No a la dictadura”, repetían con indignación, algunos, incluso, parecía que no sabían por qué repetían las frases.
La Vicepresidenta, con cabello recogido, chaqueta y falda blancas, botas negras, estaba más contenta que nunca. Sonreía. Saludaba con todos de abrazos. Se sentó en la sala 1 del cuarto piso: 20 metros cuadrados, sin ventilación, ventanas cerradas, cortinas y luces blancas, mesas de madera, abrió su laptop y dejó una pestaña abierta con su discurso final. Desde atrás se veían las primeras líneas: “Honorable jueza de garantías constitucionales, queridos ecuatorianos…”.
Todo apuntaba a que ese día se acabaría la audiencia. Pero no fue así. Los abogados de Abad, Dávila y Armijos, pidieron a la jueza Nubia Vera que solicitara a la Corte Provincial y a la Corte Constitucional los documentos sobre la primera acción que le negaron a Abad, cuando interpuso el recurso contra el inicio del sumario administrativo.
En Derecho, no puede haber más de una acción de protección por los mismos hechos y derechos vulnerados. La abogada quería demostrar que la primera acción de protección no era igual que la segunda, con la que pretendían dejar sin efecto la resolución del sumario administrativo. Además, Abad —frente a las cámaras y con molestia— denunció que su equipo de abogados había sido acusado de perjurio, fraude procesal y abuso del derecho.
La audiencia se suspendió nuevamente.
El 18 de diciembre de 2025, día cinco de la audiencia, Verónica Abad —cabello suelto, chaqueta y pantalón blancos, blusa fucsia— llegó a la misma unidad judicial, la que previamente había sido custodiada por 35 militares. El mismo ritual político de los días anteriores: saludar, sonreír, tocarse el pecho con la mano derecha, entrar.
En la sala —pequeña, caliente y sin ventilación— estaban unas 30 personas, incluida la jueza, quien ese día escuchó las réplicas y las contrarréplica. De parte de la Vicepresidenta, decían que la suspensión vulnera los derechos políticos. De parte del Ministerio de Trabajo, Núñez intentaba sostener que la sanción se basaba en el artículo 48 de la Ley Orgánica de Servicio Público.
Pero la jueza la increpó hasta el cansancio. No quedó clara su respuesta —más adelante quedaría expuesto que no cabía tal explicación.
La que sí se tomó su tiempo para hablar sobre todo lo que había enfrentado desde que fue elegida como Vicepresidenta fue Abad. Cubrió la mesa donde tenía su laptop con una bandera de Ecuador y, en 12 minutos, dio su discurso. “Soy víctima de un acto totalitario, ilegal e ilegítimo”, dijo.
Abad también dijo que la sanción de 150 días proviene de una resolución arbitraria, consentida por el Ministerio de Trabajo, la canciller Gabriela Sommerfeld y Daniel Noboa. “Esta es una salvaje persecución que el Presidente y su gabinete han ejecutado contra mí sin precedentes en la historia”, dijo.
Pero quizás no sea cierto. Aunque Noboa y Abad están inmersos en una pugna política y electoral, su quiebre no es ajeno a la historia política del país. Velasco Ibarra describió mejor que nadie las complejas relaciones entre presidente y vicepresidente. El cinco veces presidente del Ecuador definió a su segundo a bordo como un “conspirador a sueldo”.
Lo que sí es cierto y fue dicho por Abad, es que en un año de gobierno, tiene cuatro investigaciones penales “todos sin fundamentos” y cuatro denuncias en el Tribunal Contencioso Electoral (TCE). “Me han asociado al terrorismo, me han asociado al narcotráfico, a la corrupción aun a miles de kilómetros de distancia, en un país en guerra, sola con mis hijos, corriendo a los buques porque sonaban las alarmas”, dijo.
Al final, pidió a la jueza que aceptara la acción de protección, no sin antes recordar que “sin un Estado de derecho, nos convertiremos en una selva donde los bestias gobiernen, viviremos regidos por el caos y la violencia”, dijo, como si eso aún no pasara en Ecuador.
La audiencia se suspendió.
La puerta cerrada
El 23 de diciembre de 2024, el día que Verónica Abad volvió a ser la Vicepresidenta luego de que la jueza Nubia Vera aceptara la acción de protección, no fue para menos otra travesía.
Cuando terminó la audiencia, la jueza, que había pedido dos minutos a la prensa para denunciar amenazas, dijo que el mismísimo presidente de la Judicatura, Mario Godoy, había ido a la unidad judicial, el 17 de diciembre de 2024, a amenazarla con la destitución si fallaba a favor de Abad.
Incluso, dijo que con el pretexto que iba a inspeccionar la unidad, ingresó a su despacho para presionarla. “Este proceso de las audiencias ha sido completamente transparente (…) ya me están accionando sumarios administrativos”, reclamó. Poco después, Mario Godoy convocó a una rueda de prensa donde calificó las declaraciones de la jueza Vera como “politización de la justicia”.
Mientras tanto, Abad, quien se reunió con sus abogados a puerta cerrada después de celebrar que había ganado, anunció que iría a la Vicepresidencia, en el Centro Histórico de Quito. “Están cordialmente invitados todos los periodistas y el pueblo ecuatoriano, porque es su casa”, dijo.
Al llegar al centro, a la una de la tarde, los policías no permitían que Abad ingresara a la calle Benalcázar —hacia donde apunta la puerta de ingreso de la Vicepresidencia— con sus abogados. Debieron hacer presión para sortear las vallas que rodean todo el edificio. En ese momento, Abad contó que Daniel Noboa había dado la orden para que solo ella pudiera ingresar, algo que rechazó tajantemente.
Mientras la Vicepresidenta intentaba llegar al edificio, la Secretaría de Comunicación anunciaba una rueda de prensa a la espalda de la Vicepresidencia: en la Presidencia de la República.
Minutos después de forcejear, Abad y su equipo llegaron a las puertas de la Vicepresidencia, cercadas con más de ocho vallas metálicas y custodiadas por policías. Dentro, había militares formados como si se hubiesen hecho una calle de honor. Pero no había calle de honor para nadie. Cuando la Vicepresidenta intentó entrar, a la 1 y 21 de la tarde, no pudo. “En nombre de los ecuatorianos, pido que me abran la puerta ahora”, decía Abad. Otra mujer de su equipo gritaba: “¡Respeten la ley!, ¡está sobre todos!”.
Nada funcionó. Ni los cinco minutos que Abad le dio al comandante Jaime Vela y al presidente Noboa para que le abrieran. Ni los quince minutos más. Nadie abrió. Pasó una hora afuera, al lado de sus abogados y de su padre, Alberto Abad, con una bandera del Ecuador —la misma que había tendido sobre la mesa de la audiencia— horas antes.
Un simpatizante gritaba sin parar. Se atrancaba. Lo callaban. Gritaba otra vez. Hasta que la abogada Dominique Dávila anunció que se trasladarían hasta la Fiscalía de Flagrancia para denunciar a los responsables de que Abad no pudiera acatar la orden de una jueza constitucional por incumplimiento de decisiones legítimas.
Se subieron a los carros y se marcharon. Para entonces, José de la Gasca, ministro de Gobierno, ya había dicho en la rueda de prensa que el gobierno de Daniel Noboa aceptaba la resolución de la jueza. Pero disponía, mediante un nuevo decreto, que Verónica Abad, como única función, especial y temporal, colabore con las relaciones económicas del Ecuador con Turquía. “Para el efecto, se coordinará el traslado de la funcionaria, y sus familiares de ser el caso, para que se presente en funciones máximo hasta el 27 de diciembre”.
Cuando Abad llegó a la Fiscalía, le consulté sobre el nuevo decreto presidencial. Hizo una mueca de desesperanza e ingresó. Será Vicepresidente mientras le dure.
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