Era cuestión de tiempo. Las amenazas ya tienen plazos: el presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), Leonidas Iza, junto al Frente Unitario de Trabajadores (FUT) dio un plazo al presidente Guillermo Lasso, hasta hoy, 10 de agosto, para derogar los decretos sobre los precios de los combustibles que impuso Lenín Moreno en 2020. De no hacerlo—anunciaron— habría movilizaciones. En respuesta Lasso endureció su discurso. Dijo que no estaba pintado en la pared y que no haría lo que “ellos quieran, sino lo que le conviene al pueblo ecuatoriano”. Desde que fue posesionado, su relación con Iza ha sido la de tantear aguas. Ahora ambos sacan pecho y flexionan músculos. 

Es, de todas maneras, un momento audaz para la confrontación: Lasso aún no llega a sus 100 días de gobierno y ha cumplido con gran parte de su promesa de conseguir 9 millones de dosis de vacunas. El escenario es distinto al que enfrentó Moreno en 2019. Lasso llegaría al ring con ventaja. 

A pesar de las diferencias, las exigencias del FUT y la Conaie hacen eco del paro nacional de octubre de 2019. Quieren, por sobre todo, que el presidente se pronuncie sobre la propuesta que le presentaron para derogar los tres decretos ejecutivos de Lenín Moreno para liberar los precios de los combustibles: el decreto 1158 para la liberación de la importación de los combustibles, el decreto 1183, para atribuirle a la Agencia de Regulación y Control de Energía y Recursos Naturales No Renovables (ARC) la potestad de fijar los precios de los combustibles, y el decreto 1054, que establece sistema de bandas de los precios. La propuesta también busca cesar la actividad minera y congelar el cobro de créditos del sistema financiero por un año. 

En una rueda de prensa, el 4 de agosto, Iza —rodeado de dirigentes indígenas con las bocas tapadas por las mascarillas— dijo que sus demandas no buscaban desestabilizar ni politizar la economía sino tratar de manera urgente la situación del país. Iza insiste en eso. En una entrevista para GK el 12 de julio, me dijo que los decretos de Moreno fueron una manera de “trasladar la crisis a los sectores más empobrecidos” y que no había “condicionantes sino realidades”. Iza se aferra a cifras graves avaladas por el Banco Central: el decrecimiento económico del 9% en 2021, y la caída del PIB de 8,8% en 2020, entre otras cosas. Iza enfatizó que su postura era objetiva, “no política, no de desestabilización, no de amenaza”. Reiteró que lo suyo no era la violencia, como contestando de antemano una pregunta que sabe que recibirá. 

Iza asegura una y otra vez que su lucha no es solo para recuperar los subsidios en sí mismos, sino para evitar la especulación en el mercado. “Los grupos económicos que producen productos industrializados han generado tasa de ganancia y de manera directa o indirecta han trasladado la crisis a los sectores empobrecidos”, dijo. Según el presidente de la Conaie, los productos industrializados e importados están “por los cielos”, mientras que los productos locales no han conseguido ni siquiera lo suficiente para cubrir costos de inversión. 

Lasso, cuya estrategia mediática hasta el momento era la de extender los brazos a quienes no votaron por él —El gobierno del encuentro es una alusión directa a ellos— respondió esa misma noche durante el lanzamiento de la estrategia Ecuador emprendedor, innovador y sostenible 2030. Lo hizo a la defensiva. “Este gobierno está dispuesto a hacer todos los esfuerzos para proteger la economía de los más vulnerables”, dijo el Presidente. “Pero vamos a hablar claro: nosotros los representamos a ellos, no aquellos que se visten como pobres, pero son mercantilistas, capitalistas. Solo buscan la desestabilización de la democracia con fines simplemente protervos”, dijo. Paradójicamente, el presidente podría aferrarse a las mismas cifras a las que aludió Iza para justificar sus políticas. Porque, en los hechos, el sistema de bandas ha generado deflación y, hasta ahora, han bajado los precios de los productos básicos. 

Además, tiene otras cifras para mostrar en sus pocos días de gobierno. No solo la vacunación contra el covid-19 avanza a un ritmo exitoso, sino que a la deflación ya citada, hay que sumarle que la recaudación tributaria aumentó en comparación a 2020 y que el Fondo Monetario Internacional hizo una asignación equivalente a 1000 millones de dólares para fortalecer las reservas internacionales del país y el alza de la cotización de los bonos ecuatorianos en los mercados internacionales. Como pocas veces, el Ecuador luce en mejor forma que sus vecinos. Así es difícil convocar a protestas masivas. 

Es de todas maneras, un escenario complicado. Lasso ya no subsiste de la retórica y ha tenido que posicionarse firme en temas en los que en campaña pretendió ser más flexible. Dijo que impulsará el sector minero y que debatirá con “todos aquellos que quieren satanizar la actividad petrolera y minera”. Defendió los decretos de su predecesor y repitió que los subsidios anteriores —en especial la manzana de la discordia de octubre de 2019— beneficiaban mucho más a los sectores que no los necesitaban. Incluso aprovechó para hacer acusaciones indirectas: “¿Quieren combustibles más baratos, y para qué? ¿Para que el subsidio vaya a quién? ¿A los ricos, contrabandistas o a los narcotraficantes?”, dijo con firmeza.

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Finalmente Lasso no dio cuerda a la propuesta de la Conaie y el FUT y, más bien, ofreció una solución propia: focalizar el subsidio al transporte público. Esto probablemente no convencerá a la oposición. 

El tono del presidente reposa en sus condiciones. Lleva dos meses en el poder. En ese tiempo ha forjado una coalición inesperada con la Izquierda Democrática y Pachakutik en la Asamblea, ha dado muestras de aperturas en temas sociales como las causas LGBTQ y cumplió ya con al menos las primeras dosis de vacunas contra el covid-19 que prometió en campaña. Se le viene lo duro, sin duda, pero hasta ahora Lasso ha podido evadir la controversia polarizante con la licencia de “recién llegado”.

Iza por su parte insiste en que no es como la mayoría de medios lo pintan. Aclara que no quiere ni amenazar, ni condicionar, aunque le ganan las consignas políticas y el poder del ultimátum. Mencionó las protestas que desde mayo se han dado en Imbabura, Cotopaxi y la Costa ecuatoriana, pero omitió su brevedad e intrascendencia. Su tono es el de alguien con las capacidades de paralizar el país, cuando la mayoría sigue pendiente, por sobre todo, en la pandemia y de la economía.

Los intercambios entre el presidente de la República y el presidente de la Conaie son una prueba temprana para ambos, como un medidor de su alcance y aprobación. Y en esta ronda, todo parece indicar que Iza tiene las de perder.