Esta semana comenzó con excelentes noticias bursátiles para Ecuador: el rendimiento global de los bonos del país ha aumentado en más de un 28% en 2021. Según el índice Bloomberg Barclays, que compara el rendimiento de los bonos alrededor del mundo, la cifra supera la de cualquier otro país. El gobierno del Ecuador celebró la noticia: el 2 de agosto de 2021, dijo en un comunicado que su política económica “ha fortalecido la confianza nacional e internacional en el país” y que el incremento en la apreciación de los bonos este año era un ejemplo de eso. Tienen razón. Pero solo en parte. Hay otros factores que influyen en ese cambio. 

Algunos de ellos sí están relacionados a las decisiones políticas como el exitoso plan de vacunación del gobierno de Guillermo Lasso; otros son factores que no pueden ser controlados por las autoridades como el precio del petróleo. 

Lo que sí es claro es que la percepción internacional contrasta con la situación que el Ecuador vivía hace menos de un año, cuando tuvo que renegociar su deuda en bonos para no caer en mora del pago de sus bonos por enésima vez. Por años, el país había sido considerado de altísimo riesgo. Su largo historial de ser un pésimo pagador (solo ha pagado dos completos en doscientos años) y su elevado riesgo país (que entre más alto es más probable que un país incumpla sus obligaciones por años), ponía a sus bonos entre los menos apetecidos por el mercado. 

¿Por qué es importante para el Ecuador? Porque podría emitir bonos en mejores condiciones y su riesgo país baja, generando confianza en los mercados internacionales. Los bonos son instrumentos de endeudamiento. Tienen una renta fija sobre el capital por el que se emiten. El interés se paga al vencimiento del plazo estipulado en el bono. Ecuador, como muchos otros países, los emite para venderlos y así obtener financiamiento para gestionar su funcionamiento estatal. Quienes los compran son conocidos como tenedores.  

La oferta y la demanda de los títulos depende de qué tanto riesgo presenta un país para sus acreedores. Por el historial del Ecuador, la demanda era muy baja —quienes los compraban sabían que entraban en una apuesta muy incierta. Los bonos pueden ser revendidos a otros inversionistas. Cuando el bono es malo —como solían ser los ecuatorianos— los compradores iniciales pierden al venderlo (lo hacen porque prefieren perder un pequeño porcentaje a enfrentar el riesgo de que el país no pague). Cuando son buenos, la rentabilidad de revender ese bono comienza a crecer. Ahora, más compradores están dispuestos a adquirirlos y, al aumentar su demanda, su precio también se eleva: hasta ahora, en un 28%. 

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Uno de los principales cambios que ha producido el aumento de la rentabilidad, es la relativa estabilidad política que vive el país. Santiago Mosquera, consultor económico, dice que después de la victoria electoral de Guillermo Lasso en abril de 2021, “los inversionistas de bonos han visto que la política pública del Ecuador podría estar estable por los próximos 4 años”. Además, dice Mosquera, con Lasso en la presidencia es seguro que el Ecuador se mantenga en el programa del Fondo Monetario Internacional (FMI), que entre sus condiciones incluye reformas legislativas y de disciplina fiscal. 

Al ver esas señales positivas, los inversionistas decidieron comprar más bonos ecuatorianos. Por eso, dice Mosquera, el precio de los bonos ha aumentado y la tasa de rentabilidad para sus tenedores iniciales se ha reducido. La tasa de rentabilidad es el beneficio que el inversionista puede obtener en un determinado periodo y depende de cuánto pagó por el título. Para calcularla se saca la diferencia entre el valor del bono en la fecha de su vencimiento y el de la compra. Por eso, Mosquera dice que hay una relación inversa entre la rentabilidad y el precio en el que se negocian los bonos entre los inversionistas. Es decir, si uno de ellos paga mucho, su rentabilidad será más baja cuando lo venda. En cambio, si paga menos, esta será más alta. 

Cuando la tasa de rentabilidad baja, también cae el riesgo país. Magdalena Barreiro, profesora de finanzas de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), dice que eso es bueno porque genera un ciclo virtuoso: al bajar el riesgo país, más inversionistas estarán dispuestos a comprar los bonos que circulan en el mercado, lo que elevará el precio del bono, generando una ganancia para su tenedor, lo que seguirá contribuyendo a que baje el riesgo país. El incremento del rendimiento acarrea beneficios para los dos lados. 

Otro de los posibles beneficios para el país es que en las condiciones actuales podrá obtener financiamiento más barato, si así lo requiere. El riesgo país —que hasta el 11 de abril (el día de la segunda vuelta electoral) superó los mil puntos— es uno de los factores considerados para entregar préstamos a los países y hasta a sus entidades del sector privado (como los bancos que se piden financiamiento internacional). Mosquera dice que si Ecuador decide obtener más deuda en bonos, algo que todavía no ha sido anunciado, podrá hacerlo en mejores condiciones. Mosquera dice que aunque parece ser un buen momento para ofrecer nuevos bonos, la tendencia indica que si se siguen dando buenas señales, en unos meses, las condiciones podrían mejorar todavía más y las condiciones de ese financiamiento también serían más convenientes. 

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El efecto del triunfo de Lasso en esa percepción de riesgo fue inmediata. El 12 de abril de 2021, menos de 12 horas después de su elección —antes de que los resultados oficiales fuesen proclamados— el precio de los bonos ecuatorianos que vencen en 2030 subió un 18%, pasando de costar 60 a 73 centavos de dólar. Fue el mayor crecimiento desde el 2020, cuando la deuda en bonos de Ecuador fue reestructurada.

Las elecciones presidenciales de 2021 fueron una fuente de incertidumbre para los tenedores y para los más de 17 millones de ecuatorianos. Por eso, días antes de la segunda vuelta electoral, los precios de los bonos comenzaron a bajar o tenían incrementos mínimos. Hasta el repunte del 12 de abril, el índice Bloomberg decía que los bonos ecuatorianos eran la cuarta “deuda de mercados emergentes” con peor desempeño. Varios analistas financieros le dijeron a Bloomberg que a los inversionistas extranjeros les preocupaban las políticas financieras que Andrés Arauz —el opositor de Lasso en la segunda vuelta y apadrinado del correísmo— había mencionado en su campaña y consideraban que eso desestabilizaría aún más la frágil economía del país. 

En cambio, decían los analistas, las propuestas de Lasso daban más seguridad. Sus promesas de campaña incluían cumplir los términos del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que pone como condición garantizar la independencia del Banco Central y reforzar sus reservas internacionales. Una vez que Guillermo Lasso logró llegar a la presidencia —en su tercer intento—, un analista de Bloomberg pronosticó que eso desencadenaría un repunte de los mercados ecuatorianos. Hoy, más de 100 días después de que Lasso ganó las elecciones, el pronóstico ha sido acertado. 

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La situación actual ecuatoriana contrasta con la de otros países latinoamericanos. El rendimiento del 28% que tienen los títulos de deuda ecuatoriana está muy por encima del retorno promedio de la región que es del -3,9%. Ese es uno de los factores que ha hecho que Ecuador sobresalga frente a países vecinos y se debe, en gran parte, a las situaciones políticas que estos enfrentan. 

Desde abril, Colombia vive bajo protestas en un paro nacional prolongado en rechazo al gobierno de Iván Duque. Chile se prepara para las elecciones presidenciales de noviembre de este año y vive un proceso constituyente. En Perú, la estrecha carrera presidencial duró casi dos meses hasta que Pedro Castillo fue declarado ganador. En El Salvador las polémicas políticas del presidente  Nayib Bukele —como la destitución de los jueces de la Corte Constitucional— provocó que la agencia de riesgo Moody’s Investors Service ubique a sus títulos de deuda externa en una categoría conocida como “bonos basura”. Sarah Carrington, investigadora de la Universidad de las Américas (UDLA), dice que  los inversionistas internacionales están buscando dónde invertir. Por varios motivos, en este momento, Ecuador parece el mejor lugar para hacerlo. 

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El rendimiento positivo de los bonos de este año también está estrechamente ligado a las decisiones que se tomaron en el gobierno anterior sobre este tipo de deuda. En agosto de 2020, Ecuador renegoció los términos de sus bonos. El acuerdo al que llegó con la mayoría de sus tenedores reorganizó el flujo de pagos que el país deberá hacer en los próximos 20 años y modificó otras condiciones que le darán liquidez al país por los próximos años.

Con el acuerdo, el capital de la deuda de bonos pasa de 17.374 millones de dólares a 15.835 millones. Son 1.539 millones menos que, además, tienen una tasa de interés menor: el promedio pasó del 9,2 al 5,3%. El flujo de pago también cambió. Entre 2020 y 2025 no se pagarán 11 mil millones de dólares que estaban previstos para ser desembolsados. Aunque el acuerdo no involucró nuevos desembolsos de capital para Ecuador, la renegociación evitó que el país caiga en default y que el dinero que debía pagar por el vencimiento de los títulos se quedase dentro del Ecuador. 

La renegociación de la deuda fue fundamental para que la confianza en los tenedores aumentara. Según Magdalena Barreiro, tuvo tres incidencias importantes. 

La primera es que envió un mensaje de seriedad y de voluntad de pago a los inversionistas. Además, Barreiro dice que con el acuerdo se alivió el flujo de pago que eran extremadamente altos. El plan incluye que hasta 2030 los pagos mensuales no superen los 2 mil millones de dólares y que no pasen de los 2.500 millones hasta 2035. Finalmente, dice Barreiro, la renegociación permitió que Ecuador vuelva a entrar a los mercados internacionales. Como consecuencia, los bonos del país volvieron a ser atractivos para los inversionistas y su demanda aumentó.  

Otros factores, en cambio, están totalmente fuera de cualquier control político. El principal: el precio del petróleo, el producto de exportación más importante para Ecuador, ha mejorado. 

Desde enero de 2021, el barril de petróleo WTI —que Ecuador toma como referente para calcular el precio de su crudo— ha estado sobre los 50 dólares. Algunas semanas, incluso ha sobrepasado los 70 dólares por barril. Lejos quedó la caída del petróleo a precios bajo cero de abril de 2020 —que el entonces presidente Lenín Moreno llamó “el momento más crítico de la historia” del país. En este último año, el precio se ha ido elevando, lo que ha beneficiado mucho a Ecuador, que ha tenido a la exportación petrolera como uno de los pilares fundamentales de su economía por las últimas cuatro décadas. 

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Es importante entender que el rendimiento de los bonos es un valor muy frágil. Está sujeto a las decisiones políticas, a las condiciones de los mercados internacionales, entre otros. Así como las señales positivas han influido en que el precio de los bonos ecuatorianos aumente, hay otras que podrían tener el efecto contrario. 

Mantener la confianza de los inversionistas es clave. Santiago Mosquera dice que una de las señales negativas para ellos podría ser que las reformas que pide el FMI no sean aprobadas por la Asamblea Nacional. El partido político CREO, al que Guillermo Lasso representa, solo tiene 12 asambleístas en el poder Legislativo. Aunque se unieron en la bancada Bloque de Acuerdo Nacional (BAN) con asambleístas independientes, la falta de mayoría en la Asamblea pone en duda la aprobación de las reformas. Eso, dice Mosquera, complicaría la relación con el Fondo y podría afectar el interés que hay por los títulos de deuda ecuatorianos. 

El contexto social del país también juega un papel importante. Magdalena Barreiro dice que si se repite un escenario como el del paro nacional de octubre de 2019 sería “catastrófico”. El 4 de agosto, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), que fue la organización que encabezó las protestas de octubre de 2019, presentó un documento con demandas y propuestas económicas para el Ejecutivo, en el que rechazan completamente el acuerdo con el FMI. Le dieron al presidente Lasso plazo hasta el 10 de agosto y no descartaron hacer uso de su derecho a la resistencia. 

Señales como esas podrían provocar que los inversionistas decidan vender los bonos de deuda ecuatoriana y que la demanda de los títulos disminuya considerablemente. “Cuando hay un exceso de oferta en el mercado, los precios caen y la rentabilidad y el riesgo del país suben”, explica Mosquera. Aunque el efecto del nuevo gobierno —que lleva apenas dos meses en el poder— ha contribuido positivamente a la cotización de los bonos ecuatorianos, su duración y efecto dependerán de las condiciones del mercado, la situación política del país y las decisiones que se tomen en los próximos 44 meses que todavía le quedan a Guillermo Lasso como Presidente de la República.