Uno de los mayores consensos sobre el debate presidencial del 19 de enero de 2025 es que Andrea González Nader, candidata a la presidencia por Sociedad Patriótica, tuvo un buen desempeño. Lo dijo, por ejemplo, el periodista Roberto Aguilar en el diario Expreso. Se repitió en otros medios, como Radio Democracia y Radio Pichincha. Un segundo aparente consenso es que ese buen desempeño de González le podría restar votantes de inclinación anticorreísta a Daniel Noboa.
Pero las elecciones no funcionan así. Más específicamente: el comportamiento de los electores no funciona así. Andrea González no le quita votos a Daniel Noboa. Voy a explicar por qué.
La noción de que Andrea González le quita votos a Daniel Noboa tiene sentido intuitivamente porque, a los ojos de los generadores de opinión, ambos candidatos pertenecen al lado anticorreísta del espectro político ecuatoriano. Si uno de ellos llama la atención, genera inercia y, en resumen, aumenta en su intención de voto, esto se da necesariamente en detrimento del otro.
La intuición también dice que la retórica particular de Andrea González —específicamente el uso repetitivo de slogans contra la Revolución Ciudadana— tiene el potencial de activar, sobre todo, la base más extrema del anticorreísmo: aquellos votantes que en 2023 eligieron a Christian Zurita, candidato que reemplazó a Fernando Villavicencio, tras su asesinato.
En 2023, Daniel Noboa se presentaba como el candidato “que no era anti nada”. Si Noboa hubiese ampliado su apoyo electoral a través de adoptar una retórica anticorreísta, el candidato-presidente estaría ahora en riesgo de perder el terreno ganado porque Andrea González estaría retomando su porción del pastel electoral.
Pero ese no es el caso.
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Una cosa es la retórica de los candidatos y otra, el comportamiento del electorado. La retórica de los candidatos incide sólo sobre el segmento más interesado e informado de los electores, que es siempre minoritario, sobre todo, incide sobre los observadores y comentaristas de la política.
El comportamiento del electorado, en cambio, muestra sus preferencias en su conjunto: o sea, es el agregado de las preferencias de los votantes mejor informados y la de la gran mayoría no informada.
Los datos desagregados de comportamiento electoral parecen sugerir que, como tendencia general, Daniel Noboa y Andrea González no comparten electorado.
Tres casos son útiles para ilustrar el argumento. En primer lugar, en Guayaquil, el voto que fue a Christian Zurita en 2023 (y a Andrea González, su candidata a la vicepresidencia) parece ser independiente del rendimiento electoral de Noboa.
Si vemos los resultados de Guayaquil por juntas electorales, hay unas donde Noboa recibió alta votación y otras donde recibió baja votación. El nivel de votación que recibió Zurita en las mismas juntas es absolutamente independiente. Es decir, no existe un patrón evidente de coincidencia ni de oposición entre ambos candidatos. Las juntas electorales son el nivel más desagregado para hacer estas comparaciones porque cada junta tiene menos de 300 electores, en promedio.
La misma comparación en Quito se ve muy diferente. Allí, en cambio, los datos sugieren que el electorado de Noboa y el de Zurita son opuestos, no complementarios. En Quito, donde le va bien a uno, le va mal al otro, y viceversa.
Las juntas electorales pertenecen a recintos, que a su vez pertenecen a parroquias, que son diferentes en sus condiciones socioeconómicas, en las características demográficas de sus habitantes, e incluso en sus consumos culturales.
No podemos saber en última instancia cuáles son las motivaciones que llevan a un elector a votar por un determinado candidato, pero mirando los resultados de Quito en conjunto no es difícil imaginar que las preferencias de los electores de Noboa son diferentes y contrapuestas a las preferencias del electorado de Zurita-Villavicencio.
De hecho, en Quito el electorado de Zurita-Villavicencio es opuesto tanto a Noboa como a la Revolución Ciudadana. Además, hay un segmento de votantes que puede votar tanto por Noboa como por la Revolución Ciudadana, tal como lo proponíamos en un artículo reciente.
La provincia de Tungurahua es particularmente interesante porque es el territorio donde Noboa tuvo su mejor desempeño en 2023 (36%) y donde Zurita quedó en segundo lugar con 22%. En Tungurahua, en cambio, la RC obtuvo uno de sus peores resultados (15%). En suma, Tungurahua es un territorio que prefiere una opción diferente al correísmo.
El contraste entre Noboa y Zurita en Ambato, el cantón más grande de esta provincia y que determina el patrón de todo el territorio, muestra igualmente que quienes prefieren a Noboa no prefieren a Zurita, y viceversa. No todos los anticorreísmos son iguales.
El comportamiento del electorado es la expresión de preferencias más o menos estables porque las preferencias, a su vez, están relacionadas con las características demográficas, socioeconómicas y culturales de quienes votan. Son características que cambian muy lentamente.
Si bien, durante esta campaña Daniel Noboa se ha vuelto más anticorreísta en la retórica comparado con 2023, esto no afectaría demasiado su votación.
Las mismas preferencias que motivaron a los electores poco informados —que son la mayoría— a votar por Noboa en 2023 siguen vigentes ahora, y no se alteran mucho por un cambio en la retórica del candidato. Ese cambio es mayormente perceptible para los más interesados e informados —la pequeña minoría. No es que Andrea González no le quita ni un solo voto. Es que el efecto, puesto en contexto, es marginal.
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La atención que ahora está recibiendo Andrea González es un problema para Henry Cucalón, candidato de Construye, el movimiento que auspició en 2023 a Zurita y González.
¿Por qué? Porque para el electorado anticorreísta más interesado e informado, aunque pequeño, nunca hubo una disyuntiva entre votar por Noboa o González.
Ahora, ante la posibilidad de que Andrea González sea quien puede acumular mayor apoyo en la primera vuelta, ese segmento deberá decidir su voto entre la convicción de apoyar a Cucalón, el candidato que más naturalmente cristaliza sus preferencias, y el voto estratégico por ella. El reflector puesto sobre González, especialmente si su contrincante directo es Cucalón, revela la falta de sustancia y de claridad conceptual de la candidata más allá de la retórica. Eso es, en realidad, un problema para ella.
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