Desde el aprendizaje en línea y el activismo digital hasta la rápida expansión de empleos tecnológicos bien remunerados, la era digital ofrece oportunidades sin precedentes para el empoderamiento de mujeres y niñas. Pero el avance de las tecnologías ha generado también nuevas formas de desigualdad y nuevas amenazas a sus derechos y a su bienestar.
Las mujeres y las niñas siguen estando subrepresentadas en la creación, el uso y la regulación de las tecnologías y, en general, de la ciencia. Es menos probable que utilicen servicios digitales, como streaming para ver películas, o ingresen a carreras relacionadas con las ciencias, las ingenierías o las matemáticas.
También enfrentan acoso y violencia en línea con más frecuencia. Esto limita no sólo su propio empoderamiento digital, es decir, la capacidad de utilizar con solvencia las herramientas tecnológicas y sacarles provecho, sino también el potencial que tiene la tecnología para cambiar vidas, en su conjunto.
Pese a los esfuerzos por “democratizar” el acceso a las tecnologías, el confinamiento por la crisis del covid-19 puso en evidencia la magnitud de la brecha digital: miles de mujeres y niñas en el mundo dejaron sus estudios porque no tenían un dispositivo personal o porque no tenían acceso a Internet.
Por ejemplo, en Ecuador en los hogares de las áreas rurales y con jefatura femenina persiste un bajo acceso a recursos tecnológicos, como computadores e Internet. Solamente el 19,2% de estos hogares y el 20,7% de los hogares de jefatura masculina cuentan con computador, laptop o tablet. Mientras que el acceso a Internet en estos es de apenas el 15,8% y el 16,8%, respectivamente.
El cierre de estas brechas requiere de un firme compromiso político, presupuestos, políticas basadas en evidencia y más mujeres en la toma de decisiones. Sólo así alcanzaremos un futuro más seguro, más sostenible y equitativo para todas y todos.
El Perfil Nacional sobre Igualdad de Género, un documento que busca fortalecer la comprensión sobre la situación de Ecuador y el cumplimiento de los compromisos internacionales, regionales y nacionales para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, incluye algunas recomendaciones en este ámbito.
Propone garantizar el acceso seguro a Internet y recursos tecnológicos a las niñas, niños y adolescentes en el área rural, con especial énfasis en indígenas y montubias; y niñas y adolescentes con discapacidad. Sugiere fortalecer los procesos de formación docente que integren el enfoque de género, el desarrollo de habilidades y proyectos de vida y el uso de las tecnologías.
También recomienda implementar medidas afirmativas para aumentar la matrícula y culminación de estudios superiores de mujeres en carreras como Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas en colaboración con el sector privado. Además de fortalecer las redes nacionales de mujeres científicas y su articulación con redes nacionales.
El futuro del avance tecnológico está aquí y es hoy.
Este es el momento de cerrar las brechas de género porque al ritmo que vamos nos puede tomar uno o dos siglos acabar con algunas desigualdades. La tecnología es mucho más veloz y puede agudizar la desventaja de las mujeres y las niñas en el trabajo, la educación y el desarrollo. Es urgente corregir estas desigualdades teniendo en el centro a las mujeres, para no hacer más profundas estas brechas y dar un paso evolutivo, estructural y duradero.
Como lo ha señalado el Secretario General de la ONU, António Guterres, “invertir en las mujeres eleva a todas las personas, comunidades y países”. Cuando las mujeres no están involucradas en el desarrollo del conocimiento, la discriminación puede introducirse desde el principio.
Por ello, es crucial cerrar todas las brechas en el acceso y las habilidades digitales, y promover una mayor participación de las mujeres en la ciencia y tecnología.
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