Pipo Laso fue Secretario de Comunicación entre junio y octubre de 2022. Se retiró un día antes de cumplir cuatro meses en el cargo.

El 8 de febrero de 2023, tres días después de las elecciones seccionales en las que también se votó por el referéndum impulsado por el gobierno, en el que ganó el no, Laso difundió una carta dirigida al Presidente de la República. En ella, señala, entre otras cosas, la arrogancia de su equipo cercano y la falta de propuestas y proyectos para llevar adelante. 

Para conversar sobre el contenido de la carta, nos recibió en su departamento, ubicado en el Quito Tennis.

Su carta me pareció muy dura. Cito: “vas a tener que darles una patada en el culito a Iván Correa, Francisco Jiménez y Aparicio Caicedo”. 

En el caso de Iván Correa dice que debe salir porque “es el que le puso a Luque a manejar las empresas públicas, escoge ministros y funcionarios obsecuentes, obedientes, siempre listos de alinearse y generalmente los subsecuentes son mediocres corruptos o las dos cosas”.

 ¿Usted tuvo la ocasión para decirle esto al Presidente personalmente? 

Así con esa crudeza, obviamente no, pero intenté muchas veces hablar, evidenciar cosas y no tenía espacio.

A mí se me escuchó el primer tramo.

Yo entré el día anterior al paro y, como decía un amigo, [con] la valentía de subirse a un avión en picada en un momento muy grave. Pero yo lo hice porque había que defender la democracia  y entonces ahí escuchaba el Presidente; ahí yo tenía canal directo y ahí yo tenía un rol protagónico, digamos.

Pipo Laso en la entrevista

Pipo Laso en la entrevista en su casa en Quito. Fotografía de Diego Lucero para GK.

¿Qué le dice él cuando le busca a usted?

No me dice nada. A ver, no me dice nada a mi entrada. Es una anécdota maravillosa.

El domingo 12 de junio me levanto —yo siempre me levanto temprano—, voy a mi compu, y veo en mi celular una llamada perdida de Juan Carlos Holguín a las 2 de la mañana. Y yo siempre le bromeo, entonces le pongo un mensaje: “¿Qué, te botaron de la casa o no duermes, hermanito?”.

Entonces me pone un mensaje. El, en cambio, es muy serio. A mis mensajes de joda siempre responde: “no, no, no tengo que hablar con vos”. Entonces [le digo] claro, encantado. 

Me dice “queremos que vengas al Palacio”. Y yo sigo jodiendo: “al Palacio de la Fritada”.  Me dice “no bromees”, entonces luego nos encontramos, hablamos y me proponen la Secretaría. Le digo “no, no estás mamado, no me gusta y no me no me gusta exponerme”.

El Palacio de la Fritada al que Laso hace referencia es un restaurante de comida típica, muy conocido en Quito —tiene al menos dos décadas de existencia.

¿Entonces Juan Carlos Holguín le propuso ser Secretario? ¿Estaba con el Presidente o él solo?

No, no, no. Estábamos en una cafetería en la Gonzáles Suárez. Estaba él y vino en un ratito también Diego Ordóñez. Entonces me dicen que la situación es bien difícil y tal, y yo “no, no, no, no, no, no”. Me estiré hasta donde pude.

“Haz de cuenta que, hermano, es una situación muy difícil y si tú no nos ayudas, probablemente nos caemos”, me dijo. Entonces ya cuando hay un reto así que ya como ciudadano le obliga a uno, yo no puedo decir que no. No he dicho “no” nunca a los retos más grandes.

Entonces dije “sí, déjame hablar con mi mujer porque obviamente  es un tema potente”. 

Llegué, y mi mujer, que es más valiente que yo, apenas crucé la puerta, me recibió y me dijo: ¿qué fue, aceptaste?”.  Ella no sabía pero se imaginaba. “¿Te ofrecieron la Secretaría? ¿Aceptaste?”. Entonces yo le digo “no, quería consultar contigo”. Ella me dice: “llama y dile que sí, ¿qué esperas?”. 

Nos abrazamos. 

Entonces, a las cinco voy al Palacio. Yo pensé que iba a sentarme, a recibir el masaje respectivo, las preguntas sobre cómo veo las cosas y no sé qué, y esas vainas, la  bienvenida y que colabore y la pendejada. Llego al Palacio, el guardia me dice “suba, suba, suba”, paso y bienvenido al gabinete de crisis.

manejo de la comunicación del gobierno

Laso estuvo a cargo del manejo de la comunicación del gobierno por cuatro meses. Fotografía de Diego Lucero para GK.

¿Entró directo al gabinete de crisis?

Entonces, obviamente ahí estaban el ministro de Defensa, el de Gobierno, Iván Correa, el alto mando militar, el alto mando policial, Inteligencia.

¿Preparándose para el paro?

Y arranca lo que es un gabinete de crisis, una mirada de lo que tenía Inteligencia. La información de cuándo ellos vienen, cuántos hay, cómo está, qué operativo se puede preparar, qué insumos, que no se qué. 

Unos 40 minutos después, el Presidente regresa a ver y me dice: “bueno, Pipo, ¿cómo hacemos con la comunicación?”. Y yo pensaba: “hermano, déjame aterrizar primero, no sé ni qué hago aquí”

Incluso mi nombramiento es unos cuatro o cinco días posteriores, y en los días previos a eso yo ni siquiera entraba a la oficina de la Secretaría por delicadeza.

¿Porque estaba todavía el otro Secretario?

O sea yo no estaba nombrado y no soy de tomar de a codazos nada, así que no tenía ni oficina; operaba en el hall del palacio. A veces me sentaba en el piano y ahí despachaba.

Y bueno, en ese tiempo del paro concertábamos cosas, nos fue relativamente bien porque el reclamo siempre era la lentitud del Presidente para responder, y yo creo que más o menos logramos corregir un poco eso y luego durante el mes de julio también había un acceso. 

Yo me reuní dos o tres veces con el Presidente, manejamos algunas cosas e incluso me decía lo que él tenía en mente, qué quería que yo haga, pero un día me dijo “ahora escuchándote lo que tú dijiste ayer en el gabinete, prefiero que tú marques unas líneas porque tienes mucho oficio, mucha experiencia y tal, y qué bueno tenerte”.

Tuvimos dos charlas muy lindas, también un par de viajes y, a veces, en el avión íbamos solos y entonces podíamos conversar. Pero luego me parece que mi presencia era incómoda a estos amigos y entonces ahí empezaron  a no concertar las cosas y a no tomarme en cuenta en la toma de decisiones. 

Las decisiones las tomaban ellos. Es decir, Iván, Francisco, Aparicio con el Presidente y luego yo era un ejecutor. Y eso no se puede en comunicación ni en política, la política exige una mesa estratégica.

¿La mirada de la comunicación entonces no era transversal, como debe ser? Es decir, la comunicación no tiene que estar en último eslabón.

Y eso yo lo he dicho desde el año 92 que aprendí de este negocio siendo asesor de la Alcaldía [de Quito] . Cuando comencé a ver que todo patojeaba aquí y allá y un montón de cosas, [dije] y esto es transversal o no tenemos alternativa.

¿Eso no ocurría aquí?

No, para nada. En esos días incluso me reuní con Roberto Izurieta que en ese entonces estaba como asesor político del Presidente. Con Roberto nos conocemos desde los noventa, tenemos una amistad vieja. Ha estado en mi casa muchas veces, entonces nos alegró encontrarnos de nuevo. 

Vino muy atento a mi oficina, conversamos y yo le decía: “hermano, necesitamos una estrategia, necesitamos unificar criterios, no pueden ser las cosas ocultas”. Me dijo “sí, tendría que armarse una mesa estratégica”. A mí no me gusta el nombre de la mesa chica porque eso parece cosa de algún pacto secreto. Yo creo que es una mesa estratégica. Y él me decía “deberían ustedes reunirse todas las mañanas, esto es Iván, Francisco, tú, a veces yo también me conecto, decía él y coordinar como pasa en la Casa Blanca o en cualquier gobierno”

Pero suena lógico y básico que el Secretario de Comunicación esté en todo y sepa todo.

E incluso así no esté el ministro A o B que puede conectarse o le ponemos whatsapp, pero el secretario de Comunicación es todos los días porque yo, por ejemplo, fui director de comunicación cuando Óscar Zuluaga que fue secretario del presidente Gustavo Noboa. 

Momentos críticos también del Ecuador, la dolarización patojeaba, había mil cosas, el tipo no tenía legitimidad porque era el Vicepresidente de Mahuad, etcétera, etcétera y sin embargo logramos salir adelante porque Óscar, a las 6 de la mañana, recibía los periódicos en su casa. 

Yo armé un grupo de monitoreo en la Presidencia —porque no existía hasta ese momento— que llegaba a las 4 de la mañana a trabajar y para las 6:30 ya nos mandaba un monitoreo de qué nos había sacado la madre doña Sol Borja o Fabricio Vela o el que sea porque está bien. Y entonces a partir de lo que ha dicho el actor político tal, el uno o el otro, uno tiene una agenda y dice “este es nuestra línea de mensaje”, “vamos a hacer esto, el Presidente sale o sale, el ministro da la instrucción al de Energía o el otro y tal”.

Entonces, si no hay eso, comienza esto que es una serie de cosas sueltas. Yo siempre digo que la principal tarea del gobernante es poner agenda.

Porque sino se la ponen.

Claro, exacto, yo les digo a mis clientes “si no pones agenda, te la ponen”.

Cuando la gente dice que recuerda a Correa y la potencia de Correa, la gran potencia del socialismo del siglo XXI —no solo de Correa porque eso fue diseñado desde Hugo Chávez que tenía su “Aló, Presidente”— es porque el sábado él salía y definía la agenda. Entonces le mandaba a la madre al Mauricio Pinto que era el empresario y explotador y no sé cuánto, y el domingo los titulares de todos los medios de era eso, y el lunes estaban todos los actores políticos, no importa de qué color hablando de esa agenda.

Pero había una comprensión de la comunicación.

Por supuesto. Tanta comprensión que era más marketing que gobierno.

Pero entonces esto que usted dice nos ayuda a entender qué pasa en el  gobierno porque desde afuera nos preguntamos: ¿Qué no cuentan? ¿Por qué hay silencio? 

Y cuando usted dice que el Presidente se reúne con tres o cuatro personas o con las que tenga que reunirse, pero la comunicación no está ahí, entonces entendemos por qué nadie, fuera del Palacio, sabe lo que pasa o lo que hace el gobierno.

Sí, sí, claro. Ahora, esto surge porque yo defiendo y digo que uno tiene que armar un proyecto político, no una empresa electoral. 

Si un proyecto político es esto, el de Comunicación sabe qué hay, el de Minas tiene esta idea, el de Ambiente esta de acá, y ya. Y todos ya sabemos más o menos qué se hace porque ya lo hemos hablado durante meses o años sobre lo que vamos a hacer cuando llegamos al poder, pero si no hay eso viene todo esta desafinación. 

Esta mañana en entrevista, le he oído al ministro de Energía decir que Petroecuador no tiene contabilidad. Entonces ¿qué controlaba el Secretario de la Administración? ¿Qué auditaba de las empresas? Tienen obligación legal de tener una auditoría externa por la dimensión, y hace poco se oyó incluso que las auditoras no querían entrar a Petroecuador.

Esa noticia circuló hace un mes, tres semanas. Entonces yo, si llego a la Secretaría de Administración, lo primero que hago es llamarlo al gerente de EMCO (Empresa Coordinadora de Empresas Públicas),  llamar a una auditora y decir “Quiero el lunes próximo los números aquí. ¿Cuál es el estado de situación?”.

secretario de Comunicación

Cuando apenas llegó al cargo de secretario de Comunicación, Pipo Laso dice que el Presidente le preguntó «¿cómo hacemos con la comunicación?». Fotografía de Diego Lucero para GK.

¿Pero entonces, estos seguimientos tampoco hay?

Pues estoy diciendo lo que escuché hoy del mismo ministro de Energía que dice que no hay, y que ojalá la gerente que acaban de nombrar lo haga. O sea él además lo hace como un acto de ruego, como una súplica.

Pipo ríe mientras dice esto; mueve las manos y mira de un lado al otro, como si le resultara incomprensible lo que narra. Alza la voz muchas veces, cuando quiere enfatizar algo. Es expresivo y en su rostro se dibujan distintos gestos que muestran lo que quiere decir. 

Yo creo que el poder es para usar. El poder no es una poesía, el poder es un mandato, hay que tener potencia.

Entonces esa sensación o percepción que tenemos desde fuera de que no hay una agenda política, un proyecto, de que no hay una hoja de ruta, por llamarla de alguna manera, ¿también se siente desde adentro?

A ver, las cosas desde afuera y desde adentro siempre son parecidas. La gente dice que cuando el río suena no hay mayor diferencia. El tema es [que] ustedes, además, son profesionales de la comunicación y van mirando, mirando mirando. Y fíjese, una cosa interesante en este caso no es que los periodistas del correísmo le critican al gobierno, y estos otros sí. 

No, no, no, aquí hay una mirada transversal. Todos vemos que algo no funciona. Muchos quisiéramos que funcione mejor porque creemos en la democracia, no queremos que regrese el autoritarismo y la corrupción, pero por favor, cúmplanos, cumple el mandato. 

Y eso es lo que uno reclama. Por eso la carta tan dura, porque yo me canso de evidenciar cosas, de tratar de coordinar, además, con la mejor onda del mundo. Yo al Iván Correa en broma, le decía Monseñor, [la] pinta de él [es] más jesuita como yo. Es un tipo brillante, no es un tipo tonto.

Pero ¿qué le pasa factura entonces, la inexperiencia en el sector público?

 Yo creo que hay inexperiencia en el sector público unido a una arrogancia grande porque uno tiene que ser humilde, entender que la política es totalmente distinta a lo privado. Lo privado es vertical.

¿Pero eso entiende el gobierno? Porque da la impresión de que no.

No. O sea, el Presidente se comporta como si él fuera el CEO, y ordena

Y en el sector público mandan los mandos medios.

Nebot me dijo a mí, algún día, cuando era alcalde “mira a mí más que hablar con el ministro me preocupa saber quién pone la partida en Finanzas. Anda averiguame”

Entonces, eso es comprender la política porque cada funcionario tiene un nivel de poder y hay una maquinaria que es lenta acá o en China. Aquí tendemos a pensar que Ecuador es terrible. No, esto pasa en España, en Estados Unidos, en un montón de lados. 

La burocracia tiene matices, pero es lenta porque lo mismo es una manada de elefante, difícil de mover, porque el informe jurídico, el que pone la partida, el de la Contraloría, el del dictamen, el del ambiental que el impacto ambiental. Entonces, para sacar un proyecto uno tiene que saber todo eso.

carta dirigida al Presidente

Laso difundió una carta dirigida al Presidente después de la derrota del gobierno en el referéndum. Fotografía de Diego Lucero para GK.

No es cuestión de ordenar y que se haga.

El día que llega al gobierno tiene que saber que así es el juego porque sino, hermano ¿qué te pasaste haciendo diez años campaña? ¿de qué hablaron si no hablaron de esto?

Es decir, uno en política cuando hace planeación, uno tiene tres niveles del proyecto: las restricciones jurídicas, las restricciones políticas y las restricciones financieras. 

Si yo quiero hacer la carretera tal, muy bien, cuánto vale 300 millones. ¿La puedo hacer? ¿Tengo competencia o no tengo la plata o no puedo conseguirla? ¿Jurídicamente es posible o no? ¿Hay impacto ambiental positivo o negativo? Esas son preguntas que un estudiante de universidad debe responder. No, no, no estoy hablando de que hay que hacer tres posgrados en Harvard.

¿Y esta arrogancia que usted menciona aquí y en su carta, además con esta idea de “alinearse” constantemente, muestran que no hay espacio para una voz crítica al interior de Carondelet?

Yo siempre busco construir. 

Yo no quiero llevarme puesto a ningún ministro ni al gobierno. Yo ahora creo que la entrada de Henry Cucalón y de Sebastián Corral abren un espacio. Que sí son buenos, que sí saben, si no saben, ya es otro análisis y ahí yo no voy a entrar, no me gusta hacer juicios de valor, pero sí puedo decir lo que escucho. 

Incluso del lado correista, del otro lado de oposición, reconocen en Cucalón un buen gestor de la política, de que el tipo que sabe, de que además es muy buena persona. 

Entonces me parece que es un tipo que puede conectar cosas y esa es la función fundamental en un gobierno tan debilitado, o sea creo que ahí puedes recuperar alianzas, neutralizar un poco los apetitos, y bajar un poco las aguas que es lo que el Ecuador necesita.

¿Y usted cree que estos cambios en el gabinete que quizá se aceleraron por la consulta popular, de todos maneras iban a ocurrir? Porque se dan, además, después de su carta, en la que usted dice que deberían salir Iván Correa, Francisco Jiménez y Aparicio Caicedo.

Bueno, algunos ministros me respondieron, unos lacónicos, otros puteándome, y hubo uno con el que  interactué un poco y me decía que mi carta es un acto de deslealtad, que yo no debía hacerlo, y que además no cambiaba nada porque las decisiones ya estaban tomadas desde la semana anterior y que igual se habrían dado aún sin mi carta.

¿La decisión de hacer los cambios?

La de hacer los cambios, pero me sorprende un poco porque la semana anterior, un amigo que estuvo un almuerzo con ellos, me dijo que estaban celebrando la victoria antes de que ocurra, el miércoles o jueves de la semana anterior fue esto, y que incluso allí se mencionó que va Francisco Jiménez de presidente del partido para organizar la reelección de Lasso con el “correísmo herido de muerte”, según ellos. 

Entonces no sé qué decisiones estaban tomando si estaban celebrando con dos tipos que iban a sacar. O sea me parece raro.

Laso se refiere a un almuerzo que habría ocurrido en los días previos al referendum, cuando el gobierno aún consideraba que la votación iba a ser favorable.  El Grupo CID/Gallup, le daba en octubre de 2022, apenas el 17%, de aceptación, el puntaje más bajo de los mandatarios de América Latina, incluso por debajo de Nicolás Maduro y Pedro Castillo —en ese momento, aún Presidente de Perú. 

¿Pero de verdad no tenía la mirada para ver que había altas posibilidades de perder? Si los referéndum son básicamente evaluaciones al Presidente.

Yo le dije. Bueno, yo me enteré de la consulta porque salió Iván Correa un lunes a decir que van a hacer la consulta en un medio de comunicación. El Secretario de Comunicación, no sabía. 

Por eso digo, o mi presencia era incómoda o consideraban que yo era el que armaba las ruedas de prensa, pero el rol estratégico no me daban.

Y luego de eso comenzó a haber  información, yo termino en una reunión en la oficina de Aparicio Caicedo, porque yo decía “ok, quieren hacer la consulta, entonces hagamos la consulta pero separada de las elecciones locales, definamosla un poco, definamos un poco para que solo sea consulta, por último”. Y dije que hay un alto riesgo porque las consultas siempre son un plebiscito a la gestión del gobierno. 

Si 80% de la gente dice que estamos mal, es el peor momento para entrar a una consulta. Y la discusión de que sí, que hay que hacerla por razones, por no sé qué, que está decidido por el Presidente. Conclusión: tres o cuatro días después, Ivan Correa me dijo que estoy fuera de esa campaña, que yo no la manejo y que la iba a manejar su subsecretario Juan Mateo Zuñiga. 

Me dijo eso en un Zoom , estaba en el aeropuerto de Guayaquil para salir a un viaje con el Presidente. Estaba él y Antoni Gutierrez Rubí , el catalán que es asesor de Podemos, de Cristina Kirchner, del Presidente Petro.

Y yo celebré que me saquen de la campaña porque el que iba a dar la cara de fracaso, el primero colgado, era yo. Así que fui donde mi equipo y les dije “me parece del carajo esto porque me libera de esta pelotudez que quieren organizar”. 

Luego, para mostrarles que sí tengo oficio, organicé un lanzamiento en Carapungo, en donde fui yo mismo, sentado al lado con el Presidente, con la gente del pueblo que daba testimonios. “Señor Presidente, saque otros asambleístas vagos y no sé cuánto” y eso fue recogido y se generó una noticia nacional muy grande y un gran apoyo a la consulta de todos modos. 

Creo que ellos podían haber ganado la consulta si es que habrían entendido que el mensaje de la consulta tenía que ir a Doña Rosita, al pueblo. No era el mensaje de Karen Sichel a los informados porque esos ya tienen opinión política, esta no es una consulta que se resuelve en el Twitter.

comprensión de la política

Laso dice que el mensaje principal de su carta es que no hay una comprensión de la política en el gobierno actual. Fotografía de Diego Lucero para GK.

Pero el Presidente parece que cree que todo se resuelve en Twitter, y le voy a poner un ejemplo: el acuerdo que inicialmente iba a firmar el presidente con el Partido Social Cristiano y  el correísmo. Más allá de nuestros afectos, desafectos o cuestionamientos, que podemos hablar otro momento, son actores políticos de relevancia para el país, que tienen un electorado, como hemos visto en las elecciones, importante. Pero en Twitter se empezó a hacer cuestionamientos sobre esto. 

Finalmente, el acuerdo se quiebra horas antes de concretarse. Y se quiebra sin que el Presidente les diga que se quiebra.

Claro, claro.

Sino que ellos se enteran una vez que no hay los votos suficientes para nombrar a Henry Kronfle como presidente del Legislativo.

Exactamente.

Esto destruye la alianza con su aliado original que era el Partido Social Cristiano que ideológicamente era quien le iba a apoyar además en la Asamblea. Se quiebra la posibilidad siquiera sentarse en una mesa con el correísmo que tiene la primera minoría en la Asamblea Nacional.

Así es.

Damos vueltas en círculos y estamos hoy dos años después exactamente en la misma posición.

Exactamente, así es. Sí, señora.

Pero todo esto parece partir por una discusión en Twitter. Entonces yo escuchaba a ciertas  personas con algún impacto en la opinión pública decir que a Lasso la gente le iba a cuestionar esa alianza. Yo me pregunto ¿qué gente? ¿Tres personas en Twitter o 300 personas en Twitter? 

Así es, exactamente.

En la calle, finalmente, a Doña Rosita, como usted dice, probablemente le daba exactamente igual con quién haga o deje de hacer acuerdos, si esto le daba gobernabilidad al Presidente y le permitía tomar decisiones para mejorar sus condiciones de vida. ¿O no?

Sí, sí, sí, exactamente.

Hablamos con el Presidente alguna vez, en el avión, solo los dos. Y yo le dije que yo siempre vi acertado que él trate de romper la polarización porque es la única forma de salir del Ecuador, yo defiendo eso y ahora estoy luchando por lo mismo en Colombia y  en México también. 

Yo defiendo que mientras tengamos esta polarización anticorreísmo, correísmo, antipetrismo, petrismo, antiurirismo, antiuribismo, uribismo, lo que carajo sea, los países no saben por qué a Doña Rosita lo que le interesa es que le mejoren la salud, que  hagan algo para que no le asalten. Le vale un carajo si eres de izquierda o de derecha, gay, negro, blanco o lo que carajo sean.

Y si son amigos o enemigos entre los políticos, ¿no?

Exacto, a mí no me importa.

Mire, ya desde que empecé con Jamil [Mahuad], en ese tiempo teníamos un dream team estratégico, ahí estaba Ralph Murphine, Durán [Barba], Roberto Izurieta, en fin todo un equipo de  profesionales buenos y llegamos a tener una sinergia bárbara.

Las reuniones eran en mi casa, los domingos de mañana, probamos unos desayunos espectaculares y ahí conversábamos de todas estas cosas, de la necesidad de tejer puentes, de conversar con todos, de romper polarizaciones. 

Ahora, en el avión hablamos con el Presidente de eso, pero le dije hay que buscar los mecanismos porque como esto es muy sensible, no es cuestión de ponerse un tuit y decir ya va o no va. Hay que hablar con los actores, hay que concertar, hay que hacer acuerdos concretos con agenda. No es que yo ya me hice de a buenas con Correa, no. 

Hoy, por ejemplo, si usted me dice qué titular quisiera dejar en esta entrevista es: Hay que sentarse a armar una agenda de seguridad y hacer un gran pacto por la seguridad del Ecuador. Correistas, Pachakutik,  socialcristianos, izquierdas, leninistas, rurales, urbanos, negros, blancos, monos, serranos, lo que carajo sea. Si no solucionamos eso, no hay Ecuador porque el narco y el crimen organizado y estas bandas, ahora albanesas, ya están sofisticadas del mundo, se nos están llevando el país y creo que eso nos corresponde a todos.

Aquí no hay bandera política, es del país el que está en juego.

Pero ese paraguas, por ejemplo, el que usted menciona, la seguridad, que es un tema que probablemente pueda unir, sentarnos a la mesa todos porque todos tenemos esa preocupación, ¿no es algo que por ejemplo el presidente pudo haber pensado y propuesto en su momento?

Porque, en la práctica, cómo dice el Presidente, por un lado “terminó con la polarización”, pero por otro ataca a Jaime Nebot o los llama triunvirato de la desestabilización y los jefes de la mafia. 

¿Cómo luego puedo atreverme a volver a decirles, ahora sí que ya estoy debilitado porque acabo de perder un referéndum, sí los necesito y sí quiero sentarme a conversar? ¿No resulta súper incoherente que por un lado diga fin a la polarización pero por otro alimente esta esta maquinaria espantosa que muchas veces los presidentes tienen en sus seguidores que incentivan ese quiebre?

Ese es un problema, no solo de este gobierno, es un problema de los gobiernos, un problema serio porque ahí hay este rollo del Twitter y las redes agresivas. Es un problema serio de la democracia.

Y entonces no es menor, no es tan fácil tampoco porque al final del día una tendencia nacional en Twitter le pone a uno contra las cuerdas. Pero para eso hay que tener un armado y yo quería, por ejemplo, construir militancia digital, que es una gran fortaleza del socialismo del siglo XXI y una gran debilidad del gobierno. Y entonces claro, para eso hay que recurrir a las bases que uno tiene mientras hizo campaña, construir partido. 

Siempre y cuando haya partido. 

Y entonces me dicen sí, habla con la señora no sé cuánto que era la que llevaban las redes a nivel nacional y con no sé quién en Pichincha. 

Entonces habló y la señora dijo que ella terminó cerrando los chats porque la gente estaba muy resentida, porque después de llegar al gobierno nadie más les dio pelota en nada. Entonces  así uno no construye, una mínima militancia para tener un un poder porque Twitter, específicamente que es donde están todos los informados y los actores de la política — periodistas, liderazgos políticos y tal— es una batalla que no la gana.

En el año 2015 pagamos un estudio  y confirmamos cómo operaba el correísmo en eso y ellos tenían una una metodología que se llaman de Lobos. Es decir, tú ponías un tuit que no le gustaba y al menos tres, te tenían que saltar encima al o más, entonces eso daba la sensación de que la gente está de acuerdo siempre con ellos, aunque nunca fue verdad porque siempre fueron la mayor minoría, entonces yo lo dije esto en gabinete.

¿Pero le escucharon alguna vez?

No sé, pregúnteles a ellos. Yo dije que yo necesito militancia digital, entonces hay ministerios como el MIES que tienen 11 mil gentes en nómina. Yo digo que podrán conseguir 300 que me ayuden, digo yo, pero no, no lo logré, no había la perspicacia, esa calle que se necesita.

Justo todo lo que usted cuenta hace pensar que no hay una comprensión, ni siquiera básica de la política.

Bueno, ese es mi gran mensaje en la carta. Digo, cómo yo le puedo poner a dirigir la operación de mi gobierno a una persona que tiene 30 años de rodaje en marketing bancario, que es un genio en eso, pero que no ha sido ni 15 días concejal de Samborondón. Entonces,  es como que me ponga a mí a ser presidente del banco. Seguramente le quiebro porque no sé, o póngame de gerente del Hospital Metropolitano, se muere la gente en toneladas, porque no sé. 

En Estados Unidos un CEO nunca es menor de 40 a 45 años. Es decir, los muchachones de las empresas tecnológicas contratan un viejo para asegurarse de que haya ponderación y decisiones razonables: un tipo que tenga 20 años administrando plata, personal, recurso humano. 

Eso no es invento. Por eso es que luego se ve lo que se ve. Pero el problema fue que eso no se reconoce.

Mi carta tiene dos valores,  tres, quizás. Lo primero es que viene de un tipo que estuvo dentro. Lo segundo que viene de un tipo que tiene un nivel de reputación porque tengo 30 años en esto: asesoré a cuatro presidentes, cinco alcaldes de Quito, he estado sentado en oficinas de Jaime Nebot, de alcaldes de Cuenca, de Macri en Argentina, de mexicanos. 

He dado training a 800 políticos en el continente. Entonces algo sé de esta cosa y además soy un tipo bien intencionado democrático.

No comulgo con el modelo socialista para nada.

Soy duro porque es como darle un sacudón porque no hay otra forma de que oiga. 

La prensa viene diciendo lo mismo año y medio. O sea, no es que yo dije ahora, de pronto, se me ocurrió esto. Ustedes vienen diciendo esto cada semana: oiga, escuche, escuche, la burbuja, mil figuras, memes, podemos hacer una miniserie de todo esto.

Pero la sordera es bárbara. Y bueno, las consecuencias son estas. El país ha perdido dos años y la democracia se ha debilitado aún más. 

Si hoy se hiciera una investigación seguramente los millennials, los jóvenes van a decir que ven a Bukele, que venga cualquiera que ponga orden esta pendejada. 

Pipo Laso habla en la entrevista

Pipo Laso habla en la entrevista sobre sus reparos en el gobierno que dejó. Fotografía de Diego Lucero para GK.

Usted dice esto de la empresa electoral. No hay partido político detrás del Presidente, no se evidencia por lo menos. Usted habló también de la militancia digital, tampoco parece que hay militancia real. Sin este soporte político después de los resultados del referéndum con esta debilidad interna que quizá podríamos tener la esperanza de que cambie con los cambios de gabinete. ¿Usted cree que hay una salida optimista para el gobierno?

Quisiera hacer dos reflexiones. 

Una, el tema de la empresa electoral no es sólo una dedicatoria a este gobierno. En mi libro hago todo un análisis grueso. Además no es mío, es de un escritor y periodista peruano que lo escribió cuando subió PPK hace algunos años y hablaba de que eran los partidos de eslogan decían él. 

Lo que queremos decir con eso de las empresas electorales es que son grupos que se arma para que alguien llegue al poder pero donde no hay pensamiento político.

La política exige pensar, ¿no es cierto? 

A ver, en Salud, cuáles son los problemas, llamémosle al doctor tal que ha trabajado 15 años esta vaina para que nos diga cuál es el estado de situación y tal. Entonces uno va construyendo políticas y ve qué puede hacer cuando llega al poder. 

Entonces si no hay eso, ocurre lo que yo describo, una orquesta desafinada. 

En el caso del gobierno, sí debería entrar en una mirada así, pensar en cortísimo plazo. 

El problema que tiene es que armar un proyecto político toma tiempo. No es una cosa que se arma en 15 días. 

Lo que ahora le toca al gobierno es, más bien, entrar en una situación de manejo de crisis. Es decir, cuando uno tiene crisis tiene que priorizar: tengo 60 problemas, ¿cuál es el núcleo del problema? 

Tengo cien  tipos que me atacan ¿por dónde puedo hacer un acuerdo para neutralizarlos? Tengo un tipo que me quiere botar, que quiere ya venirse y tomarse Quito , ¿cómo lo neutralizo y le separo de las otras fuerzas? ¿Cómo gano capital político con la gente normal?. 

Esas preguntas hay que hacerse ahí dentro en una mesa estratégica ¿qué recomiendo yo? Una agenda de seguridad y negociar mañana con las fuerzas políticas. Hoy háganla y mañana negocian porque además no es que tiene un mes y el otro mes para ver cuándo hacemos, no 

Pero Pipo, con personajes que generan tanta polarización como Diego Ordoñez, por ejemplo. ¿No es poco estratégico poner un personaje que genera tantas fricciones y que va a dificultar el diálogo? 

Siempre y cuando le ponga a él a hacer el negociador o el vocero, sí. 

Yo creo que Diego Ordóñez puede hacer un buen trabajo técnico y bajar el perfil en términos de vocería.

Porque ha tenido un perfil importante a vocería política

Esa sería mi recomendación yo diría que agarre el manual y le entregué a Cucalón y diga “anda, hablas, vos y se acaba el problema”. 

A Diego lo conozco hace muchos años, igual como un amigo, conozco sus virtudes y limitaciones. Le he dicho “hermano, baja el perfil porque no eres bueno en esto”.  

Es beligerante, le gusta polemizar, no se aguanta, tiene tiene la bilis, la bilirrubina potente, entonces si no se calma o no bromea en estos tiempos de memes y de hiperactividad política, es difícil. 

Además hay que entender que él está cumpliendo un rol muy jodido

Aquí se piensa que la solución es el cambio de  cristiano y el problema se arregló. No es así, o sea la la construcción de una política es un acuerdo social siempre para cualquier cosa —un acuerdo para la salud

Y en mucha diversidad, ¿no?

Claro, claro, en unas miradas totalmente contrapuestas. Y somos negativos. 

Incluso la prensa, el año pasado me cuestionó porque dijo que yo digo que la presa es negativa. No, no, no, dije que los ecuatorianos somos negativos y los quiteños somos los campeones de la negatividad.  

Diego tiene un rol muy complicado. Yo lo que sí pude ver, y algunas veces conversamos, es que él tiene bien juntadas las piezas, no en cuanto a análisis porque hay temas  que fortalecer. 

Usted tiene que integrar, inteligencia, tecnologías, equipamiento, capacitación y limpieza de las fuerzas. Y todo eso lo tiene, está listo.

Pero en dónde lo tendrá porque nosotros  no sabemos, no lo vemos, no nos enteramos. Falta de comunicación.

La comunicación es tremendamente débil. Esto es algo que hay que irle contando a la gente: aquí tengo el plan de tecnología, y luego hay que ir haciendo cosas.

Mientras esto pasa la Policía sigue con déficits en equipamientos, el tema de los radares, los temas de control altamar. En fin, hay una serie de vacíos que si no se corrigen, ya en la parte operativa, táctica, en el día a día, no se van a dar resultados.

En su carta dice  algo que no quiero dejar de preguntarle: “aquí no hay obra pública ni proyectos emblemáticos, nada que mostrar”. La comunicación tampoco hace milagros. Si es que si esto que usted dice, es en efecto así, se cierra la lanfor y la comunicación se va a la casa, ¿no? 

Por eso me fui. Porque yo no puedo dar la cara. Yo no soy mentiroso. Uno tendría que ser el Lionel Messi de la comunicación para sobrevivir en un terreno así. No mira, ya, así, pero no puedo, no no, no, no.

Yo no podía trabajar así.

Yo generé proyectos emblemáticos, generé lo que sé hacer, como he hecho en muchos casos a lo largo de mi vida, buscando dónde hay cosas que comunicar, conversando con los ministros. Pero, por ejemplo, en obra pública le entregan a la alcaldía de Manta 81 millones de dólares en diferentes cosas para hacer unos proyectos maravillosos. 

81 millones debe ser el presupuesto anual de Manta. Es como que a Quito les regalen 800. Pero no tienen plata para hacer el mantenimiento de la malla vía nacional. Además, uno tiene que analizar que el correísmo hizo una malla vial impresionante que luego es difícil de sostener. A menos  que uno cobre peajes o haga algo. 

¿De dónde sale la plata para mantener esa super vías? Tú sabes que uno tiene que hacer un análisis para decir “esta cobro peaje” o lo que sea. 

Pero justo ahí hay otro cuestionamiento, Pipo, que esto de decir que el correísmo hizo esto o aquello. Ya. Lo que sea que haya hecho ya lo hizo y ahora el Presidente ganó para resolver lo que haya que resolver. Es decir, llorar sobre la leche derramada también genera incomodidad en la gente y en los ciudadanos.

Por supuesto. Es que ahí vuelvo al tema: la política no es una pelea de box en la que yo le gano por decir “el correísmo, el correísmo, el correísmo”. 

Es una seducción a doña Rosita para que vote por mí y para que vote por mí Doña Rosita tiene que tener seguridad, carretera, salud y educación. 

Entonces yo me tengo que dedicar a solucionar no a decir “es que, es que”.  No, no, no. 

Eso puede servir y hay casos emblemáticos en donde no se hizo bien como el de Macri en Argentina que aconsejado por el gurú Durán, salió a decir que Argentina era Disney, no evidenció la crisis y eso le complicó todo su gobierno. 

Lo que quiero decir es que hay un momento donde uno debe decir, y es cuando llega al poder,: “Recibo así, recibo un país quebrado porque la deuda tal, con unas carreteras que no se van a poder mantener, con unos hospitales pero con un pésimo servicio de atención primaria, con esto esto y esto, pero me voy a poner a trabajar y con su ayuda voy a ir solucionando los problemas”. 

Muy bien, se acabó la pendejada,  y luego no necesitas solucionar todo porque la gente entiende que con Correa había bonanza y ahora no hay bonanza, que ahí no había guerra de Ucrania y ahora guerra de Ucrania. 

O sea la gente no es boba, pero lo que sí tiene que ver es que hay un Presidente y un gobierno preocupados por hacer todo lo posible para ir adelante. 

Que no puedo hacer todas las vías, lógico que va a entender, no importa, pero cuénteme qué está haciendo y al menos haya el analgésico de mi papá en el hospital, que eso sí ha de poder.

Por eso me sorprendía la frialdad de estos tipos.

Incluso Iván Correa en octubre, el día que renuncié, al día siguiente él salió a decir que me había sacado por errores comunicacionales. Mentira. Yo renuncié por propia voluntad. 

Yo sabía que ellos estaban buscando la forma de sacarme. Al día siguiente cuando le preguntan sobre las medicinas,  él dice sí, que están avanzando y que estima que para enero o febrero ya estén abastecidos. Eso fue el 12 o 13 de octubre. 

O sea, Iván querido, mientras tanto se va a morir mucha gente. Si a mí me ponen ese ese reto, declaro emergencia. Yo, Presidente me siento con quien me tenga que sentar, con él de compras, con quien carajo sea, pongo un avión de Fuerzas Armadas pero las medicinas están el lunes próximo en los hospitales. 

En ese ejemplo usted retrata perfectamente otra de las percepciones que hay desde afuera que es la indolencia del gobierno. ¿No hay comprensión de que esa es la realidad de la gente fuera de esta burbuja, en la que ellos viven?

Yo quiero ir más allá de solo ellos. Yo creo que la política en el Ecuador, los políticos en Ecuador carecen de un elemento fundamental y se llama sensibilidad. 

Por eso no hay políticos en el Ecuador a la altura de las crisis porque son insensibles. 

Esta es una gran muestra de insensibilidad. Las personas no son estadísticas. No puedo salir a decir “sí, ya estamos en el 60%”. Sí, pero se va a morir el otro 40%. 

Entonces no, la estadística no sirve. Hay que tener sensibilidad y prioridad. En octubre cuando salí estábamos hablando de esto mismo: seguridad y medicinas de los hospitales, ojo que ni siquiera mencioné las otras cosas. 

Cuando salí dije que he pedido y he rogado y tal y no hay medicinas en los hospitales y no hay una estrategia de seguridad operando en las calles y mientras no haya eso la gente no va reaccionar ni reconocerle nada a Guillermo Lasso.

Pipo hay también una discusión sobre la presencia simbólica del presidente. Pasamos de ver la cara del ex presidente Correa en todos lados a no ver nada… 

Sí, sí, claro.

¿Cómo el presidente no ve esto? ?Está preocupado más de digamos la ampliación de su capital social que del país?

Es así. Creo que hay una falta de sensibilidad en el presidente y su entorno. Y creo que el presidente y su gobierno nunca definieron su estilo de comunicación. Uno tiene que tener un estilo, el problema nuevamente, es que todos estos boys de derecha, siempre se refieren al correísmo para ver qué hacen.

Entonces, uno no puede vivir la vida así. O sea, yo no concibo  que la Liga haga su estrategia de redes viendo el Barcelona. No, no. Yo hago mi juego. Yo sé cómo hago mi juego, es distinto al del otro, pero yo sabré cómo hago, entonces defino si hago cadenas o no hago cadenas, si hago los lunes o los domingos, si tuiteo o no tuiteo.

Hay gobernantes, como Trump, que gobernaron desde Twitter y nada más y se peleaban con la prensa todos los días. Ok, eso es un estilo. ¿Cuál es el estilo del gobierno?

Y yo recuerdo, por ejemplo, con pavor, porque empecé a ver esa barbaridad, al comienzo, cuando el presidente mismo definió que no va a ser cadenas en ese espacio, sino que va a gobernar en las redes sociales y en el Tiktok. 

Entonces empezaron una ola de Tiktok de los ministros, desde el mismo sistema de comunicación que bailaban un reguetón con su biografía, con la bandera atrás, que yo, o sea, perdónenme, no.

Y luego, como eso hace el secretario de Comunicación; entonces otros ministros, lo mismo.  

La del MIES hizo un trencito, una cosa surrealista, en un país desempleado, con problemas de seguridad y con problemas de salud y una pandemia y en pospandemia y más violencia contra la mujer por la pandemia. O sea, problemas lacerantes, y vas a hacer Tik Tok y reguetón y pensar que así manejo la comunicación.

Y yo, en ese tiempo les ponía mensajes a varios de los amigos: “Por favor, déjense ayudar”. Yo no quería cobrar nada siquiera porque a mí no me importa eso,  mi país me duele tanto que no me importa si me contratan o no. No importa. 

Pero abran, dejen, escuchen, escuchen un poco. Nunca lo hicieron. Y ahora estamos en una situación supremamente compleja como país.

Ojalá, ojalá, el presidente y este nuevo entorno se sensibilice, ecuche. Y logre salir de esto, que yo defino ahí, esta suerte de coma político en el estado que él está.

¿Usted cree que esta ausencia simbólica le pasa factura? ¿Le cobra que la gente no le vea, que la gente no le sienta al lado, que la gente no sienta que se preocupa por sus problemas?

Sí, más que el tema de metodología porque no necesariamente tiene que estar en cada pueblo, es un tema de entender, de sensibilizarse y de buscar las soluciones. 

O sea, esto lo digo, por ejemplo, hoy convoca a ver, armemos de un agenda de seguridad y mañana convoco. ¿Qué le va a decir Jaime Nebot o cualquiera de ellos? “Yo no me siento dialogar sobre seguridad.” ¿Ah, cómo? Yo ciudadano puede decir «¿qué carajo, quiere que me sigan asaltando?” No hay actor que se pueda negar, pero debe hacer una agenda concreta, no un vuelo.

Y si mañana dice esto esto que estoy diciendo “a ver, póngame medicinas, los hospitales”, y el lunes me voy a ver cómo están todos los hospitales, punto. La gente va a decir, “un aplauso, por fin”.

Yo propuse las visitas sorpresa en julio, saliendo del paro. No es de invento mío, lo hacía Fujimori en los noventas, era un genio para pendejada, y llegaba, despedía y se acababa. 

El hospital probablemente seguía después sin medicinas, pero la gente tenía la impresión de que el presidente botó al director ese desgraciado.

Ya está, es comunicación, pirotecnia, como digo yo.

Entonces propuse, en junio. Habíamos pensado, voy al despacho el día que era para montar cámaras, equipos. No llevábamos medios, evidentemente, porque es sorpresa. Pues vamos así. Voy a hacer esto y la respuesta fue que íbamos al Pablo Arturo Suárez aquí en Cotocollao, y la respuesta en el despacho de uno de los muchachos, secretario de él, que ahora me puteo duro por mi carta, la respuesta fue que no había cómo ir porque el hospital estaba desabastecido. 

Mi argumento fue, razón más para ir, porque si reputea el presidente, la gente que está allá afuera, el presidente entra con la gente, le putea al director, al bodeguero, al que sea, les bota a todos, pero tiene que solucionarlo.  “No, es que mejor no”

Bueno, volví a proponer en septiembre. Mismo hospital, mismo operativo, misma respuesta. 

Dije me voy. Yo no puedo aquí. Y claro, mi equipo, mi mujer me decían: “No, quédate, lucha, que vale, tú que sí, que la vida, habla con el Presidente”. ¿Habla, cuándo? Si nunca me daban pelota. Siempre eran reuniones de siete, ocho gentes, con todo el séquito al lado y nunca tenía espacio solo.

¿Y pidió espacio solo con el Presidente?

Varias veces quise hablar, pero el poder es así. eso no me asombra. En estos entornos eso es así, con candados, en donde todo estás vigilando, viendo tal y yo soy un estorbo en eso porque soy un alma libre. 

Yo no tengo filtros ni nada. Yo me debo a mi país y a mis principios y se acabó. Y soy irreverente total… un peligro absoluto para para grupos de estos tan cerrados y que les gusta controlar.

¿En qué momento decidió qué se iba?

Fui decidiendo con el pasar del tiempo desde todo septiembre. Esa anécdota me quiero guardar porque es muy duro con el Presidente. Y no, yo lo estimo al Presidente, no creo que él esté involucrado en ningún lío de corrupción directamente..

Es un tipo que además ha hecho muchas cosas socialmente en su vida y que no las cuenta. O sea, no es un mal tipo. Creo que es un tipo al que le falta más rodaje en política. Y si no lo tienes, rodearse de un equipo que lo tenga y dejarse ayudar.

Como Ronald Regan, que no sabía un carajo de política pero tenía un gran equipo. Eso es todo lo que necesita.

Entonces, fue pasando esto de que ya no había espacios para conversar para sacar las cosas. Las cosas no fluían, y luego cuando apareció la consulta, dije “yo no me voy a quedar a ver la debacle de perder esto, y yo qué cara pongo”.

¿Usted sabía que iba a perder?

Yo me imaginaba. Yo, además, incluso tenía una campaña de humor para llegar a doña Rosita y ganar la consulta, bien hecha. Pero ni siquiera les pude decir nunca porque como me sacaron de la campaña, yo no iba a decir, “vengo a rogarles que hagamos esto”.

Yo estaba fuera y vi con mucho dolor que cuando luego ellos celebraban toda esta lógica de sacar a Karen Sichel como la gran vocera. Karen es inteligente, pero en mi libro, hablo de los dos países,  los arriba y los de abajo, que es el drama latinoamericano y ecuatoriano.

Entonces, si uno se remite al Ecuador del Twitter y los informados, está jodido porque el Ecuador de abajo es el verdadero. Y mientras la Sierra Centro siga teniendo los peores índices de servicios básicos de desnutrición, de salud, de educación, de vivienda y de trabajo, habrá siempre un Leónidas Iza para botarle al presidente.

relación del gobierno con la prensa

Laso habló sobre la relación del gobierno con la prensa. Fotografía de Diego Lucero para GK.

¿Cómo eligen aquí a quién el Presidente da las entrevistas?

Es un tema interesante porque, por ejemplo, la bronca de los amigos de La Posta conmigo fue porque, durante el paro, le dio una entrevista a Patricia Janiot y nos fue muy mal. Porque él pierde los papeles, habla de la narcopolítica, el narcotráfico. Entonces le dijo: “¿Y usted tiene pruebas?” “No, pero el narco y no sé qué”.

Entonces yo tenía claro desde siempre que él era un tipo débil para las entrevistas. No es un buen vocero de entrevistas. 

La entrevista es un arte. Eso como, con Jamil conversábamos algún día. Decíamos que es más o menos como en lo taurino, es una lidia. Yo viví eso con Jamil, de que era un tipo muy pobre para las entrevistas, de ser un tipo al que Vera, Carrión y Ortiz, los tres grandes tucos de la entrevista en ese tiempo, estaban asombrados, maravillados de oírle hablar. Porque ustedes, en la entrevista, buscan respuestas, soluciones, pistas para que el pueblo tenga esperanza. Ese es su rol. 

Entonces, si no es bueno, yo dije le guardo durante julio ver cómo le preparo. Incluso iba a traer gente que es buena en eso, hacerle un training profundo. Hacer un mecanismo de coaching porque siendo un Presidente no es menor, no es un media training y cambiaste ya.

No, es un coaching permanente con líneas políticas, con líneas de gestión y con límites para que no metas la pata. Y,  claro, no tuve el tiempo de hacer, y mientras pasaba esto, ya había incluso un compromiso de él, personal, con los amigos de La Posta de hacer una entrevista en el palacio y yo la corté no se la di a nadie. 

No fue que no les di a ellos y les di a otros. No. No le di a nadie.

Durante todo julio, el presidente no habló. Hizo un par de entrevistas internacionales hacia el final de julio con Infobae y algún medio español. Pero no con medios locales porque tampoco me gusta maltratar a nadie. No le doy La Posta, no te doy a ti. Me parece que hay que ser equitativos porque todos tienen derecho.

Por eso le pregunto, porque nosotros hemos tratado de conseguir una entrevista desde que él era candidato y no hemos podido. 

Bueno, pero luego pasó el tiempo y un día me llamaron a decir que el Presidente ya se puso de acuerdo para ir donde Carlos Vera, donde Rafael Cuesta y yo igual me entero ex post y entonces igual hay que armar. 

Y claro, ahí siguió con esa debilidad. 

Con Fernando del Rincón también le fue muy mal.

Claro, claro. Entonces él debía y debe tener un mínimo de training y dejarse guiar en eso. Si en algo debe dejarse guiar, es en comunicación, en su mensaje, porque el mensaje del presidente tiene mucha potencia, para bien o para mal.

¿Es cierto que usted prohibió que los ministros vayan a La Posta o a algún medio?  

 A mí, lo que no me gustó de ellos es la forma.

 La grosería me parece que no es. Usted ha conversado conmigo en este momento y no ha habido ninguna subida de tonos ni usted ni de mí. Me parece que ese es un límite fundamental. Esto de salir a decir “oye, cúrate rápido, hermano, porque te están haciendo el pendejo” al Presidente de la República, me parece que no. 

Y lo mismo era el amigo Boscán cuando decía que yo soy el “pipón” del Palacio. O sea, no me califiques, hermano, conóceme un poco, respétame un poquito, aunque sea por mis canas. 

O sea, y ese umbral sí me parece que no es correcto. Les veo más centrados en la información y menos en los insultos y eso me parece que es bueno. Pero esa fue la razón del quiebre.

¿Pero hubo prohibición?

Yo les puse una carta dura en donde yo les decía que me está insultando, insultándome a mí y que quiero que conozca un poco lo que he hecho y que debería respetarse, y tengo buenas intenciones. Entonces no me parece la forma. 

Pero claro, yo ahí hice una estrategia y consideraba que era adecuada, que era yo asumía la pelea, que me den a mí y eso pasó: se olvidaron un poco del Presidente y me miraban a mí. Pero luego ya cuando salí, eso cambió. 

Decidieron ya cerrarles todas las puertas, de no comunicar nada. Pero el problema no es de La Posta. El problema es que La Posta sale y dice que hay líos en EMCO y con Luque, el gobierno niega y el Presidente defiende a Luque. Por eso digo que el mensaje del Presidente hay que cuidar. 

Ocho días después tiene que recular y decir que casi no se reunía con él. El problema no es de La Posta, sino del gobierno, de una falta de estrategia y de los límites. 

Cuando uno es Presidente no puede poner las manos en el fuego por nadie. Decía ayer almorzando con mi mujer y, repito una frase de John Lennon de una canción que le escribe a Dios. Y dice “yo no creo en Dios, no creo en tal, en lo único que creo es en mí, en Yoko y en mí.”

A mí me pasa lo mismo. Yo pongo las manos al fuego por ti y por mí. Yo no puedo poner la mano en el fuego por mi hijo, o por mi cuñado, o por mi primo. No puedo. Peor en el poder. Tengo que cuidar porque yo me debo al pueblo y mi capital. 

Yo le dije al presidente cuando salió el caso Danubio. Sacó La Posta y dos horas después, los canales reprodujeron y nunca llamaron ni a Iván Correa ni a Pozo ni a ninguno. ¿Cómo no verificas? ¿Cómo no contrastas? En ese tiempo, yo defendía a Iván Correa y Fabián Pozo, yo asumí y dije que prueben, que ahí no hay gente corrupta en el entorno del presidente.

Yo sabía hacer lo que había que hacer con lealtad con valor, pero si no cuidan el límite del mensaje del Presidente, este que le digo, él no puede poner las manos al fuego por nadie que ponga por su mujer y por él, se acabó. 

Porque ya los hijos, cuñados, entenados, primos, no sé cuánto, uno más bien tiene que tener inteligencia para decir qué carajo andan haciendo, para que no me genere problemas, punto.

Esto lo viví con Mahuad y su hermano Eduardo, que fue el gestor del aporte de Aspiazu y tal y luego de la caída. 

Yo lo conversé con ellos y hablé con Eduardo y casi me doy de trompadas por eso. Eso no ha pasado solo aquí. El Presidente de México, Salinas de Gortari, y su hermano habían recibido dinero y la causa de quedarse pegado con alfileres en el poder fue por la corrupción de su hermano. 

El poder es así, atrae mucho. Si soy el hermano del Presidente y viene alguien y me dice “hermano, te vas a ganar dos millones de dólares si me ayudas con esta vaina”, y claro, “hermano, qué buena nota, ya tengo el Porsche y el departamento y Miami”.

Sol Borja en la entrevista con Pipo Laso

Sol Borja en la entrevista con Pipo Laso. Fotografía de Diego Lucero para GK.

¿Reconoce usted algún error cometido durante su tiempo, algo de lo que esté aprendiendo? 

¿Mientras estuve allí al servicio de la Patria?

Algunos. 

Uno, el manejo con la prensa en la primera parte, me costaba mucho. Quizás el gran aprendizaje mío fue esto. Yo nunca hice entrevistas, nunca di la cara, nunca salí, porque claro, mi rol era otro. Yo hacía campañas, hacía producción, asesoraba desde afuera y no era funcionario. Entonces, la entrada en los primeros días, tuve algunos cruces duros con algunos periodistas y eso fue un error.

El segundo error es algo que no he corregido. 

No soy viejo, pero sigo siendo ingenuo, confío siempre en la gente. Uno es como es. 

Si uno es pillo, piensa que todos son pillos, y si uno es ingenuo, piensa que todos son buenos. Y creo que en eso a veces exagero y no veo cuando alguien me pone el pie. Me tardo en eso porque siempre apuesto por lo positivo, por hacer equipo.

¿Muchos egos es la política?

Bueno, eso es. Es inherente a la política y a cualquier nivel alto.

¿Cómo gestiona eso? 

Bueno, yo en eso sumo tres cosas. Uno, el conocimiento, siempre busco conocimiento para aportar con lógica, con racionalidad, en construir mucha empatía, hago meditación, soy un tipo recontra positivo. 

Y lo pongo en el libro, en la introducción digo que siempre trate de ayudar y de conectarme con cada ser humano que encontré en mi camino.

Yo no busco enemigos nunca y luego.

Y un tercero, un buen sentido del humor, yo siempre busco que la gente se ría. Yo le levantaba al Iván Correa y le decía “Monseñor, Monseñor, hagamos cosas”.

Así soy, bromeaba mucho en las reuniones y bromeaba mucho en su gabinete de seguridad.

 Me pasaba bromeando todo el gabinete porque yo soy un tipo muy sensible. Y el humor es el antídoto al dolor.

Recuerdo la noche cuando mataron a este sargento Chimarro. Y en todos los cuarteles y destacamentos, a las nueve de la noche, tocaban y lo hicieron en el Palacio, yo me levanté del gabinete, y me fui al pasillo a llorar porque no podía, pero la única forma de de poder sobrevivir ahí es el humor y me vivo cagando risa.

¿Hoy cómo se siente después de haber salido? Le veo que algunas cosas que cuenta aquí le provocan emociones, le indignan.

Es que yo soy esa mezcla. Me indigno mucho por el dolor mismo. 

El dolor y la ira son dos polos de la misma vaina. Y a veces uno se pasa de un lado al otro, pero hay que tratar de tener un equilibrio porque siempre fui un alma libre. 

Siempre fui así, irreverente, y no me he curado de eso, pero me siento bien porque 31 años va a ser este año haciendo esto. Voy a cumplir 70 también y soy un viejo que no ha traicionado sus sueños ni sus principios. 

Sigo siendo un demócrata profundo, creo profundamente. Y creo que el gran problema de la política local es la gente que está ahí. Creo que sí, eso que somos la mayoría silenciosas que llamo yo.

Usted, cada padre y madre de familia que se levanta a trabajar y luchar. Somos buena gente, no somos pillos.

Y si nos activáramos, el país sería otro.

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María Sol Borja
Periodista. Ha publicado en New York Times y Washington Post. Fue parte del equipo finalista en los premios Gabo 2019 por Frontera Cautiva y fue finalista en los premios Jorge Mantilla Ortega, en 2021, en categoría Opinión. Tiene experiencia en televisión y prensa escrita. Máster en Comunicación Política e Imagen (UPSA, España) y en Periodismo (UDLA, Ecuador). Ex editora asociada y editora política en GK.
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