Estimado Pedro,
Ya que estamos en épocas futboleras, hablemos de los “camisetazos” que no solo se dan en el fútbol, si no también en la política. Se lo digo, porque en las últimas elecciones —cuando usted fue candidato presidencial— participó con el respaldo de Amigo, una organización política cuyo origen sigue siendo opaco. Además, se presentó como un candidato más bien con posturas económicas cercanas a la derecha liberal.
Hoy, usted se candidatiza a la Alcaldía de Quito por el Partido Socialista Ecuatoriano, cuyos principios están en la orilla contraria de aquellos que usted defendió en su campaña presidencial.
Cambiar de un partido político a otro sin importar sus principios, deja la sensación de que usted no tiene una base ideológica sólida ni tampoco principios claros.
Estoy seguro que no soy el único al que no le da una buena impresión ver a una persona que no le importa bailar con uno o con otro, siempre y cuando le permitan cumplir sus intereses personales. Y es aquí donde encuentro el problema porque un candidato debe priorizar los intereses de los ciudadanos más que los suyos propios.
¿Cómo podemos confiar en alguien que inició su carrera política en el movimiento la organización política vinculada a Daniel Mendoza —sentenciado por delincuencia organizada— y que, de un salto, pasa al Partido Socialista Ecuatoriano (PSE), una organización de izquierda revolucionaria? Lo de “izquierda revolucionaria” no es invento mío. Lo dice su página web, que también dice que “mediante la lucha popular, persigue la instauración de un régimen socialista para la transformación del Estado y la sociedad”. No puedo dejar de preguntarle ¿qué es una lucha popular, en sus propios términos? ¿Se siente realmente cómodo representando a una organización que se autodefine como de izquierda revolucionaria?
Y aquí debo aclarar que no tengo ningún inconveniente con que un partido político sea de izquierda o de derecha, pero sí es, por lo menos sorprendente, ver a una persona que dice ubicarse en el centro ideológico, representando ahora a un partido de izquierda radical.
¿Para usted el fin justifica los medios? ¿Se justifica, entonces, que si el PSE le permite llegar a las elecciones, pues entonces, se pone la camiseta socialista y repite sus consignas? ¿O solo usa al partido para alcanzar su objetivo de ser candidato? ¿Este camisetazo no tiene un costo personal para usted o no le incomoda en lo más mínimo, un día representar Amigo y al otro, al PSE?
Su cambio de camiseta, con esa ligereza, demuestra más bien que usted está usando a una organización política que debería haber elegido un candidato acorde a su ideología. Y que sea usted su representante para estas elecciones evidencia también la fragilidad de las organizaciones políticas a la que usted está contribuyendo al aceptar ser candidato cuando ni milita ni comulga con los principios del partido. Su participación, ahora con el PSE, me deja un tufo de oportunismo y ansias de poder que me hacen desconfiar de usted.
Y le cito otro ejemplo, la Carta de Madrid que usted firmó el año pasado. Allí se habla del “avance del comunismo” como una “seria amenaza para la prosperidad”. Me parece contradictoria esa postura con los principios que promueve el partido político por el cual hoy usted es candidato. ¿Cómo puede firmar un documento que dice que una ideología de izquierda revolucionaria es un peligro pero, a la vez, participar por el Partido Socialista como su candidato? ¿No se siente incómodo? Esto demuestra que usted no sabe cuáles son los pilares de su ideología política, en el mejor de los casos. O que está dispuesto a acomodarlos a conveniencia, en el peor.
María Cristina Bayas le escribió una carta abierta cuando usted era candidato para la Presidencia de la República, en las elecciones pasadas. Y allí ella señalaba algo con lo que estoy de acuerdo: esa ambigüedad que su candidatura presenta. Un político que no considera relevante el partido al cual representa, como usted lo afirmó en entrevista en GK, ya que solo lo mira como un “vehículo” para participar en las elecciones, demuestra una ética muy frágil y un pragmatismo peligroso. ¿La próxima vez que participe en elecciones qué camiseta usará para alcanzar sus metas?
Si pasamos a la revisión de su plan de gobierno —que no quiero dejar de lado—, veo mucho análisis histórico y referencias técnicas pero poca profundidad en las propuestas concretas. ¿Le parece que seguimos en un momento de diagnosticar?
Quito no da más con el manejo de la basura, por citar uno de los temas urgentes, y tenemos serios problemas de fondo como la fauna animal o la necesidad de tener una ciudad más amigable para todos sus habitantes, pero usted no ofrece soluciones. ¿Por qué no hay ninguna propuesta concreta para reutilizar la basura en fuentes energéticas o para su correcta distribución? Eso requiere acciones medibles y cuantificables que no veo en su plan de gobierno.
Su propuesta con los mercados es también muy escueta. Mercados como el de San Miguel en Madrid nos demuestran el rol que pueden tener para el impulso del turismo, el comercio o la cultura. ¿Qué propone usted, concretamente, para los mercados con una planificación que permita su desarrollo sostenible y sustentable a largo plazo?
No quiero dejar de lado algo que usted también menciona en su plan: las quebradas. Los quiteños las volvimos a ver después de lo que pasó en La Gasca en febrero pasado. Esa desgracia era prevenible con planificación, control y seguimiento por parte de las autoridades y a la construcción descontrolada en las cercanías de las barrancas. Yo denuncié hace más de un año algo similar que ocurre en el sector de Conocoto, pero el Municipio ignoró mis inquietudes. ¿Qué medidas presentará su plan de gobierno para generar acciones efectivas en este campo? Lo consulto, porque su plan de gobierno habla de estudios y políticas para resolver esta situación, pero no presenta acciones con tiempos y esquemas definidos donde se determine responsables, seguimiento, control y planificación.
¿Cómo se puede reubicar a todas las personas que han construído sus viviendas en las quebradas? ¿Qué costo tendrá? ¿Cómo se realizarán los estudios y quién? y ¿Cómo involucrar a la ciudadanía y las empresas para generar conciencia social? son cuestionamientos relevantes para el eje de acción en esta problemática que siento, no se están analizando.
Para concluir esta carta, estimado Pedro, debo decir que, como quiteño, considero que no buscamos planes que presenten propuestas “innovadoras” como helipuertos o un “nuevo centro colonial”, tal como usted propone. Buscamos respuestas concretas, ejecutables y medibles, que puedan hacerse con el presupuesto asignado y que resuelvan los problemas más urgentes: movilidad, riesgos, seguridad. Buscamos espacios seguros, servicios decentes, sistemas eficientes y autoridades que se pongan la camiseta —una sola, no la que le convenga según el beneficio propio que pueda alcanzar— y lideren los cambios que necesita la ciudad.
Queremos autoridades reales, que tengan valores concretos, que sean coherentes entre sus decires y haceres, que no cambien su discurso según el partido con el que se encuentran y que mantengan sus principios claros. ¿Usted realmente cree que puede ser esa autoridad?
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