Bruce Willis una vez nos salvó de un asteroide en una terrible película, y esta semana estuve muy indeciso en si hacer esta edición de la hamaca sobre DART o sobre la cara del buen Bruce.  

flecha celesteOTRAS HAMACAS

Como sabes, DART es el aparato que la NASA estrelló contra un asteroide por si acaso algún día corremos el terrible doble riesgo de la extinción masiva y de que la pésima Armaggedon se vuelva realidad. Si esto último pasa, bien ganada tenemos la desaparición. 

Pero me decidí por la cara de Bruce Willis. No por su mandíbula de hierro y mirada fría y melancólica sino porque se había dicho que el actor le había vendido los derechos de su cara a una compañía de deepfakes llamada Deepcake. Resulta que no es cierto.

O sea, no es del todo cierto. Pero vamos por partes. 

Primero, recordemos qué es un deepfake. Aquí en la hamaca lo definí como “una técnica para crear videos falsos muy difíciles de identificar”. 

Son, decía a propósito del deepfake hecho con la cara del presidente ucraniano Volodomyr Zelensky, producidos a través de machine learning, una forma de  inteligencia artificial que “utiliza datos y algoritmos para imitar la forma en que los humanos aprenden, mejorando gradualmente su precisión”, explican en IBM, uno de los líderes en su desarrollo.

(Digresión: una asidua lectora de la hamaca me reclamó por el titular de esa hamaca, que era El deepfake de Zelensky, porque a ella le parecía que podría ser interpretado como si el video falso lo hubiese hecho el presidente ucraniano, cuando era todo lo contrario. A mí no se me pasó tal interpretación por la cabeza. No sé qué opines tú, pero me pareció una muestra de la siempre traicionera polisemia en el periodismo).  

Pero volviendo al hombre rudo más encantador del mundo: la noticia, dada por el tabloide británico Daily Mail, era que Willis era el primer actor en vender los derechos de su imagen para que una compañía los utilizara

Era una noticia que sonaba a buen negocio, pues la estrella de la saga Duro de matar se retiró en marzo de 2022 de la actuación porque sufre de afasia, un trastorno del lenguaje que dificulta la comunicación mediante el habla y los gestos. “Para los actores que ya no pueden actuar”, decía la nota de la BBC sobre el desmentido, “podría ser un cambio radical”. 

Pero ayer, Willis negó a través de su agente que haya vendido los derechos de su cara. Un representante de Deepcake, la compañía rusa que los habría comprado, también negó la transacción. 

Para lo que Bruce Willis sí les dio permiso, adujo, es para crear su “doble digital”. Fue usado en 2021 para un anuncio comercial de Megafon, una compañía de telecomunicaciones rusa. Todo es muy confuso, porque el agente de Willis le dijo a la BBC que “Bruce no tiene ninguna asociación ni acuerdo con esta empresa Deepcake«.

En el sitio web de la empresa, sin embargo, aparecen supuestas citas textuales dadas por Willis. “Me gustó la precisión de mi personaje. Es una gran oportunidad para mí de retroceder en el tiempo”, habría dicho el actor. “La red neuronal se entrenó en el contenido de Duro de matar y Quinto Elemento, por lo que mi personaje es similar a las imágenes de esa época”, es otra cita que aparece en el sitio. 

La BBC le preguntó al agente de Willis si las palabras eran del actor o si había trabajado alguna vez con Deepcake, pero no tuvo respuesta hasta el cierre de la nota del sábado 1 de octubre de 2022.

Darth Vader también

La inexacta noticia sobre la cara de Willis llegó días después de que se supo que James Earl Jones, el actor que dio voz a uno de los grandes villanos de la historia del cine, Darth Vader, había aceptado que una inteligencia artificial replicara su voz para el spin off sobre Obi-Wan Kenobi, de la saga de La Guerra de las Galaxias

Una startup ucraniana llamada Respeecher recreó la grave voz de Jame Earl Jones (que hoy tiene 91 años) y colocó “sus capas” de audio sobre la lectura de las líneas que hacía por otro actor. Acá pueden ver cómo se escucha la voz de Vader en la serie. Como bien dice el reportero Devin Coldewey, del sitio especializado en tecnología TechCrunch, la réplica es “bastante sólida”.

Esta tendencia, por supuesto, está trayendo nuevos debates sobre el uso de inteligencias artificiales en las industrias creativas. Ya hemos conversado aquí del uso de algoritmos creativos, y de su tendencia a moldear la cultura del presente y el futuro

La cuestión ética 

¿Estaremos destinados a perder ciertas historias, o ciertas narrativas, porque simplemente no son lo suficientemente populares como para que un algoritmo las recoja y les diga a las productoras que vayan por ese camino? 

Por lo pronto (y por lo largo), el ingenio humano no puede ser replicado a la hora de imaginar. Pero los formatos y modelos en que esas historias se cuentan estarán (están) marcadas por lo que dictan los algoritmos. Es curioso porque, como dijo Don Draper en Mad Men, muchas veces la gente no sabe lo que quiere hasta que alguien se los muestra.

Por ejemplo: un algoritmo no podría haber imaginado el fantástico trabajo periodístico de Bad Bunny en su video documental musical El apagón + Aquí vive gente

En el video musical de su estridente canción El apagón, durante más de 20 minutos, el artista puertorriqueño inserta un reportaje investigativo de la periodista Bianca Graulau sobre la situación de los apagones en Puerto Rico y la creciente gentrificación y privatización de las playas de la isla.

Ese trabajo es producto del ingenio de Benito y su equipo, y no de la orden de un algoritmo, el reino. Pero el uso de deepfakes y otras formas de IA para reemplazar actores es una realidad. De hecho, ya hay movimientos contra su uso. Equity, el sindicato de trabajadores de las artes escénicas del Reino Unido, lanzó la campaña Impidan que las IA se roben el show. 

Según Equity, el uso de inteligencias artificiales ha crecido rápidamente en las industrias del entretenimiento en los últimos años, y la ley de propiedad intelectual británica no le ha podido seguir el paso. Es un drama recurrente en la historia de la humanidad: la legislación siempre se tarda en comprender la realidad. “Y esto está llevando a que los artistas intérpretes o ejecutantes sean explotados”, afirma Equity. 

Según la organización, en muchos casos la reproducción de IAs se hace sin el consentimiento de los intérpretes, quienes en algunos casos no reciben pagos por esos usos. Equity afirma que el “79% de los artistas intérpretes o ejecutante

s que han realizado trabajos de IA sintieron que no tenían una comprensión completa de sus derechos” antes de firmar el contrato.

Un 65 % de estos artistas, afirma Equity, creen que estas tecnologías representan “una amenaza para las oportunidades de empleo en el sector de las artes escénicas”. Esta cifra se elevó al 93% para los artistas de audio.

Este es otro caso en que las IAs invaden el campo laboral humano. Sus implicaciones éticas y sociales pueden llegar a ser profundas. Quizá no haya llegado el día en que le demos un Óscar a una IA por un guion o una interpretación original, pero la forma en que los algoritmos están moldeando nuestras industrias merecen nuestra total atención.

Josemaria 100x100
José María León Cabrera
(Ecuador, 1982) Editor fundador de GK. Su trabajo aparece en el New York Times, Etiqueta Negra, Etiqueta Verde, SoHo Colombia y Ecuador, entre otros. Es productor ejecutivo y director de contenidos de La Foca.

VER MÁS CONTENIDO SIMILAR