Dieciocho meses. ¿Es mucho? ¿Es poco? Es tiempo. Es el tiempo que tiene el presidente electo Daniel Noboa para gobernar. Es tiempo que debe ser aprovechado. Es un año y medio para avanzar, sentar las bases para la prosperidad y la paz. O puede ser un año desperdiciado por el canibalismo clásico de nuestra clase política. Entre más tiempo pasa, más sangre corre por las calles, se pierde calidad de vida y se profundiza esta crisis multidimensional en la que está Ecuador.
Esta decisión trascendental está en manos de Noboa.
Daniel Noboa tiene una enorme responsabilidad: ser el capitán de un barco que enfrenta un iceberg. Hay que esquivar el bloque de hielo pero también fortalecer el bote. Esto es, sentar los pilares de la prosperidad a través de políticas públicas de Estado que sean sostenibles en el tiempo. Necesitamos una gestión política proactiva y pragmática. No hay tiempo ni para improvisaciones ni para peleas insensatas entre los políticos.
Sabemos que 18 meses no son suficientes para componer al país pero no deja de ser tiempo valioso.
El capitán necesita un mapa y una brújula que lo guíen al norte. Debe aprovechar su mandato para establecer esta hoja de ruta. ¿Qué debe tomar en cuenta? En primer lugar, una agenda legislativa: debe contener acuerdos intra e interpartidistas a favor del país. Esto, para definir los temas a priorizar entre el programa de gobierno y la agenda legislativa.
En segundo lugar, debe incorporar en lo público las diferentes agendas sociales de forma transversal. Por ejemplo los temas de medioambiente, la violencia de género o la inclusión.
Finalmente, debe trabajar arduamente para recuperar la confianza en el sistema político. Según una encuesta de Latinobarómetro, sólo el 12% de los ecuatorianos está satisfecho con la democracia y el 50% apoyaría un hipotético gobierno militar. Y debe poner a trabajar el Presupuesto General del Estado en la gente: invertir en los servicios públicos y mejorar la calidad de vida de los ecuatorianos. El dinero será fundamental en este periodo: sin inversión, sin dinero, no hay cómo ejecutar el cambio prometido.
Sabemos que 18 meses harán de este país un oasis. Por eso, las decisiones a tomar deben tener precisión quirúrgica: seguridad, empleo, economía e inversión social. Son 4 ejes útiles para trabajar y generar bienestar inmediato en la ciudadanía que tanto lo espera. El capitán debe generar un músculo político fuerte que le permita gobernar. Debe tener a la ciudadanía de su lado como también a los actores políticos.
El tiempo y las expectativas también jugarán un rol fundamental en este proceso.
El tiempo funcionará como un cronómetro que empieza en el momento de la posesión. Las expectativas son como un salto de fe en los primeros meses de la luna de miel del nuevo gobierno.
Para los gobernantes, recuerden: los ciudadanos están cansados, tienen una fatiga electoral. Y la esperanza depositada puede ser una bomba de tiempo. La percepción de la ciudadanía sobre la gestión del gobierno es un arma de doble filo: puede ayudar al presidente en la gobernabilidad o activar el instinto caníbal del ajedrez político.
Este capítulo de la historia del Ecuador es trascendental. Es una elección que se organizó en 90 días en medio de una crisis multidimensional y un año electoral violento. Esperemos que los políticos estén a la altura de esta situación crítica que vivimos. Esperemos que los marineros del capitán le permitan remar para el mismo lado. Esperemos que el capitán lidere con fuerza el barco para cambiar su trayectoria para llevarlo a puerto seguro.
Dieciocho meses puede ser poco o mucho. Pero es tiempo y el tiempo es oro. Si se aprovecha, podemos salir del hueco sino, nos estancamos y la crisis será aún más profunda. Aunque suene evidente, entre más tiempo pasa, aumentan los índices de violencia en el país.
18 meses pueden ir para bien o para mal, ustedes, los políticos, lo deciden.
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