Los debates no son perfectos pero son un espacio importante para conocer las posiciones y diferencias entre los candidatos. En este caso, las posiciones y diferencias de Luisa González y Daniel Noboa.
En el plano del “deber ser”, la democracia se fortalece con los debates. La ciudadanía tiene la posibilidad de informarse. Es un espacio, en teoría, donde las promesas electorales se contrastan con la realidad. De ahí su importancia.
En Ecuador, los debates son obligatorios desde 2019 tras las reformas al Código de la Democracia. Es decir, que fue en las elecciones 2021 cuando, por primera, se realizaron.
Los ecuatorianos estamos ante un nuevo producto comunicacional político, y en 2023 no ha pasado desapercibido. Las cifras de audiencia del debate de segunda vuelta aún no se conocen, pero del de la primera vuelta se sabe que fue visto en 800 mil hogares.
En un país con un padrón electoral de más de 13 millones, donde el hogar promedio es de 3 personas, pero supongo que solo 2 votan, el debate de primera vuelta llegó a más del 10% del padrón. Una cifra nada despreciable.
El 1 de octubre de 2023, se realizó el de la segunda vuelta, un debate crucial para el Ecuador. No solo por el deber ser democrático además por el contexto político, social y económico del país.
Era un espacio para debatir propuestas pero también para demostrar liderazgo. Para contarle al país cómo van a manejar al país en 18 meses, para contarle al ciudadano cómo levantar un país en las ruinas.
¿Qué sucedió? Un debate lineal, monotemático y una enumeración de propuestas. Un debate que pudo ser un mail.
Ningún candidato se arriesgó. Sus intervenciones fueron calculadas para evitar errores. Saben que existe un 30% de indecisión y un 10% nulos. Votos que pueden decantarse para cualquier y en cualquier momento. Ninguno se salió del guión para, como se dice coloquialmente, “no dar papaya» y perder el partido. Fue tan evidente lo insípido del debate, que ni siquiera dejó material para los memes.
¿Por qué pasó esto?
Este debate tenía muchísimas expectativas porque el anterior fue decisivo por circunstancias extraordinarias que en esta ronda no están presentes.
Estas expectativas fueron un elemento clave para el debate. Hoy, lo que más le juega en contra a Noboa, son las expectativas que generó en el primer debate. No «empeoró» su actuación. Es la misma pero ya no «sorprende».
Luisa hizo los deberes. Dejó de hablar del pasado. Habla del futuro: cómo, cuándo y dónde. Ya no le habló al voto duro, sino al indeciso y en su tono.
¿Fue suficiente? Al parecer no.
La ciudadanía se quedó con un sinsabor electoral. El que no arriesga, no gana dicen por ahí. Y ambos jugaron a lo seguro. Ojalá ninguno le haya apostado a este espacio para despegar su campaña.
El tablero electoral se mantiene en la incertidumbre, en el todo puede pasar.
Estas semanas de posdebate serán cruciales para empezar a mover sus números. Deberán enfocarse en generar conversaciones positivas e interesantes hacia y sobre sus candidaturas. Salir de la zona de confort y empezar a pensar como presidentes, no candidatos.
Más allá de las propuestas (en las que hay muchas coincidencias) la clave está en lo político.
En cómo se va a ejercer el poder en la administración pública y en el juego político. En cómo gobernará cada uno si tiene una Asamblea fracturada. En resumen: quién tiene el liderazgo para sacar adelante nuestro país en condiciones críticas.
¿Quién será capaz de tomar las riendas del país con entereza, valentía y con compromiso democrático? Quién sea que gane, debe estar a la altura de las circunstancias que estamos atravesando.
Esa es la respuesta que nos hizo falta.
Únete a la GK Membresía y recibe beneficios como comentar en los contenidos y navegar sin anuncios.
Si ya eres miembro inicia sesión haciendo click aquí.