“Bienvenidos a Tiwintza: donde inicia y termina el Ecuador” es la frase que se impone en la carretera al llegar a este cantón de Morona Santiago, en el sureste de la Amazonía. Al costado derecho del puente se ve y se escucha al río Upano, que más adelante se convierte en el Santiago. Al izquierdo, está la entrada a la comunidad shuar de Yuquianza (o Yukiankas), donde viven más de 200 personas. Todo este paisaje también podría representar un final y nuevo inicio: en los próximos seis años se transformará en parte de la hidroeléctrica más grande del país y la tercera de América del Sur: la hidroeléctrica Santiago.

El fantasma del proyecto que se instalará en el río Santiago recorre las comunidades de Tiwintza desde hace once años. En 2012 se iniciaron los estudios de prefactibilidad en esta zona, esos que se hacen para evaluar los recursos disponibles, analizar las proyecciones de producción de energía eléctrica y fijar las bases de los estudios. Y, hasta 2016, los habitantes en su mayoría de la nacionalidad Shuar se acostumbraron a ir y venir de los foráneos. Después de una pausa de cinco años, las visitas para socializar el proyecto se retomaron en 2022, pero los dejaron, de nuevo, con más confusiones.

río Santiago

La hidroeléctrica se instalará en el río Santiago, en la unión entre el Zamora y el Upano, en la provincia de Morona Santiago. Fotografía de Isabel Alarcón para GK.

Unos dicen que extranjeros ya llegaron a construir grandes torres a un costado del río, pero que no se ven por la vegetación. Otros cuentan que levantaron un muro y que se lo llevó la corriente, y algunos aseguran que una empresa china o mexicana instalará la mega infraestructura en esta zona, que inundará las comunidades cercanas. La falta de información sobre el proceso mantiene a Yuquianza pendiente del regreso de estas personas extranjeras, como ellos los llaman, y con la incertidumbre sobre el futuro de su hogar. 

Los habitantes de Tiwintza —donde hay 64 comunidades, entre ellas Yuquianza— no son los únicos que tienen dudas sobre el proceso de esta hidroeléctrica, que tendrá el doble de potencia de Coca Codo Sinclair. Justamente las conexiones de Santiago con este cuestionado proyecto, las modificaciones en su estructura, la demora en los procesos, los cambios en sus presupuestos y el impacto ambiental despiertan confusión sobre el futuro de esta nueva hidroeléctrica, que se supone alcanzará una potencia de 3 600 megavatios (MW), en dos etapas, y producirá alrededor de 15 000 gigavatios por hora (Gwh) al año. 

entrada a Tiwintza

Tiwintza es uno de los tres cantones de Morona Santiago que son parte de la zona de influencia de la hidroeléctrica Santiago. Fotografía de Isabel Alarcón para GK.

Ecuador es uno de los 10 países en el mundo que tiene el mayor porcentaje de electricidad generada por hidroeléctricas. De enero a diciembre del 2022, estas estructuras aportaron con el 98% de la electricidad del país. Del 1 de enero al 22 de febrero del 2023, la electricidad producida por las hidroeléctricas representó el 72%. Coca Codo Sinclair es la que más aporta, y lo hace con alrededor del 30%; esta hidroeléctrica tiene una producción estimada de 8700 Gwh por año. La energía que se produce se mide en Gwh y refleja lo que se logra generar mediante el recurso hídrico disponible en cada uno. Por otro lado, la potencia se mide en MW y Coca Codo tiene 1800MW. 

La primera fase de la hidroeléctrica Santiago es de 2400 MW y debería funcionar hasta 2031, para cumplir con la demanda de energía del país. Es decir, quedan menos de siete años, pero según estudios solo su construcción tomará seis. A esa bomba de tiempo se suma que el proyecto aún no cuenta con licencia ambiental y no se ha concretado el proceso de estructuración —la etapa en la que se elige a una consultora para que defina las condiciones de la concesión y los aspectos fundamentales para la selección del concesionario que se encargará de la construcción y manejo del proyecto—, que se declaró desierto por irregularidades en el camino. 

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En febrero de 2023 se están elaborando los nuevos términos de referencia para retomar el concurso este año y después lograr su adjudicación a la empresa encargada de su estructuración. Ante todo esto, las comunidades shuar no han dado su consentimiento previo, libre e informado para la transformación de su territorio, que ya empezó a cambiar sus dinámicas desde la llegada de los extraños: hay división en las comunidades y temores constantes ante una posible reubicación de sus hogares. 

La fiscalizadora de Coca Codo Sinclair arma los estudios de Santiago 

Hay un punto, mientras se navega el río Santiago, que se ha convertido en referencia para quienes transitan en estas aguas. Al pasar por el sitio, las canoas y barcos a motor disminuyen la velocidad para fijarse en los cambios de la vegetación o en cualquier señal que pueda evidenciar avances en la construcción de la hidroeléctrica.

Para un ojo no entrenado, estos cambios pueden pasar desapercibidos. Una fila de palos de distintos tamaños a un costado del Santiago, casi imperceptible si se observa desde el río, para sus navegantes es una alerta de que han empezado a medir su caudal. La mitad de lo que alguna vez fue un muro pequeño les muestra que las aguas se resisten a la construcción, y parches con menos árboles son un indicio de que hubo actividad reciente en la zona. 

navegantes del río Santiago

Los navegantes del río Santiago están pendientes de cualquier cambio en el punto donde se supone que se construirá la hidroeléctrica. Fotografía de Isabel Alarcón para GK.

Marcelo Unkuch es un hombre alto y con una seriedad que no solo se evidencia en su pantalón gris de terno, su camisa del mismo color y sus zapatos negros “de vestir” sino en sus expresiones cuando explica los impactos que el proyecto Santiago tendría en su comunidad. Unkuch trabaja en la oficina del Pueblo Shuar Arutam, en Sucúa, y pertenece a la comunidad shuar de Sharien. 

Cuando le consultan sobre esta hidroeléctrica, hace una pausa a su trabajo, se levanta de su escritorio y se concentra para contar. Todos los días debe pasar por ese punto para llegar a su casa. Mientras atraviesa el lugar de referencia del que todos hablan, imagina cómo cambiaría su vida si en la mitad del río se instalara la mega estructura, que, según el documento con sus diseños definitivos, tendrá más de 205 metros de alto. Esto es casi siete veces el monumento de la Mitad del Mundo. 

Los 205 metros no son los únicos números que lo asustan: también están los 1507 millones de metros cúbicos de capacidad (lo que entra en 500 mil piscinas olímpicas) que tendrá el embalse— una especie de laguna que se forma por la represa debido al estancamiento del agua. Todas estas estructuras, que son parte del fantasma del proyecto que llevan once años esperando, no solo cambiará la vida de los habitantes de Tiwintza sino también los de Limón Indanza y Santiago de Méndez, ambos cantones de la misma provincia, Morona Santiago. Se calcula que 26 mil personas viven en estos tres cantones afectados. 

Antes del 2012, este no era un motivo de preocupación para quienes navegaban por el río o vivían en sus riberas, como Marcelo Unkuch. En ese año, recuerda, la llegada de los primeros investigadores los alertó que algo iba a cambiar en esta zona. Muchos eran extranjeros, principalmente mexicanos, lo que generó incertidumbre entre las comunidades sobre el futuro del proyecto. 

El 1 de marzo del 2012 se suscribió el contrato de servicios de consultoría entre la Corporación Eléctrica del Ecuador (CELEC EP) y la Comisión Federal de Electricidad de México (CFE) para los estudios de prefactibilidad del Proyecto Hidroeléctrico Río Zamora. Estos documentos son la base para los proyectos hidroeléctricos y analizan el caudal del río, el potencial de la zona para la represa y sus posibles impactos. En ese entonces, la idea era estudiar, en general, el potencial hidroenergético del tramo bajo del río Zamora, y no de forma puntual el de Santiago, como ocurrió en las siguientes fases. 

Para este proceso, CELEC decidió declarar la contratación como procedimiento de régimen especial e invitó de forma directa a la CFE para que realice la consultoría; es decir, no hubo la posibilidad de que otras empresas presentaran sus ofertas. 

proyecto avanza en el río Santiago

Una fila de palos al costado del río preocupa a los navegantes del Santiago porque creen que es una señal de que el proyecto avanza en el río Santiago. Fotografía de Isabel Alarcón para GK.

Sobre el régimen especial, Andrés Lozano, de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo —enfocada en transparencia—, dice que la normativa ecuatoriana permite usarlo para los contratos entre una empresa pública nacional y una del mismo tipo extranjera. Esta fue una práctica recurrente en el gobierno del presidente Rafael Correa. Si bien es legal, es un problema abusar de esta figura porque no hay competitividad y puede derivar en falta de transparencia o en elecciones arbitrarias sin justificación. 

Cuando hay contrataciones directas, como la de CFE, se debe justificar su conveniencia y viabilidad técnica y económica. La pregunta clave, para Lozano, es por qué se eligió a la CFE, si México no se caracteriza por su experiencia en hidroeléctricas. “Por ejemplo, se me habría ocurrido que podrían acudir a empresas públicas brasileñas que tienen mucha más experiencia en este tema”, dice Lozano. Las hidroeléctricas solo aportan el 8% de electricidad en México y en Ecuador es alrededor del 90%. 

Según la resolución de CELEC que justifica por qué eligió a CFE, tomó en cuenta que “es un organismo internacionalmente reconocido en el área de la energía eléctrica y el desarrollo de consultoría de emprendimientos hidroeléctricos”. 

Cinco años antes, la CFE participó y ganó su primera licitación internacional, en 2007, para supervisar la ingeniería y construcción de la subestación eléctrica Los Brillantes, en Guatemala. Esto habría sido suficiente para ser invitada para que realice los estudios más importantes del mayor proyecto hidroeléctrico del Ecuador. 

La relación comercial entre el Estado ecuatoriano y la empresa mexicana se inició en 2009, cuando empezó a colaborar en la fiscalización de los estudios de dos proyectos hidroeléctricos: Minas-Jubones y La Unión, en el sur del Ecuador. 

Entre ese año y el 2012, cuando se le adjudicó la consultoría de la hidroeléctrica Santiago, la CFE abrió en Ecuador su segunda sucursal fuera de México (la primera fue en Guatemala). En este tiempo, participó en proyectos similares en Guatemala, República Dominicana, Panamá y Ecuador, con los que superó los 10 millones de dólares en contratos internacionales.

embalse de la hidroléctrica

El embalse de la hidroléctrica que se ubicará en el río Santiago tiene 1507 millones de metros cúbicos de capacidad. Fotografía cortesia de Chinki Nawech/PSHA

En la resolución de CELEC se explica que también se consideró un convenio normativo para la Cooperación Institucional entre CFE y el Ministerio de Electricidad y Energía Renovable del Ecuador suscrito cuatro años antes: el 24 de enero de 2008. El objetivo de este convenio era “establecer el marco normativo para actividades técnicas de cooperación en la industria eléctrica, en temas relacionados con energías renovables, en especial hidroeléctricas, geotérmicas y eólicas”. 

Lo que más llama la atención en los justificativos de CELEC para contratar a CFE está que “ha brindado su significativo aporte en proyectos como la Fiscalización y Gerenciamiento del Proyecto Coca Codo Sinclair” y en los estudios de factibilidad y diseño definitivo de los proyectos hidroeléctricos Minas-San Francisco y la Unión. “Es extraño que se le encargue estudios a una empresa que nos está dejando con el mayor problema medioambiental que tenemos actualmente, que es Coca Codo Sinclair”, dice Andrés Lozano. 

Lozano se refiere a la emblemática planta que fue construida en el gobierno de Rafael Correa y que ha presentado múltiples inconvenientes, incluso ha sido asociada con la desaparición de la cascada San Rafael en 2020. De acuerdo a un informe de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional, entre 2015 y 2022, esta central presentó 17500 fisuras. 

Y precisamente es la CFE, como parte del consorcio, la que debía prevenir que ocurran estos problemas. La empresa mexicana estuvo a cargo de la fiscalización de esa mega obra junto con Grupo Profesional de Planeación y Proyectos, Sociedad Anónima de Capital Variable (PYPSA) (también mexicana); Consultora Vera y Asociados Cía. Ltda (CVA), e Ingenieros Consultores Asociados Cía. Ltda.(ICA). 

En el caso de su participación en el proyecto de Coca Codo Sinclair, la CFE, como parte del consorcio, fue seleccionada mediante concurso público internacional y el contrato se adjudicó el 18 de abril de 2011. Esto es un año antes de su contratación directa para los estudios de la Hidroeléctrica Santiago (Zamora en ese momento). 

Entre 2011 y 2012 todavía no se conocía la efectividad de la CFE como fiscalizadora, ya que el proyecto estaba en sus fases iniciales, pero ese año fue suficiente para que CELEC les entregara la responsabilidad de un proyecto con el doble de potencia del que fiscalizaban. En ese momento, investigadores ya alertaban del peligro que corría la cascada San Rafael, ambientalistas se quejaban de las irregularidades en estudios de impacto ambiental de Coca Codo Sinclair, y trabajadores ya denunciaban maltrato laboral en este proyecto. Estos aspectos no fueron tomados en cuenta por los fiscalizadores. 

Hasta 2012, la CFE estaba a cargo de los estudios más importantes de los dos megaproyectos hidroeléctricos emblemáticos de la gestión del presidente Correa. En 2015, Ecuador se convirtió en el principal cliente de la CFE en el extranjero. 

Los cambios en el proyecto que generan más dudas

Galo Kuja, habitante de Yuquianza y líder shuar —una de las 11 nacionalidades indígenas amazónicas del Ecuador—, también recuerda cuando llegaron “los mexicanos” en 2012. 

Los investigadores instalaron carpas provisionales en Yuquianza y sus cercanías —en el área de investigación— y se dedicaron a los estudios de prefactibilidad que incluyen tomar muestras del río y de sus alrededores, hacer mediciones del caudal y analizar la tierra y las rocas para sacar datos. Hasta los buses que venían de Tiwintza hacia Macas colapsaban”, cuenta para explicar cómo cambio el flujo de personas que llegaba hasta ese punto fronterizo, donde se peleó la última guerra que Ecuador tuvo, con Perú, en 1995. 

El bus que recuerda Galo Kuja salía a las 6 de la mañana desde Tiwintza y pasaba por Yuquianza; su destino final era Macas, la ciudad capital de la provincia. Generalmente estaba vacío, pero durante esa época “no había cómo entrar porque estaba repleto”. La presencia de los extraños cambió la vida como la conocían. Los habitantes de Yuquianza empezaron a trabajar como asistentes en los centros de información, como macheteros, cargueros o guías de campo. 

Pero no todos participaron. Otros, como los comuneros de Shuarampam, se resistían a la presencia de estas personas. Cuando recién llegaron los investigadores, los locales pensaban que estarían poco tiempo, pero finalmente quedaron tres años. 

Galo Kuja

Galo Kuja es un habitante y líder shuar que habita en Yuquianza, uno de los principales poblados afectados por la hidroeléctrica Santiago. Fotografía de Isabel Alarcón para GK.

El tiempo de permanencia aumentó porque, durante los estudios de prefactibilidad, encontraron un posible sitio “con potencial enorme de recurso hidroenérgetico”, según CELEC. Se trataba de la confluencia de los ríos Zamora y Namangoza, que se convierte en el Santiago, y avanza hasta su unión con el Coangos. Es decir, el río que primero serviría como la fuente principal de energía, el Zamora, tenía una competencia que no se había considerado antes: el Santiago. 

Juan Pablo Ríos, consultor ambiental y biólogo, participó en los estudios ambientales en el río Zamora, entre 2012 y 2013. En ese momento, cuenta, había la opción de hacer cuatro a cinco represas en ese río —similar al Complejo Hidroeléctrico del Río Paute— para la generación eléctrica. Al encontrar este nuevo sitio (Santiago) con gran potencial, y por temas de costos e impactos ambientales, dice Juan Pablo Ríos, se realizaron nuevos estudios. 

En octubre del 2012, siete meses después de la suscripción del primer contrato entre la CFE y CELEC EP, se firmó un contrato complementario al principal. Según CELEC, se hizo para incluir el análisis del potencial hidroenergético del río Santiago. Este tramo fue elegido para continuar con los estudios de factibilidad y diseños definitivos en un área que no había sido considerada al principio.

Los estudios de factibilidad y diseños definitivos de la CFE, realizados entre 2013 y 2016, establecieron que la hidroeléctrica Santiago debería tener un gran embalse que abarque 24 kilómetros del río Zamora y 45 del río Namangoza. En estos estudios también se determinó que la hidroeléctrica debería tener un potencial instalado de aproximadamente 3630 megavatios (MW), que significa la capacidad total que tiene la central. Coca Codo Sinclair, por ejemplo, tiene 1500 MW.  

Una de las cosas más importantes es el recurso hídrico o el caudal que tiene el río para generar esta energía y es lo que se mide con Gigavatios por hora (Gwh). En el caso de Santiago, se fijó que este río puede tener una generación o producción media anual de 15 mil GWh al año. 

A pesar de que los diseños definitivos deberían ser los finales, como su nombre lo indica, este proyecto volvió a cambiar en varios aspectos, incluyendo su potencial de generación eléctrica. 

Los diseños definitivos se modificaron

diseño de la hidroeléctrica

En el nuevo diseño de la hidroeléctrica se estableció una primera fase de 2400 MW con una producción media anual de 14573 GWh. Fotografía cortesía de Chinki Nawech/ PSHA.

Leonardo Gómez, periodista de investigación y coautor de Capitales Corrosivos en Ecuador — un estudio que analiza el financiamiento a proyectos de inversión por parte del gobierno chino y cómo estos han afectado la institucionalidad en Ecuador—, dice que si bien las actualizaciones son normales en un megaproyecto que involucra a varios gobiernos, como es el Santiago, en este caso llaman la atención los cambios y el tiempo que les tomó a las autoridades pedir que se hicieran estas modificaciones. 

Entre 2016, que terminaron los estudios de factibilidad y diseños definitivos, hasta el 2020, el proyecto estuvo en pausa. En octubre de 2016, cuatro años después de la publicación del trabajo de la CFE, comenzó otro proceso: se actualizaron los estudios de factibilidad y diseños definitivos. La consultora italiana Lombardi S.A. entregó estas actualizaciones a CELEC en agosto de 2021 y entre los principales cambios está la construcción por etapas, y la modificación de la estructura y su costo. 

En este nuevo diseño se estableció una primera fase de 2400 MW con una producción media anual de 14573 GWh. En respuesta a un pedido de información, el Ministerio de Energía y Minas explicó a GK que la modificación se hizo “debido a las necesidades energéticas del país, que se muestran en el Plan Maestro de Electricidad 2018- 2027”. 

El proyecto ahora debería aportar con 1200 MW en 2030 y con la otra mitad en 2031. La instalación de la infraestructura para los restantes 1200 MW —para alcanzar los 3600 MW del diseño original— será cuando “los requerimientos de la demanda del país lo determinen”, según el Ministerio.

A Marcelo Pozo, profesor en el departamento de automatización y control industrial de la Escuela Politécnica Nacional, esta justificación del Ministerio sobre los cambios en el diseño le causa confusión. “La frase significa que sí hay el recurso y más bien por qué no construir ahorita. Si digo que un río me da 3600 MW, entonces aprovecho todo el recurso hídrico y según eso hago los estudios”, dice. 

Sin embargo, hay otra versión sobre por qué cambió tanto el número de megavatios o la potencia en el proceso de los estudios. En marzo de 2019, el entonces ministro de Energía, Carlos Pérez, declaraba en su rendición de cuentas que Santiago fue sobredimensionado al fijarlo en 3600 MW y que se buscaría las formas de bajar su potencia a 2400 MW. 

Para Pozo, estas declaraciones del exministro dan a entender que el estudio del proyecto Santiago estuvo mal hecho. Otra opción que contempla el investigador es que haya bajado el caudal o disminuido el río por el cambio climático, pero esto no se menciona en este nuevo diseño del proyecto.

En la actualización de 2020, durante el gobierno de Lenín Moreno, también se disminuyó la potencia de las máquinas. Iván Hidrovo, jefe del proyecto Hidroeléctrica Santiago, en una entrevista con Primicias el 8 de julio del 2021, explicó que el diseño original (de 2016) contaba con seis unidades de 600 MW. En los últimos estudios (de 2020) se definió que el tamaño de las máquinas sea de 300 MW, ya que “para nuestro sistema esa potencia de 600 MW podía resultar un poco difícil de controlar”. 

Estas máquinas son estructuras enormes que se ubican en la parte inferior de la represa. Para tener una idea de su tamaño, una de 300 MW ocupa alrededor de una cuarta parte de un estadio de fútbol, mientras que la de 600 MW es más de la mitad de la cancha. Estas máquinas son elementos esenciales de una hidroeléctrica. En la parte superior de la represa está el agua, que baja por las tuberías y mueve las turbinas, que a su vez mueven el eje de estas máquinas para generar electricidad. 

Marcelo Pozo explica que las de 600 MW son más complejas de controlar, no solo por su peso y tamaño, sino por la gran cantidad de potencia que pueden generar que, por esta potencia, es más inestable su salida y entrada al Sistema Nacional Interconectado. Este sistema permite la producción y transferencia de energía eléctrica desde donde se genera hasta los consumidores. 

Si una de estas máquinas sale de operación de forma súbita, lo cual es normal dentro de un sistema eléctrico, la capacidad instalada del sistema ecuatoriano no podría responder a una salida brusca de 600 MW y llevaría, por ejemplo, a cortes de luz.   

Su explicación se corrobora en el estudio de capacidad del tamaño de las unidades de generación, realizado por CELEC EP Transelectric (una de sus unidades de negocios) y el Operador Nacional de Electricidad (CENACE), que se dio a conocer antes de que se eligiera a Lombardi para la actualización de los diseños de la CFE. En este estudio de CELEC y CENACE se especifica que un tamaño mayor a 300 MW podría causar justamente los problemas de estabilidad en el Sistema Nacional Interconectado (SNI) a los que se refiere Pozo. 

“Hablar de máquinas de 600 MW es un tema que refleja que la consultoría que hizo CFE no analizó el sistema ecuatoriano e ignora la realidad del país, que no soportaría máquinas de ese tamaño”, concuerda Hugo Arcos, profesor del departamento de energía eléctrica de la Escuela Politécnica Nacional. Actualmente las más grandes en Ecuador son las de Coca Codo Sinclair, que son de 200 MW. 

En los últimos diseños definitivos de 2020 se explica que ya no funcionará con seis unidades de generación eléctrica sino con ocho de 304,10 MW cada una para alcanzar los 2400 MW. Y en la siguiente etapa se sumarán otras cuatro unidades iguales. 

recurso hídrico

El recurso hídrico o el caudal que tiene el río permite generar esta energía. En el caso de Santiago, se fijó que puede tener una producción media anual de 15000 GWh al año. Fotografía de Isabel Alarcón para GK.

El Ministerio de Energía ni CELEC han respondido a GK por qué no se previó en los primeros resultados que la potencia de las máquinas sería difícil de controlar. Esto llama la atención, ya que el estudio de factibilidad y diseños definitivos presentados en el 2016 por la mexicana CFE fueron revisados por Lombardi, la misma consultora que consideró necesaria la disminución de la potencia en los estudios de actualización de 2020. 

Para esta reciente actualización, CELEC explica que se realizó “un trabajo más en gabinete, y con muy poca o casi nula presencia física en campo”. Para estos trabajos CELEC EP invirtió 1,89 millones de dólares que fueron para Lombardi. Estos se suman a los 19, 6 millones que fue el presupuesto para los estudios de prefactibilidad —la etapa recordada por los comuneros como la visita de “los mexicanos”— y 29 millones que, según datos de la mexicana CFE, costaron el estudio de factibilidad y diseños definitivos. 

“Estudios de prefactibilidad en 20 millones de dólares es exageradisimo”, dice Arcos, quien también es consultor. Y agrega que estos pueden llegar a 10 millones de dólares y los de factibilidad hasta 20 millones de dólares. 

Andrés Lozano, también autor de Capitales Corrosivos en Ecuador, explica que para evaluar la transparencia en los gobiernos es importante fijarse en el uso de recursos públicos. “Los fondos públicos no están para cumplir el ego de los de turno, sino para responder a necesidades de la población” dice en relación a los cambios que ha sufrido esta hidroeléctrica, ya que las necesidades verdaderas de generación eléctrica debieron evaluarse antes para así no gastar más dinero para financiar nuevos estudios como esta actualización. 

Los costos y plazos también se modificaron entre los estudios de CFE (2016) y la actualización de Lombardi (2020). En los primeros documentos se calculó que la construcción de la hidroeléctrica costaría 3018 millones de dólares y tomaría 67 meses (casi seis años). En los documentos actualizados cuatro años después, solo la primera etapa que contempla los 2400 MW costaría 3052 millones, y se llevaría a cabo en 72 meses (seis años). La segunda etapa se estableció en 597 millones y se construiría en 55 meses (cuatro años y medio). Cuatro años y casi 600 millones más en modificaciones. 

Para Arcos, estos son “precios irrisorios por lo bajo que se estaba presupuestando”. Si por su magnitud se compara a Santiago con Coca Codo, se tiene que considerar al menos un millón y medio por megavatio instalado, que representa alrededor de 4 mil millones de dólares para la primera etapa. El especialista dice que esto también se relaciona con falta de transparencia, ya que da paso a que en la etapa constructiva surjan contratos complementarios y seguirá aumentando el precio de la obra. 

Aún a la espera de la licencia ambiental 

Josefina Tunki, presidenta del pueblo Shuar Arutam (PSHA), dice que desde que los investigadores abandonaron el territorio, entre 2015 y 2016, las comunidades se han dedicado a pedir información a CELEC y al Ministerio de Energía sobre las conclusiones del trabajo de campo, y a pensar en alternativas para evitar que el proyecto se instale en sus hogares. 

Josefina Tunki

Josefina Tunki, presidenta del Pueblo Shuar Arutam (PSHA) explica, desde sus oficinas en Sucúa, que las comunidades no están de acuerdo con el proyecto hidroeléctrico. Fotografía de Isabel Alarcón para GK.

“Siempre hemos sido protectores del bosque y de biodiversidad y de yacimientos de los ríos porque sabemos que si talamos los árboles de las cordilleras, los ríos se secan”, dice Josefina Tunki, mientras abre sus imponentes ojos negros y mueve sus manos para resaltar la importancia de esta lucha. Tras acomodar su pelo gris, que está recogido en una trenza, y su collar con el símbolo del PSHA que cuelga desde su cuello hasta la cintura, se sienta en su escritorio que está cubierto por las carpetas con la información del proyecto. Estas hojas, junto con los premios que ha recibido por la defensa de su territorio repletan su oficina, ubicada en Sucúa.

Entre sus preocupaciones están que la estructura de la hidroeléctrica Santiago genere más contaminación, destruya sus fuentes hídricas, hogares y sitios sagrados, y acabe con las cuevas que siempre cuidaron sus antepasados. 

“En épocas muy antiguas siempre fuimos navegadores”, dice la primera presidenta mujer del PSHA. Ahora, dice que las especies que habitaban estos ríos como los grandes bagres han disminuido por la minería legal e ilegal, y teme que con la hidroeléctrica este problema se potencie.  

El proyecto Santiago aún no tiene una licencia ambiental, aunque en 2016 cuando concluyeron los primeros diseños, el Ministerio de Ambiente aprobó sus estudios de impacto ambiental y su plan de manejo. Lo único que faltó para continuar con el proceso del pedido de la licencia ambiental fue el pago de las tarifas administrativas. 

En agosto del 2021, el mismo año que se publicaron los diseños definitivos, el Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) le pidió a CELEC EP actualizar el Plan de Manejo Ambiental para emitir la licencia. Según el MAATE, el pedido no es porque tienen dudas sobre su contenido, sino que responde al tiempo transcurrido desde que el Ministerio aprobó los estudios en 2016. 

Para responder el pedido del MAATE, en diciembre de 2021, CELEC invitó a cuatro consultoras para actualizar el plan de manejo del estudio de impacto ambiental. Charlieg Ingeniería y Remediación Ambiental Compañía Limitada fue la elegida y se le adjudicó 18.1947 dólares por este trabajo. El Ministerio recibió el estudio en octubre del 2022, pero aún está en revisión, según respondió la institución a un pedido de información de GK. 

Aunque el MAATE explica que el pedido de actualización no está relacionado con el contenido del estudio, los últimos diseños definitivos —presentados en 2021— incluyen un nuevo levantamiento de datos sobre la calidad del agua y análisis hidroenérgeticos. GK pidió al MAATE y a CELEC la actualización de los estudios de impacto ambiental pero hasta la publicación de este reportaje no recibió respuesta. 

plan de manejo ambiental

Algunos miembros de las comunidades recibieron un resumen del impacto y plan de manejo ambiental. Fotografía de Isabel Alarcón para GK.

Las comunidades cercanas al río Santiago se quejan porque no conocen qué contiene este documento. Tarquino Cajamarca, abogado y activista de la zona, recuerda que esta fue una de las principales discusiones en la reunión con delegados del proyecto hidroeléctrico en mayo de 2022. Según Cajamarca, no les entregaron el estudio de impacto ambiental completo ni les aclararon las implicaciones ambientales. En esa reunión, los invitados de las comunidades, dejaron la sala antes de que se acabara la reunión. 

Galo Kuja, habitante de Yuquianza, es una de las personas que ha logrado obtener el resumen del informe de impacto ambiental del 2016, que tiene alrededor de 40 páginas. Cuenta que pidió a CELEC este informe y después preparó un tríptico con los principales hallazgos y lo repartió en su comunidad. 

“Queremos saber cómo está armado el proyecto porque ahorita no da ventajas para la población y no fortalece a la cultura Shuar. Afecta mucho, no solo a la parte sur amazónica, sino a las comunidades peruanas”, dice Kuja en relación a los Wampis, que viven a orillas del río en el país vecino. 

El temor a repetir los errores de Coca Codo Sinclair 

Tras la experiencia con Coca Codo Sinclair, el impacto ambiental de una hidroeléctrica que tiene el doble de su potencia es una de las preocupaciones para ambientalistas e investigadores. Tomando en cuenta que, la empresa que debía fiscalizar la primera obra, estableció las bases de la segunda. De acuerdo con los estudios de prefactibilidad, factibilidad y diseños definitivos del Santiago, no existe el riesgo de un proceso de erosión regresiva similar al que afronta la Central Coca Codo Sinclair. 

La erosión regresiva es un fenómeno que ocurre en la parte alta de los ríos cuando el exterior de estas fuentes de agua se pega mucho a la ladera. Es un proceso en el que, por la presión del agua y su escurrimiento, se genera una socavación contraria al flujo del agua. Esta circula hacia adelante, pero el lecho del río se va hacía atrás. 

Según el MAATE, previo a la entrega de una licencia ambiental, se analizan los aspectos ambientales, impactos y riesgos identificados durante los estudios de factibilidad y diseños definitivos. En los últimos cinco años, el Ministerio ha emitido cuatro licencias ambientales para proyectos hidroeléctricos, y, por otro lado, ha suspendido una licencia. La normativa ambiental vigente no contempla la negación definitiva de una licencia ambiental. Es decir, el Ministerio mantiene en pausa el proceso hasta que las empresas presenten todos los requerimientos. Si no lo hacen, el proceso es archivado y se puede reiniciar el trámite una y otra vez hasta completarlo y obtener la licencia. 

En Santiago supuestamente no hay riesgo de erosión regresiva pero, según el investigador Jorge Celi, sí existen otros peligros asociados a la ubicación y magnitud del proyecto. “Es como cortar el tronco de un árbol, no sus ramas”, dice Celi, también director de la cátedra Unesco de aguas tropicales en la Universidad Regional Amazónica Ikiam, sobre la idea de colocar la estructura de más de 200 metros de altura y de 22259 kilómetros cuadrados de extensión en un río como el Santiago. 

Esto quiere decir que debido a la magnitud del proyecto y a la ubicación estratégica de este río, tendría grandes impactos.

El río Santiago nace en la unión del Namangoza con el Zamora, fluye hacia el este y es afluente del río Marañón, que desemboca en el Amazonas. El embalse —esa estructura que parece un lago donde se estanca el agua del río— para captación y regulación diaria del caudal, se extiende 24 kilómetros sobre el brazo del río Zamora y 45 kilómetros sobre el río Namangoza.

Las hidroeléctricas cambian

Las hidroeléctricas cambian la dinámica y las propiedades de los ríos. Los procesos de erosión son uno de los temores. Fotografía cortesía de Chinki Nawech/PSHA

Esto implica que el embalse va a llegar casi a Logroño, un cantón que está a una hora en carro de Yuquianza, y a apenas 45 minutos de Macas, la capital de Morona Santiago.  

Por la ubicación estratégica del Santiago, el embalse va a afectar de forma directa también a ríos como Upano, Paute y Negro. 

Jorge Celi explica que uno de los principales problemas de instalar un proyecto tan grande en el río Santiago es la pérdida de la conectividad biológica. Esto quiere decir que se interrumpe el movimiento natural de nutrientes, al igual que las rutas de migración de los peces.

El Santiago es un río navegable justamente rico en nutrientes y lleva muchos sedimentos que se detendrán detrás de la represa. Esto modifica toda la dinámica. En la parte superior o aguas arriba de la represa pueden surgir problemas como la pérdida de oxígeno en el agua y solo ciertas especies sobreviven en esas condiciones. 

Por otro lado, algunos peces migratorios llegan a poner los huevos en ciertos ambientes y luego con las crecidas, los alevines bajan y se desarrollan en la parte central de la Amazonía. Al colocarles una hidroeléctrica es como cortarles su carretera. 

El bocachico, por ejemplo, va desde los 100 hasta los 1980 metros sobre el nivel del mar (msnm), pasando por el Santiago. La biología de este pez puede cambiar al tener un obstáculo, como una mega hidroeléctrica, en su camino. En esta zona incluso se ha observado al bagre dorado, que es una especie emblemática de toda la cuenca amazónica. 

Este pez mide hasta tres metros, es alimento de las comunidades amazónicas y tiene la migración de agua dulce más larga del mundo (recorre más de 8 mil kilómetros), por lo que necesita que los ríos estén despejados para poder mantener a sus poblaciones saludables. 

“Ecuador no ve que nuestros ríos son fuente de alimento”, dice Ricardo Burgos-Morán, investigador de la Universidad Estatal Amazónica. El profesor de piscicultura, ecología del agua y filogenética, resalta los beneficios productivos y nutritivos de proteger los ríos. 

La población ribereña en Ecuador come 18 kilogramos de pescado por persona al año, mientras el promedio de un ecuatoriano es de 6 kilogramos. Una comunidad totalmente dependiente del río en el país puede consumir hasta 32 kilogramos y esa es su fuente de proteína y ácidos grasos. Estos últimos permiten desarrollo neuronal y menores problemas cardiovasculares. 

Los embalses —como el que se construirá por el proyecto Santiago—, explica Burgos-Morán, acumulan los metales pesados, provenientes de actividades como la minería, común en el Zamora. Cuando ese pescado ingresa al embalse, es probable que acumule estos metales y después lleguen al organismo de las personas. Josefina Tunki dice que las comunidades de la zona ya no consumen pescado de ciertos ríos por el temor a sus efectos. 

Para Celi y Burgos-Morán es necesario estudiar todo lo que ocurre en la cuenca y en el área de influencia de los proyectos. “La mejor opción es dejar el río libre, pero si lo vas a hacer, hazlo bien”, dice Burgos- Morán, quien vive en Macas y conoce de cerca los impactos de los proyectos hidroeléctricos.

Los sistemas de educación ambiental, fondos para investigación, obras de piscicultura, y monitoreo y manejo constantes son esenciales en estos casos, para el investigador. 

Cree que la zona también se podría aprovechar para turismo. “Es un embalse enorme, que ofrece grandes posibilidades, pero es un gran impacto que va a cambiar la vida del río y la discusión recién empieza”, considera.  

También hay quienes resaltan la urgencia de este proyecto, para no depender de los combustibles fósiles, como petróleo, para generación de energía. Para Jorge Luis Hidalgo, gerente de la empresa Green Power International, la catástrofe de Coca Codo, que ha incluido la destrucción de carreteras enteras por la alteración del cauce de ríos, “no es para que no se hagan estos proyectos, sino para que se hagan bien”. 

población ribereña

La población ribereña en Ecuador come 18 kilogramos de pescado por persona al año, mientras el promedio de un ecuatoriano es de 6 kilogramos. Fotografía cortesía de Chinki Nawech/PSHA

Hidalgo cree que Ecuador debe apostar a su potencial hidroeléctrico, tomando en cuenta que es uno de los 10 países en el mundo que incluye más energías renovables entre su generación energética.

Además, dice que es importante hacerlo lo más rápido posible, ya que estamos retrasados con el Plan Maestro de Generación Eléctrica, una hoja de ruta que establece el estado actual del servicio de electricidad, el crecimiento de la demanda y las obras que se requieren para satisfacer esta demanda. 

Año a año el país consume más energía. El Ministerio de Energía y Minas explica que se espera que la demanda de energía crezca en el futuro en un 6,25%. Según esta cartera del Estado, el proyecto Santiago con sus 2 400 MW de potencia y un aporte energético medio de 15 000 GWh anuales es “imprescindible para la cobertura de la demanda eléctrica nacional”. 

Procesos de estructuración truncados

Ante las demoras en las fases de la hidroeléctrica Santiago, y ya con los estudios actualizados, a finales de 2021 se retomó el proceso para la contratación de una firma especializada para la estructuración de un proceso público de selección para la concesión del proyecto hidroeléctrico Santiago. Es decir, se retomó el proceso para definir el marco legal, institucional, económico y financiero de la concesión, al igual que los aspectos fundamentales para la selección del concesionario de la obra. 

Este proceso de estructuración es imprescindible para este tipo de proyectos, ya que se definió que la hidroeléctrica Santiago se llevará a cabo como una Alianza Público Privada, lo que implica que el Estado entregará la responsabilidad de su construcción, operación y desarrollo a una empresa privada. Por eso, con la estructuración se marcan las bases o se dejan las reglas claras para el concesionario final.  

La consultora elegida para llevar a cabo este proceso de estructuración, que tenía un presupuesto de 6,7 millones de dólares, debía anunciarse en mayo de 2022. Pero, al igual que en sus fases anteriores, hubo inconvenientes. 

Este proceso se declaró desierto en septiembre de 2022, aunque concursaron cuatro empresas y ya se había seleccionado a una. El 26 de abril, Mancera S.C. EY México obtuvo el mayor puntaje por parte de la Comisión Técnica de CELEC. La siguiente etapa fue la de ajustes técnicos, que es un requisito previo para la adjudicación.

Luego de cumplirla, la Comisión Técnica recomendó adjudicar el proceso a Mancera México. Esta evaluación pasó a la Coordinadora de la Comisión de Contrataciones de CELEC, donde todo se detuvo. En las conclusiones de esta revisión se determinó que “el proceso de contratación pública presenta un sinnúmero de observaciones técnicas, económicas y jurídicas, en sus fases preparatoria y precontractual, lo que evidencia vicios en su procedimiento”. 

La gerencia general acogió las recomendaciones de la Coordinadora, y declaró desierto el procedimiento por considerar que tuvo inconvenientes para los intereses nacionales o institucionales. Además, durante el proceso, los otros tres oferentes enviaron sus reclamos a las autoridades por cómo se llevó todo el concurso. 

El Ministerio de Energía, mediante un pedido de información, explicó a GK que CELEC EP está preparando los términos de referencia para una nueva contratación de servicios. Hoy el gerente general de CELEC es, nuevamente, Gonzalo Uquillas, con quien se inició este proceso en diciembre del 2021. Uquillas fue reemplazado en junio de 2022 por Nicolás Andrade, que salió en diciembre de 2022 y fue quien decidió declarar desierta la convocatoria. 

Sin consentimiento 

Mientras CELEC retoma el camino para la construcción de la hidroeléctrica Santiago, las comunidades de las riberas del río Santiago no han dado su consentimiento. 

habitantes de Yuquianza

275 habitantes de Yuquianza serán reubicados si se construye la hidroeléctrica Santiago, en Morona Santiago. Fotografía de Isabel Alarcón para GK.

“Para nosotros no es fuente de desarrollo, más bien nos ocasiona peligros, nos ocasiona conflictos, no vamos a permitir ni aceptar a esta empresa hidroeléctrica en nuestros territorios”, dice Josefina Tunki, ante la atenta mirada de sus cinco compañeros del PSHA, con los que comparte la oficina.

Algunos intentan mirar por momentos a sus computadoras o a los documentos que tienen en sus escritorios sobre otros pendientes, pero el discurso de la única mujer de la sala no les permite desviarse del tema. 

Diez comunidades de la zona se agruparon en un comité para pedir respuestas a CELEC sobre la situación del proyecto. Kuja cuenta que este se formó tras la última socialización e integra a representantes de Yukiankas, Kuankus,Yunkumas, Unión Zamora, Esperanza, Zantamas, Kimius, Piankas, San Simón y Mayapis. 

“Haciendo un análisis, hay mucha influencia negativa sobre las tierras ancestrales. Las tierras quedan bajo agua”, dice Kuja. Se prevé que con la construcción del proyecto 275 habitantes de Yuquianza (245) y de la Unión (30) sean reubicados. Kuja tendría que dejar su finca de 50 hectáreas para mudarse con sus cinco hijos y su esposa. Aún no saben a dónde los llevarían ni cuánto les pagarían. 

En el caso de Marcelo Unkuch, su comunidad de Sharien no se menciona en esta primera etapa, pero Sharien se encuentra al lado del río. Este ha sido su hogar durante sus 50 años de vida. También fue el hogar de todos sus antepasados y los productos que cultiva ahora en estas tierras son su fuente de ingreso. 

Las comunidades están atentas a que las autoridades cumplan con la consulta previa, libre e informada antes de empezar con la construcción de esta hidroeléctrica llena de modificaciones en su etapa de planificación. 

entrada al cantón Tiwintza

La comunidad shuar de Yuquianza se encuentra a pocos metros de la entrada al cantón Tiwintza, a un costado de la carretera. Fotografía de Isabel Alarcón para GK.

Además, los comuneros están preparando acciones legales para proteger su río. Hay casos que los motivan como el del río Dulcepamba, donde la justicia le dio la razón a las comunidades que denunciaron los impactos de una hidroeléctrica en sus fuentes de agua, o el caso Sarayaku de los indígenas waorani, que llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Sin alzar la voz, pero con el tono firme que la caracteriza, Tunki asegura que “el río Santiago no va a permitir que le construyan muros”.  

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Isabel Alarcón
Periodista ecuatoriana especializada en medioambiente. Ha publicado su trabajo en medios nacionales e internacionales como Diálogo Chino, Mongabay Latam y Climate Tracker. Becaria de International Center For Journalist (ICFJ), Earth Journalism Network, Fundación Gabo y Global Youth Biodiversity Network. Fue una de las tres finalistas en la categoría mejor texto del premio nacional de periodismo Jorge Mantilla Ortega 2022 y cubrió la COP15 en Montreal.
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