Quito cómo vamos y GK

Quito enfrenta un grave problema de empleo que se acentúa con el tiempo. De acuerdo con el informe de empleo anual del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la capital registró una tasa de desempleo de 11,8% en 2021 —la más alta para las ciudades ecuatorianas. 

La percepción de los habitantes de Quito corrobora esta medición: poco más del 20% de quienes participaron en la encuesta de percepción ciudadana de Quito Cómo Vamos menciona al desempleo como el principal problema quiteño. Del total de encuestados, casi el 27% afirma que no está trabajando. El indicador aumenta para las mujeres a 30% y para los jóvenes de entre 16 a 25 años, a un casi el 43%.

En un entorno de recuperación económica, las personas que perdieron su empleo —cerca del 36% de los encuestados— deberían sentir que la contratación se está dinamizando. Sin embargo, cerca del 73% dijo que hay más obstáculos que antes para obtener un empleo. 

Estos indicadores podrían sugerir que el mercado laboral no se está recuperando a la misma velocidad que la economía, algo que se denomina histéresis. Este fenómeno es originado por las características del mercado laboral, que, en el caso ecuatoriano, está dominado por un Código de Trabajo que no responde a las condiciones económicas actuales, no considera los cambios tecnológicos acelerados que se producen en la sociedad y que no incentiva a la contratación, particularmente, de mujeres y jóvenes. 

El primer paso para una recuperación de los niveles de empleo parte de una reforma laboral integral —una tarea que Quito, al ser la ciudad con mayor desempleo, debería exigir. 

Si se conjuga la pérdida de empleo y la dificultad para conseguir un trabajo, con la carencia de una red de protección social, es comprensible que el casi el 22% de los encuestados haya decidido empezar un emprendimiento. 

Al desagregar este indicador por género, se tiene que cerca del 27% de las mujeres decidió emprender —en comparación con un poco más del 16% de hombres. Esta diferencia también dice mucho de las brechas de género que aún persisten en el mercado laboral, tanto a nivel de salarios como en el de acceso. Es una asignatura pendiente de toda la sociedad ecuatoriana. 

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La mayoría de los emprendedores quiteños inician actividades relacionadas con el comercio, como tiendas de alimentos, víveres y productos de aseo, y con servicios de comida. Cerca del 60% obtuvo algún tipo de permiso para funcionar, mientras que poco más del 40% dijo que mantiene un emprendimiento enteramente informal. 

Hay que profundizar sobre las razones por las que estos emprendedores no se formalizan, aunque varios estudios mencionan que los costos de formalización son muy grandes y hacen que los beneficios del emprendimiento se eliminen. 

Una estrategia de formalización debería asegurar que los emprendedores sean capaces de ser sostenibles en el tiempo y, sobre todo, que puedan escalar en sus actividades y crecer a efectos de evitar el enanismo empresarial. Muchas iniciativas que buscan ayudar a los más pequeños, como la obtención de permisos de acuerdo con el nivel de ventas, son contraproducentes en el largo plazo, pues generan un efecto contrario al crecimiento y la inversión. Lo que terminan haciendo es que los emprendimientos se estanquen.  

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Quito también es una ciudad compleja en tramitología. Esto podría explicar la razón por la que el 14% de los encuestados mencionó a la corrupción de funcionarios públicos como el tercer problema que más afecta la calidad de vida de los quiteños. 

Una estrategia de formalización tiene que pasar necesariamente por una revisión de los trámites en las dependencias municipales y la discrecionalidad que aún existe en los funcionarios públicos municipales. Cambiar de control previo a control posterior podría dinamizar mucho la obtención de permisos municipales ya que no habrá que esperar el visto bueno de un funcionario para conseguir un documento, sino que se le permitirá a la empresa demostrar en cualquier momento el cumplimiento del requisito. Así, se reducen las cargas de trámites innecesarias y, muchas veces, costosas. 

Adicionalmente la ciudad debería fomentar la permanencia de las empresas en su territorio y la atracción de nuevas industrias. Para que las empresas sigan radicadas en Quito se les debe brindar seguridad en sus operaciones, particularmente con el uso del suelo. 

La falta de planificación territorial de la ciudad ha generado que las viviendas se ubiquen alrededor de ciertas empresas, generando problemas de compatibilidad del suelo que el municipio local no ha podido resolver de manera permanente. Esto impide que esas compañías crezcan, se expandan, inviertan y, así, generen más oportunidades de empleo. 

Las autoridades deberían implementar un método expedito y automático para reconocer los permisos de uso de suelo y el licenciamiento de las actividades económicas de los negocios asentados en lugares que inicialmente fueron considerados de uso industrial. La exigencia de condiciones que cambian cada año incentiva a muchas empresas a irse a otras ciudades, un fenómeno común en la última década.

Ligado al tema de la falta de oportunidades laborales está la inseguridad ciudadana. Es reconocida por el 23,5% como el principal problema de la ciudad y también como el que más afecta la calidad de vida de los residentes de Quito. 

La atracción y el desarrollo de nuevas industrias, como el turismo, requieren de una ciudad segura, que brinde las garantías a sus visitantes de que no serán víctimas de asaltos, y que podrán caminar y conocer la ciudad a cualquier hora del día y en cualquier zona. 

La construcción de una ciudad sostenible debe marcar el camino de los residentes de Quito. Además, necesitamos invertir en la confianza entre todos los que habitamos la capital del Ecuador. 

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Pablo Jiménez
PhD en Economía otorgado por Deakin University, en Melbourne Australia; cuenta con una maestría en Economía del Desarrollo; una maestría en Investigación en Economía por la Universidad Católica de Lovaina la Nueva y la Universidad de Namur y un título de pregrado como Economista por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Recientemente completó un postgrado en la Universidad de Columbia – Emeritus en Ciencia de datos. Es Vicepresidente Ejecutivo de la Cámara de Industrias y Producción (CIP) y docente universitario.

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