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Cuando Jokebed Peñaherrera estaba en un colegio municipal de Quito tenía entre 4 y 6 horas de inglés a la semana. Sin embargo, las clases podían llegar a ser intermitentes: era común que no las recibiera en los horarios establecidos. Los cambios se debían a que su colegio era pequeño, y los profesores de inglés daban también otras materias. A veces sus horarios se mezclaban, así que decidían priorizar otras clases sobre la enseñanza de un segundo idioma. Decisiones como esa han tenido un grave impacto en la educación de los ecuatorianos y, particularmente, en el nivel e inglés de Quito. 

Quito es la tercera ciudad con mejor inglés del país —superado solo por Guayaquil y Ambato—, pero tiene un nivel bajo de competencia de este idioma. Las deficiencias se dan especialmente en las unidades educativas municipales y fiscales, según el Informe de Calidad de Vida de Quito Cómo Vamos. Datos del municipio local muestran que solo 1,29% de los estudiantes de unidades educativas municipales tenían un nivel B1, el primero de los intermedios. El resto de los estudiantes están entre los estándares más bajos. En las instituciones privadas, en cambio, tienden a ser más altos. 

Jokebed Peñaherrera estudiaba en una escuela privada. En octavo de básica, se cambió a un colegio municipal. Ahí se dio cuenta que las clases de inglés que recibía en el colegio no hacían nada más que repetir lo que ella ya había aprendido en su escuela particular. “Me parecían bastante básicas”, dice. Esa tendencia se mantuvo hasta que se graduó del colegio, a mediados de 2022. Admite que nunca sintió que esta materia era un reto para ella, y que casi no obtuvo conocimientos nuevos del idioma en los seis años que estuvo en el colegio municipal. 

En Ecuador la situación también es complicada. El informe de Education First (EF) —una empresa de enseñanza de idiomas que está en más de 50 países—  concluyó que Ecuador tenía un nivel de competencia “muy bajo” en 2021. Para 2022, dice otro informe publicado por EF el 15 de noviembre de ese año, la situación ha progresado ligeramente: ahora es considerado solo “bajo”. Aunque ha mejorado su posición, Ecuador sigue teniendo de los peores resultados de la región: ocupa el puesto 18 de los 20 países que se analizaron en América Latina. 

No todo es negativo. Alex Escobar, director nacional de EF, dice que aunque se ha visto un retroceso en ciertas áreas del aprendizaje de esta segunda lengua, hay avances en otras como la certificación internacional. “Cada vez hay más gente que reconoce la importancia de las certificaciones para tener una carrera”, dice Escobar. Según él, es necesario ir incorporando cambios que mejoren permanentemente la forma en la que los ecuatorianos aprenden inglés. 

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La necesidad de aprenderlo es cada vez mayor. “El mundo está en inglés, vas a encontrarlo en cualquier lugar”, dice Renata Castillo, coordinadora de la carrera de Educación de la Universidad San Francisco de Quito. Es el tercer idioma más hablado en el mundo y se ha convertido en la lengua oficial de la ciencia, la diplomacia y el turismo. 

Además, es una puerta hacia la información. Castillo dice que en la universidad gran parte de los textos, estudios e informes más completos están en inglés. Además, es el idioma del 52% de las páginas web más visitadas. Alex Escobar dice que también permite que las personas estudien en el exterior u obtengan trabajos en empresas internacionales. “Te abre las puertas a nivel mundial”, dice Escobar. 

El reporte de EF de 2022 dice que han encontrado una consistente relación entre el aprendizaje del inglés y la productividad, la calidad de vida, la innovación y otros factores socioeconómicos. No hablarlo es un obstáculo social y económico para los países que, como Ecuador, tienen niveles bajos de capacidad de aprenderlo. 

También es muy útil en la vida personal de las personas. Aunque no es el idioma más hablado en el mundo, sí es la lengua oficial de 53 países y la primera lengua de alrededor de 400 millones de personas en el mundo. Además, es el segundo idioma más común. Según el British Council, en la actualidad, cerca de 1,4 mil millones de personas en el mundo están estudiando inglés. Es decir, es muy probable que al conocer a alguien de otro país, la “lengua franca” entre ellas sea este idioma. 

Esa popularidad ha hecho que sea considerado “el idioma universal”. Por eso los anuncios de los aeropuertos, los horarios de los trenes, la información de emergencia, los letreros de las calles y otros objetos suelen estar disponibles en inglés, incluso en países en los que no es la lengua oficial o los que manejan otro alfabeto. 

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Hay varios motivos por los que la enseñanza de este idioma es deficiente en Ecuador. Renata Castillo dice que una de las principales causas es que los profesores no tienen el nivel suficiente como para enseñar inglés o que no están capacitados para la docencia. Según Escobar, la mayoría llegan al B1, pero es raro que lo sobrepasen. Castillo dice que eso hace que las clases se basen en memorizar verbos y vocabulario o solo guiarse por el libro de texto. “Definitivamente esa no es la forma de aprender un segundo idioma”, dice Castillo. 

Esas metodologías pueden hacer que los estudiantes tengan un rechazo hacia la materia. Jokebed Peñaherrera dice que su desdén hacia las clases de inglés pudo ser producto de una mezcla de factores: la falta de de nuevos conocimientos, las clases poco dinámicas y los horarios alborotados. 

Además, en las clases de Jokebed Peñaherrera había poca práctica. Dice que un par de veces los profesores usaron canciones en inglés para practicar o les mandaron a ver películas en este idioma como deber. “Para alguien que no tiene conocimiento sobre el tema eso es bueno porque te entretiene mientras aprendes”, dice Peñaherrera. Sin embargo, no era una práctica frecuente en su colegio.

Cuando Peñaherrera estaba en tercer año de bachillerato, llegó una nueva profesora de inglés a su colegio, que tenía una metodología que la diferenciaba: incorporó más práctica del idioma. La maestra también organizó un intercambio con dos personas de países angloparlantes para que los estudiantes puedan convivir con quienes lo hablan como lengua madre. “Mis primos a los que sí les da clases dicen que con ella mejoró la experiencia del aprendizaje”, dice Peñaherrera, apenada de no haberse beneficiado de los cambios: la profesora daba clases en segundo año. 

Esas oportunidades de práctica son muy importantes porque ayudan a corregir errores. Renata Castillo dice que al escuchar las palabras bien pronunciadas y los verbos conjugados correctamente, automáticamente la persona que está aprendiendo podrá hacer las rectificaciones necesarias. Además, Castillo dice que eso ayuda a poner al inglés en un contexto real y entender su utilidad. Cuando se ve como algo desconectado o inútil, el rechazo es mayor. En cambio, cuando hay un interés genuino por aprenderlo, hacerlo será mucho más sencillo. 

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Otro de los factores que también afectan el aprendizaje de una segunda lengua es el tiempo que se le dedica. El Ministerio de Educación determinó que para el año lectivo 2022-2023 se darán 3 horas semanales, entre segundo y séptimo año de eduación básica. Desde octavo hasta segundo de bachillerato, se dan 5 horas. En tercero de bachillerato solo hay 3. Pedí una entrevista al Ministerio de Educación sobre el tema, pero hasta el cierre de edición de este reportaje, no hubo respuesta. 

Algunos colegios privados han decidido dar más horas cada semana porque tienen más libertad para escoger en qué se usan las horas para asignaturas optativas. Lo mismo decidió hacer el Municipio de Quito. “Dentro de la autonomía que tenemos, estamos dando 5 horas de inglés semanales en todos los años”, dice Luis Calle, secretario de Educación y Recreación de la institución. 

La cantidad no es el único factor que interviene. Renata Castillo dice que es fundamental la calidad de la enseñanza en esas horas. “Puedes pasar 3 horas al día aprendiendo un segundo idioma, pero si lo haces de forma memorística no va a tener el mismo resultado que aprender una hora al día en un ambiente donde se use de manera eficiente”, dice. Para eso es importante que los profesores se capaciten para enseñar inglés correctamente. 

Ese es otro de los cambios que están planeando desde el Municipio. El secretario Calle dice que este año firmaron un convenio con la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) para que los profesores puedan obtener la certificación del nivel B2, el segundo de los intermedios y el recomendado como base para quienes enseñan este idioma. Además, dice Calle, como parte de esa capacitación les dieron técnicas de enseñanza. Según el Secretario de Educación del Municipio de Quito, hasta principios del próximo año esperan que los profesores de las escuelas y colegios municipales puedan obtener la certificación internacional. 

La actual administración del Municipio de Quito también comenzó planes para enseñar inglés a los niños de 4 años que asisten a los Centros Municipales de Educación Inicial. Comenzó con 3 centros en un plan piloto en el año lectivo 2021-2022 y en este año se amplió a 14 centros. El objetivo de estas clases es que los niños aprendan desde temprana edad a relacionarse con el idioma. Renata Castillo dice que eso le da a los niños más tiempo para practicarlo. Ella advierte que esas clases son beneficiosas siempre y cuando se utilicen metodologías apropiadas para esa edad como el juego.

El plan, dice Luis Calle, es “dejar una hoja de ruta” para la próxima administración municipal que asumirá el cargo a mediados de 2023. Según Calle, si siguen lo planificado, esperan lograr que para 2025 el 40% de las materias se impartan en inglés. Alex Escobar dice que ese es un objetivo poco probable porque los profesores recién se están capacitando. Los cambios son necesarios, pero Escobar aclara que no sucederán de inmediato porque consolidar la correcta enseñanza del  idioma tomará tiempo para los profesores y los estudiantes, especialmente si habrá un nuevo alcalde en unos meses que podría modificar lo ya planificado. 

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Actualmente Jokebed Peñaherrera estudia administración de empresas en un instituto tecnológico. Ahí también recibe clases de inglés y actualmente está en un nivel intermedio. Ella sabe que el inglés será fundamental para su carrera más adelante porque se enfocará en comercio exterior. 

Consciente de la importancia que tiene el inglés, Jokebed Peñaherrera decidió reforzar sus conocimientos. En 2020 se inscribió en uno de los cursos de inglés de la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE). 

En la ESPE no todos los profesores hablaban español por eso, dice Jokebed Peñaherrera “eran muy prácticas las clases porque aunque quisieras no podrías comunicarte en español”. Hizo dos niveles. Espera en algún punto continuar y completar los ocho que la universidad ofrece. 

No todos pueden acceder a cursos adicionales, pero eso no quiere decir que aprenderlo sea imposible. 

Renata Castillo recomienda incorporarlo en la vida diaria: escuchando canciones, viendo películas o leyendo cosas en inglés. Además, dice que se debe aprovechar toda oportunidad de practicarlo. Por ejemplo, se puede escribir cartas con personas de países angloparlantes que quieran aprender español a cambio o conversar con otras personas que conocemos. Su recomendación principal es intentarlo, aunque se comentan errores, ese esfuerzo es lo que ayudará a mejorar el aprendizaje del idioma.

Susana Roa 150x150
Susana Roa Chejín
(Ecuador, 1997) Periodista lojana y jefa de la redacción de GK. Cubre economía, sexualidad y derechos. Le interesan los temas de empleo, educación financiera y salud sexual y reproductiva.
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