Hace exactamente un año Imelda Quizhpe, de 64 años, cerró el bar que atendía en un colegio de Loja, una ciudad en el sur del Ecuador. Estaba a un año de jubilarse y, al igual que muchos, pensó que el cierre sería por un par de semanas, máximo un mes. Sin embargo, todavía no ha podido reabrirlo. Ha pasado un año haciendo malabares, yendo de un oficio a otro, para generar dinero suficiente para vivir. En la situación de Imelda Quizhpe están millones de personas en el mundo. En el Ecuador, el impacto en la economía a 365 días de la pandemia del covid-19 es cada vez más claro y doloroso. 

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En muchos casos, las predicciones que se hicieron a los 40, 100 y 200 días lucen optimistas al ser contrastadas con la realidad. En marzo de 2020, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) estimaba que el covid-19 podía costarle 2 billones de dólares a la economía mundial. El impacto ha sido mucho más alto. Solo en la industria del turismo, las pérdidas son de 1,3 billones y expertos de la Universidad de Harvard estiman que solo a Estados Unidos la pandemia le costaría al menos 16 billones. Sí, billones —es decir, millones de millones. La crisis sanitaria aún no ha terminado y sus impactos económicos siguen creciendo. 

Durante meses, la mayoría de las actividades en el mundo se paralizaron. Eso provocó que el Producto Interno Bruto (PIB) mundial se redujera en un 4,3% —casi el triple de la reducción que tuvo el PIB en la Gran Recesión de 2009. Según la UNCTAD, Latinoamérica y el Caribe tuvieron las caídas más pronunciadas. Ecuador fue uno de los países más golpeados por el covid-19 de la región. En 2020, el PIB ecuatoriano cayó un 8,9%, una caída más profunda que el 6,3% que estimaba el Fondo Monetario Internacional en junio pasado, pero que encaja en el 7,3 y 9,6% que proyectaba el Banco Central del Ecuador

Además de las pérdidas económicas, hay otros costos que son incalculables: el humano y el social. En estos 365 días el mundo superó los 119 millones de contagios de covid-19 —más gente que la que vive en Filipinas, el duodécimo país más poblado del mundo. Al menos 2,6 millones de personas han muerto por la enfermedad. En Ecuador, hasta el 13 de marzo de 2021 había más de 300 mil personas que se contagiaron en el último año y 11.425 muertes confirmadas, aunque las cifras de excesos de muerte, si se compara a estos doce meses con los tres años anteriores, es de más de 44 mil fallecimientos por encima de los promedios anuales, haciendo que la tasa de mortalidad ecuatoriana aumente en un 50% en comparación con 2017, 2018 y 2019. Esas pérdidas no se recuperarán con la reactivación económica.  

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En este último año, muchas personas como Imelda Quizhpe cerraron sus negocios, perdieron sus trabajos y tuvieron que buscar otras formas de obtener dinero para solventar sus gastos. Ella empezó a preparar y vender almuerzos en su casa para poder pagar sus cuentas. En septiembre, cinco meses después de cerrar el bar del colegio que administraba, una amiga le prestó un local cerca de una universidad lojana para que vendiese almuerzos. 

Imelda pensó que el negocio aumentaría con la reapertura de otros locales y el regreso al trabajo presencial de algunos empleados administrativos de la universidad. Sin embargo, aunque vendía todo lo que cocinaba en el día, no era suficiente para cubrir sus gastos. La economista Mónica Rojas, decana del Instituto de Economía de la Universidad San Francisco de Quito, dice que hay una reactivación ligera de ciertos sectores, pero en otros todavía no se ha llegado a un punto de inflexión hacia una mejora notable. Según Rojas, eso explica la caída del PIB ecuatoriano y las altas tasas de desempleo que alcanzó el país en 2020. 

En diciembre de 2020, solo 3,5 de cada 10 hombres en Ecuador tenían empleo pleno, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC). Es decir, apenas un tercio de la población económicamente activa masculina ganaba más del salario mínimo y trabajaba 40 horas semanales —es casi 10 puntos porcentuales menos que en diciembre de 2019. La cifra era incluso mucho más baja para las mujeres: solo 2,3 de cada 10 tenía un trabajo adecuado para el final de 2020.  


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En la tasa de desempleo sucede algo similar. En diciembre del año pasado, era del 3,7% para los hombres y del 6,7% para las mujeres, casi el doble que la de la población masculina. El economista Víctor Hugo Albán dice que en estos 365 días hubo “una caída brusca de la economía que impactó fuertemente a la parte social y la dejó en una situación muy delicada”. El desempleo no es la única cifra que aumentó. Entre 2019 y 2020, el subempleo creció un 5% para hombres y mujeres. En 2020 hubo más ecuatorianos que reciben ingresos inferiores al salario mínimo o trabajan menos horas de la jornada legal que en los anteriores 6 años. 

Los primeros 365 días de la pandemia también hicieron que Ecuador sea un país más pobre. Para finales de 2020, la pobreza —las personas que ganan menos de 85,05 dólares mensuales— a nivel nacional fue del 32%, 7 puntos porcentuales más que en 2019. En los primeros 100 días de la pandemia la proyección era que la porbreza pase del 25 al 30%. “Con los datos actuales sabemos que superó esa proyección y que la desigualdad creció muy aceleradamente”, dice Ana Patricia Muñoz, directora ejecutiva de Grupo Faro, un centro de investigación y acción de políticas públicas y transformación social. En las zonas rurales, la situación es más grave: casi la mitad de la población vive en pobreza. 

La crisis laboral agravó la pobreza y la desigualdad en el mundo. La UNCTAD estima que 131 millones de personas cayeron a vivir en la pobreza solo en 2020. Los impactos de la crisis económica se mantendrán por años. La Convención dice que es probable que hasta 797 millones de personas seguirán “atrapadas en la pobreza extrema en 2030”, 10 años después del inicio de la pandemia. 

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La fe de la reactivación estaba puesta en las ventas de diciembre. Aunque no alcanzaban las mismas cifras de años anteriores ni eran suficientes para recuperar lo perdido en el año, se estaban incrementando. Hasta que el 21 de diciembre el gobierno nacional decretó un nuevo estado de excepción —que luego fue declarado inconstitucional— y se impusieron nuevas restricciones para evitar la propagación del covid-19. Aunque el estado de excepción y las medidas se eliminaron el 2 de enero de 2021, su impacto ya no se podía reversar. 

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Las nuevas medidas incluían toques de queda, restricciones vehiculares y todavía menos aforo para los eventos sociales y locales comerciales. La economista Betty Silva dice que las disposiciones provocaron que el sector turístico, social y gastronómico no logre reactivarse. “Esperaban que hubiese un repunte de última hora, pero las medidas causaron que muchos eventos se suspendan”, dice Silva. El golpe fue doble: no pudieron recuperar parte de los ingresos perdidos, ni prepararse para el primer trimestre del año que históricamente ha tenido menor actividad comercial.  

Hay otros sectores que han tenido más estabilidad en los últimos 365 días. Las exportaciones no petroleras son uno de esos. La economista Ana Patricia Muñoz dice que ese es “uno de los puntos positivos en medio de tantas malas noticias” para la economía ecuatoriana. Productos que se comercializan en el extranjero como el camarón, el banano, el atún y otros pescados mantuvieron ventas y ganancias estables el año pasado. Otros casos excepcionales, como el cacao, generaron más ingresos en 2020 que en los dos años anteriores. 

Incluso el precio del petróleo, que en abril de 2020 llegó a precios bajo cero por la caída de la demanda mundial, se ha ido recuperando. En enero de 2021, el precio del barril pasó los 50 dólares por primera vez en meses y en las últimas semanas ha estado sobre los 60 dólares. El optimismo de una paulatina recuperación está presente en las proyecciones para el próximo año. El Banco Central estima que la economía ecuatoriana crecerá 3,1% en 2021. 

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En marzo de 2020, varios expertos dijeron que el entonces nuevo coronavirus sería la mayor incertidumbre en la economía global de los últimos años. Estos últimos 365 días les dieron la razón. En Ecuador, la sensación de inquietud se agravó por la época electoral. La economista Rojas dice que si solo tuviéramos la pandemia, “mantendríamos el ritmo de una cautelosa recuperación”, pero esa doble inestabilidad —por la expectativa de quién será el próximo Presidente— frena a la economía del país. 

Al gobierno de Lenín Moreno le quedan 70 días de vida. Después de eso, Guillermo Lasso, de la alianza CREO-PSC, o Andrés Arauz, de la coalición Unión por la Esperanza (UNES, asumirán la presidencia. La economista Betty Silva dice que como los dos candidatos tienen propuestas “un poco antagónicas” no hay una línea clara que marque cómo sería el manejo económico nacional en el segundo semestre de 2021. Lo borroso del panorama, dice Silva, podría aplazar la reactivación económica del Ecuador. 

El gobierno actual ya está pensando qué le dejará a sus sucesores. El Ministro de Economía, Mauricio Pozo, dijo el 10 de marzo que dejarán 3 reformas —a nivel fiscal, pensional y laboral— para que las aplique el siguiente. Además, dijo que están trabajando en una reforma del mercado de valores, una reducción arancelaria global y un esquema para determinar tasas de interés. A esto se le suma la propuesta de Ley para la Defensa de la Dolarización que ya ha sido devuelta por la Asamblea dos veces y que el Ejecutivo tiene planeado presentar nuevamente en los próximos días. 

Con o sin esas reformas, el próximo gobierno recibirá un país con una economía muy débil, altos niveles de pobreza y desempleo. A eso le suman otros retos importantes como el manejo de la vacunación. Ecuador apenas ha inmunizado al 0,5% de su población, mientras países como Chile y Argentina superan el 30 y 5%, respectivamente. “Mientras continuemos a esa escala de vacunación es probable que la economía tampoco logre reactivarse”, dice Betty Silva. La pandemia todavía no ha terminado y empezar a paliar los efectos que la crisis sanitaria, social y económica sigue provocando está estrechamente ligado a cómo se desarrolle la siguiente etapa de inmunización en el país. 

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Imelda Quizhpe todavía no sabe cuándo podrá abrir nuevamente su bar, pero a finales de 2020 pudo jubilarse en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) al cumplir el número de aportaciones necesarias para hacerlo. “Fue un alivio económico para mí”, dice. Sigue haciendo comida a domicilio cuando le piden para completar sus ingresos y mantenerse activa. 

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El presente del Ecuador se definió bruscamente en el primer año de la pandemia. Pero si el futuro del país incluye una recuperación dependerá de lo que pase en los próximos 365 días. Podemos empezar a medirlo con las decisiones que se tomen en los últimos días del gobierno de Moreno. Después, uno de los principales indicadores serán los primeros 100 días del siguiente gobierno.

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