Los efectos del Covid- 19 podrían provocar millonarias pérdidas mundiales en 2020. Para Paúl Mora, en el negocio de venta de motos eléctricas que tiene con su hermano, ya significó una pérdida de 30 mil dólares porque un container no pudo llegar desde China en febrero. Según sus cálculos, si la situación continúa como está, en seis meses la pérdida podría alcanzar los 200 mil dólares. El negocio de Mora y su hermano no es el único. Según expertos, el nuevo coronavirus es la mayor incertidumbre en la economía global de los últimos años y tiene el potencial de desencadenar una recesión mundial. Las pandemias tienen un costo social y económico alto a nivel mundial: entre abril de 2009 y agosto de 2010 la influenza AH1N1 le costó al mundo 55 mil millones de dólares. 

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Las predicciones para el Covid-19 (declarado una pandemia por la OMS) superan esa cifra por mucho: podría costarle al planeta 2 billones de dólares solo en 2020. Esto es, un 2 seguido de 12 ceros: 2 000 000 000 000. Es importante esta aclaración porque mucha gente confunde los términos billones en español y billions en inglés. En español, estamos hablando de dos millones de millones.


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Hasta ahora, la pandemia del Covid-19 ha reducido el crecimiento de la economía mundial del 6,5% al 2%, según el economista Víctor Hugo Albán, vicepresidente del Colegio de Economistas de Pichincha. En nuestro país, que ya tenía un crecimiento estancado que bordeaba en lo negativo, dice Albán, la tasa de crecimiento anual sería 0,5 menos por el coronavirus.

Uno de los principales motivos del decrecimiento económico es la caída del precio del petróleo, la peor de los últimos 20 años a nivel mundial. El presupuesto general del Estado ecuatoriano de este año fue calculado con un precio referencial del barril de crudo de 51 dólares. Hasta el momento, ha bajado a un promedio de 31 dólares por barril. Pero en ciertos puntos de la semana, el precio se desplomó hasta los 22 dólares —un valor en el que ya podría representar pérdida por los costos de producción porque el costo de producción del barril de crudo ecuatoriano está entre los 23 y los 18 dólares.  Según el presidente Lenín Moreno, esos 20 dólares menos por cada barril representan una pérdida de 8 millones de dólares diarios para el país. Si no sube, podrían ser más de 2.900 millones de dólares al año. 

El 10 de marzo, en cadena nacional, Moreno anunció nuevas medidas económicas para enfrentar la histórica caída del precio del petróleo y el pánico financiero causado por el nuevo coronavirus. Moreno dijo que se eliminará la Secretaria de Juventudes, cuatro agencias de regulación y control, tres institutos, tres empresas públicas, cuatro secretarías técnicas y la Empresa de Medios Públicos. El Presidente dijo, también, que los vehículos avaluados en más de 20 mil dólares deberán pagar una contribución del 5%, una propuesta que deberá ser aprobada por la Asamblea Nacional. 

Para Albán estas medidas son “tibias” y no serían la solución a corto plazo que el país necesita ante la emergencia. Reducir instituciones y personal toma tiempo y dinero por los procesos que deben completarse y las liquidaciones que deben pagarse. Según Albán, otras medidas, como el incrementar el IVA, serían más acertadas en la situación económica actual, en la que necesitamos liquidez. “Hemos hecho los cálculos”, dice Víctor Hugo Albán, “con solo subir el 2% del IVA se podría reemplazar al dinero perdido por el precio del petróleo”. A diferencia del incremento del 5% en los vehículos de más de 20 mil dólares, el IVA sería un impuesto socialmente igualitario: para todos. Según Albán, esa debe ser la tónica de un impuesto para que funcione. 

Otro camino para el Ecuador, sería endeudarse. La economista Soledad Hidalgo teme que no haya mayores alternativas. El presidente Moreno ya anunció que planean gestionar créditos por dos mil millones de dólares, aunque no confirmó quién sería el otorgante. “Estamos en una situación complicada por el modelo económico (basado en incrementar la deuda) que sigue este gobierno”, dice Hidalgo. Albán es escéptico de que alguien quiera prestarle plata al Ecuador, porque tiene un riesgo país —un índice que, entre más alto, peor, y que representa una mayor posibilidad de que un país no pague sus deudas— de 3.652 puntos, el más alto de los últimos 11 años.  Somos un país poco atractivo para los préstamos internacionales. 

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Hemos sobrevivido a otras pandemias en la historia, pero los efectos del coronavirus sorprenden a varios expertos. Alberto Acosta Burneo, economista y editor de Análisis Semanal, una publicación sobre política económica del Ecuador, dice que en el mundo actual estamos cada vez más interrelacionados, así que la afectación de la enfermedad es mayor de la que pudo haber tenido en el pasado. 


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Para explicarlo, pongamos de ejemplo a China. El chino es uno de los principales mercados a los que exportamos algunos de nuestros productos estrella, como el banano y el camarón. No es su principal mercado, dice Albán, pero sí es muy importante. Por las medidas que están tomando las autoridades chinas, su exportación sí se ha visto afectada por la pandemia. Italia, el país europeo con el brote más agresivo de Covid-19, también es un mercado importante para la exportación de camarón ecuatoriano. Según las cifras del Colegio de Economistas de Pichincha, la exportación de productos ecuatorianos se ha reducido 30% desde principios de 2020 por los efectos del virus.

En el caos no todos pierden. El economista y exministro de Coordinación de Política Económica, Diego Borja, dice que hay sectores que, por ejemplo, mientras el precio del petróleo caía a mínimos históricos y que el mercado de valores pasaba por un “lunes negro” similar al de la crisis de 2008, el precio del oro aumentaba. Este metal precioso llegó a un valor que no había logrado desde 2012. El oro es considerado un activo “más seguro”, así que en tiempos de incertidumbre los inversores suelen buscar una apuesta más sólida y sus precios aumentan.  

Sin embargo, dice Borja, los que sí serán afectados son los más vulnerables: los trabajadores, los empleados, los comerciantes. “Son grupos son los que siempre pierden con los procesos de recentralización de capital”, dice Borja. La recentralización es una nueva repartición de la riqueza a nivel mundial, en la que el capital se redistribuye a nuevos mercados, a otros “jugadores”. Históricamente esa repartición se ha dado durante las guerras mundiales. En términos didácticos, dice Borja, es como si en un juego de Monopolio se sacudiera el tablero, y el dinero y propiedades de los jugadores se movieran al punto de tener que volver a empezar a jugar de nuevo. Ahora ese papel lo está jugando el coronavirus. 


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Si la situación no mejora y sin soluciones a corto plazo, por las pérdidas económicas, negocios como el de Paúl y su hermano, y el de muchos otros ecuatorianos, podrían desaparecer. Por eso, el verdadero desafío es sobrevivir al corto plazo.  “Las cosas van a mejorar, pero el corto plazo es crítico para ver quiénes pueden sobrevivir a este entorno” dice Alberto Acosta Burneo. Según Acosta Burneo, sobrevivir a los primeros meses de la pandemia “es el desafío” porque hay una pérdida económica muy fuerte, no solamente por el lado fiscal y del petróleo, sino también por el lado productivo de las exportaciones ecuatorianas. “Se han desviado y bloqueado rutas, se han caído los pedidos y el costo logístico está aumentado”, dice el economista. Muchas empresas ecuatorianas no tendrán la fuerza ni reservas para sobrevivir. 

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Para cumplir con esa meta se necesita ayuda del Estado. Acosta Burneo sugiere agilizar el proceso de devolución de impuestos y expandir los mercados en los que se comercializan los productos ecuatorianos. Es un esfuerzo público, dice, pero también involucra negociar acuerdos comerciales, suavizar el tratamiento tributario de las empresas afectadas por el Covid-19, extender los plazos. “Eso no significa que paguen menos” aclara Acosta Burneo, “sino que tengan una mayor flexibilidad de sus pagos”. Esos son los mecanismos que se deben buscar para ayudar a los sectores más afectados a sobrevivir ese corto plazo que es tan crítico. Cuando el polvo del pánico por la pandemia del coronavirus se asiente, veremos las consecuencias en la salud pública y, también, en la economía nacional, regional y global.