Luego del resultado de las consultas populares sobre prohibir la minería metálica en el Chocó Andino, y dejar el petróleo bajo tierra del Bloque 43 dentro del Yasuní, los ecuatorianos nos enfrentamos a preguntas desafiantes. ¿Es realmente el modelo de explotación de recursos no renovables la única opción de desarrollo para el Ecuador? ¿Puede este modelo continuar en un país megadiverso donde la ciudadanía ha decidido en su mayoría proteger su naturaleza por sobre la explotación de productos no renovables?

Para responderlas, son necesarios tres análisis previos: la revisión de cómo han avanzado los procesos industriales a nivel global; el nivel de industrialización del Ecuador; el momento global y las perspectivas de cambio.

Las revoluciones industriales y su efecto global

Las formas cómo la humanidad genera productos y servicios se han ido transformando con el tiempo. Estas etapas de cambio se conocen como revoluciones industriales. Y, como producto de ellas, las sociedades modernas se han visto en la necesidad de planificar los productos y servicios que sus economías internas pueden generar para cubrir las necesidades internas de su población, y para ofrecerlos a mercados internacionales. 

Este proceso de planificación se volvió más complejo a medida que la tecnología se fue incorporando en las cadenas de producción. En la primera revolución industrial, que empezó alrededor de 1784, se pasó del trabajo en pequeña escala a procesos asistidos con mecanismos que eran impulsados con energía hidráulica (fuerza del agua) o de vapor.

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Ochenta y seis años más tarde, empezó la transformación de las industrias: pasaron a usar sistemas eléctricos para sus necesidades energéticas. Especializaron el trabajo de los trabajadores en fábricas logrando la construcción de productos más complejos en menor tiempo.

Un siglo más tarde, con la creación de la electrónica y el Internet, la transformación fue enorme: en las cadenas de producción varios procesos se automatizaron y los mecanismos de control se volvieron digitales. El manejo de la información pasó de hojas en donde se llenaba los datos de forma manual a sistemas digitales en computadoras. A través del Internet, dicha información se puede revisar desde cualquier parte del mundo.

Los impactos de la tercera revolución no quedaron ahí. 

Además de la construcción de productos más complejos, en los cuales se incorporaron sistemas electrónicos, la tecnología digital abrió un universo de posibilidades en la prestación de servicios. Hoy tenemos desde servicios de comunicación como WhatsApp, de redes sociales como TikTok, y hasta plataformas de entregas como la ecuatoriana TipTi.

En resumidas cuentas, las revoluciones industriales permitieron a distintas sociedades la generación de productos y servicios, de cada vez mayor complejidad, en cantidades extremadamente altas. 

Los países que lograron suplir gran parte de las necesidades de su población con productos y servicios locales, y que además tuvieron la capacidad de satisfacer los requerimientos de consumidores en mercados internacionales se convirtieron en países industrializados. Algunos ejemplos son Inglaterra, Estados Unidos y Alemania. Todos considerados como desarrollados hoy en día. 

Las sociedades que no lograron hacerlo se convirtieron en países que aún continúan en un proceso de desarrollo, como Ecuador.

Lo que nos enseñan las anteriores revoluciones industriales es que, por falta de una planificación de país, la brecha entre Ecuador y los países desarrollados ha ido en aumento. 

El nivel de industrialización del Ecuador

Varios análisis señalan que Ecuador es todavía un país primario exportador y altamente dependiente de la extracción de petróleo. Muchas de estas hipótesis se basan sólo en analizar la economía en función de cuánta plata genera cada sector, y no cuántos empleos generan. 

Para poder ver el nivel de industrialización, la cantidad de empleos generados por sector económico es un indicador que nos da mayores pistas.

Según el visualizador de estadísticas empresariales del INEC, en el 2019, cerca de un 24% de los empleos generados en el país tenían algún tipo de relación con niveles de industrialización. De ellas, el 12% eran industrias manufactureras —donde existe un grado mínimo de transformación de la materia prima. Este sector es el segundo en generación de fuentes de empleo a nivel nacional, sólo superado por el comercio —venta de productos al por mayor y menor. El sector de transporte y almacenamiento también es relevante: genera un 5.5% de empleos a nivel nacional.

La extracción de recursos no renovables, incluidos el petróleo y minería, aportan apenas un 1.24% de los empleos en el país. Esta cantidad no es significativa, y sorprende porque la extracción de petróleo tiene más de 50 años de operación y ha sido señalado como un sector estratégico para el Ecuador. Para graficar por qué parece un área estancada, es clave ver a Noruega. 

El país nórdico empezó la explotación de recursos petroleros en años similares al Ecuador. Hoy en este sector trabajan cerca de 200 mil personas, seis veces más de los que emplea la industria petrolera en nuestro país. 

Esta diferencia se debe a que, además de haber avanzado junto con las revoluciones industriales, el sector petrolero en Noruega mantuvo un proceso de investigación y desarrollo de productos que se pueden fabricar con el crudo como materia prima. 

Un ejemplo es el sector petroquímico del cual se generan productos para otras industrias. Dentro de este sector, la producción de material para la generación de plásticos genera 13 mil plazas de trabajo. Adicionalmente, empresas como la pública Equinor, desarrollada inicialmente para la producción y comercialización de combustibles no sólo en Noruega sino también en toda Europa, tiene a la fecha más de 23 mil empleados a nivel global. 

Esta empresa tiene un modelo bastante diversificado: ofrece varios productos y servicios que van más allá de productos petroleros. Desarrollan tecnología para la generación energética con productos renovables o tienen fondos de inversión para nuevas innovaciones. 

tecnologías del futuro

Ecuador debería incorporar tecnologías del futuro en su producción nacional. Fotografía de Björn Láczay bajo licencia CC BY 2.0 DEED.

Mientras que en Noruega uno de los sectores que más se diversificó es el petróleo, en Ecuador, a pesar del poco interés estatal, el sector industrial que más se ha diversificado y generado más empleos es la producción de alimentos. Según el INEC, genera cerca del 5% de plazas de empleo nacionales.

A pesar de que existe una brecha con los países desarrollados, Ecuador tiene un cierto grado de industrialización que genera un 24% de las fuentes de empleo del país. Contrario a las creencias locales, los sectores como el petróleo y minería aportan muy poquito a la generación de trabajo. 

La cuarta revolución ambiental y la emergencia climática

La humanidad atraviesa una nueva revolución industrial que transformará nuestras vidas. 

Este proceso de cambio está definido principalmente por tres innovaciones. El 5G, que es una tecnología de transmisión de datos mucho más rápida que las anteriores. Los sistemas ciber físicos, que son las nuevas generaciones de componentes electrónicos que permiten recopilar datos en tiempo real y generar cambios complejos en procesos productivos, que también serán incorporados a los productos y servicios que utilizamos. Y, finalmente, la inteligencia artificial, que logrará orquestar las tecnologías del futuro. 

A diferencia de las anteriores revoluciones industriales, que tomaron casi un siglo cada una, esta será mucho más rápida: sucederá en apenas un par de décadas.

Al mismo tiempo, estamos enfrentando el mayor reto de la historia de nuestra especie: el cambio climático que ha llevado a que la temperatura promedio del planeta salga de los límites bajo los cuales nuestra especie se pudo desarrollar, poniendo en riesgo nuestro futuro. Por ello, ahora hablamos de una emergencia climática.

Con la información que tenemos, se puede prever que la supervivencia de la humanidad se logre, pero con varios desastres que cobrarán muchas vidas. 

Esto generará que la cuarta revolución industrial no sólo sea incorporar nuevas tecnologías, sino también implique reducir de manera radical los impactos ambientales de todas las cadenas de producción de bienes y servicios tecnológicos. También debe incluir controles muy estrictos en la huella ambiental de todos los productos. 

El cuidado a la naturaleza es, entonces, el elemento fundamental que definirá si la sociedad global puede evitar el colapso.

Quizás, por primera vez en la historia del Ecuador, tenemos una ventaja competitiva sobre el resto: nuestra biodiversidad. Un desarrollo del Ecuador en armonía con su ambiente puede hacer que nuestros productos y servicios sean más atractivos que los que ofrecen otras sociedades. 

¿Cómo debe ser el nuevo modelo productivo ecuatoriano?

El factor más importante para la producción de bienes y servicios es que sus propuestas de valor sean igual o más atractivas que las de sus competidores locales y globales. Mientras más gente requiera los productos o los servicios tecnológicos desarrollados en el país, mayor la probabilidad de que los sectores crezcan, generando así mayores fuentes de empleo para los ecuatorianos.

Podemos inferir que los productos con mayor preferencia en el mercado internacional serán los que tengan un bajo impacto ambiental. Y los que, dentro de lo posible, tengan un alto componente tecnológico. Así mismo, se preferirán los servicios con un alto componente tecnológico que incorporen cada vez más el uso de inteligencia artificial para mejorar la experiencia del usuario.

Entonces, para poder incrementar los niveles de industrialización del país, y generar así mayores fuentes de empleo, los primeros sectores que requieren una transformación serán el de producción nacional y el sector de servicios digitales.  Estos deben incorporar, dentro de sus lógicas de fabricación o de desarrollo tecnológico, un bajo impacto ambiental para poder ser competitivos en un mundo que enfrenta una crisis climática. Más aún cuando el Ecuador es conocido por su biodiversidad. 

En medio de todo el impacto ambiental que vivimos ¿quién compraría un producto con alto impacto negativo al ambiente de un país megadiverso?

Un ejemplo de estas nuevas lógicas que permiten al consumidor conocer la huella ambiental y social de los productos que consumen es la iniciativa True Costs (costos verdaderos) que busca aumentar la responsabilidad de las empresas y fortalecer los sistemas legales en el Sur Global. Lo hacen impulsando la colaboración entre comunidades, financiadores y líderes creativos en un esfuerzo por inclinar la balanza para que las corporaciones rindan cuentas e internalicen los verdaderos costos ambientales y humanos de sus acciones. 

Modelos como este ya se están probando en varios países, como en Alemania, en donde una cadena de supermercados colocó el “valor real” de los productos, considerando su huella ambiental. 

En el Ecuador ya existen empresas que se están adaptando a las lógicas modernas. Quizás el ejemplo más conocido es Pacari, una marca que se ha enfocado en crear productos derivados del cacao de alta calidad. Que paga un precio justo a los productores, y tiene un bajo impacto ambiental, logrando así posicionarse en un mercado tan competitivo como el del chocolate a nivel global. Otra empresa poco conocida a escala nacional pero que compite en mercados internacionales es la marca ScorpII, que aprovecha la biodiversidad de frutas, hierbas y plantas ecuatorianas para exportar productos naturales saludables. La empresa Rosas del Manzano intenta posicionar sus rosas de altísima calidad mediante prácticas sostenibles. 

Para la creación de nuevas empresas de base tecnológica requerimos un sistema de apoyo nacional público, como lo tienen todos los países industrializados. Un apoyo que genere mecanismos de inversión para nuevos emprendimientos en todas sus fases de desarrollo, como lo recoge la investigadora Mariana Mazzucato en su libro “El Estado Emprendedor”. Es clave un sólido plan de desarrollo que sobreviva a los vaivenes políticos.

Finalmente, la resiliencia climática es importante: nadie invertirá en negocios que puedan sufrir desastres producto de la emergencia climática. El país requiere un plan de mitigación de efectos que incluya la implementación de proyectos que eviten la destrucción de sectores productivos durante época de lluvias, así como también infraestructura de contingencia ante eventos de sequías prolongadas. 

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Inty Grønneberg
Inventor ecuatoriano. Premiado como Inventor del Año 2018 en América Latina por la revista MIT Technology Review del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT) por Ichthion, un mecanismo de recolección de plástico en los ríos que evita que estos lleguen al mar.
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