Es como si fuese la fotografía de un jardín de infantes estelar. El telescopio James Webb, el más potente observatorio infrarrojo espacial de la humanidad, ha dado un nuevo campanazo: un equipo internacional de 80 astrónomos ha utilizado los datos recabados por el prodigioso aparato para mapear las galaxias más antiguas de las que tenemos evidencia.
Son cuatro galaxias que el Webb ha visto tal como lucían cuando se formaron, tan solo 350 millones de años después del Big Bang —hace unos 13.400 millones de años. O sea, cuando el universo tenía el 2% de su edad actual.
Las galaxias habían sido oteadas muy pronto por el gran telescopio infrarrojo, que partió de la Tierra el 25 de diciembre de 2021 y que, desde que se estacionó en el punto del espacio conocido como L2, ha maravillado constantemente a los terrícolas con sus sorprendentes imágenes cósmicas.
Las cuatro galaxias estaban entre los cientos de cúmulos estelares que los científicos estimaban podrían ser jovencísimas. Ahora, esa hipótesis ha sido confirmada. Estos clusters espaciales fueron encontrados por el telescopio en sus primeros meses de operación, gracias a la Cámara de Infrarrojo Cercano (NIRCam), el más potente instrumento de medición de ondas infrarrojas que el ser humano ha creado.
A diferencia de otros célebres telescopios espaciales, como el Hubble, que desde 1990 le ha ido levantando el velo al cosmos en el espectro de la luz visible, el Webb puede “ver” en infrarrojo, una forma de radiación que no es visible al ojo humano. Es una diferencia pivotal, pues la luz emitida por los objetos más cercanos al origen del universo se ha convertido, por todo el espacio-tiempo que ha tenido que recorrer, en radiación infrarroja.
Al ver en esa longitud de onda de la luz de los objetos estelares, Webb puede ver mucho más atrás en el tiempo que el Hubble. “Estos telescopios son verdaderas máquinas del tiempo”, le dijo Gareth Illingowrth, astrofísico de la Universidad de California, Santa Cruz, a la revista Quanta, cuando el Webb fue lanzado al espacio.
Pero no bastaba con observar y señalar estos conglomerados. Para confirmar que eran, en realidad, tan antiguos como parecían, tuvieron que someterlos a una observación detallada con el espectrógrafo de infrarrojo cercano que lleva el Webb a bordo, un instrumento que permite determinar la composición química de estas galaxias y, además, saber a qué velocidad se alejan del James Webb.
El anuncio, hecho en un estudio que aún debe ser sometido a la rigurosa revisión por pares, ha emocionado a la comunidad astronómica.“Hemos descubierto galaxias en momentos increíblemente tempranos en el universo distante”, dijo Brant Robertson, profesor de astronomía y astrofísica en la Universidad de California, Santa Cruz, en una nota en el sitio web de su universidad. Gracias al James Webb, dijo Robertson, “por primera vez ahora podemos encontrar galaxias tan distantes y luego confirmar espectroscópicamente que realmente están tan lejos”.
El anuncio del descubrimiento de estas galaxias infantiles es, precisamente, el propósito para el que fue construido Webb, una maravilla científica cuyo desarrollo costó más de 10 mil millones de dólares.
“Era crucial demostrar que estas galaxias, de hecho, habitan en el universo primitivo”, le dijo la astrónoma y coautora del estudio de observación Emma Curtis-Lake de la Universidad de Hertfordshire en el Reino Unido, a la NASA. “Es muy posible que las galaxias más cercanas se hagan pasar por galaxias muy distantes”, explicó Curtis-Lake. “Es un logro tremendamente emocionante para la misión”, afirmó. El consenso en la comunidad científica es que esto es apenas el principio de lo que Webb nos revelará.
Únete a la GK Membresía y recibe beneficios como comentar en los contenidos y navegar sin anuncios.
Si ya eres miembro inicia sesión haciendo click aquí.
