Es lo que es. Para el gobierno se trata de poner en juego su capital político. Un capital político que tiene, que debe tener o que cree tener,  y que lo ha llevado a proponer ocho preguntas que —luego de los mecanismos y revisiones de ley por parte de la Corte Constitucional— acompañarán las papeletas de las elecciones seccionales de febrero de 2023. Preguntas que forman parte de una nueva consulta popular que, de acuerdo al Ejecutivo, va a decidir el destino del país sobre tres temas importantes: seguridad, representatividad y ambiente.

Y hasta ahí todo tiene algún tipo de sentido. Estemos o no de acuerdo con lo que se va a preguntar.

Pero qué pasa cuando en el terreno de la comunicación, con la justificación de promover la consulta y buscar un triunfo político, el gobierno cae en los mismos errores de siempre. Qué pasa cuando el gobierno vuelve a la narrativa en la que simplifica la realidad en la que conviven profundas causas para la inseguridad, por ejemplo, y continua con un discurso que divide todo entre héroes y villanos. Sencillo: se usan falacias de generalización que poco favor le hacen a las soluciones que, dice, quiere alcanzar. 

El pasado 6 de diciembre de 2022, la Presidencia de Ecuador publicó un video de 11 minutos en el que el presidente Guillermo Lasso repitió —y varias veces, casi con las mismas palabras— que la consulta ciudadana es importante para la paz y la seguridad de los ciudadanos. Todo en un discurso obvio e innecesariamente reiterativo. 

Lasso empieza su discurso hablando sobre cómo con esta consulta ganan “cada uno de ustedes en el Ecuador”. Y luego explica por qué: “La consulta ayuda a resolver uno de los principales problemas del país: la narcodelincuencia, el terrorismo y el crimen organizado”. Empecemos por anotar que esos son tres problemas, no uno. 

De ahí, el Presidente enuncia una serie de preguntas retóricas que se podrían sintetizar en: ¿quién en su sano juicio podría estar en contra de aquello que es ventajoso para el país? Y una pregunta así solo puede tener una respuesta lógica: nadie, pues. Nadie podría estar en contra de eso. 

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Claro, el problema con estas preguntas es que su lugar de enunciación tiene un peso muy fuerte. Y solo con pronunciarla, Lasso ya define un villano, al malo de la historia. Ese otro que está en contra de lo que haría ganar paz y seguridad a cada uno de los habitantes de Ecuador. Ese villano enemigo de aquello que, como ya dijo al inicio, beneficiará a todos los ciudadanos, los buenos. 

Bajo esa lógica es evidente que quien no quiere paz y seguridad para Ecuador, solo podría ser la gente mala. ¿Pero quiénes son esos personajes tan malvados que no quieren que los buenos sean protegidos por esta consulta? El Presidente lo dirá más adelante en su intervención.

Sin embargo, hay que decir que no es nada nuevo. El Presidente ha usado esta retórica de “ellos versus nosotros” en otras ocasiones. En octubre de 2021, por ejemplo, Lasso ya hablaba de quiénes estaban interesados en “en dar un golpe institucional a la democracia en el Ecuador”. En abril de 2022, volvió a referirse a estos poderes que desde el primer día de su gobierno han estado “viendo cómo desestabilizan la democracia ecuatoriana”. El continuo intento de buscar un enemigo que retomó en su discurso más reciente.

En el video, Lasso siguió: “Los que se oponen a la consulta —sin siquiera conocer sus preguntas— son aquellos que instauraron la narcopolítica como forma de vida. Quienes se oponen son aquellos que se alimentan de la corrupción (…)  son los narco delincuentes, los cabecillas de las bandas delictivas y sus aliados del crimen organizado”.

El imaginario está creado —o reforzado—. No puede haber alguien que se oponga a la consulta con argumentos sensatos; el que lo haga lo hace porque tiene intereses ocultos que beneficiarán a los malos. 

En ese momento del video, el Presidente Lasso entregó datos sobre lo que considera los logros en seguridad de su gobierno: se han realizado 2 millones de operativos a escala nacional, decomisado 174 mil sustancias ilícitas, recuperado 8896 carros y motos y aprehendido 7827 armas de fuego. Con su enumeración pretende contarnos que el gobierno está haciendo lo correcto en seguridad y para que, de acuerdo al discurso, pueda seguirlo haciendo, es necesario que respondamos “sí” a las preguntas sobre seguridad. 

Si no lo hacemos, nuevamente nos alineamos con los malos. Pero no es suficiente con apoyar las preguntas sobre seguridad, también hay que hacerlo con aquellas que pretenden cambiar —Lasso dice “reducir”, pero esto es debatible— el número de asambleístas y depurar a los movimientos políticos. En su retórica simplista acusa a quienes se oponen a su propuesta de “no querer mejorar la justicia”—mencionó la pregunta relacionada al cambio de estructura de la Fiscalía, por ejemplo—, de no “querer rendir cuentas” y de no “querer que el Ecuador mejore”.

Algo similar ocurre con las preguntas relacionadas al medioambiente. 

Para finalizar, Lasso deja la mejor preguntas de todas como cierre: “¿De qué lado de la historia están?”. 

Música de tensión.

Esta resulta ser la mejor pregunta porque deja todo en absoluta evidencia. Porque es el resultado de pura y simple división, que busca mantener el enfrentamiento entre “ellos y nosotros” y que no aporta en nada. Y sí, el gobierno está en todo su derecho de promover el sí para su consulta popular, pero necesitamos formas de comunicación que estén más a la altura de lo que requiere un país dividido, herido y cansado.

No es necesario decir que con la consulta “gana el Ecuador” o que “gana el planeta” —esta última, una afirmación descabellada—. Se necesita ser precisos y transparentes para explicar por qué, si voto “sí” en las ocho preguntas de la consulta, va a ganar Ecuador; cómo esas propuestas van a permitir mejores condiciones de vida para los ecuatorianos. O por qué, a través de una consulta, habrá mejores herramientas para combatir a la delincuencia. O cuál sería el beneficio de un menor número de asambleístas o de movimientos políticos —pregunta que podría ser popular pero que, en la práctica, no tiene un real impacto en la calidad de la Asamblea. 

En este tipo de videos tampoco es necesario utilizar el “sí” todo el tiempo, como si fuésemos personajes de Inceptionla película en la que un grupo de espías corporativos buscan meter ideas en el subconsciente de sus víctimas para que hagan lo que ellos quieren— y que en ese acto de repetirlo incesantemente nos lavara el cerebro hasta el punto de llegar a la papeleta y marcar “sí” sin ninguna reflexión adicional.  Esa acción es tan ridículamente obvia que resulta insultante escucharla en frases como: “Sí. La consulta ciudadana está en marcha”, o “Sí, vamos a desmantelar las redes de la narcopolítica y el narcotráfico”, o “Sí, vamos a combatir este enemigo en común”. La repetición del sí en sus mensajes no basta para que el discurso se sostenga. 

Sí, la Presidencia es la que convoca a la consulta popular, es evidente cuál será su postura, y esta se refleja en el video. Lo que sería interesante es que quienes manejan la comunicación del Presidente en este tema recuerden que promover la dicotomía entre “buenos y malos” no nos conduce a ningún buen lugar. Hemos sufrido muchos años las consecuencias de esa distinción hecha desde el poder político.  Es hora de salir de esas construcciones simplistas que sólo sirven para fragmentar más un país de por sí fragmentado

No se puede perder de vista que alguien, en alguna parte del país, genuinamente puede no estar seguro si la extradición de criminales va a ser una herramienta para combatir la inseguridad. Sus dudas —o su final decisión de votar contra esa pregunta— no lo convierte en un narcocriminal o un fanático del narcotráfico. El ser humano es más complejo que ese montón de ideas preestablecidas que ahora vuelven a estallar porque se busca un triunfo político. La sociedad es más compleja que una visión de héroes y villanos en la que, por supuesto, los héroes siempre están del lado del gobierno. Y eso, no puede perderse de vista en una democracia.

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Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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