Dos hombres impiden el paso hacia el patio central en el que Leonidas Iza y los principales dirigentes de las bases de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) discuten airadamente. 

Ambos tienen cubiertos sus rostros —uno de ellos con una mascarilla, el otro con un pañuelo negro que cubre hasta su cabeza, solo muestra sus ojos. “Informen bien, prensa corrupta”, dice uno, repitiendo la muletilla que ha sido usada durante estos 18 días de paro nacional en contra de los medios y los periodistas que han cubierto las manifestaciones. “Por acá no se puede pasar”, dice el otro. 

A veinte pasos hay un grupo de indígenas rodeando a Leonidas Iza —poncho rojo y sombrero negro— que, minutos antes estaba sentado en la mesa de diálogo junto a Eustaquio Tuala, Presidente de la Feine —con su distintivo sombrero blanco con el escudo del Ecuador en el centro— y Gary Espinoza, presidente de la Fenocin, en el auditorio de la Parroquia de la Santísima Trinidad, en el Seminario Mayor de Quito.

Leonidas Iza

En medio del diálogo, Leonidas Iza salió con un grupo de simpatizantes luego de pedir 15 minutos para dialogar con ellos sobre firmar el acta. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

Hasta hacía pocos minutos, también los tres líderes indígenas compartían la mesa con los monseñores David de la Torre, Luis Cabrera y Alfredo Espinosa, Secretario General, Presidente y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, respectivamente. Los tres estaban encargados de mediar el diálogo entre los líderes indígenas y el gobierno. 

Al otro lado, estaba el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, y el Secretario de la Administración, Iván Correa. 

En esa mesa de ocho hombres, frente a un auditorio lleno de oyentes y repleto de periodistas, monseñor David de la Torre había leído el acta con los principales acuerdos a los que habían llegado las partes para intentar resolver el paro nacional de 3 semanas, 9 muertos, cientos de heridos y millones de dólares en pérdidas. 

Incluía la reducción del precio del diésel y la gasolina extra y ecopaís en 5 centavos adicionales de los ya decretados —es decir 15 centavos por galón, además de acuerdos en temas mineros y petroleros, y el cese de las movilizaciones. 

Parecía que finalmente se acababa el paro y quedaba por suscribir el acuerdo, pero en el salón se oía un barullo provocado por los asistentes, representantes de las organizaciones indígenas que debían firmarlo. Varias decenas de ellos estaban sentados frente a la mesa de diálogo, de espaldas a los medios de comunicación que cubrían la firma del acta. 

Luego de que leyeran el acuerdo, los representantes indígenas reaccionaron de diferentes maneras. Algunos de los que estaban sentados empezaron a gritar “¡No, no!”, otros aplaudieron, otros empezaron a conversar entre sí. Nadie terminaba de entender lo que estaba pasando.

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Algunos medios empezaron a reportar que el paro había finalizado porque se había leído el acta de acuerdos a los que habrían llegado y se sobreentendía que estaba en firme.

Pero la reacción de los asistentes no reflejaba certeza. Leonidas Iza, que estaba en el centro de la mesa, se levantó de su asiento, tomó el micrófono y empezó a explicar que el acta leída se trataba de un acuerdo propuesto por los mediadores del diálogo.

— Está en nosotros aceptar o no aceptar el acta que han levantado, dijo. 

“Vamos a ser responsables con el país. Habrá una reacción, unos que sí, otros que no pero estamos 18 días en movilización, no podemos ser tan irresponsables con el país”, insistió, mientras en el auditorio algunos gritaban, otros se levantaban y silbaban. 

El máximo líder de la Conaie les dijo que si necesitaban un poco de tiempo para discutirlo, lo darían.“ Pero esta cuestión tiene que resolverse hoy, compañeras y compañeros”, insistió un Iza, visiblemente impaciente. 

Tras su intervención, fue el turno de FrancisCo Jiménez, ministro de Gobierno. 

—Firmemos el acta, avancemos de frente hacia la historia, solventemos nuestras diferencias, dijo Jiménez, y un buen grupo de los asistentes, la mayoría indígenas, lo aplaudieron.

Francisco Jiménez

El ministro de gobierno, Francisco Jiménez, pidió que se firme el acta para recuperar la paz. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

Monseñor Cabrera también insistió en la firma. Dijo que había que ser “consecuentes” con los acuerdos. Enseguida Iza volvió a intervenir y pidió que “no se tire al tacho de la basura el esfuerzo”. 

Mientras adelante se pasaban el micrófono para hablar, en el fondo se escuchaban gritos de “¡el paro sigue!”

Acto seguido, Leonidas Iza pidió a las autoridades en la mesa de diálogo, en un tono casi de súplica, que le den “diez o quince minutos máximo” para hablar con las bases que parecían descontentas. 

En el fondo se escuchaba a los manifestantes que estaban afuera de la parroquia de la Santísima Trinidad, de la que es parte el Seminario Mayor, ubicado en plena Avenida América, a pocas cuadras de la Universidad Central del Ecuador —donde miles de personas han permanecido y dormido en los días del paro. 

Iza se levantó y pidió a los líderes de la Conaie que estaban ahí que lo siguieran. Salieron en tropel. En la sala se quedaron Eustaquio Tuala y Gary Espinosa, los otros dos líderes indígenas que parecían más conformes. Parecían. 

Tras la salida de Iza y los otros indígenas, parte de los asistentes al diálogo se levantaron. Espinoza también pidió que se acercaran  a él los otros miembros de la Fenocin.

Cerca de la mesa de diálogo también estaba el canciller Juan Carlos Holguín, que había permanecido de pie y detrás de los reporteros, durante la lectura de los acuerdos. Luego, Holguín se mezcló entre los asistentes. 

Un joven indígena se acercó a pedirle una foto. El canciller sonrió al celular que los apuntaba. Luego, conversó  brevemente con Eustaquio Tuala, el más convencido de firmar el acuerdo, según una fuente cercana al proceso de diálogo que pidió la reserva. Sonreían y parecía un intercambio amistoso.

También adelante, pero lado derecho de la sala, el ministro de Gobierno se veía más tenso. A ratos sonreía pero alternaba la mirada de un sitio a otro, como quien necesita resolver algo con urgencia.

Los 15 minutos que pidió Iza son en realidad 40. 

§

Después de la pausa, Iza vuelve a entrar, seguido de los otros dirigentes de la Conaie. Los líderes de la Feine y la Fenocin están ya sentados. Apenas se reinstala la mesa, Monseñor José Cabrera dice que van a hacer unas “modificaciones al acta” solicitadas por los indígenas y mientras las hacen, van a orar. Un pastor evangélico se pone de pie, de espaldas a la mesa de diálogo, mirando a los líderes de las bases y a los periodistas. Hace  una breve oración. 

Enseguida monseñor Espinoza habla sobre la necesidad de tender puentes y el rol de la Iglesia para hacerlo. “Nos comprometemos a garantizar el cumplimiento de estos acuerdos como Conferencia Episcopal”, dice. Se escucha un ligero murmullo en la sala y Espinoza hace aún más amplio el compromiso. Dice que se compromete a que todos los puntos que no están en el acta, sean tratados en las mesas de diálogo que deberán instalarse por 90 días.

Iglesia Católica

La Iglesia Católica medió el diálogo para acabar le paro nacional. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

Iza toma de nuevo el micrófono para hacer una aclaración: no ha habido ninguna reunión directa con el gobierno, asegura, como quien se defiende de una acusación

Quienes se reunieron con las partes fueron los representantes de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, según confirmó una fuente del gobierno que pidió la reserva. “El gobierno se reunió anoche con la Iglesia y hoy en la mañana nuevamente fue la Conferencia Episcopal la que hizo los acuerdos”, dice. 

Mientras Leonidas Iza da explicaciones, se filtra el ruido de los manifestantes sobre la calle aledaña. “Hay puntos rojos con los que no estamos de acuerdo, pero para pacificar al país hay que ceder”, dice Iza y sus palabras son recibidas con un aplauso por solo una parte de los indígenas en el auditorio. Luego habla, de nuevo, Eustaquio Tuala. 

— Parte y parte nos hemos equivocado. Los valientes sabemos reconocer, dice dirigiéndose al ministro de Gobierno. 

Pide que sus militantes “no sean criminalizados” tras el paro. 

— Vamos a mantener la lucha pero en este momento, a nivel nacional, vamos a suspender la medida de hecho, dice Iza. 

Y vuelve a mencionar el tema de la criminalización, pero dice que va a quedar a la buena fe del gobierno nacional.

— ¡Nooo!, gritan algunos en el auditorio.

— Siempre lucharé para que haya independencia de poderes, continúa el líder.

Iza es el primero en firmar el acta. Luego, le pasan el mismo papel a Eustaquio Tuala, quien también firma. 

Leonidas Iza firma

El presidente de la Conaie, Leonidas Iza, firma el acta de la paz para terminar le paro nacional. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

Pero cuando llega el turno de Gary Espinoza, una mujer indígena se le acerca con un papel. Espinoza lo toma y empieza a leerlo, ignorando a monseñor De la Torre, quien le extiende el acta que Iza y Tuala ya han firmado. 

Por más de un minuto, Espinoza lee y no firma. Monseñor De la Torre sigue encorvado hacia él con el papel. En el auditorio se oyen murmullos. Espinoza reniega con la cabeza. Monseñor De la Torre se rinde de insistir y se sienta, mientras Espinoza sigue moviendo su cabeza al lado derecho e izquierdo en un visible “no”. 

— No ha cambiado nada, se escucha decir a Gary Espinoza. 

Iza, con el ceño fruncido y algo sonrojado quizás por la impaciencia, toma bruscamente el micrófono.

— Estamos haciendo un esfuerzo para mantener la unidad pero que quede claro, si la Fenocin no quiere reconocer este triunfo, que no firme, dice quien ha liderado las protestas estos 18 días en Quito. 

El documento que deben firmar pasa de unas manos a otras. Mientras la confusión aumenta, un asistente de entre el público, con una chaqueta celeste y sombrero, se levanta y se acerca a Gary Espinoza; le insiste que firme. Luego, el hombre de chaqueta celeste y sombrero toma el micrófono mientras Iza gesticula; mueve las manos, gira la cabeza, abre la boca. 

— ¡Sí va a firmar, Leonidas!, dice el hombre de celeste 

Por un momento parece que nuevamente el acuerdo pende del hilo de la voluntad de un hombre. El Ministro de Gobierno intenta dirigirse a Iza, al otro extremo de la mesa.

— ¡No le den tantas vueltas, compañeros, tienen que firmar! grita una de las lideresas indígenas, desde las sillas en las que está el público.

En la mesa larga todo es confusión: hablan al mismo tiempo y no queda claro si el acuerdo se ha caído. No pasan ni cinco minutos y finalmente Gary Espinoza —chaqueta café, gorra negra, lentes— firma.

acta de paz

Los dirigentes del movimiento indígena alzaron sus manos en señal de victoria luego de firmar el acta de paz. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

El auditorio se llena de aplausos. Enseguida firman las autoridades del gobierno. Los tres líderes indígenas se toman de las manos y las alzan, en señal de victoria, mientras Francisco Jiménez, al otro lado de la mesa y con una tímida sonrisa, sostiene y muestra a la altura de su pecho y con las dos manos como quien sostiene un diploma, el documento firmado. El documento que pone fin a 18 días de paro nacional.

En la sala se escuchan aplausos y gritos:

— ¡Qué viva la resistencia!

— ¡Qué viva la paz!

— ¡Qué viva la lucha popular!

— ¡Qué viva el movimiento indígena!

Iván Correa, Secretario de la Administración, y Fabián Pozo, Secretario Jurídico de la Presidencia, siguen con expresiones de preocupación. Correa se toca la cara una y otra vez; Pozo junta sus manos y juega 

 con sus dedos. 

Monseñor Cabrera agradece a todos, muy breve. A su alrededor, todos parecen ansiosos por dejar la sala.

Iza, rodeado de quienes lo suelen escoltar, también se va. Detrás de él, varios líderes indígenas salen. Afuera, se sube a un auto que los llevará a la Casa de la Cultura donde lo esperan miles de manifestantes que llegaron desde distintas provincias a Quito para protestar contra el gobierno.

Los ministros salen con un poco más de pausa. Los periodistas tenemos que salir por otra puerta para evitar a los manifestantes que se agolpan en el ingreso principal. 

Seminario mayor

Cientos de manifestantes esperaban en el exterior del Seminario mayor donde era el diálogo. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

— ¡Prensa asesina!, grita una mujer entre los manifestantes de la calle. 

Son decenas que esperan tras una puerta de metal. Un hombre se nos acerca y pide que por “no provocar” es mejor que los reporteros salgamos por la otra calle. Así lo hacemos. Decenas de periodistas, fotógrafos y camarógrafos salimos por un costado, intentando pasar desapercibidos, a pesar de nuestros chalecos, cámaras y otros equipos que nos revelan. 

En la Avenida América y La Gasca, a una cuadra de la puerta por la que salimos, se agolpan más manifestantes. Parece que será la marcha final tras 18 días de paro nacional. 

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María Sol Borja
Periodista. Ha publicado en New York Times y Washington Post. Fue parte del equipo finalista en los premios Gabo 2019 por Frontera Cautiva y fue finalista en los premios Jorge Mantilla Ortega, en 2021, en categoría Opinión. Tiene experiencia en televisión y prensa escrita. Máster en Comunicación Política e Imagen (UPSA, España) y en Periodismo (UDLA, Ecuador). Ex editora asociada y editora política en GK.

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