Esta semana, la discusión sobre el aborto por violación en redes sociales hizo que el ex presidente Rafael Correa, autodenominado un político de izquierda, tuiteara “Si defender la vida es ser de derecha, pues lo soy. Para mí, primero estará la vida”. Una de las respuestas que recibió fue de María Cecilia Herrera, una abogada autodeclarada correísta y feminista, quien le dijo: “Le guste o no: la marea verde es imparable!!  La historia nos pertenece y aquí seguiremos alzando la voz por las mujeres y niñas del país!!”. El expresidente le volvió a dedicar un tuit en el que reafirmó la postura machista con la que manejó su gobierno:

En un mismo tuit descalificó a una mujer y al mismo tiempo dijo que alza la voz por ellas. Una contradicción en 270 caracteres. 

Su comentario tiene al menos tres posibles análisis. El primero es si el gobierno de diez años del gobierno Rafael Correa “alzó” la voz por las mujeres y las niñas. El segundo es qué significa denominar al feminismo como “una posición” y etiquetarlo de vanidad y sectarismo. Y el tercero, en el que me enfocaré, es el uso de la palabra infantil en este contexto —que está acompañado de un emoji al final que guiña el ojo.

El intercambio de tuits se dio pocos días después de que la Comisión de Justicia votara por el informe para el segundo debate del proyecto de ley para interrumpir el embarazo en casos de violación. Uno de los puntos más polémicos de esta propuesta —que Correa menciona en su tuit— ha sido la temporalidad para practicar el aborto. 

El informe de mayoría —que tendrá su segundo debate este 25 de enero— dice que para las niñas y adolescentes menores de 18 años que han sufrido violación se puede realizar hasta las 22 semanas de gestación. Para las mujeres y personas gestantes de 18 años en adelante que han sufrido violación podrá hacerse hasta las 20 semanas. El informe de minoría —firmado por los asambleístas autodenominados provida, señalados como antiderechos— plantea otros plazos: para niñas y adolescentes propone 12 semanas, para mujeres adultas, 8 semanas. 

A Correa, quien amenazó con renunciar a la Presidencia si se discutía la despenalización el aborto por violación, le parece infantil que una mujer defienda el derecho a interrumpir el embarazo en plazos justos. A Correa, quien ordenó detener a un adolescente que durante una caravana le sacó la “mala seña”, le parece infantil que ella critique a quienes se oponen a esos plazos, y plantean otros que no responden a las realidades de las niñas y mujeres del país. 

Le parece infantil.

flecha celesteOTROS CONTENIDOS SOBRE EL ABORTO POR VIOLACIÓN

La palabra infantil —como nada es obvio es necesario recalcar que viene de infante, niño— usada en este contexto es una manera de desacreditar y ningunear a alguien porque piensa “como niña” —es decir, que no tiene la capacidad de discernir.

Usarla de esa manera es la manifestación más evidente de adultocentrismo —la idea de que las personas adultas son las que tienen mayor poder y por ende pueden decidir por el resto: niños, niñas, adolescentes, y ancianos. Dicho de otra manera, el adultocentrismo desacredita a los niños y niñas. Como si sus argumentos y dichos son indignos de ser contados en el debate. 

Usar la palabra “infantil” para describir a una mujer adulta en sus treintas, también es una manifestación de machismo.

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Correa, desde su posición de adulto hombre heterosexual —léase en posición de poder— ve a los niños como personas cuyas expresiones son de menor valor. Ya dijo la Corte Constitucional, en su fallo sobre el consentimiento de los adolescentes en relaciones sexuales, que los niños y adolescentes son en efecto sujetos de protección. Sin embargo, dijo también que su derecho a la autonomía, desarrollo de la personalidad y toma de decisiones debe ser también respetado y promovido. Eso implica dejar anacronismos como tachar algo de “infantil” (o “no seas niña”) para desacreditar a quienes piensan distinto que uno. 

Pero lo que el ex presidente Rafael Correa ha hecho es colocar a una mujer adulta al mismo nivel de esa idea errada que tiene sobre los niños y niñas. Al decir que las ideas de ella son como las de una niña está diciendo que son ingenuas, absurdas, inmaduras.

Infantilizar el discurso de las mujeres es perpetuar la idea de que, como los niños, nosotras necesitamos que alguien más decida por nosotras. 

§

Tachar de infantil a las mujeres no es algo nuevo. A lo largo de la Historia, cuando grupos de mujeres exigían nuevos derechos, al inicio siempre sus exigencias eran etiquetadas de esta manera, como sinónimo de debilidad intelectual. 

Si las mujeres se hubiesen quedado con ese apelativo seguramente hoy no podríamos trabajar, votar, divorciarnos o comprar propiedades sin depender de un hombre.

La manera cómo está escrito el tuit, desde suponer que es vanidad exigir un derecho, hasta el emoticón al final guiñando el ojo, es también una forma de violencia, más específicamente de violencia política. María Cecilia Herrera no solo es abiertamente correísta sino que es asambleísta alterna por la coalición que representaba a Correa en las últimas elecciones. Es, de alguna manera, una mujer política que está siendo criticada no por algo que ha hecho sino por sus ideas. 

El tuit de Correa en el que señaló a Herrera de infantil, también fue respondido por ella. Aunque Herrera reafirmó su lealtad al expresidente —y está en todo su derecho de hacerlo— eso no significa que el comentario de Rafael Correa no haya sido machista. Cuando Correa infantiliza a una mujer, nos infantiliza a todas. 

Isabela Ponce 150x150
Isabela Ponce
(Ecuador, 1988) Cofundadora y directora editorial de GK. En 2021 ganó el premio Ortega y Gasset. Dos veces ha sido parte del equipo finalista al premio Gabo. En 2019 ganó una mención de la SIP en la categoría opinión por una columna sobre violencia de género. Es consultora para medios de América Latina.

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