Pocas semanas antes de la posesión del presidente Daniel Noboa, gran parte de su gabinete viajó con él a una intensa gira internacional definida por prioridades de inversión y seguridad nacional, mostrando las intenciones de hacia dónde iría la política internacional de Noboa. Visitaron países tan distintos como Emiratos Árabes, Inglaterra e Israel, mostrando una clara necesidad del gobierno de expandir sus alianzas hacia horizontes poco explorados por el Ecuador.
Que al menos tres jefes de Estado europeos y dos de Medio Oriente hayan hecho espacio en su agenda para recibir a Daniel Noboa, un país poco influyente y en permanente crisis, es una señal de éxito para su gira.
Lo recibieron el Rey Felipe de España, el Rey de Inglaterra Carlos III, Emmanuel Macron, presidente de Francia, Zayed Al Nahyan, presidente de Emiratos Árabes Unidos, y Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel. Las razones que explicarían esta acogida son económicas y políticas. Es decir, varios de estos países tienen intereses en comerciar con Ecuador, como Emiratos Árabes Unidos o Israel.
Otros, como Francia o Inglaterra, tienen un interés más geopolítico, ya que Noboa se ha posicionado lejos de las dictaduras latinoamericanas como Venezuela, Nicaragua o Cuba. Esta postura es una consigna política clave para la relación con la Unión Europea.
En el caso de España, la buena relación se debe a la necesidad bilateral de fomentar condiciones apropiadas para la gran migración ecuatoriana a ese país, así como la necesidad española de controlar la calidad de dicha migración.
El punto más interesante de la gira en temas de comercio fue la apertura de la embajada ecuatoriana en Emiratos Árabes Unidos, país al que el año pasado Ecuador vendió 261 millones de dólares, convirtiéndolo en el sexto país en importancia para productos como el oro, el banano, el camarón y las flores.
La creación de esa embajada se justifica y es importante para los negocios entre ambos países. De igual forma, el país árabe posee la empresa petrolera más grande del planeta la cual puede brindar orientación clave para el desarrollo de la producción y exportación de petróleo en Ecuador.
Probablemente el punto más polémico de la gira fue el encuentro con el premier israelí Benjamin Netanyahu porque tiene una orden de detención en la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra cometidos contra la población palestina en la franja de Gaza.
El primer mandatario ecuatoriano buscó el acercamiento con Israel para concretar apoyos directos relacionados con el mejoramiento de la generación eléctrica en el país, y asesoría en el campo de la seguridad contra el terrorismo, campo en el que Israel tiene la batuta en cuanto a estrategias de contrainteligencia y disuasión que, de acuerdo al gobierno ecuatoriano, serán fundamentales para el combate contra el crimen organizado en el país.
¿Y la ausencia en la posesión?
Sin embargo, quince días después de que se terminara la gira del Presidente, su éxito no se reflejó en su posesión. Apenas dos jefes de Estado asistieron al acto oficial: la presidenta peruana Dina Boluarte, y el presidente colombiano Gustavo Petro —quien de forma insólita asistió luego de que había dicho que no reconoce su victoria. El presidente colombiano ha insinuado la posibilidad de fraude y ha comparado los comicios ecuatorianos con los venezolanos. También ha dicho que en Quito que en Ecuador existen perseguidos políticos, en referencia al ex vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas.
Las aseveraciones de Petro son, por decir lo menos, inapropiadas en un evento diplomático de trascendencia nacional para un país vecino. Son, además, irracionales: el triunfo de Noboa ha sido reconocido por toda la comunidad internacional, incluyendo Estados Unidos, la Unión Europea, China, Brasil, Argentina. Mientras que en el caso venezolano sucedió lo contrario: todas las democracias occidentales condenan el evidente fraude y la perpetuación de la dictadura.
No obstante, lo que debería inquietar al gobierno ecuatoriano no son las equivocadas afirmaciones de Petro sino el hecho de que solo dos presidentes de la región tuvieron el gesto de acudir a su posesión.
Ni siquiera los mandatarios de tendencias políticas similares como el argentino Javier Milei o el salvadoreño Nayib Bukele, quienes tienen claras intenciones de liderar la región. Las razones son varias y muchas son responsabilidad de los errores del propio gobierno de Noboa.
La primera es el conflicto diplomático con México que aún no se resuelve en la Corte Internacional de Justicia de La Haya y que marca un claro alejamiento del estado ecuatoriano del resto de Latinoamérica.
México es un actor clave, muy influyente en la diplomacia internacional, y no sería extraño que su poderosa capacidad de lobby haya buscado el aislamiento del Ecuador ante la comunidad internacional. La invasión de su embajadaconstituyó una clara violación al Derecho Internacional Público, y es un factor que daña la aptitud diplomática ecuatoriana.
Otra razón para el alejamiento de tradicionales aliados de Ecuador en el continente es el daño causado por las declaraciones del presidente Noboa en la entrevista con el periodista californiano Jon Lee Anderson, en la cual se burló de líderes regionales, incluidos Bukele y Milei. Sus declaraciones generaron incomodidades en San Salvador y en Buenos Aires, además de aumentar la desconfianza regional alrededor del primer mandatario ecuatoriano.
Por otro lado, la declaratoria del conflicto armado interno, el imparable aumento de las muertes violentas y el caso de la desaparición y muerte de los niños de las Malvinas, son sucesos que lesionan no solo la imagen del país, sino que también aumentan las sospechas sobre cuán seguro es entrar en territorio ecuatoriano, incluso para jefes de estado en visitas oficiales.
Los niveles de riesgo de Ecuador están entre los más altos de toda América y ese factor siempre ahuyentará a todo tipo de visitantes.
La política internacional de Noboa, la gran ausente del discurso de posesión
Una vez iniciada la posesión del presidente Noboa fue llamativo que en su discurso de veintiún minutos en el cual dio importantes directrices ontológicas sobre su visión del Ecuador en el presente y en el largo plazo, no se hayan hecho menciones precisas sobre el direccionamiento de la política internacional de Noboa.
El primer mandatario no mencionó ni una sola vez cuál será el posicionamiento de Ecuador ante los importantes cambios que Donald Trump ha implantado hacia Latinoamérica y el mundo. Tampoco habló sobre las estrategias que Ecuador utilizará ante la creciente influencia de China en la región, y como su disputa con EE.UU. puede afectar a Ecuador.
Menos aún hubo definiciones sobre cómo solucionaremos el conflicto con México y la importancia que esto tiene para frenar la influencia de los cárteles transnacionales del crimen organizado. Es decir, la política internacional fue la gran ausente en un discurso que fue fundamental para direccionar hacia dónde va el Ecuador.
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