Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, las elecciones presidenciales de Estados Unidos se consideran fundamentales para anticipar la política internacional del mundo. Por eso, es la más monitoreada por politólogos, periodistas, economistas, internacionalistas, científicos e historiadores. Pero, ¿qué significa para el Ecuador el triunfo de Trump?
Antes de responder esa pregunta hay que hacer ciertas puntualizaciones. En los últimos años, y especialmente después del primer gobierno de Donald Trump, es notoria la tendencia estadounidense de evitar el rol de centinela de los valores democráticos y liberales en el mundo para concentrarse en resolver los variados problemas de su propio país.
Más allá de que esta sea una postura discursiva y política del nuevo Partido Republicano, ahora indiscutiblemente liderado por Trump, es también una exigencia del votante estadounidense, que siente que sus asuntos internos tienen que ser la principal prioridad de la Casa Blanca.
Por eso, el eslogan de campaña “America First” (América primero), empató fácilmente con el sentimiento del electorado y Trump supo aprovecharlo. Si bien el “America First” tiene su origen antes de la Primera Guerra Mundial como una postura de política exterior para justificar la neutralidad de Estados Unidos ante el conflicto, el concepto ha sido reutilizado como un sinónimo de proteccionismo y reducción de la cooperación internacional, priorizando políticas unilaterales por sobre acuerdos multilaterales.
Por ello, varios expertos en la materia han catalogado la visión de Trump de las relaciones internacionales como aislacionista y antiglobalista. De hecho, muchos han dicho que la agenda de Trump no es de “America First”, sino de “America Alone” (América sola), enfatizando los riesgos que se engendran para el mundo cuando las políticas de cooperación e interdependencia son reemplazadas por la competencia descarnada entre las grandes potencias.
De hecho, varios expertos en política internacional coinciden en que ha sido la alta interdependencia económica entre las potencias el factor determinante para la armonía y estabilidad que experimentó el mundo tras el fin de la Guerra Fría hasta la década del 2020.
Los migrantes, afectados directos
En ese contexto, a pesar de que nuestro país no es una prioridad para Estados Unidos, para Ecuador resulta vital esta relación. Las implicaciones del triunfo de Trump, son varias y nos afectan directamente.
Una de las áreas más sensibles es la migración ecuatoriana. Desde el inicio de la campaña, el discurso de Trump tuvo un fuerte componente antiinmigrantes. De hecho, logró posicionar en el imaginario estadounidense la asociación entre migración y delincuencia.
Tomando en cuenta que, de acuerdo a cifras oficiales, más de 230 mil migrantes han cruzado el Darién en 2024 y el 6 % de ellos son ecuatorianos, y que en los últimos siete años medio millón de migrantes han llegado ilegalmente a Estados Unidos, es irrebatible que miles de ciudadanos ecuatorianos serán directamente afectados por la implementación de las políticas migratorias que llevaron a Trump a la victoria.
Ante este escenario, el Estado ecuatoriano está obligado a diseñar un plan de contingencia en coordinación con las autoridades estadounidenses para proteger los derechos más básicos de quienes serán deportados. También sería apropiado que, desde el gobierno, se propongan planes de inserción, lo cual será complejo debido a los problemas que enfrenta el Ecuador —crisis de seguridad, eléctrica, poco crecimiento económico, entre otros.
La seguridad, tampoco una prioridad
En términos de seguridad es previsible que Estados Unidos no tome un rol más activo en lo referente al combate al narcotráfico y al terrorismo en nuestro país.
Si bien la denominada “guerra contra las drogas” fue concebida en Washington, los tiempos y los intereses han cambiado. Trump ha dado señales claras de que no utilizará recursos militares, ni económicos para resolver problemas de seguridad de otros Estados.
Por lo tanto, tampoco el Ecuador debería considerar posible a corto plazo la instalación de bases militares estadounidenses en territorio nacional. Con enormes distancias, los principales intereses militares de Estados Unidos están en otras regiones del mundo, como el sur de China, Taiwán y Medio Oriente.
El comercio seguirá igual, aunque sin tratados
En lo referente al comercio, la situación cambiará poco o nada. Estados Unidos seguirá siendo el principal socio comercial del Ecuador pero las posibilidades de obtener un nuevo acuerdo comercial o Tratado de Libre Comercio se vuelven muy distantes.
Primero, por la crisis múltiple que sufre Ecuador. Segundo, por la precaria situación del Estado de derecho y la seguridad jurídica en nuestro país, situaciones que ahuyentan cualquier mínimo interés en acercarse al país.
Además, es importante advertir que la política proteccionista de Trump convertirá a nuestro país en un actor aún más vulnerable. Especialmente por los aranceles que podrían crearse sobre los productos ecuatorianos.
La permanente inestabilidad política nacional también abona a que Ecuador no sea concebido como un socio confiable. El total irrespeto al Derecho Internacional por parte del estado ecuatoriano, demostrado sin reparo alguno en la invasión a la embajada de México a inicios de 2024, es otro elemento que proyecta al país como un actor periférico y potencialmente transgresor de las normas con el cual no es prudente establecer relaciones cercanas.
La mejor reacción posible de Ecuador, ¿es?
Sin embargo, y a pesar del difícil escenario que se viene, es importante que Ecuador tome ciertas medidas sobre cómo será la nueva relación con el gobierno estadounidense.
Para ello, es importante la forma como el país va a manejar sus relaciones con China, principal prioridad estadounidense en política internacional, generando un balance cuidadoso entre los intereses de Estados Unidos y las sensibilidades que estos pueden producir en Beijing, por ejemplo, en lo referente a Taiwán o a la incorporación de tecnología china en sectores estratégicos del Ecuador.
El Estado ecuatoriano tiene la oportunidad de evitar el alineamiento incondicional con cualquiera de las dos potencias para, más bien, ejecutar una política de equidistancia que no cause malestar en ninguno de los gigantes.
En el ámbito de la seguridad y lucha contra el narcotráfico, es oportuno mantener los actuales niveles de cooperación, que se limitan a financiamiento y capacitación de las Fuerzas Armadas ecuatorianas. Incluso considerando expandir dichos acuerdos, pero siendo conscientes de los límites que Trump ya ha puesto a la cooperación de carácter militar.
En este punto, la asesoría y capacitación a funcionarios públicos de la Unidad De Análisis Financiero Y Económico (UAFE) o la Fiscalía General del Estado, así como la incorporación de más proyectos contra el lavado de activos que Washington puede impulsar en Ecuador son objetivos interesantes a mediano plazo.
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