La violencia obstétrica es un tipo de violencia de género, generalmente ejercida por el personal médico, durante el embarazo, parto o postparto de las mujeres.

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Aunque a nivel internacional no se ha llegado a un consenso sobre la definición exacta de violencia obstétrica, esta incluye situaciones en las que doctores, enfermeras u otros profesionales de salud realizan procedimientos a mujeres embarazadas que no son respetuosos o consensuados, en las que no se pone como prioridad el bienestar y comodidad de la madre y el bebé.

La Organización Mundial de la Salud la ha definido como “un tipo de violencia institucional expresada en las relaciones de poder que legitiman y naturalizan una serie de procedimientos entre los que se da una apropiación del cuerpo de las mujeres y de los procesos fisiológicos presentes durante su embarazo y las etapas relacionadas con la gestación”. Y, de acuerdo con el artículo médico ¿De qué hablamos cuando hablamos de violencia obstétrica?, puede encontrarse de diferentes formas, como: regaños, burlas, ironías, insultos, amenazas, humillaciones verbales, manipulación de la información, negación al tratamiento, indiferencia frente a sus solicitudes o reclamos, no consulta para la toma de decisiones informadas o coaccionarlas para obtener el consentimiento.

La primera vez que se habló sobre violencia obstétrica en Latinoamérica, desde el ámbito legal, fue en Venezuela en 2007 cuando entró en vigencia la ley orgánica sobre los derechos de las mujeres a vivir una vida libre de violencia. Allí se la definió como: “la apropiación del cuerpo y procesos reproductivos de las mujeres por personal de salud, que se expresa en un trato deshumanizador, en un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres…”.

Un trabajo de titulación ecuatoriano, de la Universidad de Ambato, cita ejemplos concretos de cuando se ejerce este tipo de violencia. Resalta que el personal de la salud incumple con su deber de velar por la salud y el bienestar de las mujeres al momento del parto. Entre los ejemplos cita cuando son revisadas sin pedir su autorización, ni respeto por su pudor, cuando no les explican lo que está pasando, no las tratan con privacidad, o cuando se hacen comentarios burlescos de la paciente.

El problema se agrava porque estas prácticas o tratos son normalizados, según la misma investigación, se dan incluso por los familiares cercanos a las mujeres.

Formas de violencia obstétrica

La violencia obstétrica se puede presentar de manera verbal, física, psicológica, sexual. También cuando una mujer embarazada es tratada con discriminación social por su situación económica, con negligencia o se hace uso inadecuado de procedimientos y tecnologías.

Algunas formas conocidas de violencia obstétrica son:

  • Episiotomía de rutina: Es una intervención en la que se realiza una incisión en el periné de la mujer, desde la parte posterior de la vulva hacia el ano, también puede ser hacia un lado, para ampliar el canal de parto y facilitar la salida del bebé. Es violencia cuando se practica en casos en los que no es necesaria para la mujer y el bebé sino para acelerar el parto.
  • Maniobra de Kristeller: Consiste en hacer presión del fondo uterino en el período expulsivo. Esta maniobra está contraindicada por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO),  ha sido prohibida en países como el Reino Unido, y la OMS dice que debe emplearse con cautela porque no existe evidencia que confirme su utilidad. Sin embargo se sigue practicando.
  • Falta de información o consentimiento: Cuando la mujer no recibe toda la información sobre el procedimiento al que está siendo sometida o las decisiones que toma el personal de salud sobre su cuerpo. Puede ir desde rasurar el pubis sin preguntarle y sin explicarle por qué lo hacen, hasta practicarle una episiotomía sin informarle antes en qué consiste.
  • Cesárea de rutina o innecesaria: Hay informes y estudios que demuestran que existe una práctica injustificada de cesáreas que supera las recomendaciones emitidas por la Organización Mundial de la Salud.  Muchas veces sin siquiera consultarle a las mujeres. Por ejemplo, el estudio Moving beyond disrespect and abuse: addressing the structural dimensions of obstetric violence, Reproductive Health Matters, encontró que América Latina es la región donde se concentran las tasas más altas de cesáreas en el mundo, con varios países por encima del 40% y Brasil destaca con 54%.

Violencia obstétrica en Ecuador

En Ecuador, la Ley para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres reconoce la violencia gineco-obstétrica. 

La define como “toda acción u omisión que limite el derecho de las mujeres embarazadas o no, a recibir servicios de salud gineco-obstétricos. Se expresa a través del maltrato, de la imposición de prácticas culturales y científicas no consentidas o la violación del secreto profesional, el abuso de medicalización, y la no establecida en protocolos, guías o normas; las acciones que consideren los procesos naturales de embarazo, parto y posparto como patologías, la esterilización forzada, la pérdida de autonomía y capacidad para decidir libremente sobre sus cuerpos y su sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida y salud sexual y reproductiva de mujeres en toda su diversidad y a lo largo de su vida, cuando esta se realiza con prácticas invasivas o maltrato físico o psicológico”. 

Una investigación de la Universitat de Barcelona define a la violencia obstétrica como tratar episodios vitales o cotidianos, como dar a luz de forma natural o los dolores de parto, como si se tratara de una enfermedad.

Es decir, cuando se realizan prácticas que más que beneficiar a la madre, facilitan y agilizan el trabajo del personal médico, por ejemplo el uso inapropiado y excesivo de intervenciones innecesarias, no informadas o no consentidas, uso de oxitócicos (utilizados para inducir el trabajo de parto), maniobra de Kristeller, fórceps (utilizado para guiar la cabeza del bebé fuera de la vía del parto) y episiotomía , entre otros, explica una tesis de Maestría en Salud Pública del año 2017. 

Sin embargo, aunque de que la ley ecuatoriana reconoce este tipo de violencia de género, no establece sanciones.

A pesar de esto, hay otros precedentes clave sobre el reconocimiento de este tipo de violencia

El 13 de diciembre de 2019, la Corte Constitucional declaró la vulneración de los derechos a una atención prioritaria, a la salud y a la seguridad social de Jessika del Rosario Nole Ochoa y reconoció que fue víctima de violencia obstétrica. 

A sus 27 años, Nole acudió al sistema de maternidad del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) de Machala con intensos dolores de parto, pero no recibió atención.

Según el testimonio recogido en un trabajo de titulación de la carrera de Derecho de la Universidad de Guayaquil en 2021, dio a luz sin la asistencia de un médico, porque, según el IESS, su empleador no se encontraba al día con el pago de los aportes patronales.

¨Se me vino mi bebé que en un acto normal de madre le cogí del bracito para que no se caiga y evitarle golpes porque en ese rato la Doctora y su compañera estaban recién poniéndose los guantes (…) no es verdad que me proporcionaron un ginecólogo y me realizaron intervención quirúrgica¨.

Luego de dar a luz, los doctores del Hospital Provincial del IESS de Machala determinaron que tenía un desgarro y hemorragia y la trasladaron al Hospital Teófilo Dávila, otra casa de salud pública, porque ahí no podían seguir atendiéndola por no “poseer vigencia de derecho” por la falta de pagos de aportes patronales, explica la tesis de la Universidad de Guayaquil

La Corte argumentó que, en primer lugar, negarle la atención por esas causas está prohibido por ley. Además, dijo que se debe dar prioridad a las pacientes embarazadas y a los derechos del bebé.

¿Qué tan común es en Ecuador?

Una investigación publicada en la revista de la Flacso en 2023, Mundos Plurales, reveló que en Ecuador la tasa de cesáreas innecesarias alcanza las 575 por cada 1000 nacimientos. La OMS en 2015 declaró que la tasa ideal de cesáreas debe ser entre el 10% y 15%. Este procedimiento, además, debería realizarse con el objetivo de cuidar la vida materna y neonatal. 

Además se identificaron estas formas recurrentes de violencia obstétrica: negligencia, violencia verbal, abuso del tacto, falta de acompañamiento durante el parto y las consecuencias a largo o corto plazo.

Un exámen complexivo de la Universidad Técnica de Machala de 2021 encontró que en Ecuador 48 de cada 100 mujeres se sintieron vulneradas por parte del personal sanitario en algún punto de su vida. Mientras que 42 de cada 100 mujeres han experimentado violencia obstétrica al menos una vez en su vida.

Camila Giron 150x150
Camila Girón
(1996). Periodista colombiana. Reportera de redes sociales y gestora de audiencias en GK.
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