Estimada Luz Elena,

Te escribo esta carta con ánimo sincero de leer tu respuesta. Nos conocemos desde hace varios años y hemos trabajado juntas. Sé que eres una mujer trabajadora y responsable. Conoces al Municipio desde adentro, has laborado ahí prácticamente toda tu vida profesional y es refrescante escucharte decir que, de llegar a la alcaldía, no habrán curvas de aprendizaje costosas para la ciudad. 

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En estas elecciones me ha emocionado que haya muchas más candidatas mujeres de las que nunca ha habido antes. Esto incrementa las posibilidades de romper esos techos de hormigón armado que han impedido que las mujeres accedan a espacios reales de poder. 

Una de las razones por las que me emociona que haya más candidatas mujeres es porque quiero escuchar ideas, propuestas, visiones de la ciudad y de la política diferentes, desde la perspectiva femenina.

En tus recientes declaraciones, a propósito de esta candidatura, mencionas permanentemente a las mujeres, a sus precariedades y necesidades. De hecho el plan de gobierno presentado para alcanzar la alcaldía dice textualmente que la perspectiva de género es un eje transversal para que todos los habitantes de Quito tengan acceso a los servicios en igualdad de condiciones y que Quito sea una ciudad segura y armónica. 

A pesar de estas menciones y que el plan incluya ciertas acciones y frases pensadas en las mujeres, me queda la duda de si realmente tú y tu equipo tienen un entendimiento integral de la situación de las mujeres en la capital, o si únicamente son declaraciones que en esta época es imposible no hacerlas. 

Tu larga trayectoria en el municipio y especialmente la relacionada a esta última concejalía —que inició en 2019 y terminó en 2022— no muestra particularmente una gestión pensada en las mujeres. No has abanderado ni liderado iniciativas concretas para atender las necesidades apremiantes de esas mujeres que, como alcaldesa, dices, serían tu prioridad

De hecho el plan de gobierno que propones para una eventual alcaldía bajo tu liderazgo, en realidad, no tiene una perspectiva de género como eje transversal. Eso significa que el plan señala ciertas políticas y programas —espacios seguros para mujeres, centros de cuidado infantil, apoyo a emprendimientos femeninos, erradicar la violencia de género, etc— que si bien son necesarios  no son suficientes para cambiar sustancialmente la realidad de las mujeres en Quito.

El plan de gobierno habla de consolidar la economía violeta como “un medio para empoderar económicamente a la mujer y permitirle salir de círculos de violencia o de pobreza extrema”. Sin embargo, la economía violeta separada de los cuidados y los roles de género asignados social y culturalmente a hombres y mujeres, es únicamente implementar iniciativas de empoderamiento económico que no se sostienen en el tiempo y que tienen el riesgo de profundizar las precariedades. Por ejemplo, la recientemente aprobada Ley de Economía Violeta en la Asamblea Nacional en vez de redistribuir las tareas de cuidado para que no recaigan únicamente en los hombros de las mujeres —que es precisamente lo que genera la discriminación y desigualdades— pretende que la mujer ceda su derechos al permiso de maternidad y lactancia al padre como forma de corresponsabilidad. La opción más equitativa habría sido ampliar los derechos del padre y garantizar que el cuidado sea igual para hombres y para mujeres. 

Varias ciudades en el mundo, lideradas por mujeres, como Bogotá, Barcelona, Rosario, por ejemplo están planteando modificar el concepto de la planificación urbana y el ordenamiento territorial por los sistemas de planificación con base en los cuidados. Es decir que, se establece una red pública y privada asequible de servicios de cuidado como guarderías, centros para adolescentes, adultos mayores y personas con discapacidad, basada en las necesidades de las mujeres. 

O que están reestructurando los servicios de transporte público para atender los viajes de las trabajadoras domésticas remuneradas, uno de los grupos poblacionales más vulnerables y olvidados por la planificación municipal. Es decir que se empezaron a pensar en rutas de transporte público que consideren, por ejemplo, los traslados que esas mujeres hacen desde zonas periféricas en las que viven hasta los barrios acomodados en los que trabajan. Si no se piensa en esas trabajadoras, para llegar de un punto al otro, pueden requerir tomar dos o tres buses y dos o tres horas de tiempo en el transporte. ¿Por qué no propones algo así de concreto en tu propuesta? Creo que esa sería una demostración clara del enfoque de género en la visión del transporte, por citar uno de tantos problemas que tiene la ciudad porque un servicio de transporte público que se construye pensando en su usuaria más vulnerable y seguro la más numerosa, es un servicio que va a funcionar para toda la ciudadanía. ¿No te has preguntado por qué no llegan buses a la González Suárez, al Quito Tenis o a las grandes urbanizaciones de los valles donde las empleadas domésticas deben viajar todos los días?

Porque el sistema de transporte no está pensado en quienes lo utilizan mayoritariamente. Los estudios realizados sobre el transporte informal muestran que sus principales usuarias son mujeres y que sus principales motivos de viaje están relacionados a sus actividades de cuidados como recoger a los niños de las escuelas o atender a padres enfermos. O, como decía en el ejemplo anterior, dirigirse a sus empleos —también relacionados con tareas de cuidados—, tomando tres o cuatro buses. 

Cuando decía que me ilusionaba la presencia de mujeres como candidatas me refería precisamente a la posibilidad de que las voces de quienes han estado tradicionalmente excluidas, se oigan a gritos. Tener una propuesta con visión de género significa que este enfoque está presente en todo el plan: la economía, los mercados, el transporte, la salud. Una gestión municipal que realmente piense en las mujeres tiene el desafío de transformar radicalmente la visión con la que se ha planificado la ciudad, de lo contrario son acciones aisladas sin un impacto real que lo único que demuestran es que se habla de género por moda, por conveniencia política o electoral y no por un compromiso verdadero

Ese compromiso, además, estimada Luz Elena, requiere de conocimiento para entender cómo ser mujer te hace más vulnerable en las ciudades o en dónde están esos baches que dificultan que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres para que las respuestas vayan acorde a esos problemas. ¿Tienes tú o tu equipo ese conocimiento?

Y esto no está separado de otras vulnerabilidades. No es lo mismo ser una mujer que ha accedido a la educación, que tiene un soporte económico y un capital social, que ser una mujer empobrecida, jefa de hogar y con un empleo precario. ¿Cómo el entendimiento de esas diferencias se verá reflejado en las acciones de una eventual alcaldía tuya?

Y ahí es necesario que hablemos de las desigualdades en Quito. En la ciudad se ha ampliado la brecha entre ricos y pobres. Esa brecha puede ser una de tantas explicaciones para entender los efectos de las recientes protestas sociales. Quito no es una sola ciudad homogénea, con las mismas necesidades y preocupaciones; al contrario; es una ciudad diversa, compleja y que enfrenta una crisis económica importante. Los ciudadanos que se sienten olvidados por una élite que ha gobernado durante años, ¿se podrán sentir representados por ti?

Las protestas no ocurren de la noche a la mañana. Se gestan por muchas razones que los políticos y los gobernantes deben aprender a leer. ¿Puedes, como candidata, tener esa mirada más profunda de las causas enraizadas del descontento y la violencia social que estallan, cada cierto tiempo, en nuestra ciudad? Y te lo pregunto porque CREO, el partido que auspicia tu candidatura y al que entiendo te perteneces ideológicamente, ha promovido la tesis de la conspiración, de la desestabilización institucional y de que a Quito hay que defenderla de quienes quieren destruirla. 

Tanto tu discurso como el del partido de gobierno —con el que pretendes llegar a la alcaldía de Quito— usa la palabra diálogo como herramienta para la resolución de conflictos. En la práctica, parecen no entender que el diálogo es un camino y no un fin.

Diálogo es una palabra vacía a la que se acude para asegurar que se incluirán otras visiones a la hora de tomar decisiones pero en la práctica no se ha implementado ningún mecanismo específico que permita procesar las diferencias y acordar un camino conjunto. El plan de gobierno de tu candidatura tiene esta frase como uno de los sueños que se busca alcanzar: “Respetémonos todos, reconozcamos nuestras diferencias, sanemos heridas y miremos hacia el futuro.”

Haces bien en identificar que hay heridas abiertas en nuestra ciudad, heridas que muchos candidatos profundizan con sus discursos incendiarios y populistas. Reconozco que tú no eres una de ellas, sin embargo, tu plan de trabajo no le da un canal de acción o implementación concreto a esta promesa de diálogo

Se queda como una declaración bonita que muchas personas desean escuchar, especialmente de la candidata del partido de gobierno. Pero podría terminar siendo una frase trillada, simple, fácil de decir y de escuchar pero carente de significado real. 

Hay también cuestionamientos en la ciudadanía sobre la capacidad real que puedes tener para generar consensos y para gobernar fuera de las élites que te apoyan y que no han dejado de gobernar esta ciudad desde sus espacios informales de poder. ¿Cómo nos aseguras que tu gobierno, en caso de ser electa, no será una réplica de lo que hemos experimentado en estos años con el gobierno de CREO que auspicia tu candidatura? Hemos visto, con sobra de pruebas, que buscar un cambio —y ofrecerlo— no es suficiente a la hora de gobernar. Se requiere un equipo sólido que entienda a los ciudadanos más allá de una visión de la élite, de la burbuja, del círculo cercano que pretende edulcorar realidades con simplismos. Se requiere más que un slogan. 

Si hablas de las mujeres, ellas tienen que estar presentes cuando tengas que tomar decisiones. Si gobiernas para las mayorías, tienes que entender también las realidades de esos barrios alejados a los que difícilmente llegan las élites. Si pretendes un diálogo, tienes que prepararte, sobre todo, para despojarte de los prejuicios que terminan en simplismos y división —¿o también apelarás al discurso de los buenos versus los malos cuando la gente pretenda protestar en Quito?—. 

Termino esta carta resumiendo mi principal preocupación: temo que tu preocupación por las mujeres y por las minorías excluidas sea más un slogan de campaña que una voluntad de hacer cambios estructurales. Y lo digo por dos razones: la primera es que tu plan de gobierno sigue viendo el tema como un acápite y no como un enfoque que debe estar presente en todo —transporte, obra pública, cultura, salud, impulso a la economía—. La segunda, es que los cambios que se requieren para que una ciudad se ocupe de las mujeres, de los indígenas, de los afrodescendientes, son estructurales e incómodos para muchos de tus potenciales electores y tus actuales simpatizantes. Me preocupa, que una vez en la alcaldía, prefieras no implementar cambios estructurales que son complejos y que van a incomodar a algunos de los sectores políticos y económicos  que te respaldan y dejar que las cosas se sigan haciendo con la mirada de siempre: excluyente y desconectada.

Todo lo que aquí escribo es desde el respeto que te tengo. Espero que puedas responder a mis inquietudes porque estoy segura que a muchas quiteñas y quiteños les interesa conocerlas.

3. Daniela Chacón Ex Vicealcaldesa Y Concejal De Quito 1 150x150
Daniela Chacón Arias
Directora Ejecutiva de Fundación TANDEM. Coordinadora iniciativa Quito Cómo Vamos. Concejal de Quito entre 2014 y 2019. Vicealcaldesa de Quito de 2014 a 2016. Experta en implementación de políticas públicas urbanas con enfoque de género y participación ciudadana. Le encanta cocinar y subir las montañas que rodean a Quito.
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