Tres en raya. El gobierno de Guillermo Lasso ha cometido tres errores brutales de comunicación en menos de 24 horas.

Errores no forzados. De esos que en el tenis hacen que el contrincante recupere su juego y esté a un punto del game, set y match. Y gracias. 

Tres golpes que no se pueden creer.

El primero: un anuncio por parte del Presidente, la noche del viernes 17 de junio de 2022, en el que revela varias decisiones para bajarle el tono a la protesta que se ha manifestado en el paro nacional. Más allá de que en el segundo 10 se escucha el ladrido desesperado de un perro pequeño, el Presidente anunció, entre otras cosas, que declararía en emergencia al sistema de salud, algo que contradice lo que hasta hacía tres semanas defendía la ministra de Salud, Ximena Garzón. 

Para ella y para el gobierno, todo estaba bien en los hospitales. Los reclamos sobre falta de medicinas y de equipos en pésimo estado, eran solo intentos de mal informar lo que estaba sucediendo en realidad.

Pero ahora, el gobierno reconoce que existe un problema real en el sistema de salud. Lo que antes negaban. Strike uno.

Segundo golpe. Esta vez, es como si Mike Tyson lanzara su izquierda: en esa misma cadena nacional, el Presidente anuncia un estado de excepción en tres provincias. Luego, en redes y en grupos oficiales de WhatsApp de la Secretaría General de Comunicación, se comparte el texto del decreto. 

El artículo nueve del decreto, que tenía la firma del presidente, restringía el derecho a la libertad de información, lo que podría incluir la interrupción de servicios de comunicación fijos, móviles y de Internet. Además, prohibía el manejo de información clasificada.

La prensa y defensores de derechos humanos, inmediatamente protestaron la desproporción de la orden presidencial. “En momentos de conmoción,  el libre debate de ideas es especialmente importante. Qué innecesario, desproporcional y antidemocrático ordenar que nos corten el Internet y los datos para que no hablemos del paro”, dijo la abogada de derechos humanos, Lolo Miño. 

Minutos más tarde, Fabián Pozo, secretario jurídico de la Presidencia, salió en un Space de Twitter a decir que lo que circulaba era un borrador y que en el decreto final no existiría ese artículo. Minutos después, lo confirmó en un tuit propio. 

Sí, suena inverosímil, pero es la verdad admitida por el propio gobierno: el Presidente firmó un decreto que era un borrador y ese documento es el que circuló. Strike dos.

Tercer golpe, la cereza del helado de la incapacidad comunicacional: en pleno estado de excepción en Pichincha, que impide la libre asociación y reunión, desde las cuenta oficial de Twitter de la Secretaría General de Comunicación del país se promocionó una marcha a favor del gobierno

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En la Shyris, manifestantes piden que se termine el paro. Fotografía de Vanessa Terán Collantes para GK.

Al poco tiempo se borró ese tuit. Aunque, desde los grupos de WhatsApp de la misma Segcom, funcionarios de la entidad defendían el llamado a esa marcha, diciendo que las limitaciones del decreto se referían a quienes “violenten los derechos del resto de ciudadanos”. Si había una explicación al pedido, ¿por qué se borró el tuit? 🤔

No es que la comunicación oficial en el gobierno de Guillermo Lasso haya sido la mejor desde el inicio, pero en un ejercicio de distanciarse del correísmo y de todo el aparato de propaganda que montó, Lasso decidió no atosigar a la gente con información y más información, cadena y cadena, apariciones hasta en la sopa.

En breve: dejar la propaganda de lado.

Eso suena bien. Pero, con esa necesidad de no parecerse al monstruo debajo de la cama, otro monstruo apareció. 

Uno que no se puede entender más que como debilidad. Porque en un momento complicado como el del paro nacional, lo que más necesita un gobierno es que su comunicación sea precisa. 

Un gobierno requiere que una Secretaría General de Comunicación emita comentarios consensuados con el equipo legal del gobierno para evitar torpezas. Y viceversa: lo legal debe pasar por el filtro de lo comunicacional para que los ciudadanos, que no entendemos de tecnicismos, entendamos qué quiere decir. Parecería innecesario decirlo, por casi evidente, pero el gobierno necesita que los comunicados publicados sean definitivos, para no generar confusión entre la ciudadanía. Que la información que el Presidente exponga sea presentada de tal manera que no se la perciba como una derrota, o una contradicción, de lo que han dicho él y sus ministros en semanas anteriores. 

Eduardo Bonilla.

El presidente Lasso junto a Eduardo Bonilla, secretario de Comunicación que renunció el 16 de junio. Fotografía tomada de la cuenta de Twitter de Eduardo Bonilla.

Si ya existe una sensación de incapacidad dando vueltas a la imagen de Guillermo Lasso como presidente, en cuestión de horas la comunicación gubernamental se ha encargado de generar tres golpes absurdos, gratuitos e innecesarios cuando el país parece una olla de presión. Es en momentos de conflicto, cuando todo parece que está por romperse y desaparecer, que una buena comunicación puede aglutinar fuerzas y promover otras emociones. 

Hablando de esto, Ecuador ha tenido grandes ejemplos de comunicación política que el equipo del Presidente Lasso debería revisar, incluso si eso significa mirar a la cara al monstruo que no quiere ver.

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Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.

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