A los 98 años de edad murió Sabino Gualinga. Fue uno de los líderes espirituales del Pueblo Sarayaku —asentado en la provincia amazónica de Pastaza— y un defensor incansable del medioambiente. La noticia se conoció hoy, 8 de febrero, por redes sociales de organizaciones que trabajan de cerca a este pueblo de la nacionalidad Kichwa de la Amazonía.

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La Fundación Pachamama escribió  en su cuenta de Twitter: “Don Sabino Gualinga no fue solamente un defensor de la naturaleza, fue una fuerza de la naturaleza. Maestro, sanador, amigo, pero sobre todo un líder cuya labor inspiró a todo un pueblo a levantarse contra las empresas petroleras y todo un Estado”.

Otros personajes públicos cuyo trabajo es cercano al cuidado del medioambiente no tardaron en reaccionar. Alberto Acosta, economisa y ecologista, escribió en su cuenta de twitter: “Fue un honor ser recibido, en febrero 2013, en Sarayaku por Sabino Gualinga: luchador y guía incansable en la lucha contra la voracidad del capital petrolero, causante de destrucción, genocidio y ecocidio en esa regián tan llena de vida: Amazonía”.

La Defensoría del Pueblo también se pronunció y dijo que “Don Sabino fue un gran sabio y maestro de la conservación ecológica en la Amazonía ecuatoriana”.

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Sabino Gualingo fue padre de  Patricialíder de la comunidad y una de las figuras del movimiento indígena nacional—y Noemí Gualinga. En la cuenta de Twitter y Facebook, Patricia Gualinga —quien recién se convirtió en la primera mujer indígena en recibir el premio Olof Palme— escribió “padre amado volaste al infinito”.

Su vida

Sabino Gualinga era un líder de los Sarayaku, un pueblo indígena amazónico asentado en la provincia de Pastaza que tiene alrededor de 1400 habitantes. Fue un yachak —un sabio o curandero— y desde niño fue educado para eso, por lo que logró “el conocimiento máximo a edad adulta, luego de nueve días de dieta total y de sólo beber ayahuasca” dice un reportaje del medio Plan V, sobre los Sarayaku. 

Sabino denunció las violaciones que cometió el Estado ecuatoriano contra el pueblo Sarayaku. En 1996, el Estado y la compañía la Compañía General de Combustibles (CGC)  firmaron un contrato para explotar el Bloque 23, sin embargo una porción de ese bloque era parte del territorio del Pueblo Originario Kichwa de Sarayaku, explica un escrito de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

 El contrato se realizó sin que se respete el derecho de los Sarayaku a la participación, a través de la consulta y el consentimiento previo, libre e informado. Además, el documento explica que al pueblo Sarayaku nunca se le dio una participación en los beneficios. El contrato tampoco contempló  realizar estudios sociales y ambientales correspondientes.

Frente a estos atropellos por parte del Estado y la compañía, los Sarayaku se manifestaron y rechazaron la entrada de la compañía petrolera en su territorio. “La compañía, con el apoyo del Estado, incursionó en el territorio del Pueblo de Sarayaku, abriendo trochas sísmicas, emplazando explosivos en las mismas, y deforestando áreas del territorio”.

Sabino fue uno de los líderes que declaró en las audiencias del organismo internacional en contra Estado y, según el documento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos dijo que “cuando detonan los explosivos “los animales se asustan”.“No es bueno ni para los tapires, ni para los animales que viven en los árboles. Los animales se asustan y van, ya no van a comer ahí, sino van a buscar en otras partes, en las laderas».

La queja del pueblo fue elevada a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 2009. Y en el 2012, la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló a favor del pueblo Sarayaku  y declaró que el Estado ecuatoriano violó los derechos de este pueblo originario.  La histórica sentencia ha permitido que el pueblo se mantenga libre de actividades extractivas en las últimas décadas.

Unas de las declaraciones más recordadas de Sabino Gualinga, recogidas por Writers Rebel, fue cuando se le preguntó sobre el impacto de las detonaciones en su territorio y respondió :“Es una selva viviente. Ahí existen árboles y plantas medicinales y todo tipo de seres… Muchos se escondieron, otros murieron cuando se reventó. Ellos son los que sostienen la selva, el bosque. Todos los que quieren hacer daño, no saben lo que están haciendo. Nosotros sí sabemos, porque vemos eso.”

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Liz Briceño Pazmiño
Periodista. Ex reportera de GK. Ha publicado en El Mundo (España) y Axios(EE.UU). Es becaria del International Center for Journalists (ICFJ). Máster en Producción, Edición y Nuevas Tecnologías Periodísticas. Cubre migración, derechos humanos y economía.

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