Aumento de las actividades reproductivas y profesionales no remuneradas, impacto emocional negativo, perpetración de violencia de género en plataformas de trabajo virtual, son algunas de las maneras cómo afectó la pandemia del covid-19 a científicas ecuatorianas. Desde abril a diciembre de 2020, el Grupo de Investigación en Derecho, Ciencias Sociales y Políticas Públicas (Indersoc) desarrolló la investigación Impacto de la pandemia del covid-19 en las vidas y derechos de académicas y científicas ecuatorianas que arrojó estos y otros resultados.

Las científicas Silvana Tapia, directora del proyecto, Gabriela Fajardo, coinvestigadora, Tatiana Padrón, investigadora asociada, Doménica Valverde y Denisse Álvarez, asistentes de investigación, realizaron la investigación en medio de la pandemia del covid-19.

“Nuestro equipo tenía planificado otro proyecto que implicaba salir del país y esto se volvió imposible. Notamos que era una buena idea examinar lo que estaba pasando en el confinamiento”, dice Tapia. 

En el estudio participaron científicas de todas las áreas pero con más representación de científicas de las Ciencias Naturales. Las autoras realizaron entrevistas a profundidad, tomaron información de Twitter, y realizaron encuentros con científicas miembros de la Red de Mujeres Científicas (Remci). 

La investigación está en revisión en la Universidad del Azuay y esperan que a finales de 2021 se publique oficialmente.

Estos son los cinco ejes que desarrolló la investigación y sus principales resultados: 

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Eje económico

Este eje abordó la reducción de salarios, y el aumento del tiempo dedicado al trabajo profesional como las actividades docentes.

En este eje las investigadoras concluyeron que el 46,2% de las científicas encuestadas dejó de recibir un sueldo total o parcialmente, y el 49,6% de las científicas tuvieron problemas económicos. 

El aumento del trabajo profesional sin remuneración “fue uno de los patrones más recurrentes”, señala el estudio. Este se da cuando una científica realiza actividades profesionales por las que no recibe un pago o no es reconocido, como prepararse para dar clases, capacitarse, el acompañamiento en el desarrollo de tesis de estudiantes, grabar clases, preparar diapositivas o seleccionar textos. 

La investigación dice que esto ya pasaba antes de la pandemia del covid-19. Una científica que participó en la investigación dijo “El tema de la preparación de clases no está considerado en la universidad. Lo cual para mí es un error grave”. 

Tapia dice que “las científicas que (además de la investigación) también dan clases tuvieron que dedicar más tiempo a acompañar emocionalmente a sus estudiantes”. 

“El otro lado que hay que hacer y no es remunerado, por ejemplo, que alguno de tus estudiantes esté enfermo con covid y no tiene con quién hablar y de pronto quiere hablar contigo”, dijo una científica entrevistada por las investigadoras. 

Eje de reproducción social

Este eje es sobre el aumento y acumulación de trabajo doméstico y de cuidado. En el Ecuador, las mujeres siguen haciéndose cargo de las actividades del hogar y de cuidado que no son remuneradas —como preparar la comida para sus hijos, cuidar a los ancianos de su familia—, más sus actividades de trabajo remunerado. “Esto resulta en dobles y hasta triples jornadas de trabajo sin compensación económica”, concluye la investigación. 

Uno de los hallazgos en este eje, dice textualmente “en el caso particular de las académicas, se ha observado que la formación de una familia afecta negativamente a sus carreras, no así a las de los hombres”. 

Entre los resultados está que el 68,1% de las encuestadas respondieron que no tienen el apoyo de una trabajadora remunerada del hogar. El 91% de las encuestadas, sin importar su estado civil, utilizaron su tiempo para preparar alimentos, el 86,6% respondió que limpió el hogar, el 74,8% dijo que dedicó su tiempo a lavar la ropa, 69,7% a pagar los servicios. 

Además, el 44,5% respondieron que “recibieron apoyo” de un hombre para realizar las tareas del hogar y cuidado, el 33,6% recibió apoyo de una mujer, pero el 21% respondió que ella sola realizó los quehaceres domésticos y actividades de cuidado. Esto no solo les sucede a las científicas: muchas mujeres dicen que los hombres “ayudan”, cuando en realidad son obligaciones compartidas. “Todavía queda bastante por caminar para tomar conciencia que las desigualdades de género son una realidad”, dice Silvana Tapia. 

Además, de las actividades del hogar, en la cuarentena del covid-19, las científicas debieron acompañar a sus hijos en las actividades de la escuela. “Me tocó ser profesora de [mi hija] y no sirvo. Yo no sirvo porque una cosa es con tu hija y otra cosa es con tus alumnos. No tengo pedagogía”, dijo una encuestada. El 52,9% de las encuestadas estuvieron a cargo de la educación de sus hijos, el 32% tuvieron que cuidar a una o más personas adultas, que necesitan asistencia o viven con alguna discapacidad. 

Silvana Tapia explica que no hubo un tiempo entre salir de la oficina e ir a la casa, por lo que realizaron de forma simultánea trabajo remunerado y no remunerado. Tapia dice que al no existir el momento del transporte, “no se dejó de trabajar en ningún momento”.

El 5,8% no realizó actividades profesionales y de cuidado a la vez, pero el 50% dijeron que sí lo hicieron.

Sobre este eje de la investigación, el 90% de las encuestadas dijeron que sintieron que la carga de trabajo entre el profesional y el de cuidado “excedió notablemente a la que tenían antes de la crisis”. El 67% de las encuestadas dijeron que no tuvieron suficiente tiempo para sí mismas como el descanso o esparcimiento.  

Eje de bienestar integral

Este eje es sobre el bienestar de la salud física y emocional de las científicas, sus sentimientos y satisfacción sobre su propia vida. Las investigadoras hicieron preguntas sobre el bienestar laboral relacionado con el descanso y esparcimiento y los impactos de la pandemia del covid-19 en la salud mental, como el desarrollo de depresión, el desarrollo de violencia en medio del confinamiento. Tapia dice que las participantes se sentían fatigadas por no tener tiempo de descansar. 

Uno de los hallazgos fue que las científicas entrevistadas dijeron que sintieron la invasión de su tiempo como una forma de violencia. Respondieron que tenían que estar disponibles fuera de los horarios de trabajo para sus compañeros de trabajo o estudiantes. 

Sobre la salud mental, las encuestadas respondieron con más frecuencia que el miedo, la culpa y la incertidumbre fueron las emociones que más sintieron, tanto en lo profesional como personal. Uno de los miedos fue la inestabilidad laboral, dice la investigación.

En el confinamiento por el covid-19, las científicas vivieron diferentes tipos de violencia. En redes sociales o plataformas de videollamadas, el 12,6% de las encuestadas sufrió agresiones por parte de sus colegas. El 5,9% de las encuestadas dijo que sufrió alguna agresión por parte de sus estudiantes o participantes de eventos virtuales. 

Eje de desarrollo profesional

Este eje es sobre el impacto durante y después de la pandemia sobre el trabajo de investigación de las científicas, las dificultades para investigar y publicar que permiten el desarrollo profesional. Una de esas dificultades es que en la cuarentena las científicas no pudieron hacer visitas de campo para recoger datos nuevos. 

El 53% de las encuestadas respondió que tuvo una reducción de horas dedicadas a la investigación y que luego de la pandemia podrían ver las consecuencias. “Es posible que yo en el 2021 no tenga artículos publicados… o sea, todavía tengo seis meses para trabajar en eso”, dijo una encuestada. 

El estudio también dice que las mujeres no pudieron emitir su criterio científico sobre ciertos temas. Dar opiniones o criterios técnicos da un posicionamiento, oportunidades de ascenso, porque se convierten en voces autorizadas.

Eje jurídico y de conciencia legal

Se refiere a los derechos de las científicas, que en muchos casos no se respetaron. La investigación dice que eso pasaba antes de la crisis por el covid-19 y que durante la crisis, el derecho “se banalizó” porque se vio con normalidad los despedidos o la flexibilización laboral. 

El 39,5% de las encuestadas respondió que sintió que se redujo su rol en la toma de decisiones dentro de la institución en comparación al tiempo antes de la pandemia.