Como la de millones de ecuatorianos, la rutina de la profesora Nadia Mora dio un vuelco drástico cuando el gobierno decretó el aislamiento obligatorio para frentar la propagación del covid-19. Mora —que da clases a niños de 8 años— debe conectarse a las ocho de la mañana a una videollamada con los directivos de la escuela para avisar lo que va hacer ese día: dar clases virtuales, enviar videos, recibir las tareas de sus alumnos. Cuando cierra la videollamada, hace el desayuno para su hija de 11 años, y la acompaña en las tareas escolares que la niña también debe cumplir. A las once de la mañana tiene otra llamada virtual para reportar el progreso de su día. Después de eso, prepara el almuerzo. Y en el transcurso de la tarde debe planificar actividades las académicas para los días siguientes. “Estoy con una mano en el computador y con la otra haciendo las actividades del hogar”, dice Nadia Mora.
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Incluso sin aislamiento social de por medio, en Ecuador, el cuidado de los niños recae con fuerza en las mujeres: el estudio del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) sobre el trabajo no remunerado del hogar (el que se realiza sin recibir un pago hecho en el hogar propio) dice que solo en el 15,4% de los casos es hecho por los hombres. La preparación de los alimentos, la hace el 86,3% de las mujeres, dice el estudio, publicado en enero de 2020.
Pero las tareas del hogar no son lo único que recae principalmente en las mujeres. Socialmente, se espera que ellas cuiden a las personas con discapacidad, ancianos o personas enfermas que vivan en la casa, dice un informe de ONU Mujeres, publicado el 17 de marzo de 2020. Fernanda Vanegas, especialista en derechos de las mujeres, cree que el cuidado del hogar podría provocar que las mujeres que realizan teletrabajo en la cuarentena sean menos eficaces o tengan menos rendimiento.
“Gracias a Dios, mi esposo me ayuda”, dice Nadia Mora. Él es técnico de operaciones en un canal de televisión y tiene turnos rotativos. El uso del verbo ‘ayudar’ para la participación de los hombres en las tareas domésticas, denota cómo, socialmente, se ha distribuido su carga, cuando en realidad son obligaciones compartidas. Según Vanegas, el cuidado de los hijos y del hogar recae en las mujeres porque es un rol que, históricamente, se asignado hay como correctas para unos y no para otras. Entre ellos están la carrera profesional que se estudia, o la cantidad y el tipo de tareas que se hace en la casa, entre otros.
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A las dos de la tarde, Nadia Mora termina su jornada como educadora. Se aleja de la computadora y el celular para barrer y ordenar las habitaciones. Después, prepara la cena y pasa tiempo con su hija.
Es la repetición de un ciclo muchas veces recorrido y, por tanto, marcado con fuerza en el imaginario social. Paola Mera, especialista en género, dice que por la división sexual de los trabajos “las mujeres siempre fuimos naturalizadas para ser madres y para ser cuidadoras”. Eso ha provocado, dice, que en este momento las mujeres tengamos una doble o triple carga de trabajo.
En Ecuador, el gobierno declaró la emergencia sanitaria el 11 de marzo de 2020, luego de que los casos de covid-19 aumentaran y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara que la enfermedad causada por el nuevo coronavirus era una pandemia. La crisis ha provocado que la rutina y las actividades laborales se concentren en el hogar.
El cierre de escuelas aumenta aún más la carga del trabajo doméstico no remunerado en mujeres y niñas, quienes además cuidan a otras niñas y niños, dice el informe El brote de COVID-19, género y violencia basada en género del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa). El aislamiento ha acentuado las desigualdades que viven niñas y mujeres desde siempre.
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Lucía es laboratorista en el Hospital del Día UCE de la Universidad Central del Ecuador. “Mi trabajo no hay cómo convertirlo en teletrabajo”, dice. En las más de dos semanas de cuarentena que ya han pasado, Lucía ha tenido que hacer las actividades del hogar, preparar la comida, limpiar la casa, cuidar a sus hijos de 10 y 4 años de edad. De acuerdo a la ONU, en el mundo, las mujeres realizan más de las tres cuartas partes de todo el trabajo no remunerado. Es una cifra que parece estar lejos de cambiar. Para 2030, según la ONU, 2300 millones de personas entre niños, ancianos y personas con discapacidad —necesitarán ser cuidadas. “Las mujeres han sido relegadas al espacio privado y de cuidados”, dice Paola Mera.
El esposo de Lucía trabaja en una empresa que está aplicando el teletrabajo. Él debe pasar todo el tiempo pendiente de la computadora, dice Lucía, porque mediante una aplicación le monitorean las horas que trabaja. Esto evita que él pueda hacer también tareas domésticas.
Junto con Honduras, el Ecuador el segundo país en América Latina en el que las mujeres dedican más tiempo a las actividades del hogar: el 79% de su tiempo. En la Constitución del país, el trabajo no remunerado del hogar está reconocido como una “labor productiva”. También dice la Constitución que debe ser responsabilidad de hombres y mujeres. Paola Mera cree que luego de la emergencia sanitaria, el Estado debería preocuparse en hacer verdaderas políticas públicas.
Pone como ejemplo que el sistema de cuidado debería verse desde una perspectiva más amplia. “Tiene que plantearse políticas con el Ministerio de Trabajo, con el Ministerio de Agricultura, con el Ministerio de Producción porque las mujeres estamos en todos los espacios”, explica la experta.
Uno de los escenarios que plantea Mera, es que los hombres tengan permisos de paternidad más largos para que no sea la mujer la única que deba cuidar al recién nacido. La política pública actual de los tres meses de maternidad, refuerza la idea que la única responsable del cuidado de los hijos es la mujer, dice.
El Estudio sobre el trabajo remunerado y no remunerado del hogar en niñas y adolescentes del Ecuador que la fundación Care publicó en diciembre de 2019, explica que entre 2007 y 2015 el trabajo no remunerado del hogar representó un valor agregado bruto (VAB) del 18,6% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Más que los servicios sociales y de salud. El informe dice que ese porcentaje muestra la importancia que tienen las actividades del hogar realizadas por las mujeres de todas las edades y que no reciben un pago por hacerlas.
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La pandemia del covid-19 debe ser una lección para los gobiernos. En el futuro deberán tomar acciones para proteger a las mujeres que realizan el trabajo del hogar y no reciben un pago a cambio. Pero deberá considerar, también a aquellas que duplican su trabajo en el hogar y en la oficina.