La madrugada del sábado 27 de febrero de 2021, menos de 24 horas después de que se hiciera pública su renuncia al cargo de Ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos abandonó el país en un vuelo hacia Estados Unidos. Me lo confirmó una fuente de Migración que pidió mantener su nombre en reserva. Apenas un mes antes, el 27 de enero, el ya cuestionado Ministro hacía malabares retóricos para justificarse ante las críticas por su gestión y el pedido que hacían desde la Asamblea Nacional, la Defensoría del Pueblo y la opinión pública, de que se fuera. En los días anteriores, en medio de dudas e incertezas por el manejo de las vacunas —habían llegado solo las primeras ocho mil dosis—, el propio Ministro confirmó que su mamá, que vive  en un centro geriátrico privado en Cumbayá —una zona acomodada cercana a Quito—, había sido una de las beneficiarias de la vacuna. 

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En un video de seis minutos, difundido por la Secretaría Nacional de Comunicación, el ministro Zevallos habló sobre la decisión de asumir ese cargo, sobre sus 16 años de trabajo en el Centro de Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, y de cómo se valió de eso para importar las primeras dosis de “la vacuna más eficaz disponible, la de Pfizer”, dijo. También dio una explicación sobre la decisión de vacunar a su mamá. 

— Si esto fue o no una imprudencia política de mi parte, no lo sé. No soy político, no entiendo de política. Si alguien desearía que dentro de este proceso haya dejado fuera a mi madre o a cualquier otra persona, debo decirle que difiero. 

Sus  declaraciones demostraron su falta de entendimiento de la cosa pública y de la importancia de respetar los criterios de vacunación para evitar que un derecho —el de vacunarse— se convierta en el privilegio de unos pocos. 

En el mismo video del 27 de enero, Zevallos  dice unas palabras que, en ese momento, quebraban la expectativa de que ese anuncio incluyera su renuncia. Se  quedó, pero lo que dijo hace un mes, hoy suena como una profecía que llegó un poco tarde. 

— No cuenten conmigo para salir corriendo por la puerta de atrás. No hemos terminado este trabajo y no es momento de bajar la guardia. 

Con casi once mil muertes confirmadas por covid-19, los hospitales sin Unidades de Cuidados Intensivos disponibles, el Ministro se fue. Silencioso. De madrugada. Y procurando no dejar rastro pues incluso su cuenta de Twitter aparece como inexistente. 

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La última rueda de prensa que ofreció el Ministro de Salud fue el día anterior a su renuncia. La tónica de lo que allí ocurrió fue una representación de lo que ha sido su gestión: información confusa, contradictoria y escasa; risas forzadas e improvisación.

— Les he extrañado mucho, dijo cuando empezó su intervención .

Los periodistas cruzamos miradas. Éramos una veintena entre reporteros y camarógrafos. Todos de pie sobre una especie de plataforma que habían ubicado entre los dos patios interiores del Palacio de Carondelet, al pie de la escalinata para  subir hacia las oficinas y los salones donde, usualmente, se hacen las declaraciones y actos oficiales. De espaldas a esa escalinata y de frente a la tarima, se sentaron Juan Carlos Zevallos, Ministro de Salud, y Caridad Vela, Secretaria de Comunicación. En una pantalla ubicada a la izquierda de Vela, se veía a la empresaria guayaquileña María Gloria Alarcón, a cargo de explicar sobre la alianza público-privada para la distribución de las vacunas. De manera intercalada, aparecían las láminas de una  presentación con información sobre las vacunas contra el covid-19 . 

Lo que le siguió a las palabras de bienvenida del Ministro —que nadie entendió si eran un intento de broma o un sarcasmo en el momento equivocado— fue una hora y media de datos sueltos e inconexos que no aclararon aquello que los ciudadanos quieren saber hace semanas: cuál es el plan de vacunación, cuáles son los parámetros de selección para quienes se vacunan, cuál es el orden, qué ha pasado con las vacunas, por qué el proceso avanza tan lento. 

Las respuestas fueron vagas: que seguimos en la fase 0 y que los criterios para la vacunación es el nivel de riesgo y el nivel de exposición. Repitió, varias veces, sobre el riesgo de las personas de la tercera edad en los centros gerontológicos —en uno de los cuales se vacunó a su mamá— pero dijo que el resto, las que no viven en este tipo de centros, tendrán que esperar a la etapa de la vacunación masiva. 

Esto, sin embargo, parece que no ocurrió. Unas horas después de la confusa rueda de prensa, Diego Oquendo, periodista y propietario de Radio Visión, dijo en Twitter que había sido vacunado. “Soy un hombre de 83 años y padezco de diabetes. Esta mañana me he vacunado contra el Covid-19, como parte de un grupo de personas de la tercera edad en condición vulnerable”, tuiteó. ¿Cómo pudo vacunarse Oquendo, si, según Zevallos, al no vivir en un centro gerontológico le hubiera correspondido esperar al proceso de vacunación masiva? Los criterios que, según él, se aplican son lo suficientemente laxos como para que haya espacio a la discrecionalidad. 

La misma discrecionalidad que, al parecer, hay en los hospitales o centros gerontológicos que, según el Ministro, son los que tienen que enviar los listados de las personas que deben vacunarse en cada casa de salud. Los plantones y quejas de los médicos en primera línea han sido constantes porque, justamente, en estas listas  se incluye a gerentes y funcionarios administrativos por encima del personal médico.

— ¿Que van a haber quejas? Constantemente. No tengo la varita mágica como para eliminar eso, respondió el Ministro ante la pregunta que le hizo un periodista. 

Tampoco tiene, al parecer, la posibilidad de entregar información sin entrar en contradicciones. Durante toda su gestión esa ha sido una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos: la imposibilidad de contar con datos claros, respaldados y confiables. 

En la última rueda de prensa que dio en calidad de ministro, Juan Carlos Zevallos dijo —y Caridad Vela lo repitió— que ninguna vacuna que no cuente con la aprobación de la Food and Drugs Administration de Estados Unidos (FDA), la Agencia de Medicina Europea (EMA),  y la Organización Mundial de la Salud (OMS), puede ser distribuida y aplicada a los ciudadanos. Sin embargo, Zevallos confirmó la compra de dos millones de dosis de la china Zinovac, que no tiene aprobación de ninguna de esas organizaciones. Aunque en una confusa respuesta, Zevallos dijo que “recientemente, hace pocos días” la OMS había hecho una pre aprobación de esa  vacuna.

— No como registro sanitario si no como una autorización temporal luego de la verificación de la planta de Corea, dijo.

Eso, sin embargo, es impreciso. Su precalificación, según la propia OMS, es para formar parte de la iniciativa COVAX y en todo caso, nada tiene que ver con la calificación que haga la FDA o la AME. Incluso, en el documento de reporte del estatus de cada vacuna, la OMS agrega que para febrero de 2021 está pendiente la entrega de un informe en ese mismo mes  y que la decisión se tomaría a principios de marzo. ¿Cómo, entonces, primero anuncia que sin la calificación de los tres organismos, las vacunas no entrarán al país y al mismo tiempo dice que se comprarán dos millones de dosis de una de las que no está calificada?

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Fue el Presidente de la República, Lenín Moreno, quien hizo pública su carta de renuncia, a través de su cuenta de Twitter. “Hay quienes solo ven errores. Respeto esa opinión. Yo prefiero recordar al ministro que aceptó la difícil tarea de conducir la salud del país en la peor crisis sanitaria que vive Ecuador y el mundo, y que con trabajo y sacrificio ayudó a salvar cientos de miles de vidas”, tuiteó Moreno, ajeno a las críticas que ha recibido el funcionario. Lo que dice parece también ajeno a los dos procesos de juicio político que enfrenta Zevallos en la Asamblea Nacional. Ambos son impulsados por legisladores de la bancada correísta: Pabel Muñoz y Ángel Simalenza que alegan el incumplimiento de sus funciones al no distribuir correctamente las vacunas contra el covid-19 en el país. 

Este no fue el único intento de separar al Ministro de sus funciones. Antes, el 25 de enero, el defensor del Pueblo, Freddy Carrión, había hecho un pedido oficial al Presidente de la República para que destituyera a Zevallos. El argumento que dio Carrión es que había “conflicto de intereses y falta de transparencia en la gestión pública respecto de la distribución y entrega de  la vacuna contra el covid-19”. Esto ocurrió pocos días después de que se conociera que había vacunado a su mamá. El hecho, fuertemente criticado por la opinión pública fue, sin embargo, minimizado por el gobierno. La Secretaria de Comunicación, Caridad Vela, dijo en una entrevista en radio Sucesos del 25 de enero, que Zevallos tiene el respaldo del Presidente de la República y de todo el gabinete. Además, justificó que la mamá del Ministro haya sido vacunada sin que originalmente el centro gerontológico haya estado en el listado. “Si es que mi mamá estuviera viva, yo también quisiera que la vacunen a ella mañana”, dijo Vela. 

El blindaje que tenía dentro del Ejecutivo no se tradujo en el Legislativo. El 27 de enero, con 121 votos a favor y 4 abstenciones, la Asamblea Nacional votó por una resolución que pedía la destitución del funcionario. Durante casi un mes, el Ministro mantuvo silencio pero en la última rueda de prensa pareció volver con bríos. Nada de lo que dijo hizo pensar que sería su último día frente al Ministerio. Incluso anunció que continuaría dando reportes semanales sobre el plan de vacunación, pues, al ser consultado sobre la posibilidad de entregar en tiempo real y a través de la tecnología los datos desagregados, dijo: “Es tan variante esto que puede prestarse a confusión. Nosotros más bien hemos decidido con la Vicepresidenta, la Secretaria de Comunicación y mi equipo del MSP, subir solamente aquellas cosas que se vayan ejecutando”. Como si eso fuera incompatible con hacerlo usando la tecnología que, además, permitiría la dosis de transparencia que tanta falta le ha hecho a su gestión, pues desde el inicio ha habido incompatibilidad de cifras, dificultad para acceder a los datos y  secretismo.


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El 30 de enero, cinco días después de que se conociera sobre la vacunación a la mamá, también se hizo público que el funcionario había extendido una invitación a los rectores de universidades públicas y privadas para que se vacunen. Eso, a pesar de que, en reiteradas ocasiones el Ministro dijo que la fase 0 —en la que aún seguimos— cubre únicamente a personal de primera línea y ancianos en centros gerontológicos. 

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El problema de la transparencia no ha sido únicamente con la vacuna. Zevallos ha dado datos sin explicar de dónde provienen: en junio de 2020 dijo, por ejemplo, que el 45% de los ecuatorianos ya se habían contagiado sin explicar cuál era la fuente o el estudio que avala esa información. Unas semanas antes, entre el 7 y el 8 de mayo de 2020, desaparecieron 1480 casos confirmados de covid-19 en las infografías que entrega el gobierno todos los días. La tardía explicación se dio después de insistentes pedidos de aclaración, a través de un escueto boletín de prensa que explicaba sobre un cambio en la forma de registrar los casos positivos. Por esos días también se cerró el chat de WhatsApp a través del cual los periodistas pedíamos información a los funcionarios del MSP —aunque rara vez había respuesta. Cuando la había era para pedir que, a través de procesos burocráticos, cada periodista enviara de forma individual su pedido de información —a pesar de que muchas veces requeríamos lo mismo. Ni siquiera el compromiso del entonces viceministro, Xavier Solórzano —quien renunció el mismo día que Zevallos—, a mejorar los canales de comunicación sirvió para ver un cambio. 

A la poca transparencia, se sumaron las contradicciones en la información. En una misma entrevista, el Ministro confirmó  que no había camas UCI y aseguró  que de todas formas las personas serían atendidas. ¿Cómo, sin UCI? 

En sus últimas declaraciones también desmintió al Presidente Moreno quien había dicho que era posible que las municipalidades importen directamente la vacuna. Él dijo que no, que hay cartas de advertencia de Astrazeneca, Pfizer y Zinovac advirtiendo que las ventas se hacen directamente al Estado central. Se molestó cuando el periodista Jonathan Machado, de Primicias, le hizo notar la contradicción.

— No creo que haya diferencia entre lo que el señor Presidente dijo y lo que yo digo y, con todo respecto, no es correcto eso, Jonathan, le respondió. 

Lo que sí dejó claro es que “por un tema de confidencialidad” no podía dar el listado de quienes se vacunan, incluso cuando al finalizar la rueda de prensa, una periodista le dijo que en Perú sí se habían hecho públicos los nombres de funcionarios públicos vacunados.

— Verá que estamos un poquito más al norte de Perú, dijo, riendo. No, no, eso es confidencial, agregó, mientras dos funcionarias de comunicación se lo llevaban, casi obligado.

Durante unos cinco minutos, el Ministro, luego de que se acabó la rueda de prensa, se había quedado  conversando con periodistas. Ahí dijo también que el Ministerio de Salud  no es responsable de a quiénes se vacuna. Que “si el gerente le vacuna a la novia, a la hermana…”, respondió alzando las manos, como quien se deslinda de cualquier responsabilidad. 

Una actitud similar de no asumir su rol tuvo cuando se hizo público que varios personajes públicos habían obtenido irregularmente carnets de discapacidad en julio de 2020. Entre los señalados estaban asambleístas, funcionarios públicos, y también varios futbolistas.. “Será por eso que no metemos goles”, dijo, en una entrevista en Radio Huancavilca de Guayaquil, haciendo gala de un pésimo sentido del humor. 

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Cuando el Ministro de Salud fue posesionado, en marzo de 2020, Ecuador —y el mundo— estaba en medio de una crisis sanitaria sin precedentes. La anterior ministra, Catalina Andramuño, dejaba el cargo  envuelta en críticas por la falta de insumos para atender la pandemia, denunciadas por los médicos. Sin embargo, el pico de la pandemia, especialmente en Guayaquil, ocurrió ya bajo la gestión de Zevallos. A él, la comunicación gubernamental, lo presentaba como el personaje idóneo para asumir la tarea: médico especialista en Epidemiología, decía su perfil en el MSP. Decía también que sus estudios de especialización en cardiología, los cursó  en la Universidad de Padua, Italia, y su posgrado en la Universidad de Massachusetts, Estados Unidos. Había sido Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad De las Américas (UDLA), de Quito, hasta antes de ser Ministro y también había ocupado el cargo de profesor en la Universidad Internacional de Florida. Había esperanza sobre su gestión, especialmente cuando a dos días de ser posesionado, desmintió públicamente a la exministra Andramuño sobre la supuesta compra de dos millones de pruebas para detección de covid-19 que debían llegar el 23 de marzo de 2020, el mismo día que él la desmentía. “Desafortunadamente no es cierto, lamento informar a la ciudadanía que estos dos millones de pruebas no van a llegar hoy”, dijo, con su bata blanca de médico, en una rueda de prensa virtual. 

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Esa imagen del médico, del experto, del hombre que llega a controlar una crisis, se resquebrajó rápidamente y quedó  definitivamente sepultada tras su deshonrosa salida —por la puerta de atrás— del país, sin rendir cuentas ni ante la Asamblea ni ante los ciudadanos.