La discusión sobre la Ley de Cultura en Ecuador es vieja y amarga. Se aprobó a finales de 2016, y dos años después ya se discutían reformas. Finalmente, se aprobaron en 2024 y llegaron al Ejecutivo que las vetó totalmente. Tras esa decisión, la gestora cultural y directora del cine 8ymedio, Mariana Andrade, dio una entrevista en GK, a la que la ministra de Cultura, Romina Muñoz, ha pedido responder.
Faltando veinte minutos para las once en una mañana de noviembre quiteño, fui recibida en el despacho de la Ministra, en el edificio en la avenida Colón y Juan León Mera.
En el hall de espera, una persona se acercó, nos saludó y preguntó de qué temas íbamos a hablar. Le respondí que sobre el veto total a la ley y aspectos generales del año de gestión. El hombre asintió con la cabeza e inmediatamente hizo una recomendación. Dijo que están desarrollando un proyecto sobre el fomento a la lectura y oralidad. “No entiendo por qué la prensa no se ha interesado en eso”, se quejó con burocrático desconocimiento de cómo funcionan las redacciones.
Nos invitaron a pasar. Romina Muñoz nos esperaba en la cabecera de una amplia mesa. Sobre ella había una carpeta, folletos del Ministerio, una taza, un vaso de agua y su celular. Todo listo para la entrevista.
Esta entrevista es en respuesta a otra que le hicimos a Mariana Andrade, directora del cine 8ymedio sobre el veto a la Ley de Cultura. ¿Qué notaron en esa entrevista para pedir la réplica?
Primero que el veto en la ley obedece a varios motivos que no necesariamente son de responsabilidad del Ministerio de Cultura y Patrimonio.
Efectivamente había problemas de sistematización de la información, había contradicciones en ciertos artículos y eso es una responsabilidad más bien de la Comisión [Especializada Permanente de Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología, Innovación y Saberes Ancestrales de la Asamblea, que trató el tema].
Esta propuesta de reformas se viene trabajando desde el 2018. Lamentablemente en ese momento, el Ministerio y la Casa de la Cultura estaban divorciados. Eso es lo que tenemos, una propuesta hecha a retazos, machacados, de dos instituciones que no tuvieron voluntad de hablar.
Por un lado tenemos la primera propuesta de reforma que estaba enfocada en el cambio del nombre [de Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión a Casa de las Culturas] lo cual a mí me parece anecdótico, no me parece un cambio real, estructural.
Las propuestas de reforma, el Ministerio las hizo más en el ámbito de hacer operativa su institucionalidad. El cambio de nombre no era nuestra prioridad.
Lamentablemente la falta de conexión, la falta de voluntad de trabajo conjunta de la Casa de la Cultura, eso es lo que hace que proyectos como estos se caigan y tengan contradicciones.
Me parecería importante analizar las diferentes fases para poder sacar una lectura más integral y no una lectura hecha a partir del chisme, que es lo que yo veo.
Pero más allá de eso hay una voluntad de trabajar en lo que nos conflictúa.
Estamos trabajando en la reforma al reglamento, de hecho ya hemos pedido insumos a la Casa de la Cultura, y esto yo creo que va a ayudar a operativizar de mejor manera la ley vigente, que ahí están realmente los problemas mucho más conflictivos.
Vamos a hacer una socialización de esta propuesta de reforma a los cuatro consejos consultivos, algo que no había antes de nuestra gestión.
¿Entonces esta falta de precisión en las propuestas vetadas tendría que ver con esta desconexión y falta de diálogo entre los diferentes actores del sector?
Yo creo que hay una desconexión y una falta de articulación.
Eso se debe a que antes de esta gestión, el Ministerio de Cultura y Patrimonio le dio la espalda al proyecto de reformas a la Ley de Cultura.
Pero se pudo haber esperado a seguir afinando detalles y evitar el veto total.
Puede ser. Tenemos un año para trabajar.
No estamos con los brazos cruzados, estamos trabajando en la reforma del reglamento, y hay la voluntad desde la Presidencia de la República de acompañarnos porque entiende la importancia y las limitaciones que tenemos.
En una entrevista en septiembre de 2023, aún como gestora cultural, usted dijo que más que atender las urgencias del sector, el Ministerio se había dedicado a complacer al gobierno de turno ¿Cómo ha logrado romper con esta dinámica en este año de gestión?
Primero, atendiendo a los temas estructurales.
El Ministerio de Cultura y Patrimonio además de emitir política pública tiene varias instituciones a su cargo. Aquí este mapita para que los veas: tenemos 55 instituciones en el que hay 10 archivos, 13 bibliotecas, 18 museos centro comunitarios, 3 sitios arqueológicos, 4 orquestas sinfónicas, una Compañía Nacional de Danza, el teatro, y el Instituto de Fomento.
Nosotros estamos mirando las necesidades de estas instituciones, estamos trabajando en la profesionalización de estos espacios.
Una de las cosas clave que hicimos cuando asumimos las gestiones, por ejemplo, es que los espacios culturales tengan autonomía en la comunicación.
Ellos están para dar la comunicación que les compete y no para replicar nuestras comunicaciones. Para eso estoy yo, para eso se encarga el Ministerio de Cultura.
Hemos dado mucha autonomía de gestión a la programación cultural que está definida en función de elementos técnicos.
Tenemos más de 2 millones de dólares invertidos en un plan de infraestructura, también una inversión importante en la creación y reactivación de ludotecas.
Estamos trabajando en un sistema de gestión de colecciones, para que estas colecciones puedan ser conocidas por la ciudadanía.
Por años fue gestora cultural y desde ese lado vio todos los aspectos difíciles del sector como bajos presupuestos, limitaciones, pero ahora de este lado, ¿ha podido hacer algo por lo que criticó desde fuera?
Yo creo que sería bueno escucharlas a las directoras [del Museo Nacional, Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo, museo Corporación Ciudad Alfaro y museo Pumapungo] y ellas te lo van a decir.
Los planes operativos anuales de todos estos espacios culturales carecían de programación cultural y ahora la tienen gracias a un trabajo articulado con el Ministerio de Cultura y Patrimonio. Hemos estado trabajando con cada una de las direcciones para que cuenten primero con el apoyo en infraestructura.
La mayor parte de los espacios estaban descuidados y estamos invirtiendo en ese proceso de mantenimiento que tiene que ser continuo.
El tema presupuestario es complejo y si bien ha sido una limitante. Yo creo que sobre todo la limitante es que han sido recursos mal invertidos.
Mi experiencia [cuando fui directora del MuNa] no fue que en el Ministerio no había recursos. Había recursos, pero nunca se me consultó las necesidades que yo tenía.
Nunca pude trabajar con una secretaría o con una área para trabajar de manera conjunta y proyectar un plan integral.
Se hacían contrataciones a espalda de nuestros procesos técnicos y eso es lo que ya en este Ministerio no se está realizando. Todos los procesos de contratación que se lideran desde la subsecretarías, están hechos con el equipo técnico, con las direcciones.
En una entrevista hace casi un año, usted dijo que habrá cosas en las que habrá resultados inmediatos, otras que tardarán más. Pero que no se pueden dejar las cosas como están, ¿el veto total a la Ley de Cultura no está dejando las cosas como estaban?
No, porque nosotros estamos trabajando en la reforma del reglamento.
Es por eso que este año se han logrado materializar muchísimas cosas porque trabajamos con otras instituciones.
Lo que hemos visto es que afuera de Quito la gente por fin entiende qué hace el Ministerio de Cultura y Patrimonio.
Eso es algo que no pasaba y eso también tiene que ver porque estamos trabajando de la mano con todas estas instituciones, con los gobiernos autónomos y también porque estamos desplazándonos.
Este año se ha duplicado el monto que se asignó en fondos de líneas de fomento no reembolsables, la cuarta parte de ese fondo va a la industria audiovisual.
La gran maravilla es que ese fondo no se está quedando en la capital, sino que está yendo a otras provincias. Entonces yo creo que las cosas no se están quedando como como estaban. Estamos trabajando en cosas graves, algo que no había hecho el Ministerio.
Entre las reformas a la Ley de Cultura se buscaba que el Museo Nacional del Ecuador sea el pilar en la gestión de museos, con autonomía administrativa y financiera, y con una infraestructura adecuada. ¿En qué queda la propuesta de construir el edificio del Museo Nacional del Ecuador?
Se mantiene el deseo, la necesidad de que el Museo Nacional cuente con un espacio, pero apto para administrar sus colecciones.
Hemos estado trabajando en eso, tenemos algunas propuestas desde la construcción de un edificio, ya hay un pequeño proyecto.
También estamos revisando dos edificios para ver si se pueden adaptar o si vale. Para la construcción tenemos ganado un fondo para la asistencia técnica, la construcción y la creación del modelo de gestión de este museo, eso ya está aprobado.
Seguimos en ese trabajo por supuesto estamos en un período electoral y tenemos que ver qué pasa para poder hacer que esto se concrete.
Cuando asumió el cargo mencionó que hay una crisis económica que atender por lo que los fondos para este tiempo podrían disminuir, la crisis energética cambió aún más este panorama, ¿cómo quedó esa proyección que tenía en ese entonces para 2024 y 2025?
Yo creo que el gobierno ha atendido, y hay una estabilidad de la caja fiscal. Por supuesto que se tomaron decisiones complejas, que eran necesarias para estabilizar la caja fiscal.
Nosotros entramos con un déficit. Cuando ingresamos nos tocó asumir una serie de pagos que no se no sabían concretado, uno de los primeros desembolsos se hizo en diciembre y luego nos tocó reunir toda la documentación para saldar.
Esas decisiones han sido importantes para ser más ambiciosos en las inversiones, no obstante con los recursos que hemos tenido hemos logrado invertir en cosas fundamentales como el tema de infraestructura de nuestros espacios culturales que estaban bastante abandonados.
A mí sí me llama la atención porque en otros momentos del Ministerio hubo bastantes recursos y yo quisiera saber qué hicieron con esos fondos.
Porque yo podría hacer magia con eso.
Porque lo hemos hecho ya. Porque hemos invertido y eso se ha dado porque conocemos las necesidades técnicas del sector. Porque trabajamos de la mano con nuestras direcciones, porque son ellos quienes nos dicen a dónde tenemos que atacar. Por eso es que si bien tenemos quizás menos recursos que en otras gestiones, creo que han sido utilizados de manera más eficiente y eso se ve.
¿Se podrían reducir?
No, eso no es una opción. Eso no es una opción.
Las reformas a la Ley Orgánica de Cultura se vienen discutiendo desde 2018, les tomó 6 o 7 años, con el veto total reciente, ¿qué queda para el presente y futuro del sector cultural?
Qué curioso que sean seis, siete años.
Por supuesto que el Ministerio de Cultura y Patrimonio en las gestiones anteriores tiene una responsabilidad en darle la espalda a esos procesos de debate, pero qué curioso que en siete años lo único sustancial de esa reforma en el primer debate, hasta que llegue el Ministerio de Cultura con sus aportes, haya sido el cambio del nombre de una casa, a una institución y aumentar más recursos.
El porcentaje de los recursos que van del BDE a la línea de Fomento. Esas fueron las únicas propuestas que estaban en esa reforma, a mí me parece preocupante.
¿Usted participó de ese proceso de discusión de las reformas?
No, no fui partícipe de ese proceso, para nada.
Por eso me llama la atención que en esos siete años estos hayan sido los hitos más grandes de esa propuesta de reforma.
Es decir, que cuando ustedes asumieron el Ministerio hicieron ajustes a las reformas.
Cuando llegamos hicimos una propuesta. Nuestras sugerencias estaban más en el ámbito de fortalecer la institucionalidad. Lo hicimos obviamente con todos los insumos que estas mismas instituciones facilitaron y en las mesas de trabajo que activamos.
Por eso sí creo que también es penoso que el Ministerio de Cultura y Patrimonio antes de esta gestión no se haya metido en ese debate porque era fundamental y debió de hacerlo porque realmente la ley lo que hace es regular estas instituciones.
Yo creo que hay un camino ganado en el sentido de que hay unos insumos sobre los cuales trabajar, sobre los cuales terminemos de sentarnos a conversar.
Hay una cancha trazada y creo que más bien este debe ser un momento de unión, de debate y de diálogo que convoque a distintas instituciones más allá de las diferencias políticas y de las agendas particulares.
¿Persiste el tema político para sentarse en una mesa a hablar?
Es la única respuesta que tengo ante la falta de aportes del Ministerio de Cultura y Patrimonio antes de esta gestión, respecto de esa propuesta de reforma.
¿Seguiría siendo ministra?
Sí, [dijo, seguido de una carcajada, y se sonrojó]
Sí, tenemos muchos proyectos y un año de gestión es corto sobre todo porque recibimos unas condiciones de planificación de los espacios ya trazada y nos tocó también jugar frente a eso. El presupuesto llegó tarde porque era prorrogado así que por supuesto.
Sí creemos que nos merecemos el trabajo que hemos trazado, y que merece concretarse. Hay cosas que se lograron hacer en estos 10 meses que ya son visibles, pero que sí, necesitamos consolidar el próximo en un periodo más largo, entonces sí, sí.
Después de eso, no sé.
Después de eso… o sea yo vengo del ámbito técnico, yo soy sobre todo una gestora cultural, una educadora. A mí me interesa mucho continuar en esa línea de trabajo, pero sí quisiera poder concretar los proyectos que conjuntamente con todas esas instituciones nos hemos trazado.
Únete a la GK Membresía y recibe beneficios como comentar en los contenidos y navegar sin anuncios.
Si ya eres miembro inicia sesión haciendo click aquí.