El 30 de septiembre de 2024, el presidente Noboa vetó totalmente la reforma a la Ley de Cultura aprobada por la Asamblea Nacional, dejando al sector cultural, nuevamente, con una ley que no responde a las necesidades y con políticas que en la práctica no funcionan. Para Mariana Andrade, directora del cine 8ymedio y promotora cultural por más de 30 años, el sector se ha resignado, ha perdido esperanza y continúa creando desde la precariedad, en medio de un olvido social, estatal y gubernamental. En esta entrevista habla del veto total a la Ley de Cultura y el estado de la política pública en este tema.
Siempre se habla de la necesidad de promover la cultura en todos los escenarios, especialmente en los más complejos como los que vivimos ahora, ¿por qué es tan difícil que esto se dé?
Creo que el problema se da por el lugar que ocupa el sector cultural en la estructura del Estado. Se cree que la cultura son únicamente los artistas. Y los artistas somos la epidermis de una sociedad. La creación cultural de un país va mucho más allá.
Si enfocas únicamente a este sector como parte de llenar tu vacío cuando ya vas a descansar o cuando ya has resuelto todos los ámbitos de tu vida personal, se pierde la importancia del trabajo cultural. Ese para mí es el origen principal, el no entender lo que es la cultura en una sociedad.
Luego, cuando se crea el Ministerio de Cultura por decreto en el 2007, había la necesidad de una normativa que tomó 10 años en hacerse. Cuántas veces nos sentaron a escribir en papelitos cómo nos sentíamos o qué queríamos para llegar a desembocar en la ley, pero una ley sin un reglamento – porque este no se emitió de inmediato sino unos meses después de que se hiciera la ley, y fue calificado como hecho al apuro, confuso, e inaplicable– . Entonces es un cuerpo también muerto. Y ahí hay otro problema, que el reglamento duerme en el sueño de los justos.
¿Cómo están en el contexto de inseguridad, y la crisis energética en el sector cultural?
Ni en la pandemia, cuando finalmente los productos culturales crecieron exponencialmente en el mundo y éramos justamente quienes creábamos una cantidad de contenidos que acompañaron el confinamiento, ni siquiera ahí fue reconocido.
Se hicieron unos planes de emergencia en esa época, y la misma sociedad no entendía por qué los artistas tienen que cobrar.
Si es la misma sociedad la que rechaza y no entiende el trabajo cultural, no se digan los gobiernos. El problema es estructural de la misma sociedad, luego atraviesa el Estado y a los gobiernos.
Tenemos un Ministerio de Cultura, secretarías de Cultura, direcciones de Cultura. ¿Cuál es su papel? ¿Cuál es el rol que juegan en este momento? ¿Cuál es el rol que le corresponde a una institución del Estado? y ¿cuál es el nuestro como gestores culturales independientes?
A pesar de todo, las actividades culturales surgen y se sostienen en un entorno que no siempre es favorable. Ahora, ¿cómo están cobijados tras el veto total a la Ley de Cultura?
El veto total a la Ley de Cultura, es un veto total a su ministerio, a la Casa de la Cultura y al sector cultural.
En sociedades más avanzadas, la cultura, los eventos culturales, son lugares de encuentro y cuando una comunidad se encuentra y dialoga es una comunidad que vive mejor. Es una comunidad que puede apoyarse mutuamente mucho más allá de esperar que el gobierno lo haga.
En el campo cultural, en este momento hay indiferencia. Yo siento que no existe una participación activa. A veces el silencio e indiferencia es peor que cualquier posición porque deja de importarte que exista o no exista.
Es un sector que ha bajado los brazos.
Estoy cansada de hablar de la resiliencia del sector cultural porque nos ven resilientes, entonces siempre sobrevivimos, ponemos lo mejor de nuestro lado, y no hay tal. Lo que hemos hecho es precarizar el trabajo cultural y depender absolutamente de nosotros.
Entonces, ¿hacer cultura en este país significa hacerlo sin una verdadera protección de derechos?
Es continuar en el mismo estado que ha estado siempre. Hay invitaciones a sentarnos de nuevo con el Banco Interamericano de Desarrollo, por ejemplo. ¡Para qué! Para pagar a los funcionarios enormes consultorías.
Para mí es un sector que ha estado enfermo siempre, un enfermo grave pero estable, no te mueres ni te dejan morir. Lo que existe es una voluntad propia de seguir.
Usted mencionó que son un sector sobrediagnosticado, ¿qué significa?
Desde los 100 días de la cultura que se dieron en el 2008 nos sentaban en mesas para diagnosticar, para ver cuál era nuestra crisis, cuáles eran nuestras necesidades y cómo queríamos que esté la ley.
Yo no me vuelvo a sentar. ¿Para qué?
Que necesitábamos la ley, que necesitábamos incrementar fondos de cultura, que necesitábamos tener seguro social, que necesitábamos que el trabajo cultural sea reconocido. Todo eso ya hemos puesto en papelitos.
| Nota de la editora: Los «100 Días de la Cultura» en Ecuador en 2008 fueron una iniciativa del Ministerio de Cultura, del gobierno de Rafael Correa para promover el arte y la identidad cultural del país. Durante cien días, se hicieron eventos como exposiciones, conciertos y talleres en varias ciudades, para descentralizar el acceso a la cultura y fomentar la participación ciudadana en actividades culturales.
Para que las personas lo entendamos, ¿qué necesita realmente la cultura para posicionarse como un sector productivo y sostenible en el país?
Son varias. Primero es clave que se reconozca al trabajador cultural como tal.
Luego, el Seguro Social es importantísimo que se dé. En la ley se crea el Registro Único de Artistas y Gestores Culturales (RUAC) con el que te registras e inmediatamente tienes acceso al Seguro Social. Habría que confirmar cuántos están ahora mismo ya afiliados al Seguro Social que era algo que indicaba la ley.
Otra cuestión es que los fondos concursables no deberían ser la única forma de entrega de recursos públicos. Además son fondos mínimos que deberían crecer, y debería existir otra forma de entrega de estos recursos públicos para el sector.
Otro tema es la misma infraestructura cultural, que ahí estoy de acuerdo con el ministerio. Hay muchas instituciones que tienen que ser revisadas, mejoradas y fomentadas como las orquestas sinfónicas, por ejemplo, o los conservatorios de música.
Te podría enlistar una serie de elementos que están en la ley y que deberían haberse cumplido, pero para mí el principal es reconocer al trabajador cultural como un actor importante de la economía de este país y como un actor que produce trabajo, y bienestar.
Próximos a unas elecciones, ¿podría explicar a los ciudadanos, a los candidatos, y a los partidos políticos el potencial que tiene el sector cultural para contribuir al desarrollo del país?
Con Estado o sin Estado siempre han estado los artistas y el sector cultural. Perdóname que sea tan escéptica pero he perdido la confianza.
Tengo 30 y pico años de mi vida liderando procesos de construcción del Ministerio, construcción de leyes, construcciones normativas, en todos los gobiernos he estado súper activa, siempre liderando causas, liderando mejoras para el sector cultural.
La última que lideramos fueron los incentivos tributarios para el sector del cine y el audiovisual al cual pertenezco. Ha pasado un año entero sin que esa norma técnica se pueda cumplir. Esperamos que se cumpla por lo menos para tener ese incentivo tributario a favor de que vengan producciones internacionales.
Yo lo que recomendaría es revisar si necesitamos un Ministerio de Cultura. ¿Qué ha hecho más allá de entregar fondos concursables pequeños?
No puede ser que tengas tantos años de un ministerio, de una ley y de un reglamento guardado. Esto se lo he dicho a la misma ministra de Cultura.
Entonces, prefiero en este momento la independencia.
¿Por qué no atender la cultura implica una pérdida profunda para el país?
El problema es mucho más gordo, implicaría que un presidente siente a su lado a la ministra de Cultura, y no la siente en la última mesa del gabinete.
Entonces, ¿cómo hacer para que esto cambie? Yo recomendaría más allá de seguir hablando de esto pensar en la pertinencia o no de una institución como este ministerio que ha perdido tanto durante todos estos años para estar en el estado que está.
Nosotros (8ymedio) sobrevivimos, nos mantenemos y nos financiamos porque somos una empresa cultural privada, que de alguna manera intenta dar un servicio público, que es el fomento del cine y el segmento obviamente del audiovisual por pura voluntad propia.
Más allá del gobierno, más allá de que quien sea que ocupe un Ministerio de Cultura, habría que revisar la misma competencia y el mismo lugar que le da el gobierno al sector cultural sin eso, olvídate.
Sin eso, seguiremos mendigando, peleando por fondos pírricos y desde el sector independiente intentando seguir brindando el servicio que podamos, mientras podamos.
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