Se supone que el segundo tomo de la Poética del filósofo Aristóteles se perdió en la Edad Media. Y esa pérdida es la base de la novela de Umberto Eco, El nombre de la Rosa. En el libro —ambientado en el siglo XIV— hay asesinatos porque alguien quiere que no se lea ese texto de Aristóteles. Ese tomo específico —y aparentemente prohibido— está dedicado a la risa, al humor. 

Porque, según narra Eco en su novela, la risa es peligrosa para el poder, sobre todo para el poder de la Iglesia. Al reír, el ser humano deja de temer y el temor a Dios es la base del catolicismo. Con los siglos, la idea del humor como esa parte humana de absoluta subversión se ha mantenido. 

Subvertir es darle la vuelta a lo que está pasando en la realidad. Por eso, recurrir al humor en una época tumultuosa puede ser la forma para que esa realidad no sea tan pesada. 

La violencia que vive Ecuador parece exigir que el chiste, el humor y el meme aparezcan porque, como lo dice Anna María Fernández Poncela en su texto Catástrofes, humor y resiliencia, “el humor y la risa acompañan y ayudan a soportar ciertas circunstancias estresantes y dolorosas, sean físicas o mentales, reales o imaginarias, puesto que promueven la relajación y los  movimientos musculares y mejoran la circulación sanguínea y la respiración”.

Es decir, los beneficios del humor se manifiestan hasta en lo físico.

Por eso recurrimos a él en esta época de violencia, para encontrar la forma de seguir adelante y de descubrir algo que nos haga olvidar, por un momento, toda la tragedia que está sucediendo.

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¿Por qué el humor?

El humor es clave para la humanidad. Para el sociólogo Hernán Reyes, “parte de la naturaleza humana necesita de la comicidad”. Bajo ese sentido, el humor, en circunstancias graves —de miedo, de dolor y sufrimiento— se vuelve una válvula de escape para la tensión.

El periodista, ensayista y académico colombiano Omar Rincón, ha dado una definición de humor que sirve para entender la dimensión de lo que pasa cuando lo ejercemos. “El humor es la herramienta que tenemos los feos para conquistar, los pobres para poder opinar y los disidentes para poder criticar a un gobierno. Es la herramienta de los débiles, porque ante el humor no puedes responder con ninguna forma porque la solemnidad no tiene nada que ver con eso”.

Para Rincón, el humor es burlarse de uno mismo y no burlarse de los demás. 

Por eso, cuando alguien hizo un meme en el que se veía a Godzilla recorriendo las calles de Quito con la palabra “falso” sobreimpuesta, burlándose a quienes comparten desinformación, el humor le ganó por un instante a la preocupación. Ese día, el 9 de enero de 2024, un grupo de terroristas se tomó el canal TC Televisión en Guayaquil, y decenas de rumores inundaron grupos de WhatsApp e hicieron que la gente saliera temprano de sus trabajos por temor a atentados. 

Cuando el caos gana, el humor también aflora y suaviza la experiencia, como Godzilla en Quito. La válvula de escape funciona.

El humor se erige como ese camino para que la tensión baje un poco, al menos por un momento. Lo que pasa en Ecuador se presta para que personas creativas consigan encontrarle la vuelta graciosa a lo que nos sucede a los ecuatorianos. Por eso es posible hacer bromas que hablen de las redadas policiales y militares, y de los últimos hechos de la violencia nacional, hasta para hacer una crítica.

“[El humor] es ese primer momento de contención o intervención en un instante de crisis”, dice la psicóloga Gabriela Caiza, para quien si bien un chiste o un meme —como vehículo del humor— es un punto de partida, no puedo considerárselo terapia.  

Desde la psicología hay estudios que señalan los beneficios que tiene el humor para la resiliencia, para sobrellevar situaciones complicadas, a las que es difícil adaptarse. Anna María Fernández Poncela dice en su texto que “la resiliencia humorística aumenta las emociones y actitudes positivas al endulzar las situaciones amargas”.

Así, el humor se vuelve antídoto contra el estrés o un analgésico frente al dolor, también un elemento fundamental para que la creatividad se incremente y esto mejore la toma de decisiones. Es decir, desde lo psicológico, el humor trae muchas ventajas, sobre todo en épocas caóticas.

Cuando se desdibuja el humor

Existe un riesgo: se da cuando el gesto de humor no viene de un lugar creativo para reducir la tensión sino del temor o del miedo. La risa ya no es válvula de escape, sino que se convierte en una herramienta para que el pánico siga creciendo. 

En un video que circuló recientemente, miembros de las Fuerzas Armadas están deteniendo a un presunto criminal, a quien están maquillando las pestañas con rímel y los ojos con sombras, mientras lo hacen comer un maduro. Lo obligan a repetir: “Gracias por dejarme hermoso, mi comando”, en medio de risas de los militares.    

El video fue compartido por varios usuarios de redes sociales, que veían en esta acción algo que les resultaba gracioso: una persona detenida por, supuestamente, haber cometido algún delito, siendo sometida a un trato que rebajaba su condición humana. Para muchos, esta persona debía recibir este trato y ser objeto de burla sólo por ser sospechoso de algún crimen, en un momento de inseguridad. Nada más. 

“El humor puede llegar a deshumanizarnos”, dice la psicóloga Gabriela Caiza. Se refiere a esta posibilidad en la que el chiste puede llegar a normalizar acciones que en otras circunstancias esas mismas personas que lo celebran, lo rechazarían. Por ejemplo, si la persona siendo maquillada no fuese detenida por los militares, ¿sería chistoso para quienes hoy se ríen?

A veces, esa normalización “desde el humor” incluye considerar como aceptables acciones y frases que revelan costumbres y perspectivas igual de violentas. 

“Me preocupa que se nos olvide la parte de la humanidad”, dice Caiza como advertencia. Algo en lo que, con otras palabras, concuerda Hernán Reyes. Para él, se está viviendo una distorsión del concepto del humor, que empieza a bordear con la crueldad. “Se está trasladando la experiencia negativa de uno a las otras personas”, dice Reyes.

Esa burla y risa detrás del maltrato de las fuerzas militares a detenidos es sólo la manifestación del miedo que se tiene y que se busca exorcizar de alguna manera, dice Reyes. Así, cuando no hay creatividad de por medio, se produce “una desviación hacia lo aberrante, hacia lo patológico; hacia un humor que busca legitimar al poder”, sintetiza el sociólogo.

Si el humor se enfoca en los otros como objetos de burla, va a dejar de tener efecto en momentos de violencia y tensión. Al dejar de ser una herramienta para la sociedad, para reírnos de nosotros mismos, es probable que esa válvula de escape que el humor permite deje de funcionar. Porque se trata de mirarnos a los ojos en medio del peligro y el miedo y encontrar en la risa una forma para darnos paz momentánea, recargar baterías y seguir adelante. 

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Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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