“Resist Capitalism” se leía en las pantallas gigantes instaladas sobre el escenario en el que Roger Waters se presentó el sábado 9 de diciembre, en el Estadio Olímpico Atahualpa, en Quito. Ese mensaje venía con su contradicción incluida ya que las entradas para ver al ex líder de Pink Floyd no eran precisamente baratas: iban de 55 a 300 dólares. 

¿Paradoja? 

Una de las tantas ligadas a la carrera de Roger Waters. Un compositor que le dio forma a la música popular de los años 70 y que, mientras se manifestaba en contra del autoritarismo del mundo —como parte de un discurso político que se sostenía en las canciones que su banda Pink Floyd hacía— no supo cómo contenerlo dentro de su grupo. 

Roger Waters se tomó en serio el rol de líder. Tanto que se imponía a los demás: su último disco con Pink Floyd, The Final Cut, supuso la ruptura total entre él y los otros miembros del grupo. Waters quiso sacar ese disco con las canciones que todos rechazaron para The Wall, por considerarlas malas, y llegó a despedir a Rick Wright, tecladista fundador del grupo, en 1979.

Esas paradojas detrás de Waters poco tienen que ver con ser millonario por su trabajo, por enriquecerse con las herramientas capitalistas ligadas a la industria musical. O por ser una especie de socialista convencido, con un discurso que en parte tiene mucho sentido —como su exigencia a Chevron de que pague por la remediación ambiental, que se pudo percibir en el show de Quito, o su defensa de Palestina.  

Y a veces, su discurso —que quiere abarcarlo todo— no logra tener sentido. 

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Especialmente su defensa de Rusia y Vladimir Putin frente a la invasión a Ucrania. El 9 de febrero de 2023, invitado por Rusia, Roger Waters habló sobre la ocupación ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Si bien calificó a la invasión de ilegal, dijo que fue “provocada” por las fuerzas del Oeste. 

Waters tiene entre sus ojos a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y a Estados Unidos.

“En nuestra opinión, la única medida sensata hoy es pedir un alto el fuego inmediato en Ucrania. No hay que gastar ni una sola vida más, ni ucraniana ni rusa, todas son preciosas a nuestros ojos”, dijo Waters. 

Alguna vez se refirió a Vladimir Putin como un gangster, pero en una entrevista con el Berliner Zeitung, días antes de su intervención ante el Consejo de Seguridad, dejó en claro que entre 2022 y 2023, su criterio había cambiado. Sobre todo por escuchar podcasts que traducían los discursos de Putin, y por la idea de que el presidente de Rusia está haciendo lo que un mandatario en su posición debería hacer.

“Según las voces independientes que escucho, [Putin] gobierna con cautela, tomando decisiones por consenso en el gobierno de la Federación Rusa. También hay intelectuales críticos en Rusia, que llevan argumentando contra el imperialismo estadounidense desde los años cincuenta. Y una frase central siempre ha sido: Ucrania es una línea roja. Debe seguir siendo un Estado tapón neutral. Si no sigue siéndolo, no sabemos adónde nos llevará. Todavía no lo sabemos, pero podría acabar en una Tercera Guerra Mundial”, dijo Waters en una entrevista.

Varios Roger Waters en uno

Es muy difícil entender todo lo que Waters quiere decir y conseguir. 

Él está convencido de tener la razón y de decir las cosas de manera correcta. Piensa que está en el lugar exacto. Y si hay críticas hacia lo que cree y pronuncia, son porque se lo malinterpreta o porque existe un lobby en su contra.

No en vano, al inicio de los conciertos de su gira This is not a drill —con la que llegó a Quito—, Waters pedía que quienes no estaban a favor de sus ideas políticas, se fueran a un bar cercano hasta que terminara el show. Usaba la expresión “fuck off”.

En Roger Waters conviven el tipo que ayudó a que un centenar de familias recuperaran los restos de soldados argentinos desaparecidos en la guerra de Malvinas —como lo cuenta Leila Guerriero en La otra guerra— y el que justifica la invasión a Ucrania, asegurando que él está defendiendo a Putin si se lo compara con Biden, presidente de Estados Unidos.

También ha sido acusado de antisemita, hasta por ex colaboradores, un tema que motivó un documental estrenado en septiembre de 2023, titulado The Dark Side of Roger Waters. En una nota para la revista Rolling Stone, el reconocido productor Bob Ezrin —con el que la banda hizo The Wall y luego cuatro discos adicionales, ya sin Waters— aseguró que no se oponía a que Waters cuestionara la política israelí. Pero, dijo, “si su lenguaje promueve directa o implícitamente la erradicación del único Estado judío del mundo, entonces eso es absolutamente antisemitismo en mi opinión”.

En febrero de 2023, Polly Samson —novelista, letrista de las canciones de Pink Floyd desde 1987, y esposa de David Gilmour, el guitarrista, compositor y cantante del grupo— acusó a Waters de antisemita y de apologista de Putin. 

Además, dijo que era un “mentiroso, ladrón, hipócrita, evasor de impuestos, que hace fonomímica, misógino, enfermo de envidia, megalómano”. 

Waters se ha ganado esos insultos dentro de una parte del círculo interno de Pink Floyd. Él, como ex líder de una banda que tras su salida buscó reinventarse, ya que era su principal compositor, desarrollador de conceptos de los discos y el responsable de casi todas sus letras, quiso que Pink Floyd muriera con su decisión de partir. 

Gilmour y Nick Mason —el baterista— pelearon el nombre de la banda porque querían seguir adelante, incluso sin que Waters quisiera. Y los dos ganaron. 

Waters se refiere a ellos como “Faux Floyd”. 

En febrero de 2023, en una entrevista para The Daily Telegraph, Roger Waters fue excesivamente duro con sus ex compañeros de banda. Dijo que su problema con ellos era que no “saben componer”.  Fue más allá: “Bueno, Nick nunca fingió. ¿Pero Gilmour y Rick [Wright, el tecladista]? No saben escribir canciones, no tienen nada que decir. No son artistas».

El remate es igual de violento: “No tienen ideas, ni una sola entre los dos. Nunca las han tenido, y eso los vuelve locos”.

El Roger Waters de la música y Pink Floyd

George Roger Waters nació el 6 de septiembre de 1943 como el último hijo de Fletcher y Mary Waters. Su padre murió durante la Segunda Guerra Mundial cuando Roger tenía 5 meses de nacido y luego su familia se mudó a Cambridge. Fue ahí donde Roger entabló amistad con Roger “Syd” Barrett y ambos formaron una banda cuando fueron a Londres a estudiar en la Universidad.

En Londres, fue Waters quien contactó a sus compañeros en la facultad de arquitectura, Nick Masón y Rick Wright, para que se unieran al proyecto. Así nació la banda que en 1967 lanzó su primer disco, The Piper at the gates of dawn, con composiciones, en su gran mayoría, de Barrett. 

Sin embargo, poco tiempo después, el guitarrista y cantante sufriría una crisis mental que no dejaría dudas a Waters: Syd debía irse del grupo y él tomó la decisión de sacarlo.

Poco tiempo antes de la expulsión de Syd Barrett, Pink Floyd contrató a David Gilmour para que tocara la guitarra y cantara en conciertos, cuando Barrett perdiera su conexión con la realidad. Con la salida del principal cantante, guitarrista y compositor, Gilmour pasó a ser miembro oficial y apareció un problema grave: ¿quién iba a hacer las canciones?

Waters, quien ya venía decidiendo las acciones, tomó las riendas. Y en al menos cuatro años —entre 1968 y 1972— llegó a perfeccionar el arte de hacer canciones. En ese tiempo, Pink Floyd lanzó discos con temas que parecían ser experimentos no terminados y en búsqueda de algo que la banda, finalmente, encontró en The Dark Side of the Moon (1973). El disco los hizo estallar hasta el infinito: es uno de los más vendidos en la historia de la música.

Este es un álbum ideado por Waters, en el que mezcló la experiencia de Barrett con la idea de que la vida del ser humano —post desarrollo industrial— estaba condenada a la búsqueda de dinero, a no tener tiempo y a la incapacidad de darse un descanso y evitar la desesperación. Un disco monumental, con música compuesta por Waters, Gilmour y Wright.

De este éxito siguió el Wish you were here (1975), otro disco colaborativo, con música de todos y letras de Waters. Pero aquí se empiezan a ver los cambios. Roger Waters empieza a tener más presencia como cantante principal, en 3 de los 5 temas del álbum. Y ya con eso, el monstruo se había despertado. 

De ahí en adelante, desde Animals (1977), pasando por The Wall (1979) hasta The Final Cut (1983) todo se trata de la visión artística de Waters, por encima de lo que los demás podían ofrecer o decidir. 

Waters lleva las canciones, acepta mínimas colaboraciones del resto —específicamente de David Gilmour, como en Comfortably Numb— y canta la gran mayoría de los temas. 

En 1985, Roger Waters intenta poner fin a Pink Floyd a través de una demanda, pero Gilmour y Mason luchan para evitarlo y arreglan extrajudicialmente. Al menos en 2013, Waters lamentó haber hecho la demanda a sus ex compañeros.

Pink Floyd siguió existiendo después de Waters. 

Gilmour invitó de vuelta a Rick Wright. En 1987 lanzaron A momentary lapse of reason, y en 1994 apareció The Division Bell, discos importantes en la historia de la banda.

En 2008, Rick Wright murió por un cáncer de pulmón.

Roger Waters es un animal de rock de antaño, un rockero de 80 años que, si bien lo suyo es dar un espectáculo que se sienta más grande que la vida, a veces no es capaz de ver más allá de sus narices. 

Está bien que un artista como él defienda las causas que quiera y que tenga las herramientas para hacerlo. No va a ser el primero y por el estado de las cosas en el mundo de la música, quizás sea de los últimos que quede haciéndolo.

Pero mientras tanto hay bandas y proyectos que se preocupan porque los precios de las entradas no sean impagables, o que su gasto de energía sea mínimo, usando fuentes más limpias, Waters sigue en el sendero del discurso, en una época en que el discurso también se debe sostener con acciones. 

Roger Waters no es perfecto y lo sabe. Fue el intratable de Pink Floyd que sostuvo el quiosco mientras se quedaban sin compositor, y el que compuso una fábula en contra del capitalismo y el autoritarismo que desprecia al ser humano —como lo hizo en Animals—, mientras minimizaba  el aporte del resto de los miembros de su banda.

Muchas veces con la imposición de quien se cree por encima de los demás.

Nick Mason describe muy bien esa actitud de Waters en una entrevista en Rolling Stone: “creo que el problema es que Roger no respeta a David. Cree que componer lo es todo, y que tocar la guitarra y cantar es algo que —no diré que cualquiera pueda hacer—, pero que todo debería juzgarse por la composición más que por la forma de tocar».

 

Eduardo Varas 100x100
Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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