Fue tras la sequía que sufrió el estado de Maharashtra entre 2013 y 2016, la peor en 40 años, cuando se produjo un cambio fundamental en la mente de Nutan Upendra Desai, alias Niutanben, que ahora tiene 51 años.
En junio de 2016 se encontraba en la remota localidad de Ambajogai, en el distrito de Beed, para supervisar las obras de rehabilitación hídrica de su equipo y fue testigo de lo que creía que solo existía en las películas: tierra marrón, reseca y agrietada, hombres, mujeres, niños y ganado demacrados y desnutridos que morían por falta de agua y, a veces, sucumbían a enfermedades transmitidas por el agua que consumían debido a su calidad. Entonces su vida dio un vuelco para siempre.
Que los humanos pudieran consumir y beber aquello que ella no se atrevía a tocar, agua verde sucia llena de hongos con moléculas negras flotando, fue un shock para sus ojos y su cerebro. A estas personas se les negaba un derecho humano básico, algo que millones de nosotros damos por sentado, y ella no podía vivir con esa injusticia. Las personas sobrevivían con una cantidad racionada de 200 litros de esta agua mugrienta para 7-8 días por familia, y estaban absurdamente agradecidas por ello. Era algo incomprensible para alguien que nunca había presenciado ni sufrido tal escasez en su vida, y sabía que no le quedaba más remedio que dedicarse a ello más a fondo.
Tras completar su trabajo en 48 aldeas de Beed, Niutanben se trasladó a Jalna en julio-agosto de 2016, donde comenzó a trabajar en la desecación de cuerpos de agua y el saneamiento de fuentes hídricas en colaboración con las comunidades locales. Su organización no gubernamental (ONG) Samasth Mahajan, con sede en Ahmedabad, y a través de una asociación con la filantrópica Fundación A.T.E. Chandra de Bombay, asumió los gastos de alquiler de las costosas máquinas necesarias para el trabajo, mientras que la población local aportó su granito de arena proporcionando el gasóleo. Su equipo trabajó para que se tradujera en resultados sobre el terreno.
Aunque su ONG se había creado hacía muchos años con el propósito de centrarse en el cuidado de los animales, en realidad se había enfocado sobre todo en salvar y mejorar vidas humanas en un país propenso a las calamidades naturales y provocadas por el hombre y en el que la intervención gubernamental a menudo era inadecuada o incluso inexistente.
La transformación de Jalna: de 250 cisternas al día a ninguna
Cuando Niutanben y su equipo empezaron a trabajar en los aproximadamente 330 pueblos y taluka que componen el distrito de Jalna, la situación no era mucho mejor que en Beed. El agua era muy escasa, la mayoría de los cuerpos de agua de la región estaban sedimentados o secos y la necesidad de los camiones cisterna era cotidiana. Cuando empezaron a trabajar, cada tehsil (zona administrativa dentro de cada distrito) —hay 8 en Jalna— sobrevivía con 250 camiones cisterna al día. Los agricultores apenas producían algoporque no había agua para la agricultura; cubrir las necesidades básicas de consumo era una lucha.
Además, cuando el equipo llegó al distrito, los aldeanos y lugareños se mostraban muy escépticos sobre la posibilidad de realizar este tipo de trabajo con la participación de la comunidad y mediante los esfuerzos de una ONG. “En principio, se consideraba que era una labor que sólo podía hacer el Gobierno”, explica Narayan Devkate, de 55 años, agricultor de la aldea de Pimparkhed, que cuida de su parcela de 50 acres con sus dos hermanos. Añade que, de los 117 pueblos de los alrededores, 78 carecían de agua cuando se inició la iniciativa.
Con gran esfuerzo y una persuasión suave pero constante, empezaron los trabajos, que iban desde el desarenado y saneamiento de pequeños estanques hasta la recarga de pozos de sondeo, naali kholikaran (venas del río que se han llenado de cieno y se han secado) y la construcción de muros de contención. Como resultado, se abrieron 427 km de naalas (arroyos), se devolvió la vida a 19 estanques y se retiraron y transportaron 797.443 metros cúbicos de cieno en los últimos 6-7 años.
En los últimos cuatro años se iniciaron las obras de limpieza y rejuvenecimiento de los 20 km de los ríos Kundalika y Seena, de los que hasta ahora se han hecho unos 5 km y se han retirado y acarreado un total de 900.000 lakh (equivalente en India a 100.000) metros cúbicos de sedimentos y un total de 405.000 metros cúbicos de basura. Ver fluir el río aunque sólo sea en parte da a Niutanben y a su equipo una chispa de alegría como pocas veces.
Pero lo que quizá sólo sea alegría y satisfacción para el equipo de la ONG que trabaja sobre el terreno se traduce en una calidad de vida mucho mejor para los agricultores y la comunidad de la zona. Laxman Sawade cultivaba unos cinco quintales de algodón al año en su explotación de siete acres y apenas conseguía llegar a fin de mes. En 2013, tomó la iniciativa de aplicar 300 carros de sedimento en tres hectáreas. No solo ha aumentado la producción de algodón, sino que ahora también cultiva uvas. En total, sus ingresos han aumentado a 15 lakh (USD 18.275) al año, lo que le ha ayudado a construir una casa mejor y a comprar 2,5 hectáreas más de tierra, un tractor y una moto.
En general, la idea de que casi nada aporta más prosperidad y esperanza que la seguridad del agua se ha visto ampliamente reforzada en los aproximadamente 330 pueblos que componen Jalna. Devkate afirma que han surgido tres nuevas fábricas en la zona, incluida una de caña de azúcar que consume mucha agua, lo que ha generado nuevas oportunidades de empleo en el distrito. En una región que ha estado desprovista de casi cualquier oportunidad de trabajo, esto, argumenta, es lo que ha ayudado a que cada vez haya más interesados en los esfuerzos colectivos.
Samast Mahajan, Fundación A.T.E. Chandra y más
Para todos aquellos que lamentan el fracaso de las asociaciones público-privadas en India, los esfuerzos de saneamiento del agua en Maharashtra ofrecen un rayo de esperanza. Fue en 2013 cuando el presidente de Bain Capital Amit Chandra —quien creó y financia la Fundación A.T.E. Chandra— y su esposa Archana empezaron a preguntarse por qué, a pesar de tanto alarde, los suicidios de agricultores en Maharashtra, una región azotada por la sequía, no disminuían, y no hacía falta ser un genio para llegar a una respuesta rápida: la escasez de lluvias provocaba el fracaso de la temporada de cosechas, lo que llevaba al endeudamiento de los agricultores, lo que podía provocar su suicidio.
De 2016 a 2019, la Fundación A.T.E. Chandra, junto con 22 organizaciones asociadas, trabajó intensamente en Maharashtra en el saneamiento de masas de agua a escala para mejorar más de 2.700 cuerpos de agua, lo que afectó a unas 4.200 aldeas. La pandemia de COVID-19 frenó los esfuerzos, pero no los detuvo, y en 2020 y 2021 se siguió trabajando en Rajastán y Karnataka. En 2022, las obras volvieron a acelerarse y se rehabilitaron 916 cuerpos de agua en 18 distritos de Maharashtra, Rajastán, Uttar Pradesh y Madhya Pradesh, en algunos casos a instancias de Niti Aayog, que para entonces ya había recibido el apoyo de la fundación.
Niti Aayog entra en juego
Fue en 2021-22 cuando el equipo de la Fundación A.T.E. Chandra decidió ponerse en contacto con Niti Aayog, una agencia gubernamental que rápidamente se sumó al plan. En junio de 2018, Niti Aayog publicó un informe sobre el índice compuesto de gestión del agua, en el que se menciona que la India está atravesando la peor crisis hídrica de su historia y que casi 600 millones de personas se enfrentan a un estrés hídrico de alto a extremo. El informe señala además que India ocupa el puesto 120 entre 122 países en el índice de calidad del agua, con casi un 70 % de agua contaminada.
El modelo presentado por la fundación al Niti Aayog podría usarse para garantizar la seguridad hídrica en las regiones propensas a la sequía. Se trata de un proyecto comunitario en el que los agricultores sufragan una parte del coste y que encaja casi a la perfección con la misión Amrit Sarovar lanzada por el primer ministro en abril de 2022, cuyo plan consiste en renovar y desarrollar 75 cuerpos de agua en todos y cada uno de los distritos del país.
El enfoque tradicional de construir nuevos cuerpos de agua, presas y canales es más caro y perjudicial desde el punto de vista ecológico y medioambiental, y suele provocar desplazamientos a gran escala de la población de la zona.
Por ello, en los dos últimos años se han saneado 500 cuerpos de agua con ayuda financiera del Niti Aayog. Actualmente hay proyectos piloto en marcha en Jharkhand, Madya Pradesh, Rajastán y Maharashtra, con vistas a extenderlo a todos los distritos y regiones con estrés hídrico a los que aspira.
Maharashtra va a por todas
Las sequías e inundaciones en Maharashtra se han multiplicado por siete y seis, respectivamente, en los últimos 50 años. Fue después de las últimas sequías devastadoras de 2013-2016 cuando el estado intensificó sus esfuerzos para hacer funcionales los cuerpos de agua extintos. Un alto funcionario del Gobierno del estado de Maharashtra afirma que la sequía ha sido uno de los mayores némesis del estado en la última década.
El Gobierno estatal rehabilitó más de 5.000 cuerpos de agua en todo el estado entre 2017 y 2019, principalmente a través del plan GDGS (Gaalmukt Dharan, Gaalmukt Shivar). En ese momento, los donantes proporcionaban los gastos de alquiler de las máquinas para la retirada del sedimento, el Estado pagaba el combustible y los agricultores el acarreo del sedimento.
Pero más recientemente, ante la amenaza del calentamiento climático provocado por El Niño y la irregularidad de las lluvias, el Estado decidió que no podía esperar a los donantes u otros fondos filantrópicos y que, de momento, financiaría todo el esfuerzo por sus propios medios. En abril de 2023, se asignaron 2.000 millones de rupias (USD 25.000, aproximadamente) para reactivar el plan durante los próximos cinco años, y se recurrió a la ayuda de más de 100 ONG. Se espera que permita excavar unos 44 millones de metros cúbicos de sedimentos y crear una capacidad de superficie adicional de 44.000 millones de litros de agua.
Además, por primera vez se ha concedido una subvención de 15.000 rupias (182 dólares) a los pequeños agricultores, para garantizar que puedan utilizar el limo tanto ellos como los grandes agricultores que pueden permitirse acarrearlo.
Dos manos para aplaudir
Los lectores se preguntarán cuál es la contribución de la sociedad civil en los casos en que toda la financiación corre a cargo del Gobierno. Y la respuesta es: hacen falta las dos manos para aplaudir. “Como se ha visto una y otra vez, los proyectos que mejor funcionan son aquellos en los que se unen los sectores público y privado”, afirma un antiguo funcionario del Niti Aayog. Afirma que los agentes privados o de la sociedad civil aportan eficiencias y niveles de competencia de los que a menudo carecen los agentes gubernamentales. Chandra se hace eco de esta opinión al afirmar que la escala que puede ofrecer el Gobierno no puede ser igualada por ningún agente del sector privado.
Por eso, aunque el Gobierno estatal está dispuesto a financiar casi todo el esfuerzo, la Fundación A.T.E. Chandra identifica, supervisa y ayuda a las ONG que trabajan sobre el terreno.
También ha prestado su aplicación tecnológica al Gobierno de Maharashtra para recopilar datos en tiempo real sobre todos los lugares de saneamiento de aguas del estado desde la Mantralaya de Bombay y priorizar dónde hay que empezar a trabajar de inmediato. Además, la fundación ofrece formación semanal a los funcionarios del Gobierno sobre el uso de la aplicación y los problemas que puedan surgir.
Fue entonces cuando se toparon con Nimesh Sumati, de Caring Friends, una ONG que ya trabajaba en el modelo sencillo que han seguido desde entonces: eliminación del sedimento y saneamiento de los cuerpos de agua. La investigación primaria que llevaron a cabo demostró que hay muchos cuerpos de agua en todo el país que, con el paso de los años, han desaparecido o no pueden retener mucha agua debido a la fuerte sedimentación. Las aguas subterráneas tampoco se recargan porque el sedimento impide que el agua de lluvia llegue al fondo.
Pero si alguien retirara el sedimento, la masa de agua podría revitalizarse y, lo que es aún mejor, el sedimento —que suele ser bastante fértil— podría ser utilizado por los agricultores en sus tierras para mejorar la productividad.
Además de crear una unidad de gestión de proyectos, la directora de operaciones de la fundación Gayatri Nair Lobo ha realizado 24 viajes sobre el terreno a seis estados: Madhya Pradesh, Maharashtra, Rajastán, Uttar Pradesh, Jharkhand y Karnataka, sólo desde abril de 2022. En un país tan vasto, diverso y complejo como la India, es muy poco lo que se puede lograr desde los edificios de cristal y cromo de Bombay o Delhi.
Mientras tanto, Niutanben y su equipo de 8 a 10 miembros siguen centrados en su trabajo, que, según sus cálculos, necesitará otros 2 o 3 años antes de ser autosuficiente. Sabe que sus frecuentes viajes de Bombay a Aurangabad y luego por carretera a los recovecos de las innumerables aldeas grandes y pequeñas de Jalna y Palghar no terminarán en ningún momento. Con sus responsabilidades filiales menos intensas que en el pasado, puede permitirse el lujo de centrarse en mejorar los problemas de agua que encontró por primera vez cuando aterrizó en Beed hace siete años. En términos de gratificación, cualquier cosa que consiga en Mumbai palidece en comparación.
(Anjuli Bhargava es escritora y columnista residente en Goa. Este es un artículo de opinión y las opiniones expresadas son las de la autora. El Quint no las respalda ni se hace responsable de ellas. Fotos: Samasth Mahajan).
Esta historia fue publicada originalmente en The Quint (India) y es republicada dentro del Programa de la Red de Periodismo Humano, apoyado por el ICFJ, International Center for Journalists.
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