En el escenario está la actriz guayaquileña Lorena Robalino, siguiendo los pasos de Mary Wollstonecraft. Ella interpreta a la pensadora inglesa que está a horas de morir.

Mary para Mary, de la dramaturga Paloma Pedrero, cuenta ese pedazo de la historia que en los libros o en biografías sobre esta impresionante mujer sólo toma un par de líneas

Mary Wollstonecraft va a morir y este monólogo es un recuento de sus ideas, sus pasiones y lo que le dejó al mundo.

Porque Wollstonecraft parió a su segunda hija, Mary, un 30 de agosto de 1797. Pero el parto no salió como se hubiera esperado. Mary madre contrajo lo que se conoce como fiebre puerperal —la placenta se rompió dentro de ella y la infección se convirtió en condena a muerte, especialmente en el siglo XVIII. La filósofa, una de las principales precursoras del feminismo, sabía que iba a morir y pronto. 

Resistió hasta que la septicemia la mató el 10 de septiembre siguiente.

Así que sobre el escenario está Mary Wollstonecraft, una de las mujeres precursoras del pensamiento feminista, sosteniendo en sus brazos a la recién nacida Mary, quien decidirá usar el apellido de su madre —después el de su esposo— y que luego, antes de cumplir 20 años revolucionará al mundo regalándole la ciencia ficción: Mary Wollstonecraft hija es la creadora de la novela Frankenstein

Una Mary en los brazos de otra. El sentido profundo de la obra que en el año 2000 escribiera la dramaturga española Paloma Pedrero es el del diálogo, el de las cercanías, el de dejar una enseñanza, el cariño, el afecto.

Lorena Robalino

Lorena Robalino. Fragmento de fotografía de Jorge Romo para Escuela de Actores.

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Lorena Robalino está en escena. Es una encarnación más de Wollstonecraft, la que en 1792 publicó Vindicación de los derechos de la mujer. La actriz es una mujer del siglo XXI que dialoga a través de un texto escrito por otra mujer, con una que ha sido guardada y, a veces, vapuleada, por hacer valer sus ideas durante su vida. Mucho de lo que hizo Wollstonecraft sería el chisme para muchas personas que siguen sin considerar a la mujer como un sujeto libre y capaz de decidir por sí misma.

Que Robalino sea esta voz de Mary Wollstonecraft tiene sentido y fuerza. Porque en el fondo, esa conversación a través de la actuación puede ser también un ejercicio de reflejo. Porque Lorena tomó una decisión en algún punto de su vida que le permite, hoy, hacer el arte que siempre quiso. 

Hoy puede ser esa mujer que en su momento exigió que las mujeres fueran educadas para aportar a la sociedad. Cuando la mujer estaba limitada en su educación, en una época que estaba destinada a la crianza de los hijos.

Lorena Robalino es una de las hijas de Mary Wollstonecraft.

Mary Wollstonecraft

Retrato de Mary Wollstonecraft, realizado por John Opie, en 1797.

Llegar a Mary

“Fue amor a primera lectura”, dice Lorena Robalino, recordando cuando se encontró con Mary para Mary, una de las más de treinta obras escritas por Paloma Pedrero. Y ese amor se tradujo en una primera temporada que se preparó en Guayaquil —Robalino es guayaquileña y en 2020 estaba viviendo en su ciudad—, pero que se truncó a las dos funciones.

Era marzo de 2020 y llegó la pandemia.

A finales de ese año se pudieron hacer 4 funciones más. Pero hasta ahí llegó.

Sin embargo ese texto seguía latiendo. Y ahora, un poco más de dos años después, tiene la posibilidad de vivir en una temporada de un mes —hasta el próximo 2 de abril de 2023— en la sala Caja Negra, del Estudio de Actores, en el centro de Quito.

Casi una necesidad. Para Robalino, lo escrito por Pedrero toma el significado de toda la obra de Wollstonecraft y lo trae al presente. Así, permite reconocer todo aquello que falta por hacer. “El texto sucede en el siglo XVIII y hay muchas cosas de las que podemos decir que todavía estamos igual”, dice la actriz. 

Como el hecho de que para muchas personas, las mujeres son quienes deben quedarse en casa cuidando a los hijos. Y ni hablar de ciertas sociedades —con regímenes teocráticos— para las que los estudios y la educación no sin para mujeres.

El mundo le sigue debiendo mucho a las mujeres.

Por eso, Robalino define a Mary para Mary como una obra que, aparte de ser feminista, es humanista y política.

“Aquí ella habla de la conciencia de que estamos aquí para algo, de que tenemos algo que hacer, de que todos somos creadores, que las imperfecciones que soportamos es parte de lo que tenemos que vivir como seres humanos”, dice Lorena Robalino. Para ella se trata de seguir dando ese mensaje en la actualidad.

La forma que tiene para transmitir ese mensaje —“más allá de lo que hago como Lorena en la vida real”, como dice ella— es encarnarlo en las tablas. “Ser un canal para Mary Wollstonecraft es un honor”, dice.

Es una acción que tiene su importancia. Porque este es un momento en el que se habla de feminismo y se lo desconoce: “Mucha gente no conoce a las precursoras del feminismo y mucha gente no sabe lo que es el feminismo o cree que sabe lo que es”.

Y esta nueva aproximación de Mary para Mary —dirigida por León Sierra— se trata de un montaje más lúdico que se preparó durante un mes. Incluso en el trabajo con el público asistente —que era una necesidad en sus primeras versiones— es ahora reemplazado por el juego con un público imaginario.

Mary para Mary tiene funciones de viernes y sábado a las 7 y media de la noche y de domingos, de 6 y media en el teatro Caja Negra, en Manabí y Benalcázar, en el centro de Quito. Las entradas cuestan 12 dólares en preventa y 15 en la boletería.

Lorena Robalino interpreta a Mary Wollstonecraft

Lorena Robalino interpreta a Mary Wollstonecraft. Fotografía de Jorge Romo para Escuela de Actores.

El camino de la actuación

Desde niña, Lorena Robalino sabía que quería actuar. “Pero no lo asumí como tal hasta que tuve 27, 28 años, cuando volví de Alemania. Ya tenía otra carrera antes, estaba trabajando, pero seguí en mi cabeza esto de la actuación. Y siempre pensaba que algo me estaba faltando. Entonces vi el Estudio de actores y me dije: voy a entrar a estudiar actuación, así nunca me dedique a esto”.

No hubo un propósito. Todo se fue dando. “He sentido que tengo el poder de elegir dónde quiero estar, desde el arte”, dice Robalino. 

Con esa frase ella misma reconoce cierto privilegio. Uno que la lleva a aceptar que al tener una carrera previa —ella es socióloga y también comunicadora— es tener una ventaja. Pero no por eso va a desconocer la situación de desprotección que puede existir en un campo como este, sobre todo cuando las actrices empiezan a una edad muy temprana. 

Alguna vez la llamaron a un casting para un cortometraje y le dieron el rol. Pero fue durante la prueba de vestuario que se dio cuenta de que el director simplemente quería mirarla. “Era un morboso”, dice. Se fue. 

Y no hizo el corto. Así como no ha hecho varios trabajos, por muchas razones, ya sea el guion, o para no trabajar en ciertas condiciones o por no confiar en la persona que dirigía el proyecto.  Una decisión tomada en base de las circunstancias, como una forma de ejercer su propio poder. Esto, en un país donde el trabajo cultural ha sido “feminizado”, se convierte en una apuesta por cierta libertad e integridad artística.

Si Lorena Robalino es un canal para Mary Wollstonecraft, no hay extrañeza. Porque en Mary para Mary hay un conjunto de decisiones tomadas por mujeres, que han hecho posible que esta obra exista por estos días en Quito. 

Eduardo Varas 100x100
Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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