Todo sucedió rápido. 

La muestra Mi sangre, tu sangre tiene algo de inmediatez. Pero también algo de distancia y de que las piezas calcen en su lugar.

Cuando en agosto de 2021 a Carlos, hermano de la fotógrafa Paola Caicedo, le dijeron que solo tenía tres meses de función renal y que era necesario un trasplante, la urgencia se convirtió en realidad. Todo cambió de golpe: Paola era la que más compatibilidad tenía con su hermano, e iba a ser la donante. Consiguieron viajar a Barcelona, España, donde llegaron el 15 de octubre de 2021. El 2 de noviembre fue la operación.

A ella le quitaron uno de sus riñones y a su hermano se lo trasplantaron.

La recuperación de ella llegó primero. A los doctores les tardó tres meses para asegurarse de que Carlos no había rechazado el riñón. El 15 de febrero de 2022 volvieron a Ecuador.

Un año después, la exposición está ahí —en el bar galería Chinaski, en La Tejedora Distrito Creativo, en Cumbayá— como un especie de recorrido narrativo y con una reflexión implícita en varios frentes. 

Mi sangre, tu sangre llega e impacta a quien la recorre. 

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Porque la muestra es una especie de selección de lo que pasó antes, durante y después de la donación del riñón de la fotógrafa a su hermano —la curaduría es de Anamaría Garzón.

Hay algo interno y personal que se traslada, que se vuelve objeto del arte, por el encuadre, por la iluminación y los claroscuros, por los textos y las ilustraciones médicas que han sido trabajadas por Caicedo —donde un cuerpo humano y un sistema urinario están cruzados por líneas que ella escribió durante el proceso de recuperación, y por vídeos de las resonancias magnéticas tridimensionales que le hicieron a la fotógrafa antes y después de su intervención.

Carlos Caicedo

Carlos Caicedo en una de las fotografías de la muestra Mi sangre, tu sangre, de Paola Caicedo. Fotografía de Eduardo Varas para GK.

Mi sangre, tu sangre es sobre ofrecer algo a cambio de la vida, del amor filial. Es una intervención sobre el cuerpo para mejorar la vida de otro cuerpo. Es un cuerpo que se debe aprender a reconocer con una ausencia, sobre otro que debe aceptar que todo empieza a cambiar y a mejorar con un órgano que se ha sumado. Es sobre un cuerpo que debe tomar pastillas para que no haya rechazo. 

Es la mirada de una fotógrafa sobre sí misma, sobre su acción.

Es un ejercicio para soltar una idea necesaria: la donación no solo salva vidas, mejora las vidas.

Lo que la expo muestra

“No quiero ser la vocera de la donación de órganos o del trasplante”, dice Paola Caicedo luego de un recorrido por la exposición. “No me siento con tanta autoridad”, sintetiza.

Lo que quiere es contar su historia, que es la que genera todo.

Ahí están los primeros planos de una toma de sangre, un tarro pequeño con una muestra de orina. Un arranque de la historia que quería contar. Mientras le sacaban sangre en Barcelona, ya cuando llegaron al hospital, empezó a pensar en tomar fotos del proceso. Había llevado su cámara y tenía su celular a mano. “Quiero empezar a contar”, recuerda que pensó.

Fotografía que forma parte de la muestra Mi sangre, tu sangre, de Paola Caicedo.

Otra de las fotografías que forma parte de la muestra Mi sangre, tu sangre, de Paola Caicedo. Imagen tomada de la web del proyecto.

El primer deseo fue la documentación.

Un tipo de registro que siguió durante el proceso de recuperación. “Solo pude hacer dos fotos en ese momento”, dice Caicedo. Pero luego, no solo trató de contar, sino que la catarsis empezó a ser la base de todo. Por eso hay fotos en las que cerezas aparecen en un frasco, como si fueran los órganos fuera del cuerpo —hay una metáfora aquí que, aunque evidente, funciona muy bien. También otras en las que una mano —la de la fotógrafa— está exprimiendo una cereza, quizás como un gesto de despedida a lo que ya no sigue en su cuerpo.

Caicedo habla de algunas imágenes como pequeños bodegones y eso tiene mucho sentido desde la posición de la creadora. Porque hay una distancia que parece mediar entre lo que se ve y el objeto que vemos. Como si fueran imágenes de frutas sobre una mesa. Algo común. La donación y el trasplante como algo que forma parte de su historia. 

Paola Caicedo no tiene un riñón, pero tiene una muestra.

Y si bien sabía, todavía estando en Barcelona, que en sus fotos había algo, no lo entendía a ciencia cierta. “Todo el proceso fue muy duro”, dice, “pero ya pasó”. Duro, lleno de lágrimas y de dolor. Ese “ya pasó” significó dejar de pensar demasiado en lo que quería hacer con las imágenes que tenía y no forzar el discurso artístico. 

Caicedo reconoce el trabajo de Anamaría Garzón como curadora, como la persona que le ayudó a organizar y definir una mirada artística. Algo que le ayudó  para “distanciarse y verlo como obra”.

Carlos Caicedo caminando

Una de las imágenes que forma parte de la muestra Mi sangre, tu sangre. Fotografía de la web oficial del proyecto.

Por eso Mi sangre, tu sangre, no ha necesitado ser una muestra con 200 mil fotografías. Solo bastan 14 —dos de ellas son trípticos— para encauzar una experiencia artística. Una mano llena de pastillas —las que su hermano debió tomar la primera semana luego del trasplante—, permite el paso a una de las más hermosas: Paola abrazando a Carlos, el día del alta. 

Historia de un trasplante

Cuando por fin lo pudo ver luego del trasplante a Carlos, él había recuperado un tono de piel más saludable. Mi sangre, tu sangre es sobre la vida que mejora, sobre el color que regresa. Sobre el riesgo. 

Porque toda operación tiene su riesgo de muerte.

“Es muy difícil hablar de la donación y del trasplante porque para nosotros es difícil hablar de la muerte”, dice la fotógrafa. En esa “negación de la muerte”, en ese espacio de no discutir sobre ella, en la “desconfianza en el sistema de salud” —como dice Paola Caicedo— se centra esta dificultad.

En el fondo, uno de los tantos temas de la expo es que se discuta sobre la donación. Que se hable de que hay varios órganos o partes del cuerpo que se pueden donar — “un pedazo de piel y hueso puedes donar”— y que se le puede mejorar la vida a otra persona. 

Este va a ser el sentido detrás de una publicación que Caicedo espera realizar como cierre del proyecto. Un libro que incluya las imágenes de la muestra y otras más, los textos que escribió en el tiempo de convalecencia, los resultados de los exámenes y otros. La idea es compartir su historia y que se pueda hablar de la donación más allá de su caso.

Paola y Carlos Caicedo

Una de las fotos más hermosas de la muestra: la fotógrafa con su hermano. Cortesía de Paola Caicedo.

Antes tendrá que terminar la muestra actual —que se abrió el 9 de febrero y cerrará el 2 de marzo de 2023, y encontrar la posibilidad de mostrar el trabajo en otras ciudades. Caicedo piensa en Cuenca y en Guayaquil. 

Y sí, para ella no se trata de ser la vocera de la donación de órganos. En realidad se trata de hacer arte con su historia personal, con ese momento en que le pudo dar la mano a su hermano y toda esa transformación que se dio en su cuerpo y en el de él. Arte como desahogo, como reflexión y como certezas.

Arte como diálogo.

Como un órgano que falta, pero que ayuda a alguien más.

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Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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