La construcción y la ingeniería civil son trabajos “para hombres” Las películas románticas son “para mujeres’”. Una idea de una profesional que no escuchada Los piropos en las calles. Todos son ejemplos cotidianos de los distintos tipos de violencia simbólica.

Última Actualización: 25 noviembre, 2022
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La violencia simbólica agrupa a actitudes, comentarios o mensajes que, de manera sutil, casi imperceptible, refuerzan estereotipos de roles de género: que las mujeres pueden hacer solo ciertas cosas. Es tan socialmente aceptada que en muchos casos mujeres y hombres somos parte de ella e incluso la replicamos. La violencia simbólica está en todo: en la televisión, en publicidades, videojuegos, caricaturas y hasta en los dichos populares.

La psicóloga Graciela Ramírez, que estudia la violencia contra las mujeres y niñas, explica que este tipo de violencia “se opone a la noción de las violencias más visibles como la violencia física y la sexual, que normalmente tienen evidencia mucho más concreta”. 

Para explicar qué es la violencia simbólica, te detallamos 5 manifestaciones cotidianas de este tipo de violencia.

Mansplaining

La traducción literal de este término sería  “hombre que explica”. En este caso se trata de un hombre que intenta explicarle cosas a una mujer que ella sabe más que él, sea porque es experta en un área o porque son temas propios de mujeres como por ejemplo la menstruación. 

Cuando hay mansplaining los hombres suelen explicar el asunto con autoridad, con confianza, como un especialista que está  instruyendo a alguien que no sabe (asumiendo que ellos siempre saben más)..

También es conocida como condescendencia machista

La comunicadora española, Teresa Baró, lo explica con algunos ejemplos:

  • Cuándo te empiezan a explicar algo sin siquiera preguntarte si te interesa. En esta mentalidad, ellos sienten que te están haciendo un favor.
  • Cuando te dan consejos en tono de obviedad, desconociendo tu realidad o circunstancias.
  • Cuando tú conduces y él va de acompañante y empieza a darte indicaciones que, nuevamente, no has pedido.

Gaslighting

Este es uno de los tipos de violencia simbólica que se manifiesta cuando un hombre contradice a una mujer, tratando de convencerla de que lo que cuenta no ha sucedido como ella lo dice. La hace dudar de lo que ella ya sabe o siente. Es también un tipo de manipulación o abuso emocional.

Es básicamente hacer sentir menos a las mujeres. El portal Mejor Con Salud cita algunos ejemplos, como:

  • Cuándo te tratan de “loca”, mentirosa o extremadamente sensible al reaccionar.
  • Cuándo citas alguna situación y te responden con “eso nunca pasó”, “yo no dije eso” o “te estás inventando”.
  • Te culpa de todas las discusiones, y sus reacciones, dicen, son producto de tus actitudes.

Otra forma de gaslighting es cuando tu pareja te aleja de tus seres cercanos porque, dice, ellos no te quieren o no te valoran. Así te vuelve más vulnerable, y por ende, más manipulable.

Hepeating

Se refiere a cuando él (He) repite algo. Un ejemplo muy claro es cuando una mujer da una idea o una propuesta en un ambiente específico, por ejemplo una reunión de trabajo, y no es tomada en consideración. Es ignorada. Pero cuando un hombre repite esta misma propuesta, apropiándose de ella, es validada por el grupo.

Este tipo de situaciones pueden disminuir la confianza y autoestima de las mujeres en diferentes entornos, por ejemplo el laboral. Provocando que sean menos participativas, porque sienten que igual pasarán desapercibidas.

Un caso conocido ocurrió en la Casa Blanca durante la administración de Barack Obama. El Washington Post relató cómo, al inicio de ese gobierno, la mayoría de asesores presidenciales eran hombres, entonces en un intento por hacerle la contra al hepeating, las mujeres presentes iniciaron una estrategia que llamaron ‘amplificación’

Consistía en que, cuando una mujer mencionaba un punto clave en las reuniones, las otras mujeres lo repetían, dando crédito a su autora original. Así amplificaban su voz y evitaban ser pasadas por alto.

Manterrupting

Su traducción es “hombre que interrumpe”. En este caso, no hay correcciones ni explicaciones no solicitadas. Es más agresivo. Se refiere a cuando un hombre interrumpe a una mujer de repente solo porque siente que su opinión, comentario o historia es más importante.

Es hablar por encima de otra persona, quitarle validez a su palabra y, una vez más, inferiorizarla. Un texto de la Universidad Complutense de Madrid explica que el propósito de esta práctica por parte de los hombres es pretender controlar el discurso y dominar las conversaciones.

Algunos consejos citados en el texto para aplacar los efectos de estos comportamientos son:

  • Establecer normas de no interrupción. 
  • Llamar la atención en caso de que suceda.
  • Apoyarse entre mujeres del mismo entorno.
  • Hablar con autoridad y confianza.
  • No disculparse por opinar.

De hecho, existe una aplicación llamada Woman Interrupted, diseñada para detectar la Interrupción masculina en el día a día. Lo hace usando el micrófono de los celulares, sin grabar nada, para monitorear conversaciones y las interrupciones.

La aplicación cita un estudio de la Universidad de Princeton en el que se determinó que los hombres dominan el 75% de las reuniones de negocios.

Manspreading

Aquí todo pasa al plano físico. Es algo muy común, de lo que pocos se han percatado, pero muchos hombres hacen. Se refiere a la costumbre que tienen muchos hombres de sentarse con las piernas abiertas, especialmente en espacios públicos o compartidos, ocupando más espacio del que les corresponde.

Sobre esto, la psicóloga Graciela Ramiréz explica que “parecería que los hombres tienen más espacio que las mujeres”. Y cuando esto sucede repetidamente, tendemos a acostumbrarnos y a generar “esta idea de que tú tienes que sentarte a un ladito, sin molestar, sin incomodar, mientras que un hombre puede sentarse y explayarse a sus anchas”. 

Es decir, algo tan básico y sencillo como la forma en que nos sentamos comunica muchas cosas.

Actitudes que generan consecuencias emocionales

Cuando estas situaciones escalan, puede considerarse incluso abuso emocional, o laboral si ocurre en ese entorno. 

Las mujeres tienden a perder la confianza en sí mismas, al no sentirse escuchadas ni valoradas.

También, cuando hay menos mujeres opinando, porque igual la experiencia les dice que no serán tomadas en cuenta, se generan más discursos, políticas y decisiones basadas en discursos dominados por hombres y con poca representación de la visión y necesidades de las mujeres.

Camila Giron 150x150
Camila Girón
(1996). Periodista colombiana. Reportera de redes sociales y gestora de audiencias en GK.
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