La violencia de género es un grave problema social por su alta incidencia y por sus consecuencias sociales y personales. Según la Fiscalía General del Estado, en 2021 hubo 35.492 denuncias por violencia contra la mujer o un miembro del núcleo familiar. La violencia psicológica es la que más se reporta. La prevención y erradicación de esta violencia es un deber social urgente. Un paso importante en esta tarea es identificar los tipos de violencia masculina que existen. 

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Esteban Laso, psicoterapeuta y psicólogo social explica que cuando se mira el tema de la violencia de género “se tiene que contextualizar dentro de de la salud mental de los varones en términos generales en función de cómo es su construcción de género y entender que la violencia de género es uno más de los síntomas de la forma en que está construido el género masculino”.

Loren Cordovez, psicóloga experta en pareja y familia, explica que muchas veces las personas que ejercen violencia se han criado en entornos en los que no les han enseñado a observar y reconocer sus necesidades emocionales y estas han sido invalidadas. Por eso, explica Cordovez, es menos probable que sepan cómo se sienten o reconozcan que pueden necesitar  ayuda. 

Laso explica que cuando un hombre no puede comunicarse consigo mismo, no es consciente de lo que está sintiendo. “La ira le permite de alguna manera manejar las situaciones dolorosas y evadirlas”, dice Laso, poniendo de ejemplo a los políticos acusados de un hecho comprobado de corrupción: son los primeros en enojarse para defenderse. Cordovez concuerda. Explica que, por lo general, las personas violentas no han tenido modelos positivos para expresar la ira. Por eso, frente al dolor o frustración, responden con violencia. “Eso es lo que han visto en su familia, en la sociedad, no conocen otros modelos”, dice Cordovez.

En psicología hay una clasificación establecida —aceptada por la comunidad de psicólogos— que las distingue en tres tipos de violencia masculina. Laso no descarta la posibilidad que las mujeres puedan ejercer estos tipos de violencia, pero se ve con mucho  menos frecuencia.

La violencia impulsiva impredecible

El primer tipo de violencia es la impulsiva impredecible —que puede tener otros nombres y que antes se la conocía como crimen pasional, un término que ha caído en desuso. 

Se da cuando el “varón se da cuenta de que su mujer le es infiel o el solo hecho de imaginarse la posibilidad de perder a su pareja y de ser traicionado desencadena una respuesta violenta inmediata en alguien que nunca antes había tenido antecedentes de violencia” dice Laso.

Este tipo de violencia es particularmente compleja de prevenir porque la ejercen personas que normalmente no dan señales importantes de violencia contra su pareja. Estos hombres, dice Laso, son rehabilitables. “El problema de este tipo de violencia es que es sumamente intensa y cuando ocurre, generalmente, deja consecuencias graves”, dice Lasso. En ese escenario, con un femicidio u otro delito grave.

La violencia tipo cobra

El segundo tipo de violencia que ejercen los hombres es la coercitiva, también conocida como ‘terrorismo íntimo’ o ‘cobras’, en alusión a la temida serpiente.  Su es violencia fría y calculada

“Aquí la violencia normalmente no ocurre en un contexto de activación emocional intensa», dice Lasso. Por lo que cuando el hombre se enoja no grita a su pareja, sino que la regresa a ver y con frialdad le dice que si vuelve a hacer determinada cosa ya sabe lo que va a pasar”, dice Laso. 

Por ende, muchas veces no se dan actos de violencia física porque basta con la amenaza para intimidar. 

Los hombres cobra son los más difíciles de rehabilitar porque están convencidos de que tienen derecho de controlar a su pareja. “Muchas ocasiones las persona que ejercen este tipo de violencia tienen trastornos psicológicos más graves”, dice Laso.

La violencia tipo pitbull

El tercer tipo de violencia es la violencia impulsiva. Según Laso en psicología también se los puede denominar como agresores o perpetradores tipo pitbull y es en esta categoría donde se encuentran la mayoría de casos de hombres maltratadores y “son ampliamente rehabilitables”. 

“Esta es la violencia que emerge en el contexto de una intensa activación emocional del varón, es decir, cuando el hombre se enoja, explota y agrede a su pareja porque no conoce otra forma de actuar”, explica el psicoterapeuta. 

Laso dice que en este tipo el mecanismo está muy identificado porque la violencia va creciendo desde el inicio de la relación. “No empieza con toda su intensidad al inicio, sino que va creciendo y la mujer se va adaptando a ella”. 

“Conforme avanza la relación la mujer se adapta y trata de evitar problemas o de calmar a su pareja, lo cual nunca resuelve el problema, sino que lo mantiene”, cuenta Esteban Laso. Laso enfatiza que es importante entender que los hombres que ejercen violencia impulsiva —tipo pitbull— “no quieren ser violentos, su intención no es violentar, sino defenderse de lo que ellos consideran como una agresión, una amenaza o una falta de respeto”.

El psicoterapeuta Laso explica que en estos casos el hombre tiene “tan naturalizando la violencia que no son conscientes de que la están ejerciendo y de que su reacción no es legítima, no es adecuada y no es justificable, pero no quieren hacer daño”. 

Uno de los problemas de quienes ejercen la violencia tipo pitbull es que no solo no pueden comunicarse con sus parejas, sino que lo peor de todo es que no saben comunicarse con ellos mismos e identificar sus sentimientos. “Aunque parezca irreal”, dice. Laso explica que estos hombres no pueden decodificar sus emociones porque nunca les enseñaron. 

Cuando no puede comunicarse consigo, no es consciente de lo que está sintiendo, especialmente, acerca de esos sentimientos de sufrimiento. “La ira le permite de alguna manera manejar las situaciones dolorosas y evadirlas”.  Laso compara estos casos con los políticos cuando se los acusa de un hecho comprobado de corrupción,  “son los primeros en enojarse para defenderse”, y por ende culpar al otro.“La ira es su recurso fundamental frente a prácticamente cualquier malestar emocional y lo conduce a maltratar y violentar tanto al otro como a sí mismo”, explica Lasso. 

En muchos, los agresores tipo pitbull son adictos al trabajo, al deporte, consumen alcohol, comen demasiado. “No están bien emocionalmente, están sufriendo y no se dan cuenta”, dice Laso.

La mayoría de casos de violencia son ejercidas por hombres tipo pitbull. Ellos, dice Laso, son muy rehabilitables. Elena Torreros García, doctora en psicología y subdirectora de Contexto, un exitoso programa español de rehabilitación  de hombres maltratadores, coincide con Laso. “Que un profesional en específico no haya podido ayudarlo, no quiere decir que no se pueda generar un cambio”, dice Torrero.

Para leer cómo se pueden rehabilitar hombres maltratadores, te sugerimos leer este reportaje.

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Liz Briceño Pazmiño
Periodista. Ex reportera de GK. Ha publicado en El Mundo (España) y Axios(EE.UU). Es becaria del International Center for Journalists (ICFJ). Máster en Producción, Edición y Nuevas Tecnologías Periodísticas. Cubre migración, derechos humanos y economía.

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