Escapar de la guerra que se vive en Ucrania es un desafío que han tenido que afrontar cientos de jóvenes ecuatorianos. La mayoría de ellos están intentando llegar con sus propios recursos económicos y en el camino se han separado de sus grupos para intentar subir a trenes que los trasladen a las fronteras.
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Ángel David Vaca y Mao Flores
Ángel David Vaca tiene 17 años y se fue a Ucrania hace 5 meses para estudiar “el idioma” que le abriría la puerta para acceder a la carrera de aviación. Desde el martes hasta hoy sábado se resguardaba en un búnker en Lviv y sentía la desesperación de salir de esa ciudad junto a otros 40 ecuatorianos más.
Pamela Endara, su madre, cuenta que su hijo pasaba alrededor de dos o tres horas en la residencia donde vivía y cuando sonaban las alarmas tenían que caminar rápidamente al búnker. “Tenían comida y agua, pero era poca”, cuenta la mujer con la voz triste y angustiada.
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Hoy, 26 de febrero, Ángel Vaca salió hacia la estación del tren junto a otros 40 ecuatorianos más porque el gobierno de ese país habilitó trenes para que la población se pueda desplazar hacia la frontera con Ucrania. Ángel Vaca y su amigo Mao Flores pudieron subir al tren, pero se separaron del resto de su grupo. Ángel y Mao se contactaron con Pameala Endara cuando el tren se puso en marcha y los jóvenes le dijeron “no sabemos cuántos pudieron entrar al tren”. De momento siguen el viaje entre los dos.
Sin embargo, a las pocas horas de que el tren avance hacia Polonia se detuvo. En un mensaje de voz que Mao envió a GK, desde el tren en el que está, cuenta que al inicio les dijeron que se detenía porque “una persona necesitaba atención médica, luego nos dijeron que tres misiles se acercaban y hasta el momento sigue detenido. Las personas se comienzan a inquietar, empujan, no respetan que hay mujeres y las empujan” antes de terminar el audio cuenta que es todo lo que nos puede contar. Aún no ha respondido en dónde están varados o si ya avanzó el tren.
Su madre Pamela Endara dice “quiero que mi hijo venga vivo a Ecuador y no en un ataúd”. La comunicación con Mao y Ángel es difícil porque recargar las baterías de sus celulares es difícil por lo que se turnan para usar los teléfonos para informar a su familia que están vivos y dónde se encuentran.
Un padre de una joven ecuatoriano que estaría en el mismo tren también asegura que el tren se detuvo pero que su hija le dijo que era porque iban a revisar la rieles del tren. El hombre asegura a GK que estos mensajes sólo buscan asustar a las personas y en especial a los extranjeros y que en horas de la mañana pasó lo mismo en otro tren.
Hasta el cierre de esta nota, Pamela no tenía información de Ángel y Mao. Cuenta que algunos padres le han dicho que en zona de frontera la señal se pierde y que es posible que por eso no sepa nada de su hijo.
Juan y Lesly
Pamela, prefiere no ser identificada. Ella es hermana de Juan de 22 y Lesly de 24. Ambos jóvenes veinteañeros viven en Kiev desde hace dos años.
Pamela cuenta que sus hermanos lograron salir de Kiev cuando comenzaron los primeros ataques junto a otros amigos en un auto particular. “Los chicos están logrando salir por sus propios medios alquilan buses, carros lo que puedan”, dice la mujer y reprocha al gobierno no haberlos ayudado.
Cuando Juan y Lesly llegaron a Lviv “tenían la esperanza de encontrar un bus que habían ofrecido las autoridades ecuatorianas, al no encontrarlo, vieron que las autoridades les mintieron, y decidieron salir por su cuenta a pie”. Junto a otras 8 personas Lesly y Juan caminaron hasta la línea de frontera con Polonia.
“Ahora están en la frontera con Polonia y el problema es que no les permiten pasar. Están con el pasaporte al día” dice Pamela.
Pamela cuenta que en una conversación que tuvo con su hermana, mientras intentaba huir de la guerra, ella le dijo que muchos chicos ecuatorianos no pudieron salir de Lviv porque aún no tenían el pasaporte de emergencia”. También, que a los jóvenes que presentaban documentos ucranianos no les dejan salir y que por eso solo deben presentar documentos ecuatorianos, nada que los relaciones con Ucrania. Sin embargo, Pamela relata que sus hermanos vieron que en Kiev algunos hombres ecuatorianos no pudieron salir “les decían que los hombre no pueden salir y solo pasaban niños y mujeres” mientras unas personas los apuntaban con metralletas.
A esta hora, Lesly y Juan están esperando en un hotel en la ciudad de Krakovets. Esperan indicaciones para salir de Ucrania, sin embargo Pamela cuenta que les preocupa que se les acabe el dinero y la comida.
Michael Rubén Mantilla Piñán
Tania Piñán, la mamá de Michael Mantilla cuenta que su hijo está en Lviv desde hoy. Cuenta que viajó hacia allá con otros ecuatorianos, desde la ciudad ucraniana de Vinnytsia. “Han viajado todo el día, salieron de un búnker a tomar el bus para ir a la estación de tren y luego hasta Lviv, donde se supone que tenían la ayuda de la cancillería ecuatoriana”, dice. Explica, sin embargo, que cuando llegaron el panorama era caótico: “Apenas hubo un tren y dieron prioridad a mujeres y niños, y está bien pero no se dio prioridad a los ecuatorianos que están con frío, hambre, sin servicios sanitarios”, cuenta.
Su hijo llegó a Ucrania para estudiar hace tres meses. “Este es su primer año, no tiene mucha experiencia y nosotros como padres estamos aquí dándoles apoyo emocional hasta que dure su batería”, dice Tania Piñán.
Cuenta que están cerca de una treintena de estudiantes ecuatorianos en toda la estación de Lviv y que están separados en distintas partes por grupos de cinco o seis porque en el segundo tren que llegó —el de las once de la noche— tampoco pudieron subir. “Estamos haciendo una lista con los ecuatorianos que están quedados en Lviv”, dijo pero apenas pudieron recabar seis nombres porque muchos compatriotas están ya sin batería en sus teléfonos. “Esa es otra de las impotencias que tenemos, algunos muchachos están en desesperación”, dijo Tania Piñán y cuenta que están pensando en otras alternativas para movilizarse por cuenta propia por otras fronteras —como la de Hungría. “Los muchachos no han comido en días, no han dormido, algunos están con hipotermia, están con temperaturas bajo cero y su estado emocional es muy bajo”, dijo
Anderson Lamiña
Anderson está en la estación de Lviv, junto con otros ecuatorianos. Con la poca batería que le queda en su celular, envió a GK una nota de voz en la que explica que llegaron con la esperanza de subirse en los trenes cuyos horarios de salida anunció la Cancillería. “En las puertas iban controlando que entren solo mujeres y niños pero en las puertas finales no había quién controle entonces una parte de nuestro grupo se fue en el primer tren”, dice. Cuenta que el segundo tren que debía llegar a las once, llegó finalmente a la 1:45 de la madrugada pero que solo dejaron entrar a niños y mujeres ucranianos. “No sabemos qué hacer, algunos nos están aconsejando que vayamos hacía Hungría. Estamos completamente solos. No hay quien nos ayude”, dijo. Además confirmó, al igual que al menos tres otros jóvenes en la estación de Lviv, que no ha habido ningún funcionario del gobierno ecuatoriano que les preste ayuda. “Nos prometieron que el cónsul vendría personalmente pero nada, nos han dejado varados”, dice Anderson.
Cuenta que está junto a una decena de ecuatorianos en la estación de Lviv y que sus condiciones son difíciles. “Al momento de querer subir al tren, se nos cayó la poca comida que teníamos; ahora solo ando con un pan en la mano y mis compañeros están igual», dice.