La noche de hoy, el presidente Guillermo Lasso se subirá a un avión con un destino geográfico y económico. Lasso se va a China para tratar de renegociar la deuda bilateral más grande que tiene Ecuador y lograr un acuerdo de libre comercio con el país asiático. La misión es una oportunidad para oxigenar los pagos que se aproximan ¿Cuánto y en qué plazo? Esa es la respuesta más importante que debería traernos de China el presidente de la República. Ya es hora de transparentar una de las deudas más misteriosas que tiene el país.
Desde que se comenzó a acumular en 2010, la deuda con China ha sido una incógnita para analistas, periodistas y hasta instituciones estatales. “Muy pocas personas han visto esos contratos”, me dijo Santiago Mosquera, decano de la Escuela de Negocios de la Universidad de las Américas. De lo que se sabe, se firmaron varias líneas de crédito con entidades de este país y se establecieron diferentes condiciones y formas de pago, incluyendo el envío de petróleo. Sin embargo, no se sabe con exactitud cómo está distribuida la deuda.
El monto total también parece estar en discusión. No está especificado en el boletín de deuda pública que se publica cada mes, solo consta el total de obligaciones con otros países. Incluso las cifras que dan las autoridades parecen no estar definidas.
En un conversatorio, el 26 de enero de 2022, Simón Cueva, ministro de Economía y Finanzas, dijo que el total de la deuda con China es “un monto cercano a los 5 mil millones de dólares”. El presidente Guillermo Lasso dijo que actualmente llega hasta los 4.600 millones.
Lo que Cueva sí dijo es que de esos casi 5 mil millones, 2 mil millones están ligados a la venta de petróleo y parte de esos contratos son administrados por la estatal petrolera, Petroecuador.
Cueva, quien también viajará hoy a China, dijo que una de las metas de la conversación que tendrán con las contrapartes chinas será “aclarar bien” los compromisos de venta de petróleo que tiene el país. Además, esperan “separar más las relaciones financieras y las comerciales” para evitar que futuros créditos estén ligados a la venta de esta materia prima.
La transparencia de los acuerdos también sería parte de la conversación, según Cueva. En el conversatorio, el Ministro aseguró que parte de la discusión será revisar las condiciones de la deuda y “que haya más transparencia en ese sentido”. Si se cumple ese ofrecimiento, podría ser la primera vez en más de una década en que la información sobre cuánto y en qué términos le debemos a China.
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Para tener las cifras claras, hice un pedido de información al Ministerio de Economía y Finanzas sobre la situación actual de la deuda, sus condiciones y el destino de ese dinero. Sin embargo, no tuve respuesta ni para el reportaje que publiqué hace dos semanas, ni para este texto. También pedí una entrevista con el Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Carlos Holguín, para saber más sobre la visita del Presidente a China, pero su equipo de comunicación dijo que no estaba disponible.
Esta falta de respuesta no es propia de este gobierno, sino que viene arrastrada desde hace dos gobiernos. En este periodo, la investigación periodística ha ayudado a revelar otros aspectos de la deuda con el país asiático, pero no ha sido fácil.
En 2017, diario El Universo —con el apoyo del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por sus siglas en inglés) y la plataforma periodística Connectas— publicó una investigación sobre los créditos y sus múltiples irregularidades. En el texto, se incluye con detalle la dificultad para acceder a la información y los vacíos con los que se encontraron. Ese mismo año, GK hizo un reportaje sobre las irregularidades en los contratos no petroleros que Ecuador tenía con China. En esa reportería, también encontraron vacíos de información y murallas para acceder a los contratos.
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El misterio parece copar las esferas estatales. En 2017, Petroecuador denunció ante la Fiscalía que un convenio de crédito que firmó con el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) desapareció de sus archivos y oficinas.
Todavía no se ha hecho público si hubo algún avance en esa investigación. Carlos De la Torre, ex ministro de Economía y Finanzas, dijo en un conversatorio organizado por El Universo en 2020 que Petroecuador les terminó pidiendo copias de los contratos que tenían en el Ministerio para reparar los que se perdieron.
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El hermetismo sobre los detalles de la deuda China se puede deber a varios factores. Diana Castro, investigadora de la Universidad Andina enfocada en las relaciones entre China y Ecuador, me dijo que la más probable es que tengan cláusulas de confidencialidad. Eso, dice, le impediría al gobierno difundir información detallada sobre la entrega del dinero y su ejecución.
Esa teoría fue corroborada en 2017 por Verónica Artola, ex gerenta general del Banco Central del Ecuador, cuando le dijo al portal La Nación que los contratos con China fueron declarados como secretos basados en el artículo 137 del Código de Planificación y Finanzas Públicas.
Esa parte de la ley dice que el Ministerio de Economía puede declarar confidenciales los contratos de endeudamiento público cuando pueda generar pérdidas o condiciones desfavorables para el Estado. Sin embargo, eso no responde la pregunta de qué llevó al gobierno ecuatoriano a tomar esa decisión sobre la deuda con China y por qué no se ha manejado así en otros casos como en la deuda de bonos y los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional.
En 2020, el exministro De la Torre dijo que el pedido de confidencialidad vino de los bancos chinos. “No querían que se sepa en qué condiciones se entregaban créditos al Ecuador porque, si no, ellos tendrían que responder a terceros países entregándoles condiciones similares”, dijo De la Torre.
Según la ley, una vez que se termine la operación —o se dé una renovación, renegociación o recompra—, la información debe ser publicada inmediatamente. Eso todavía no ha sucedido y las cifras siguen siendo un misterio.
El severo sigilo se ha mantenido también en ciertas renegociaciones de las líneas de crédito chinas. En agosto de 2020, el entonces ministro de Economía y Finanzas, Richard Martínez, anunció que Ecuador y el Banco de Desarrollo Chino (CDB, por sus siglas en inglés) llegaron a un acuerdo para reprogramar los pagos de una de las líneas de crédito. Eso le dio al gobierno un periodo de gracia de 12 meses, pero se mantuvieron las condiciones anteriores —incluyendo la tasa de interés de 7,16%. Eso fue lo único que se supo de esa renegociación.
El silencio sobre aquellas conversaciones con China es aún más notorio —y revelador— si se compara con otro proceso de renegociación que hubo en esa misma época. En agosto de 2020, Ecuador modificó los términos de su deuda en bonos con los tenedores internacionales. Los procesos fueron opuestos, no solo porque se estaba renegociando otro tipo de deuda —y naturalmente seguía otro tipo de lógicas—, sino por cómo se manejó.
En el caso de los bonos, hubo múltiples ruedas de prensa y presentaciones en las que Martínez respondió las preguntas de la prensa y explicó cada detalle de las conversaciones con los tenedores de bonos.
Esas charlas y aclaraciones no se detuvieron ni cuando un grupo minoritario de bonos rechazó las condiciones propuestas por Ecuador y se opuso momentáneamente a la renegociación. En ese proceso, desde el principio hasta el fin, se supo a cuánto equivalían, las condiciones en las que fue acordada la renegociación y las modificaciones que se terminaron haciendo.
Esa renegociación de bonos también dio como fruto uno de los pocos vistazos cercanos que tenemos a la deuda con China. Como parte de las conversaciones con los tenedores, Ecuador presentó un documento en el que detallaba sus obligaciones con otros países y multilaterales. Según el economista Santiago Mosquera, experto en política monetaria y créditos, es el documento reciente más completo que hay sobre el tema.
Ahí se detalla para qué se usaron algunas de las líneas de crédito con el país asiático y sus cantidades. Aunque no incluye toda la información sobre los acuerdos a los que se ha llegado en la última década, fue un paso para tener un vista más completa debajo de la coraza que la ha escondido por años.
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Hoy, una vez más, estamos a vísperas de una nueva renegociación de esta deuda. Según el ministro Simón Cueva, la transparencia es uno de sus objetivos principales en el viaje a China del presidente Lasso, en lo que respecta a la deuda. Sin embargo, todavía no ha podido poner ese principio en práctica porque, según él, al estar en la mitad de las discusiones “no se puede anticipar demasiado el detalle de las condiciones”.
En la conversación del 26 de enero, el ministro Cueva no habló sobre la confidencialidad de esos contratos ni sobre si eso afectará la información que se dé en el futuro. Tampoco respondió más preguntas sobre la deuda que hicimos varios periodistas.
Solo aseguró que se intentará extender los plazos de pago que se acercan y las tasas de interés que en promedio son más altas que las de los créditos que el país tiene con otros multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Todavía no se sabe si en esta visita será posible mejorar las condiciones de la deuda externa con China, pero las declaraciones de Cueva parecerían indicar que está apuntando hacia un enfoque más transparente. En los próximos días, veremos si el gobierno del Ecuador nos da luces sobre cómo nos hemos endeudado con China y marca una diferencia con sus predecesores.